por León Zeldis,
FPS, 33°
PSGC,
Supremo Consejo del Rito Escocés del Estado de Israel
Gran Maestro Adjunto Honorario
Editor, El Francmasón Israelí
del Sitio Web
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Más de una vez en el curso de los últimos dos siglos, la
antimasonería ha sido fusionada con un odio más antiguo, el odio a
los judíos, es decir el antisemitismo. Probablemente la naturaleza
irracional de ambas fobias facilita su yuxtaposición.
Sea como
fuere, somos testigos desde mediados del siglo XIX de una ola
creciente de propaganda a la vez antisemita y antimasónica.
Posiblemente la obra paradigmática de esta clase de “literatura” sea
un opúsculo llamado Los Protocolos de los Sabios de Sión a veces
también conocido como Protocolos de los Ancianos de Sión.
Esta es
una de las falsificaciones literarias más notorias en la historia,
basada en el plagio y el fraude desde el comienzo mismo de su
gestación, y sin embargo esta superchería ha cautivado la
imaginación de muchas personas en otros respectos sensatas y se ha
transformado en la “fuente de información” indispensable en el
bagaje de todos los antisemitas y antimasones.
En este trabajo, examinaremos la historia de este fraude,
demostraremos su absoluta falsedad y echaremos un vistazo a las
lamentables consecuencias que ha tenido en la historia moderna,
tanto del punto de vista del pueblo judío, como de los masones.
FUENTES DE INFORMACIÓN
En la preparación de este trabajo me apoyé principalmente en las
obras de tres investigadores: el Profesor José Antonio Ferrer Benimeli, quien en su libro
El Contubernio Judeo-Masónico-Comunista (1) dedica un largo capítulo al tema que nos ocupa (pp. 135-210);
Norman Cohn, autor de Justificación para el Genocidio
(2), donde hace una
historia completa de los antecedentes de los Protocolos, su
evolución y sus alcances; y Herman Bernstein, autor de La verdad
sobre los “Protocolos de Sión” (3), donde no sólo relata la historia de
la mistificación, sino que reproduce el texto íntegro del libro de Joly (pp. 75-258), el texto de los reportajes aparecidos en el
London Times (pp. 259-264), el
texto completo de los Protocolos (pp.
295-359) y otros documentos auténticos.
También consulté otras obras para aclarar o agregar ciertos
detalles, como el libro ¿Deben los hombres odiar? del abogado
norteamericano Sigmund Livingston (4), quien fuera el primer Presidente
de la Liga Contra la Difamación de la Bené-Berith, y que en su libro
agrega un interesante testimonio personal (pp. 39-49) a la minuciosa
relación hecha por los autores mencionados antes.
Todas estas obras
están incluidas en detalle en las notas al final de este trabajo.
ANTECEDENTES
El acoplamiento de antimasonería y antisemitismo no comienza con los
Protocolos. Ya con ocasión del caso Dreyfus, que comenzó en 1894 y
continuó en forma intermitente hasta 1906, la prensa francesa y
también la de otros países (5) relacionaron el judaísmo de Dreyfus con
la masonería de muchos de sus defensores más leales.
Aún antes, el Padre Agustín Barruel en su Memoria para servir a la historia del
Jacobinismo (6), acusó a la Masonería (que confundió con
los Illuminati
de Baviera) de ser instrumental de la Revolución Francesa (¡y
también de ser los herederos de los Templarios!). Aunque Barruel no
encontró datos históricos que le permitieran extender su ataque
abarcando a los judíos (entre los revolucionarios franceses famosos
no había judíos), otros autores posteriores no fueron tan
puntillosos, y no tuvieron empacho en inventar lo que no existía en
la realidad.
Existen numerosos libros publicados antes y después de los
Protocolos que sostienen que el judaísmo está en el origen de la
Masonería.
Citaremos a Monseñor León Meurin, Arzobispo de Port-Louis,
Mauritius, quien publicó en 1893 un libro titulado La Franc-Maçonnerie,
Synagogue de Satan. Dice así el autor, en la página 260:
“Todo en la Franc-Masonería es fundamentalmente judío, exclusivamente judío,
apasionadamente judío, del comienzo al final”. (7)
La verdad histórica,
que se puede hallar en cualquier trabajo serio sobre la Masonería,
es que las logias eran en sus orígenes exclusivamente cristianas, y
sólo con la creación de la Gran Logia de Londres (1717) comenzó el
proceso de descristianización, que culminó en 1813, al tiempo de la
unión de las dos Grandes Logias rivales de Inglaterra, cuando se
creó la Gran Logia Unida de Inglaterra y Gales y fueron revisados
nuevamente los rituales, eliminando de ellos los últimos restos de
simbolismo cristiano para transformar la institución en el organismo
de vocación universal que conocemos actualmente.
Vale la pena, como
comentario al margen, recordar que existen hasta hoy algunas Grandes
Logias (especialmente en los países escandinavos que practican el
Rito Sueco) que no admiten en su seno a personas que no profesen la
religión cristiana. Más aún, incluso en aquellos países donde los
judíos y miembros de otras religiones son bienvenidos en las logias
masónicas, existen otros cuerpos masónicos cerrados ante ellos,
reservados exclusivamente a los masones cristianos.
