Margarita Alarcón: Háblanos un poco de la
situación en Francia.
Salim Lamrani: Como el resto del mundo, Francia sufre de la grave crisis
económica sistémica que afecta no sólo a las categorías más vulnerables
de la sociedad sino también a las clases medias.
Desgraciadamente, en
vez de adoptar políticas voluntaristas para estimular la economía,
Francia ha elegido la vía de la austeridad.
¿Y el resto de Europa?
Conviene recordar que las políticas de austeridad promovidas por la
Unión Europea - con la Alemania de Angela Merkel a la cabeza - el
Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Central Europeo (BCE) llevan a
un callejón sin salida.
En efecto son políticamente impopulares,
económicamente ineficaces y socialmente desastrosas.
En todos los países
donde se aplicaron, ya sea en Grecia, Irlanda, Italia, Portugal o España
- sin excepción - fracasaron con un aumento de la pobreza y el desempleo,
crecimiento de la deuda pública, desmantelamiento del Estado de
bienestar con la destrucción de los servicios públicos y una disminución
drástica de los ingresos del Estado.
El caso de la crisis de la deuda griega es un caso de manual e ilustra
el fracaso total de las políticas neoliberales.
En efecto, a pesar de la
intervención de la Unión Europea, del Fondo Monetario Internacional y
del Banco Central Europeo, a pesar de la aplicación de 9 planes de
austeridad extrema - alza masiva de los impuestos, entre ellos el IVA,
alza de los precios, reducción de los salarios (¡hasta un 32% sobre el
salario mínimo!) y de las pensiones de retiro, retraso de la edad legal
de la jubilación, destrucción de los servicios públicos de primera
necesidad como la educación y la salud, supresión de las ayudas sociales
y privatizaciones de los sectores estratégicos de la economía nacional (puertos,
aeropuertos, ferrocarril, gas, agua, petróleo) que han doblegado a la
población - hoy la deuda es superior a lo que era antes de la
intervención de las instituciones financieras internacionales en 2010.
No obstante, la crisis griega habría podido evitarse.
El Banco Central Europeo
sirve directamente a los intereses del mundo
financiero
¿Aquí entra a jugar, o no, su papel el Banco Central Europeo?
En efecto, habría bastado con que el Banco Central Europeo hubiera
prestado directamente a Atenas las sumas necesarias, con la misma tasa
de interés con la que presta a los bancos privados, es decir entre el 0%
y el 1%, lo que hubiese impedido toda especulación sobre la deuda por
parte del mundo financiero.
Ahora bien, el
Tratado de Lisboa, redactado
por Valéry Giscard d’Estaing, prohíbe esa posibilidad por razones
difícilmente comprensibles, si uno se basa en el postulado según el cual
el Banco Central Europeo actúa en el interés de los ciudadanos.
En realidad, el Banco Central Europeo sirve directamente a los intereses
del mundo financiero.
Así, los bancos privados contrataron un préstamo
al BCE con la tasa baja de un 0% al 1% y luego especularon sobre la
deuda y prestaron ese mismo dinero a Grecia, pero con tasas que van del
6% al 18%, agravando así la crisis de la deuda, que ahora es
matemáticamente impagable, ya que Atenas se encuentra en la obligación
de contratar préstamos sólo para pagar los intereses de la deuda.
Peor
aún, el Banco Central Europeo vende a Grecia títulos de su propia deuda
a precio de oro, es decir al 100% de su valor, mientras que los adquirió
a un 50%, y especula así con el drama de una nación.
Por esas razones, resulta imprescindible reformar en profundidad el
Tratado Europeo con el fin de autorizar al BCE a prestar directamente a
los Estados y evitar así los ataques especulativos del mundo financiero
sobre las deudas soberanas, como ha sido el caso en,
-
Grecia
-
Irlanda
-
España
-
Portugal
-
Italia,
...por citar sólo algunos.
A América Latina la excluyen en temas económicos por haber sido
históricamente el «patio trasero», ¿Vez cambios en este aspecto?
Rafael Correa, electo presidente de Ecuador en 2006, reelecto en 2009.
Uno de sus primeros actos como gobernante fue la creación
de una
Comisión encargada de evaluar la legitimidad de la deuda nacional.
A su llegada al poder en 2007 [en Ecuador], el presidente Rafael Correa
redujo el servicio de la deuda a un 25% del presupuesto y creó una
Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público, con el fin de
evaluar la legitimidad de la deuda.
Esa Comisión publicó su informe y
consideró que la deuda comercial ecuatoriana era ilegítima. En noviembre
de 2008, el presidente Correa procedió a la suspensión del pago de un
70% de la deuda pública.
