CAPITULO XIII
LA INVASIÓN SOLAPADA
Puede ser que el lector se haya impresionado al conocer los detalles
de lo que está sucediendo en las bases subterráneas de los
hombrecitos grises de los que tanto se ríen los científicos. Pero
todavía les queda por saber la parte peor de esta auténtica invasión
que la raza humana está padeciendo.
Lo material y visible, como son los trozos de carne flotando en los
estanques, las mujeres violadas, los fetos siendo extraídos por la
fuerza del seno materno, la fabricación de robots vivos cuasi
humanos a partir de tejidos de animales y hombres, etc., causa una
profunda impresión y es en sí monstruoso. Pero hay otros hechos que
por no ser tan materiales ni tan fácilmente visibles pasan más
inadvertidos, aunque en el fondo tengan consecuencias más funestas.
Me refiero a la invasión que están llevando a cabo de nuestras
mentes, implantando en ellas ideas que subvierten todo el orden
social.
Pero antes de seguir adelante repetiré algo de suma importancia: La
invasión a que nos referimos no sólo es llevada a cabo por los
no-humanos, sino también por grupos secretos de humanos con una
avanzadísima tecnología de control mental de masas y con una enorme
influencia disimulada en la sociedad. Aparte de sus ambiciosos
proyectos de dominio mundial, colaboran inconscientemente con los
planes a largo plazo de los no-humanos.
Sin darse cuenta, les
facilitan grandemente el trabajo a éstos.
El resultado de toda esta disimulada invasión es un mundo
convulsionado por más de una docena de guerras, locales pero
violentísimas, y una sociedad desquiciada en donde lo feo, lo
estruendoso, lo esperpéntico, lo sexual-mente depravado y hasta lo
repulsivo y lo hortera tienen primacía. Basta con ver algunos
video-clips que los insensatos que dirigen la televisión les hacen
tragar a todos los ciudadanos. Y basta con ver el criterio con que
seleccionan a los presentadores de los programas de las mejores
horas. Con demasiada frecuencia son sujetos «atípicos» con un
descarado gusto por lo morboso.
Es cierto que la humanidad siempre ha estado sometida a la invasión
de su mente. Desde la más remota antigüedad, otros seres más
avanzados que nosotros se han encargado de meternos en la cabeza
ideas que, inconscientemente, nos ponían al servicio de ellos. Las
religiones y las patrias, tal como ya dijimos, son el mejor ejemplo
de ello. El conjunto de ideas falsas, en el primer caso, y
artificiales, en el segundo, ha consumido enormes cantidades de
energía humana que hubiese sido mucho mejor empleada en otras causas
más útiles y en evolucionar en otro orden de cosas.
En la actualidad estos nuevos invasores están tratando de implantar
en el mundo otras ideas con el fin de que hagamos lo que a ellos les
conviene.
Aparte de su interés en conseguir de nosotros proteínas para su
alimentación, tejidos para sus androides y fetos para sus
experiencias genéticas, quieren mantenernos divididos para que así
seamos más débiles y ellos puedan lograr más fácilmente sus
intentos.
En su trabajo de convicción y de penetración de las mentes de todos
los habitantes del planeta usan métodos sofisticadísimos, y aun las
mayores autoridades de este mundo, incluida la alta ciencia, son
engañadas como niños.
La prueba la tiene el lector en el documento que reproducimos:
LA CIENCIA, ENGAÑADA POR LOS EBES Y POR EL GOBIERNO DE LOS EE.UU.
He aquí una fotocopia del documento emitido conjuntamente por el
Consejo Nacional de Investigación, por la Academia Nacional de
Ciencias y por la Academia Nacional de Ingeniería de los EE. UU., en
el que admiten, borreguilmente, todas las mentiras que el doctor
Condón dice en su informe. Da pena ver cómo la ciencia oficial, en
éste como en otros casos en la historia moderna, ha estado
servilmente al servicio del poder en contra de los intereses del
pueblo.
La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos solemnemente
acepta el «Informe Condon» preparado por la Universidad de Colorado,
en el que se afirma, en resumen, que el «fenómeno ovni no existe y
que no merece la pena investigarlo».
Hoy todo el mundo sabe que
dicho informe fue un fraude total y estuvo viciado desde su inicio,
pues fue hecho por encargo de la CIA para desprestigiar solemnemente
todo lo que se refería a los ovnis y desanimar a los científicos de
buena fe a que se dedicasen a su investigación.