Como ejemplos
(hay muchos otros), mencionaré los “altos grados” del rito York,
tales como la Cruz Roja de Constantino, el Caballero de Malta y el
Caballero Templario. Existen asimismo algunos Supremos Consejos que
consideran que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado es un rito
exclusivamente cristiano, y que no aceptan el ingreso ni de judíos
ni de miembros de otras religiones (p.ej. los Supremos Consejos de
Inglaterra, Escocia, Irlanda y Australia).
Su selectividad llega a
tal punto, que los candidatos deben declarar creer no sólo en la fe
cristiana, sino también en la Santísima Trinidad (!).
APARECEN LOS PROTOCOLOS
Los Protocolos aparecieron por primera vez en 1905, en Tsarskoe Selo,
un lugar de veraneo cerca de San Petersburgo, Rusia (todavía la
Rusia imperial, bajo el gobierno del Zar Nicolás II). El autor
indicado en las primeras ediciones era un personaje que fue
sucesivamente abogado, juez, y monje griego-ortodoxo llamado Sergei
Alexandrovich Nilus (1862-1930).
Originalmente, los Protocolos aparecieron como un simple apéndice en
la segunda edición de un libro de Nilus intitulado Velikoe v Malom
(Lo Grande en lo Pequeño). Como era habitual en esa época, el libro
lleva también un largo subtítulo, que en este caso es bastante
tremebundo: y el Anticristo como una posibilidad política cercana.
Este subtítulo se refiere al apéndice de que hablamos. En las
diversas ediciones que siguieron (1911, 1912, 1917 y 1919, siempre
en ruso), Nilus ofrece distintas explicaciones de cómo el manuscrito
de los Protocolos había llegado a sus manos, asegurando que él
solamente había hecho la traducción al ruso. Otras ediciones y
traducciones, publicadas por otras personas, contaban diferentes
historias sobre el origen del documento.
Una de las más frecuentes “explicaciones” agregadas a los Protocolos
es que son las “actas secretas” del Primer Congreso Sionista
convocado en Basilea en 1897 por el Dr. Theodor Herzl.
El argumento desarrollado en el documento es que los judíos
conspiran para controlar todos los gobiernos del mundo, destruir la
civilización cristiana y convertirse en amos de la tierra.
Los
Protocolos proporcionan detalles sobre los métodos que serían
empleados para alcanzar estos objetivos. La Francmasonería sería la
herramienta usada por los “Sabios de Sión” para engañar a la
humanidad y luego dominarla. Comencemos por dejar establecido que
jamás existió una organización como los “Sabios de Sión” o los
“Ancianos de Sión”. Sin embargo, y sin que exista un ápice de
evidencia para probarlo, se ha mantenido empecinadamente que estos
Protocolos eran las actas de esta organización.
Examinemos un momento la forma de los Protocolos. Lo primero que
llama la atención al lector objetivo es que este texto no guarda
ningún parecido a ningún protocolo que haya leído jamás. Un
protocolo es un acta, es decir, la relación de lo ocurrido en una
sesión. Tiene un lugar, una fecha, la hora en que comienza la
sesión, quién la preside, generalmente los nombres de quienes están
presentes y de quienes excusaron su inasistencia, y luego la
descripción de los debates, quién tomó la palabra y - a veces en
forma muy resumida - qué es lo que se dijo y qué resoluciones fueron
aprobadas.
Finalmente, hay una hora de cierre de la sesión, y las
firmas que garantizan la veracidad del acta. Nada de esto existe en
los Protocolos de que estamos tratando. La única “firma” es
simplemente una línea que dice “Firmado por los representantes de Sión del Grado 33”.
Más aún, en estos “protocolos” no se escucha sino una sola voz. Son
monólogos o lecciones, arengas podríamos decir, sin que se haya
hecho siquiera un intento de que representen un debate o la
intervención de varias personas. Es un triste comentario a la
credulidad o la malevolencia de aquellos lectores que hayan estado
dispuestos a aceptar un texto de esta naturaleza como pretendidos
“protocolos” de verdad.
Entrando al contenido, salta a la vista el absurdo de un pretendido
plan criminal preparado por un grupo que pretende controlar los
medios de comunicación del mundo entero ... pero es incapaz de
impedir la reiterada publicación de sus planes. Basta citar a
Leopoldo Lugones, en el preámbulo a la edición en español del
comentario del Padre Pierre Charles, S.J., a los Protocolos.
(8)
Escribe Lugones:
“Basta, en efecto, un mediano criterio ... para comprender que se
trata de un panfleto (Los Protocolos) tan maligno como imbécil.”
LA GESTACIÓN DE LOS PROTOCOLOS
El libro de Nilus no fue el primero en proclamar la existencia de
una conspiración judía para la dominación mundial. Lo precedieron
varios autores, especialmente un alemán llamado Hermann Goedsche,
que en 1868 escribió una novela bajo el seudónimo “Sir John
Retcliffe”, con el título Biarritz.
Uno de los capítulos de esta
obra de ficción relata una escena macabra en el cementerio judío de
Praga, donde una vez cada cien años se reúnen representantes de las
12 tribus de Israel con el demonio en persona. (Goedsche parece
ignorar que 10 de las 12 tribus se “perdieron” en las brumas de la
historia hace más de dos mil quinientos años atrás). Los
representantes del pueblo judío le informan a Satanás del progreso
de sus planes y solicitan la ayuda infernal para la prosecución de
sus criminales proyectos.
