5 Marzo 2014

del Sitio Web GazzettaDelApocalipsis

 

 

 

 

 


 

 


Parece confirmado.

Los hechos acontecidos en Ucrania estos últimos días y concretamente en la región de Crimea, lo escenifican a la perfección:

Rusia es el nuevo amo de la situación, aquel al que acabaremos rindiendo cuentas y pidiendo permiso con la cabeza gacha, al menos en Europa.

El viejo Imperio Occidental, liderado por Estados Unidos y sus aliados y protegidos de Europa y Oriente Medio, ha entrado en una imparable espiral de decadencia, cada vez más difícil de ocultar.

La otrora temible capacidad de respuesta Norteamericana se ha convertido en un quejido impotente, más próximo a la súplica que a la reprimenda.
 


Fuente
 


Como indicamos en anteriores artículos, el conflicto de Siria representó la escenificación pública y notoria de La Caída del Imperio Americano y los acontecimientos actuales, a puertas de la mismísima Unión Europea, no son más que la confirmación fehaciente de tal derrumbe.

No entraremos a valorar las razones ni las justificaciones de uno u otro bando en lo acontecido en el conflicto de Ucrania, quién tiene la "razón" o quien deja de tenerla, ni quién tiene más o menos culpa en lo sucedido.
 



 


Es imposible crearse una opinión equilibrada e imparcial en lo relativo a reclamaciones históricas y nacionales y a los sentimientos de identidad y étnicos de pueblos que nos son tan lejanos y que acumulan tanta historia y conflictos a sus espaldas.
 



 


Todos tendrán sus razones y tomar partido por unos u otros resultaría temerario.

Sin embargo, nadie podrá discutir que Rusia ha violado el derecho internacional ocupando territorio de un país soberano y que si lo ha hecho es, simple y llanamente, porqué puede, sin temor a respuesta ni represalia, al menos de carácter militar.
 





 


Parece que tras el triunfo diplomático en el conflicto Sirio y la demostración de poderío económico de los deslumbrantes Juegos Olímpicos de Sochi, nada ni nadie puede detener a Rusia como nueva potencia hegemónica en la zona euroasiática.

¿Quién le puede parar los pies a la Rusia de Putin en estos momentos?

Y sobretodo, ¿quién se atreve?
 



 


Hoy es la "defensa de los ciudadanos Rusos de Ucrania", mañana será "la de los ciudadanos rusos de Moldavia" y más adelante quizás sean los de alguna República Báltica, de algún estado del Cáucaso o de Asia Central.

Y ante la flagrante renuncia de Estados Unidos a involucrarse en el conflicto Sirio y la subsiguiente traición a sus aliados regionales Israel, Arabia Saudí, Qatar y otras monarquías del Golfo Pérsico, a la larga, ¿quién impedirá a Rusia apoderarse de los recursos de gas y petrolíferos de la región y acaparar el monopolio de los recursos energéticos de gran parte del mundo?
 



 


No hablamos necesariamente de invasiones militares, pero sin nadie que equilibre sus fuerzas, ¿por qué razón deberían detenerse en el futuro?

¿Acaso lo ha hecho alguna nación a lo largo de la historia cuando ha tenido la oportunidad de ejercer su dominio sobre los demás?



 

Un problema de mentalidad

Muchos celebrarán como una victoria esta decadencia del tan cacareado Imperialismo Yankee, ajenos al hecho de que, lo que estamos viviendo en realidad, es el nacimiento de nuevos Imperios, tan ávidos de poder como cualquiera de los anteriores.

Así pues, sustituir unas actitudes imperiales por otras o unas tiranías por otras, solo puede ser celebrado por alguien tan cegado por el odio antiamericano que se niegue a ver que el Imperialismo, en realidad no muere nunca y que es inherente a las ansias de poder de las élites, provengan éstas de donde provengan.