Como lógica consecuencia, el valor de la deuda ecuatoriana perdió un 80%
de su valor en el mercado secundario. Quito aprovechó la ocasión para
comprar 3 000 millones de su propia deuda por una suma de 800 millones
de dólares, realizando así un ahorro de 7 000 millones de dólares de
intereses que el país habría tenido que pagar hasta 2030.
Así, mediante una simple auditoría, Ecuador redujo, sin gasto alguno, su
deuda en cerca de 10 000 millones de dólares. La deuda pública pasó de
un 25% del PIB en 2006 a un 15% en 2010.
Al mismo tiempo, los gastos
sociales (educación, salud, cultura, etc.) pasaron de un 12% a un 25%.
Ecuador logró disminuir la deuda
de un 24% a un 11% del PIB
sin aplicar medidas de austeridad
¿Ves esa experiencia como un ejemplo válido para el resto del mundo?
Para volver al tema de la deuda, Europa tiene mucho que aprender de la
nueva América Latina.
Ecuador logró disminuir la deuda de un 24% a un
11% del PIB sin aplicar medidas de austeridad. Dicha deuda, contratada
en los años 1970 por regímenes dictatoriales, era por esencia ilegítima
y entraba en la categoría de deuda llamada «odiosa».
Entre 1970 y 2009, Ecuador rembolsó 172 veces el monto de la deuda de
1970. No obstante, debido a los intereses exorbitantes que se imponían a
la nación, el volumen de esa deuda se multiplicó por 53. Del mismo modo,
entre 1990 y 2007 el Banco Mundial prestó 1 440 millones de dólares y
Ecuador rembolsó a esa institución la suma de 2 510 millones.
El
servicio de la deuda representaba, entre 1980 y 2005, el 50% del
presupuesto nacional, en detrimento de todos los programas sociales.
¿Por qué Europa, especialmente España y Grecia que vivieron muchos años
bajo regímenes dictatoriales, no podría hacer lo mismo?
En efecto, hay dos opciones para resolver la crisis económica:
-
disminuir
los gastos públicos y aplicar políticas de austeridad, con los
resultados que ya conocemos - un fracaso total
-
o aumentar los ingresos
del Estado mediante el alza de los impuestos a las categorías más
adineradas, aumentar el salario mínimo y realización de inversiones
masivas por parte del Estado
La ideología dominante que reina en los
medios informativos elude minuciosamente abordar la segunda posibilidad
porque significaría afectar los intereses de
los más privilegiados.
¿Por qué hay que aumentar el salario mínimo?
El aumento del salario mínimo constituye la base del programa del FDG
[1] y reviste un doble objetivo.
Primero, permitirá mejorar el nivel de vida de una parte sustancial de
los ciudadanos franceses, una inmensa mayoría mujeres (80%), que
sobrevive difícilmente con semejantes ingresos.
Además, 8 millones de
franceses viven por debajo del umbral de la pobreza (fijado en 970 euros
mensuales) en la quinta potencia mundial, a pesar de que el país es dos
veces más rico que en 1990 (con más 2 560 millardos [2] de euros de
riqueza producida al año).
O sea, el aumento del salario mínimo permitirá estimular la economía.
En
efecto, el aumento del salario mínimo alentará automáticamente el
consumo de esa categoría de la población, cuyas necesidades son
importantes, y de rebote llenará el libro de pedidos de las empresas.
Estas, a su vez, reclutarán la mano de obra necesaria para satisfacer
esta nueva demanda, lo que tendrá un impacto positivo en la tasa de
desempleo, que lógicamente se reducirá.
Así, el Estado verá crecer sus
recursos gracias a la contribución tributaria de los nuevos asalariados
y disminuir sus gastos dedicados a las ayudas a los desempleados,
creando así un «círculo virtuoso».
Pasemos a otro tema, ¿cómo llegas a Cuba?
La lectura del magnífico libro del historiador y profesor estadounidense
Howard Zinn "A People’s History of the United States" tuvo una importancia
decisiva.
Empecé por interesarme en la política exterior de Estados
Unidos e inevitablemente descubrí los trabajos de
Noam Chomsky. El ha
escrito excelentes libros sobre la política exterior de Washington. Me
interesaba mucho América Latina y descubrí Cuba, su lucha por la
independencia, la Revolución Cubana, la figura del Che y sobre todo su
peculiar relación con Estados Unidos.
Decidí especializarme en el tema e
hice mis estudios de doctorado sobre la política exterior de Estados
Unidos hacia Cuba durante la guerra de liberación nacional, entre 1956 y
1959.