Esta fantasía antisemita fue prontamente reproducida como un
folleto, no ya como ficción, sino como un documento cuya
autenticidad estaba garantizada por el “famoso noble inglés, Lord Retcliffe”. Este, como acabamos de ver, no era sino el seudónimo del
escritor alemán Goedsche. La primera traducción fue hecha en San
Petersburgo en 1872, publicada bajo el título En el Cementerio Judío
de la Praga Checa (los Judíos Soberanos del Mundo).
En 1876 nueva
publicación en Moscú. En 1880 una segunda edición y nuevas
impresiones en Odessa y Praga. (9) En Francia, el escritor Gougenot des
Mousseaux también hizo uso de este tema en su libro Le Juif, le
judaïsme et la judaïsation des peuples chrétiens (París, 1869),
donde acusa a los judíos “Cabalistas” de estar tratando de
apoderarse del mundo.
Su continuador, el Abate Chabauty, cura de San Andrés en Mirebeau,
en Poitou, publicó en 1881 un volumen de 600 páginas titulado Les Francs-Maçons et les Juifs:
Sixième Age de l’Eglise d’après l’Apocalypse, en que sostenía que
Satanás, mediante la conspiración Judeo-Masónica, estaba preparando
el camino para el Anticristo judío y la dominación del mundo por los
judíos.10 Aproximadamente en la misma época, en la década de 1880,
en Italia, el Papa Leo XIII estaba empeñado en una feroz lucha
contra la Francmasonería italiana.
Aunque él mismo no descendió a
hacer propaganda antisemita, le permitió a otros hacerla. Los padres Jesuitas asociados con la publicación La Civiltá Cattolica,
especialmente, consideraban perfectamente legítimo desacreditar la
Francmasonería presentándola como parte de una conspiración mundial
judía.
Dos de estos Reverendos Padres, R. Ballerini y F.S. Rondina,
condujeron una campaña que duró hasta entrados los años 1890. (11)
Finalmente, debemos mencionar que la primera aparición de un texto
muy similar a los Protocolos, pero un tanto abreviado, apareció en
la revista Znamya (La Bandera) de San Petersburgo entre el 26 de
agosto y el 7 de septiembre de 1903 (es decir, precediendo por dos
años la publicación de Nilus).
Znamya era publicada por un notorio antisemita,
P.A. Krushevan, uno
de cuyos asociados era G.V. Butmi, de quien escucharemos más
adelante.
Krushevan sostuvo que el texto que publicó era traducción
de un documento escrito originalmente en Francia, y que el traductor
lo había titulado Actas de la Reunión de los Masones Mundiales
Universales y los Ancianos de Sión. (12)
El objetivo inmediato de Los Protocolos fueron empleados por primera vez en Rusia
para fomentar el odio hacia los judíos. Su objetivo inmediato era
socavar la influencia política y la posición del Conde Witte, a la
sazón el ministro más importante del gobierno zarista.(13) Witte era
persona de gran cultura y amplitud de miras, confidente del Zar, y
anhelaba instaurar una política imperial ilustrada y moderna.
Debido
a que la mujer de Witte era de origen judío, la opinión generalizada
era que él favorecía a los judíos de Rusia, que habían sufrido
persecuciones y discriminación durante siglos. Los oponentes
políticos de Witte, encabezados por la Gran Duquesa Isabel, hicieron
todo lo posible por desacreditarlo ante la clase dirigente y la
familia real.
Uno de sus enemigos más feroces era George V. Butmi de
Katzman, cuyo nombre parece estar conectado con la publicación de
los Protocolos.
UN TESTIMONIO DIRECTO
El 8 de enero de 1935, un sacerdote católico llamado Padre Gleb E.
Werchobsky, se entrevistó en Chicago con el escritor Sigmund
Livingston, quien ya había publicado antes un artículo denunciando
la falsedad de los Protocolos.(14) El Padre Werchobsky quería poner en
manos de Livingston cierta información hasta entonces desconocida,
basada en su propia experiencia personal.
El Padre Werchobsky ratificó la veracidad de su informe a Livingston
en una declaración jurada. Posteriormente, Livingston publicó los
detalles completos de esta entrevista en su libro ¿Deben los hombres
odiar? que ya hemos mencionado. El Padre Werchobsky había nacido en
San Petersburgo, Rusia, el 23 de octubre de 1888.
Había sido
ordenado en Constantinopla (hoy Istanbul) el 13 de julio de 1914.
Posteriormente emigró a los Estados Unidos, donde estuvo en varios
lugares hasta llegar a Chicago en 1929. Allí continuó cumpliendo sus
deberes pastorales en el marco de la Iglesia Católica. Su padre era Eugenio I. Werchobsky y su madre María C. von Stein. George Butmi de
Katzman, antiguo teniente en la Guardia Imperial de Rusia, era amigo
de la familia.
Inmediatamente después del Caso Dreyfus en Francia, Butmi viajó a
París. Cuando regresó a San Petersburgo, trajo varios manuscritos
que pidió traducir al ruso. La traducción fue hecha por la mujer de
Butmi y la madre del Padre Werchobsky. Esta fue la traducción que
apareció luego bajo el nombre Los Protocolos de los Sabios de Sión.
En su declaración jurada, el Padre Werchobsky declaraba que
Los
Protocolos de los Sabios de Sión eran un fraude y una falsificación,
y que le entregaba esa declaración (a Livingston) solamente en aras
de la verdad. También agregó que conoció personalmente a varios de
los implicados en la publicación del documento, incluyendo a Sergei
F. Sharapoff, director del semanario Russky Trud (“La Verdad Rusa”),
que era una publicación especialmente antagónica al Conde Witte.