Y es que hay indicios para sospechar que lo que se avecina puede acabar resultando aún más nocivo que lo que hemos sufrido estas últimas décadas.

Porque si aceptamos como válida la tesis de que los gobiernos son, en gran parte, el reflejo de los pueblos a los que gobiernan, entonces ya podemos empezar a temblar.

¿Por qué? Razonémoslo...

La actitud imperialista de un pueblo se asienta sobre 3 pilares fundamentales:

  • Patriotismo exacerbado

  • Avidez de riquezas materiales

  • Poderío económico y militar

Como hemos visto, el Imperio Americano y su pueblo en particular, nos han ofrecido continuadas muestras de estas 3 características a lo largo de las últimas décadas.

Y a ello debemos añadir las propias características culturales del pueblo americano en general:

 

  • Incapacidad para comprender lo que se extiende más allá de sus fronteras, como si no hubiera más mundo que los Estados Unidos.



 

  • Sentimiento de superioridad moral sobre el resto de naciones del planeta, basado en su supuesta defensa de la libertad y la democracia.



 

  • Hipocresía profunda, reflejada en todos los ámbitos de la vida norteamericana y uno de cuyos mayores exponentes es esa contradictoria combinación de enervante religiosidad y materialismo llevado al extremo.



 


Si sumamos las 3 características imperiales y esas 3 características culturales del pueblo americano, obtendremos un claro modelo de lo que ha sido el Imperio Americano durante las últimas décadas.
 



 


Sin embargo, hay un elemento cultural que ha servido de contrapeso a tales defectos. Y sus raíces las encontramos en el germen inicial de los propios Estados Unidos.

Recordemos que la sociedad norteamericana se ha nutrido, principalmente, de personas pobres y sin recursos que huyendo de la injusticia y la opresión de sus tierras de origen, se han dirigido al nuevo mundo con la esperanza de construirse un futuro mejor, lejos de los privilegios hereditarios de las clases aristocráticas del viejo continente.

Hay pues, en el propio origen de los Estados Unidos como nación, un anhelo de libertad individual, que a pesar de sus tremendas imperfecciones y contradicciones, sigue anclado en su genética cultural y del que, de una forma u otra, todos hemos acabado beneficiándonos.

Eso es algo que también aceptamos.

Y es precisamente en este punto clave donde reside la gran diferencia entre el decadente Imperio Americano que se derrumba ante nuestros ojos y sus futuros herederos, las potencias China y Rusia.

Porque desgraciadamente, los pueblos Chino y Ruso están aquejados por los mismos 3 males del imperialismo:

  • patriotismo exacerbado

  • avidez de riquezas materiales

  • poderío económico y militar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, hay elementos inquietantes en las características culturales de ambos pueblos, derivadas de su historia pasada que los diferencian del caso norteamericano:

Y es que,

  • ¿Cuántos años de democracia y respeto por las libertades colectivas e individuales han vivido pueblos como el Ruso o el Chino a lo largo de su historia?

  • ¿Cuántos años de libertad de expresión y de libertad de prensa?

Desgraciadamente, las historias Rusa y China representan una interminable sucesión de gobernantes autoritarios y poderes centralizados, encarnados en la figura de líderes a los que adorar e idolatrar como "padres de la patria".
 



 


Poco importa si han sido reyes, zares, emperadores o líderes del partido comunista:

profundamente anclado en la mentalidad de dichos pueblos, está la sumisión al líder fuerte, capaz de dirigir con mano de hierro el destino del país, con la correspondiente subyugación del individuo a la autoridad como mecanismo integrante de su genética cultural.

La adoración por Vladimir Putin de la mayoría de la población Rusa es un claro exponente de ello.
 



 


A eso debemos añadir un patriotismo tan exaltado como lo pueda ser el norteamericano, tanto en China como en Rusia, que combinado con la obediencia reverencial al líder, da como resultado una disciplina férrea en pos de las necesidades de la "patria".