Ahora dedico la mayor parte de mis investigaciones universitarias
a las relaciones entre ambas naciones.
¿Y Cuba y el periodismo... cómo encajan en esto?
Mi experiencia periodística empezó con una constatación: hay un abismo
que separa la imagen de Cuba en Occidente de la realidad de la Isla.
Cuando uno lee la prensa occidental tiene la impresión de que Cuba es el
infierno de Dante.
En cambio, todas las instituciones internacionales
elogian el excelente sistema social cubano, la educación, la salud, el
internacionalismo humanitario, la prevención de la delincuencia, la
protección de la infancia, el desarrollo de la agricultura urbana, la
Defensa civil, etc.
Llegué al periodismo porque, al igual que millones
de ciudadanos del mundo, no estaba satisfecho con la imagen de Cuba que
transmitían y que siguen transmitiendo los medios informativos, una
imagen que me parecía parcial, desequilibrada, engañosa e
ideológicamente orientada.
En violación de los principios básicos del
periodismo, los medios de comunicación, con la minuciosidad de un
relojero, silencian todos los aspectos positivos que tiene la sociedad
cubana y magnifican todos los aspectos negativos que pasarían
desapercibidas si se encontraran en otra parte de mundo.
Nunca he creído que Cuba era Alicia en el país de las maravillas.
Tampoco creo que sea la antecámara del infierno como la presenta
la
prensa.
¿Cuánto conoces de la literatura latinoamericana?
Soy profesor de Historia y Civilización Latinoamericana.
Durante mi
carrera universitaria estudié literatura tanto española como
latinoamericana. He leído a los grandes clásicos de la literatura
latinoamericana, desde Miguel Angel Asturias, Jorge Luis Borges,
Gionconda Belli, Gabriela Mistral, el inolvidable Pablo Neruda, José
María Arguedas, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Augusto Roa Bastos, César
Vallejo y Mario Vargas Llosa - brillante escritor y despreciable político
a la vez.
Me gustan más la novela de tipo social y los escritores
comprometidos con los desafíos de su tiempo.
Robespierre entendió que
el principal enemigo del pueblo y de la Patria
era el poder del dinero
¿Cómo te catalogarías si tuvieras que hacerlo?
Te responderé citando a Maximilien de Robespierre, nuestro Libertador,
el que debería ser considerado como el Héroe Nacional de Francia, el
Padre de nuestra Patria a quien le debemos nuestra divisa «Libertad,
Igualdad, Fraternidad»:
«Soy del pueblo, sólo vengo de allí, no quiero
ser más que eso y desprecio a quien tenga la pretensión de ser algo más».
Siempre me ubicaré al lado del pueblo y de los desposeídos.
¿Entonces el rescate de la historia de la América latina de hoy te
cautiva un poco por todo eso, no?
Hablando de Robespierre, permíteme una reflexión.
Cuba logró rescatar la
figura de su Héroe Nacional José Martí. Venezuela, gracias a
Hugo Chávez,
logró rescatar la figura del Libertador Simón Bolívar. En Francia nos
toca la tarea de rescatar a Maximilien de Robespierre, el Incorruptible,
que era a la vez un visionario y un hombre de su tiempo.
Robespierre
entendió muy temprano que el principal enemigo del pueblo, de la
República, de la Patria y del Estado de bienestar era el poder del
dinero. Por eso fue tan vilipendiado, ofendido y asociado a la época del
Terror y presentado como un hombre sanguinario, como si hubiera tenido
el poder judicial.
Eso carece de sentido pues Robespierre ni siquiera
pudo enjuiciar a sus más connotados enemigos, los que traicionaron los
ideales de la Revolución.
Además, hablando de Terror, es importante
recordar las cifras. Los archivos del Tribunal Revolucionario de París
demuestran que hubo menos de 3 000 ejecuciones en la capital (en total,
17 000 en toda Francia), en un contexto de guerra civil y de guerra de
todas las monarquías de Europa contra la Revolución y en contra de la
República.
Como comparación, durante la Comuna de París en 1871, ¡los versalleses
[3] fusilaron en una semana a 20 000 personas sin juicio!
Es un bochorno que Robespierre, el más puro patriota de la historia de
Francia, la figura principal de la Revolución, el defensor de la
soberanía popular, no descanse en el Panteón donde reposan los restos de
nuestros grandes próceres, desde Víctor Hugo hasta Jean Jaurès. Ni
siquiera tiene una estatua en París.
También es una vergüenza que el 22
de septiembre, día de la Fundación de nuestra República por Robespierre
y sus compañeros, no sea una fecha celebrada en Francia.