El
grupo luchaba ferozmente contra el intento del Conde Witte de
introducir en Rusia el standard oro, para atraer inversiones
extranjeras. Witte se inclinaba a formar una alianza con Francia,
mientras que sus oponentes buscaban aliarse con Alemania. Era bien
sabido que el Conde Witte quería mejorar las condiciones de vida de
los judíos en Rusia, y que proponía cancelar ciertas leyes
represivas. La publicación de los Protocolos fue empleada para
socavar su influencia sobre el Zar y la familia real.
El Sr. Lucien
Wolf, en su artículo “Las Tonterías de Nilus”, resumió las
explicaciones ofrecidas por Nilus sobre el origen del documento
publicado como los Protocolos:(15)
“Según una explicación, los
Protocolos los obtuvo de un difunto amigo, quien los había recibido
de una mujer, asimismo fallecida, quien los robó de uno de los
líderes más influyentes y elevados de la Francmasonería ...
De
acuerdo a la otra no hubo una mujer intermediaria, y ningún robo a
un Francmasón francés, sino que todo el asunto fue ejecutado por al
difunto amigo por sí sólo, quien hizo una búsqueda en las Oficinas
Centrales de la Sociedad de Sión en Francia ... .
En la tercera
edición aumentada de su obra, publicada en 1911, ... nos cuenta que
los documentos no llegaron de Francia, sino de Suiza, que no eran judeo-masónicos, sino Sionistas, y que eran los protocolos secretos
del Congreso Sionista reunido en Basilea en 1897. De todos estos
testimonios, la conclusión más verosímil es que los Protocolos en su
versión francesa fueron preparados por los agentes de la Okrana en
París, quienes le entregaron el manuscrito a Butmi y éste a su vez
se lo entregó a Nilus, cuya condición de monje le daría más
prestigio a la publicación.
Aunque los líderes rusos ilustrados no creían realmente en la
veracidad de los Protocolos, les resultaban útiles para fomentar el
odio a los judíos.
ALGO SOBRE EL CONGRESO SIONISTA DE BASILEA
Ya que algunos escritores se empeñan en atribuir los Protocolos al
primer Congreso Sionista, convocado por el Dr. Theodor Herzl, no
está demás dar algunas explicaciones acerca de este congreso, su
verdadero objeto, y sus resoluciones, todo lo cual está ampliamente
documentado en forma histórica.
El movimiento sionista fundado por Herzl y unos pocos simpatizantes,
era simplemente un llamado al pueblo judío a retornar a su patria
ancestral, Judea (luego llamada Palestina por los romanos), que a
fines del siglo XIX formaba aún parte del imperio Otomano. El
objetivo principal era solucionar el “problema judío” de los países
europeos, especialmente, mediante la emigración de los judíos.
En
Palestina, los judíos volverían a ocuparse de la agricultura, la
construcción y otras actividades que les habían estado vedadas por
cientos de años en sus lugares de dispersión. La palabra “Sionismo”
fue acuñada por el periodista Nathan Birnbaum, quien la usó en su
revista Autoemancipación el 1° de abril de 1890.
El primer Congreso Sionista mundial tuvo lugar en la ciudad suiza de
Basilea, los días 29, 30 y 31 de agosto de 1897.
El centenario del
Congreso fue celebrado hace pocas semanas. Las deliberaciones
tuvieron lugar en el Casino Municipal de Basilea en seis sesiones,
comenzando la primera a las 9 am y la segunda a las 3 pm de cada uno
de los tres días que duró el Congreso. Los idiomas empleados fueron
el hebreo y el alemán, y las actas del Congreso (un volumen de
varios cientos de páginas) fueron asimismo publicadas en estos dos
idiomas.
Entre los delegados al Congreso se contaban delegados de la mayoría
de los países europeos (pero no de España ni de Portugal). De los
países árabes, sólo llegaron 10 delegados de Argelia. Ninguno de
países como Egipto, Siria, Irak y Yemén, a pesar que allí existían
grandes y antiguas comunidades judías. De América llegaron solamente
cuatro delegados de los Estados Unidos, y no hubo ningún
representante del resto de los países americanos.
Las verdaderas resoluciones del Primer Congreso Sionista fueron la
creación de un organismo (la Organización Sionista Mundial) para
llevar a la práctica el programa sionista, el planteamiento de la
creación de un Fondo Nacional para comprar tierras en Palestina,
desecar los pantanos, construir caminos y plantar bosques, y la
decisión de seguir reuniéndose en forma periódica en Congresos
Sionistas que constituirían la autoridad máxima del movimiento
Sionista.
LA VERDAD SALE A LUZ
En 1921, un miembro de la redacción del diario Times de Londres,
Philip Graves, quien se encontraba entonces en Constantinopla (Istanbul),
encontró una copia gastada de un libro en francés titulado Diálogos
en los Infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la Política de
Maquiavelo en el siglo XIX. El autor era anónimo (“Por un
Contemporáneo”) y la impresión fue hecha en la imprenta de A. Mertens e Hijos en Bruselas, en 1864.
El libro - como descubrieron
rápidamente los miembros de la redacción del Times - había sido
escrito en 1858 por Maurice Joly, un abogado francés. En su novela,
en forma de un diálogo de ultratumba entre Montesquieu y Maquiavelo,
Joly atacaba a Napoleón III. El resultado fue que Joly fue encerrado
en prisión por quince meses.