El heroico sacrificio del pueblo ruso durante la Segunda Guerra Mundial es un glorioso ejemplo de ello.
 



 


Y para completar el coctel psicológico-cultural, solo nos falta añadir décadas y décadas de escasez y falta de recursos, tanto entre la población China como en la población Rusa, que una vez cubiertos, se traducen en un irrefrenable amor por el dinero y las posesiones materiales, es decir, por todo aquello que durante generaciones les ha sido sistemáticamente negado.
 


 

 

De poco han servido tantas décadas de educación comunista: su ambición de dinero y poder está a la altura del más ferviente defensor del capitalismo.
 



 


En conclusión:

los pueblos Rusos y Chino no solo padecen los mismos defectos imperialistas y capitalistas que los norteamericanos sino que además adolecen de una enraizada falta de respeto por las propias libertades individuales, reflejada en su necesidad de líderes autoritarios.

Así pues, si los imperialismos son un reflejo de las actitudes de los pueblos dominantes que los generan… ¿qué tipo de "Imperialismo" nos espera en un futuro cercano, de mano de China y Rusia?

Sin lugar a dudas el tipo de imperialismo soñado por las élites dominantes en la actualidad:

capitalismo en lo económico y comunismo en lo social, la peor combinación de ambos regímenes.

Es decir, un capitalismo salvaje con sus correspondientes oligarquías dominantes y una actitud servil y obediente hacia ellas por parte del pueblo, acostumbrado como está a reflejarse en sus líderes y en este caso "en los triunfadores". El sueño húmedo de las élites...

Esto es lo que desgraciadamente podemos esperar de las futuras potencias hegemónicas si los pueblos Chino y Ruso no se rebelan contra sus propios defectos heredados.

Así pues, no hay nada que celebrar.

Por más resquemor que nos produzca el Imperialismo Yankee, lo que se avecina no promete ser mucho mejor. Más bien al contrario...

Quien crea que con la pérdida de hegemonía de Estados Unidos se detendrán los abusos del capitalismo y los males de la globalización, anda muy equivocado.

Más aún:

los que crean en la teoría, considerada como "conspiranoica", del Nuevo Orden Mundial, centrada en la presunta creación de un futuro Gobierno Único Planetario en manos de determinadas élites, pronto se darán cuenta de quiénes son los encargados de llevarnos ahí: no son los poderes occidentales, sino sus "herederos".



 


Y quizás todo forme parte de un plan urdido durante décadas.

Recordemos lo que dijo uno de los más destacados elitistas y por lo tanto, capitalista convencido, David Rockefeller, sobre las bondades del Régimen Comunista Chino:

"Cualquiera que haya sido el precio de la Revolución China, obviamente ha tenido éxito no sólo en producir una administración más eficiente y dedicada, sino también en promover la alta moral y un propósito común.

 

El experimento social en China bajo el liderazgo del Presidente Mao es uno de los más importantes y exitosos de la historia humana".

Uno de los grandes iconos del capitalismo y el elitismo, deshaciéndose en elogios hacia la China Comunista… curioso, ¿no?

Para ilustrarlo aún mejor, veamos este extracto, sacado de Wikipedia sobre David Rockefeller y sus actividades al frente de JP Morgan Chase:
 


Origen
 


Y es que en realidad, nada es lo que parece…

La auténtica guerra no es entre bloques, países, religiones o ideologías.

El eterno enfrentamiento no es algo horizontal, sino vertical, entre los que acaparan el poder y aquellos a los que sistemáticamente les es negado, independientemente de su color de piel o de su identidad cultural.

Y quizás el primer paso que todos deberíamos dar es dejar de tomar partido en los sucios conflictos generados por los más poderosos.

Dejar de clasificar a unos u otros como buenos o malos, como los nuestros o los suyos, dejar de abrazar banderas, creencias, ideologías y dejar de empuñar armas por intereses que nos son ajenos.

Si vamos a utilizar una arma, que sea contra "ellos"...