Graves se dio cuenta inmediatamente del parecido extraordinario
entre estos Diálogos y los Protocolos de Nilus. Había párrafos
enteros que habían sido copiados literalmente, mutatis mutandis por
el cambio entre diálogo y monólogo. Graves había hecho un
descubrimiento de la mayor importancia. En tres largos artículos (16)
publicados en el Times de Londres de los días 16, 17 y 18 de agosto
de 1921, reveló la verdad sobre la falsedad de los Protocolos.
Graves demostró que Nilus había simplemente plagiado los
Diálogos de Joly, cambiando el original y agregando material (en parte copiado
de Goedsche) para servir a sus propósitos. Posteriormente se
publicaron muchas revelaciones respecto al documento fraudulento.
En 1933 se publicó una comparación párrafo por párrafo de los textos
de Joly y de
Nilus, demostrando su parecido o identidad. Otra comparación aparece
en el apéndice
del libro Questions and Answers Concerning the Jew (Preguntas y
respuestas respecto
a los judíos), publicado por la Liga Contra la Difamación de la Bené
Berit. En el libro ya
antes citado del Profesor Ferrer Benimeli, hay una comparación de
párrafos selectos, que ocupa 8 páginas (pp. 157-164), demostrando el
paralelismo entre ambos textos.
Pese a que
la Iglesia Católica no se
ha caracterizado en general por su afecto ni hacia los masones ni
hacia los judíos, es un hecho notable que una de las revelaciones de
la absoluta falsedad de los Protocolos fue escrita por el R.P.
Pierre Charles, S.J. y publicada en la Nouvelle Revue Théologique de
Bélgica en enero de 1938.(17)
Les ruego tomar nota de la fecha,
estamos en Europa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, los
regímenes totalitarios de Hitler y Franco (y en menor grado,
Mussolini) han desencadenado una violenta campaña antisemita y
antimasónica. Todos los que seguían el desarrollo de los
acontecimientos se daban cuenta que la guerra era inminente, y que el
poder militar germano aplastaría a sus vecinos, incluyendo a
Bélgica.
El Padre Charles tiene que haber sido un hombre de un coraje
excepcional, integridad y amor al prójimo, para atreverse a publicar
en esos momentos su refutación de los Protocolos.
También sus
superiores, que autorizaron la publicación, hicieron alarde de un
sentido de justicia y humanidad muy escaso en la Europa de esos
años.
ALGUNOS PARALELOS
Aunque dentro del marco de esta conferencia es imposible realizar
una comparación minuciosa entre el original francés de Joly y la
fraudulenta versión de Nilus, daré lectura a unos pocos trozos
selectos para dar una idea de lo que estamos hablando. L
as personas
interesadas pueden consultar la obra del Profesor Ferrer Benimeli
(18)
o alguna de las obras citadas al comienzo, donde se citan muchos
párrafos mostrando el paralelismo entre ambas obras.
Diálogo de Joly, p. 75:
Organizaré, por ejemplo, inmensos monopolios financieros, reservas
de la fortuna pública, de los que dependerá tan estrechamente la
suerte de todas las fortunas privadas, que serán absorbidas con el
crédito del Estado al día siguiente de toda catástrofe política. Vos
sois economista, Montesquieu; pesad el valor de esta combinación.
Protocolos de Nilus, p. 42: Bien pronto organizaremos enormes monopolios - colosales reservas de
riquezas - en los que las fortunas de los cristianos, incluso las
grandes, dependerán de tal forma de ellos, que serán absorbidas con
el crédito de los Estados al día siguiente de una catástrofe
política. Señores economistas aquí presentes, considerad la
importancia de esta combinación.
Diálogo de Joly, p. 77:
Es preciso llegar a que en el Estado haya solamente proletarios,
algunos millonarios y soldados. Protocolos de Nilus, p.45:
Es preciso que en los Estados haya solamente proletarios, algunos
millonarios ... y soldados.
Diálogo de Joly, p. 159: Sila volvió deificado, nadie tocó un cabello de su cabeza.
Protocolos de Nilus, p. 93: Sila estaba deificado (nadie tocó un cabello de la cabeza de Sila).
Hay que señalar que a veces Nilus se equivoca, pierde el hilo y no
sabe quién está hablando, mezclando los juicios contradictorios de
los dos personajes en la obra de Joly.
En total hay más de 160 pasajes en los Protocolos, correspondientes
a un cuarenta porciento del texto total, que están evidentemente
basados en pasajes en Joly. En nueve de los capítulos, el texto
copiado alcanza a más de la mitad. Un pequeño detalle grotesco es la
cita en Latín - la única en los Protocolos: Per me reges regnant.
(Por mí reinan los reyes).
Esta es una cita del libro de los
Proverbios, 8, 15, en su traducción católica (la Vulgata). Es
inconcebible que en el Congreso de Basilea, donde muchos si no todos
los participantes hablaban o entendían el hebreo, hubieran usado una
traducción católica de la Biblia, en vez del original hebreo: Bi
Melajim Imlejú.
El ataque a la Masonería contenido en la obra de Nilus aparece al
pasar en muchos
párrafos del libro. Por ejemplo, en el
Protocolo No. 11:
“Esto es lo
que ha servido de
base para nuestra organización de UNA MASONERIA SECRETA DESCONOCIDA
POR
ESTE GANADO “GENTIL”, Y CUYOS OBJETIVOS NI SIQUIERA LOS SOSPECHA,
ATRAIDO POR NOSOTROS AL EJERCITO TEATRAL DE LOGIAS MASONICAS PARA
ECHAR TIERRA EN LOS OJOS DE SUS MIEMBROS.”
El
Protocolo No. 15 es quizás el más interesante del punto de vista
masónico, conteniendo frases como,
“crearemos y multiplicaremos
logias masónicas libres [evidentemente, Joly no entendía el nombre
Francmasón] en todos los países del mundo. ... Pondremos todas estas
logias bajo una administración central, conocida sólo por nosotros.
... Entre los miembros de estas logias estarán casi todos los
agentes policiales internacionales y nacionales.”
Tenemos aquí todos los elementos de las teorías conspirativas, y no
vale la pena tratar de discutir con quien está dispuesto a creer
estas necedades, haciéndole ver, por ejemplo, la independencia
guardada celosamente por las Grandes Logias de todo el mundo, o que
las policías secretas de los regímenes totalitarios se cuentan entre
los enemigos más rabiosos de la Masonería.
OTRO TESTIMONIO DE PRIMERA MANO
Los tribunales han dictaminado más de una vez que los Protocolos son
una falsedad y un plagio. Por ejemplo, en mayo de 1935, un juez
suizo en Berna, juzgando una persona acusada de distribuir
literatura sediciosa, declaró:
“Considero que los Protocolos son una
falsificación, un plagio y una tontería”.
Sin embargo, la propaganda
Nazi hizo enérgico uso de los Protocolos para justificar sus
políticas racistas y su reimpresión y distribución es una de las
principales ocupaciones de los círculos antisemitas en todo el
mundo, hasta hoy.
Declarando en este juicio, el Conde A.M. du Chayla proporcionó
importantes informaciones sobre Sergei Nilus, a quien conocía de
cerca. Durante la primera Guerra Mundial, el Conde du Chayla comandó
un escuadrón de cosacos del Don, y fue condecorado por heroísmo. En
1909, pasó nueve meses en el monasterio de Optina Poustina, donde
fue vecino de Nilus, con quien trabó una estrecha amistad.
Nilus le
habló con frecuencia de los Protocolos y le mostró el documento
original y los comentarios que estaba preparando.
“Nilus le presentó a du Chayla una cierta Mme. K, quien había sido
su amante en París, y después que Nilus se casó vino a vivir con él
y su mujer. La señora Nilus era una mujer débil de carácter y no
puso objeciones a este arreglo. Nilus le contó a du Chayla que,
mientras estaban en París, la señora K había conocido un cierto
General Ratchkovsky, quien le había entregado el manuscrito de los
Protocolos, que según él los había sustraído de los archivos
secretos de los Francmasones”.(19)
El General Ratchkovsky era uno de
los agentes de la Okrana, la tristemente famosa policía secreta rusa
zarista.
Después que se reveló el plagio, algunos antisemitas inventaron una
“explicación”
para la identidad entre los textos. Según ellos, Joly era en
realidad un judío bautizado
cuyo verdadero nombre era Moses Joel y que, naturalmente, era
comunista y había
sido fusilado en 1871. Que Joel tenía que haber estado en
conocimiento de plan judeomasónico
de conquista mundial, ¡y que por lo tanto era natural que su libro y
los Protocolos coincidieran!
La verdad histórica, según se ha podido averiguar, es que Maurice
Joly era un monarquista y antisemita, descendiente de una vieja
familia francesa católica, muchos de cuyos miembros sirvieron como
funcionarios públicos.
LOS PROTOCOLOS SE EXTIENDEN
Como lo hace notar Ferrer Benimeli, el éxito editorial de los
Protocolos fue indiscutible. En el British Museum de Londres se
conservan 43 ediciones distintas. Especialmente en los años treinta,
época de auge del facismo y del nazismo, anotamos no menos de 28
ediciones y traducciones, impresas en los cuatro rincones del
orbe. (20)
La primera traducción a otro idioma fue hecha por un alemán,
el capitán Müller von Hausen, escribiendo bajo el seudónimo de
Gottfried zur Beck, quien agregó numerosas notas y comentarios al
apéndice de Nilus - es decir, los Protocolos - y los incluyó en las
páginas 68 a 143 de un libro suyo que lleva por título Die
Geheimnisse der Weisen von Sion (Los secretos de los Sabios de Sión).
Von Hausen dedicó su libro “a los príncipes de Europa” como
advertencia contra la conspiración judía que amenazaba tronos y
altares.(21) Su publicación fue patrocinada por la nobleza alemana y
se hicieron ediciones populares de bolsillo para alcanzar una máxima
difusión. En 1920 los Protocolos fueron traducidos al polaco, y
aparecieron también ediciones en los Estados Unidos e Inglaterra.
Poco después también en Suecia, Japón, Portugal y Francia. En 1925
se publicó en Damasco una edición en árabe, que se difundió por todo
el Medio Oriente.
La primera edición de los Protocolos en España data de 1927,
llevando el título Los peligros judeomasónicos. Los Protocolos de
los Sabios de Sión. (22) Hubo numerosas ediciones posteriores.
En los Estados Unidos los Protocolos obtuvieron el apoyo de un
importante “creyente”, el industrial automovilístico Henry Ford. No
conocemos la razón para el antisemitismo de Ford, pero el hecho es
que no sólo financió de su bolsillo varias ediciones del libro, sino
que creó una revista (The Dearborn Independent) especialmente para
denunciar el peligro judío.
Eventualmente, Ford reunió sus artículos
antisemitas en un libro que tituló El Judío Internacional. El libro
fue rápidamente traducido al alemán por Théodor Fritsch y en 1922 ya
había alcanzado 22 ediciones.
Tanto el libro de Ford como los
Protocolos se convirtieron en elementos indispensables en la
propaganda antisemita de los Nazis.
LAS SECUELAS
Los Protocolos, como ya lo hemos hecho notar, se transformaron en la
“Biblia” de los antisemitas y antimasones.
Adolf Hitler los usó como
justificación para su política de persecución racial, que culminó,
como sabemos, en la “Solución Final”, es decir el Holocausto - el
asesinato en masa de millones de hombres, mujeres y niños judíos por
el sólo “crimen” de ser judíos.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, y después de la revelación de
los crímenes inconcebibles contra la humanidad perpetrados por la
Alemania Nazi, y el exterminio de un tercio del pueblo judío, se
podría haber esperado una actitud más crítica hacia los Protocolos,
cuya falsedad ya estaba demostrada hasta la saciedad.
El Holocausto
mismo vino a demostrar, en la forma más trágica y palpable posible,
la absoluta necedad de los presuntos “planes de dominación mundial”
descritos en los Protocolos. Sin embargo, el odio antisemita y
antimasónico no tiene relación alguna con la lógica, sino con la psicopatología.
Los antisemitas simplemente han optado por negar
la
existencia del Holocausto, alegando que los campos de exterminio,
cámaras de gases, miles de testimonios, fotos, películas y
confesiones de algunos de los criminales implicados en el Holocausto
no son sino invenciones y mistificaciones. La propaganda antisemita
y antimasónica sigue apareciendo sin tregua.
En junio de 1992 fue
publicado en un periódico turco un folleto de 40 páginas, a todo
color, coincidiendo con la celebración del Quinto Centenario de la
bienvenida otorgada por el imperio Otomano a los judíos expulsados
de España. La publicación se titula El Ultimo Mensaje y lleva en la
primera página una foto de Kemal Atatürk, el padre de la república
turca, con el lema: “Siguiendo tus pasos”.
El titular siguiente
promete revelar los secretos de la Masonería, pero la lectura del
texto demuestra que se trata simplemente de otro opúsculo de
propaganda rabiosamente antisemita. En el interior hay una foto de
Hitler con el título “Los judíos me financiaron”, y una de
Mussolini
diciendo “Soy un Sionista”.
De especial interés para nosotros es la ilustración en forma de
pirámide truncada, con el ojo que todo lo ve dentro de un triángulo
en la cima de la pirámide. Luego, en niveles decrecientes, se
“revela” la estructura del poder mundial judío: en la cima, 3 judíos
Cabalistas, luego el Sanhedrín (compuesto por 70 Sabios), debajo de
ellos la Bené Berith y algo llamado
Bilderberg “fundado en Holanda
en 1954 con dinero de
Rockefeller y
Rothschild”.
Nadie ha
descubierto aún a qué se refiere ese nombre.
El nivel siguiente es... la MASONERÍA, así, en letras grandes. Finalmente, debajo de la
Masonería están los Rotarios, los Leones y ... créanlo o no, el
“Diners Club”.
Las 40 páginas del folleto están repletas de revelaciones
fascinantes, como por
ejemplo que la palabra “Nazi” es el nombre de los judíos europeos
(evidentemente,
para el autor no existe diferencia entre “Ashkenazi” 23 y “Nazi” 24).
Hitler fue financiado
por los banqueros judíos, y el financista judío Bernard Baruch,
“dueño de 243 de las 246 fábricas de municiones en los Estados
Unidos” es quien organizó la segunda Guerra Mundial. (25) Es fácil
tomar a la risa esta triste versión turca “corregida y aumentada” de
los Protocolos, pero el asunto es muy serio.
Turquía es un país musulmán, que lucha por mantener la tradición laica impuesta por los
fundadores de la República Turca a comienzos de los años 20. Los
fundamentalistas islámicos están luchando ferozmente por recuperar
el poder, apoderarse de la educación primaria y transformar a
Turquía en otra nación islámica al estilo de Irán. En esta lucha el
uso del antisemitismo - conjugado en los ojos de dichos círculos con
el Sionismo - y la antimasonería son algunas de sus armas
principales. Los Protocolos se siguen publicando, como si nada
hubiera pasado. Su popularidad continúa hasta el día de hoy.
En el
último volumen publicado por la Universidad de Tel Aviv de su
encuesta anual del antisemitismo en el mundo, correspondiente al año
1995, se anotan los Protocolos como una excusa para actos de
terrorismo árabe en Villeurbanne, Francia (p. 10) y nuevas ediciones
de los Protocolos en los Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia,
Ucrania, Irán, Dinamarca, y una traducción al griego publicada en
Australia (!).26
Conclusiones
Comenzaré por citar las conclusiones
del R.P. Pierre Charles: (27)
-
1. Si se los toma como un programa, los
Protocolos ... son sólo una serie de divagaciones sin importancia,
que delatan a cada momento la incoherencia del redactor y su
ignorancia de las nociones más elementales. Nadie podría jamás
llevar a ejecución ese programa, porque hormiguea de contradicciones
y de insanías visibles.
-
Es cosa probada que estos
Protocolos son una falsificación,
plagiada torpemente de la obra satírica de Maurice Joly y compuesta
con el fin de hacer odiosos a los judíos, excitando contra ellos las
pasiones irreflexivas y ciegas de la muchedumbre.
-
El Congreso Sionista de Basilea no tiene que ver absolutamente
nada con la composición de los Protocolos.
-
Se puede discutir sobre el fin perseguido por los autores de la
falsificación. Parece, en verdad, que debe relacionárselo con la
situación interna de Rusia y con el manifiesto zarista del 30 de
octubre del mismo año. Pero para no mezclar conjeturas en una
conclusión clara de por sí, no queremos examinar este punto.
A lo
anterior podríamos agregar la evidente falsedad de la relación entre
judaísmo y Masonería, de la que ya hablamos antes. También se ha
querido relacionar la Masonería con el Comunismo, lo que no pasa de
ser un absurdo tan grotesco como el anterior, si recordamos que la
Masonería fue prohibida y los masones fueron perseguidos por todos
los regímenes comunistas, comenzando con la Unión Soviética.
En 1922
la Cuarta Internacional Comunista declaró que la Masonería y el
Comunismo son incompatibles, y un par de años más tarde la policía
secreta rusa liquidó los últimos vestigios de Masonería arrestando a
los pocos Masones restantes. Algo similar ocurrió en todos los
países de la órbita soviética, donde la Masonería estuvo
estrictamente prohibida mientras duró el régimen comunista.
La única
excepción conocida a esta regla general es la de Cuba, donde la
Orden continúa funcionando - bajo estrecha supervisión policial -
pero no ha sido suprimida. La lucha entre los hijos de la luz y los
sectarios del odio y la intolerancia no sólo no ha terminado, sino
que se está agravando.
En países de larga tradición democrática,
como Inglaterra y los Estados Unidos, la antimasonería ha vuelto a
florecer y está alcanzando nuevos niveles de fanática actividad. Las
oportunidades ofrecidas por la tecnología electrónica -
especialmente el Internet - han sido rápidamente aprovechadas por
los antisemitas y antimasones, mientras que del lado de la Masonería
la reacción es muy lenta y podemos decir que está en sus comienzos.
En el escenario mundial, el renacimiento de la Masonería en los
países sucesores del imperio soviético es sumamente despaciosa y
difícil, mucho más de lo que se suponía hace pocos años atrás.
Por otra parte, siguen habiendo numerosas naciones en el mundo -
especialmente aquellas con regímenes islámicos - donde la Masonería
está prohibida hasta el día de hoy.
Termino con una última cita del Padre Charles:
“El odio es como la túnica legendaria de Deyanira, de la que
Hércules no llegaba a desprenderse. Los odios son - ¡ay! - el tesoro que el hombre guarda
más ferozmente; y lapida con rabia a aquellos que intentan arrebatárselo.”
(28)
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA
1 José Antonio Ferrer Benimeli, El Contubernio Judeo-Masónico-Comunista,
Ediciones Istmo, Madrid, 1982. 2 Norman Cohn, Warrant for Genocide (The myth of the Jewish world-conspiracy
and the Protocols of the Elders of Zion), Eyre & Spottiswoode, Londres,
1967. 3 Herman Bernstein, The Truth about the "Protocols of Zion" - A
complete Exposure, Covici-Friede, Nueva York, 1935. 4 Sigmund Livingston, Must Men Hate? (¿Es que los hombres tienen que
odiar?), Crane Press, Cleveland, 1944. 5 El Profesor Ferrer Benimeli cita la publicación titulada "Judíos y
Masones" en La Lectura Dominical del 27 de febrero de 1898. op. cit., p.138, nota
4. 6 5 volúmenes, Londres, 1797. 7 Citado por Cohn, op. cit., p. 48. 8 R.P. Pierre Charles, Los Protocolos de los Sabios de Sion, Buenos
Aires, 1954. El trabajo original del R.P. Charles apareció en la Nouvelle Revue
Théologique de enero de 1938. 9 Cohn, op. cit., p. 33. 10 Cohn, op. cit., p. 45. 11 Cohn, op. cit., p. 47. 12 Cohn, op. cit., pp. 65-66. 13 Livingston, op. cit., p. 41. 14 Livingston, op. cit., p. 40. 15 Ibidem, p. 42. 16 Estos artículos fueron posteriormente publicados como un panfleto
con el título La Verdad sobre los Protocolos, un fraude literario. 17 Una traducción al castellano fue publicada como un folleto en
Buenos Aires en 1954. 18 Ferrer Benimeli, op. cit., pp. 157-166. 19 Bernstein, op. cit., p. 49. 20 Ferrer Benimeli, op. cit., p. 148. 21 Ferrer Benimeli, op. cit., p. 143. 22 Ferrer Benimeli, op. cit., p. 144. 23 De "Ashkenaz", el nombre de Alemania en hebreo medieval. 24 Abreviatura de "Nationalsozialist". 25 Reportaje por Alexander Zvielli y David Bar-Illan: "Calculated
madness in a Turkish fantasy", The Jerusalem Post (Jerusalén), 24 de julio de 1992. 26 Anti-Semitism World Wide 1995/6, Universidad de Tel Aviv,
Proyecto para el Estudio del Antisemitismo, Tel Aviv, 1996. 27 Charles, op. cit., p. 34. 28 Charles, op. cit., p. 35.
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