Varios de los
miembros que intervinieron en su elaboración la abandonaron cuando
vieron los métodos que se empleaban, otros protestaron por la forma
en que se hicieron las cosas y no quisieron firmar las conclusiones
finales, y uno de ellos (el Dr. James MacDonald) se suicidó, o según
muchos sospechan, «lo suicidaron» porque ante los hechos que conoció
durante la investigación se convenció de que el fenómeno era real y
sostuvo que había que decir toda la verdad.
La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, en cambio,
tragó el anzuelo por pereza mental o por cobardía y emitió
pontificalmente su encíclica infalible aprobatoria. La ciencia
oficial es tan dogmática como la religión.
Al gobierno norteamericano lo hicieron caer en la trampa para que
hiciese un pacto con ellos, prometiéndole tecnología avanzadísima
para usos bélicos; y ciertamente la han recibido, pero mucha menos
de la que se habían imaginado (entre lo recibido están tres ovnis
viejos, de los que dos pronto quedaron inservibles y el tercero tuvo
un serio percance en un pueblo de Texas, que ha puesto en un grave
aprieto al gobierno).
En cuanto a los rusos, lo que se sabe es basado en rumores, debido a
que la psicología paranoica del partido no permite la filtración de
noticias. Pero según estos rumores, también han caído en la trampa,
a cambio de recibir juguetes bélicos y científicos. Parece que son
capaces de producir androides debido a sus grandes y súbitos avances
en las ciencias biológicas. Y apoyados en sus conocimientos en estas
mismas ciencias y en particular en la genética, están haciendo
experiencias desbocadas como la que mostramos en el grabado adjunto.
De ser ciertas, uno se pregunta si el pago recibido de los EBEs no
es semejante a las alas de la hormiga, que le sirven para volar pero
también le sirven para acelerar su muerte.
El Dr. Edward U. Condon, de triste memoria en los anales de Ia
ovnilogía,
ya que se prestó, presionado por la CIA, a
la falsa
investigación que se hizo sobre los ovnis y que lleva su nombre.
Sin apostar nada por la autenticidad de la noticia me limito a
traducir lo que un periódico norteamericano, el «National Examiner»,
publicó en la primavera de 1988: «Los geneticistas soviéticos han
creado una forma de vida mitad col y mitad humana».
La extraña
criatura ha sido bautizada "plantimal" por los críticos.
«Esto es
una ofensa más allá de lo tolerable» —les dijo a los periodistas en
París, Louis Genestar, fundador del grupo «Ciudadanos vigilantes en
pro de la cordura en la ciencia».
«Han tomado información genética de un ser humano y la han mezclado
con la de una planta. Esto es un insulto a la vida, tal como la
conocemos. Esta manera de jugar con los fundamentos de la vida es un
crimen contra la naturaleza y el hombre.»
Genestar ha sido un
critico acerado contra las formas nuevas y raras de vida desde que
hace varias décadas se descubrió esa posibilidad. Debido a sus
reacciones directas con muchos científicos de la URSS, dice tener
información de primera mano sobre este experimento. »
«Empalmaron los genes humanos con los de la planta y resultó algo
que parece externamente una col, pero que es algo mucho más
complejo. Me dijeron que apartando las hojas de fuera aparece en el
interior una especie de cara humana. Tiene además un rudimentario
sistema de venas que contienen una especie de sangre verdosa, pero
como no hay corazón, no circula. La planta depende siempre de la luz
y de! dióxido de carbono; pero si los científicos soviéticos logran
dar uno o dos pasos hacia arriba en la escala evolutiva, no se sabe
dónde pueden llegar.»
Un miembro de la Embajada rusa en París no quiso afirmar ni negar
nada acerca del experimento.
Si estos invasores han logrado convencer y engañar a los sabios y a
los poderosos del mundo, ¿qué no harán con el pueblo indefenso e
impreparado para enfrentarse con una tal amenaza, debido, sobre
todo, a la mentira sostenida por más de cuarenta años por las
dignísimas autoridades?
La gran invasión, por tanto, no es la que está teniendo lugar en las
bases subterráneas de los Estados de Nevada, Nuevo México y Arizona,
ni la que sucede cada noche en cientos de granjas y casas apartadas
en todo el mundo en donde los EBEs secuestran cantidad de reses y
personas; la gran invasión es la que está teniendo lugar en las
mentes de la gente joven de este planeta.
Aunque lo que voy a decir suena a delirio de un alucinado, no me
privaré de hacerlo, aunque sólo sea por la posibilidad de que yo
pueda estar en lo cierto. Porque de estarlo, las autoridades y,
mejor aún, todas las personas responsables del mundo —las
autoridades no son necesariamente responsables y en este particular
ya han perdido la credibilidad— tienen que empezar a tomar serias
medidas para defender a sus subalternos más indefensos.
En nuestro mundo actual hay muchas señales de que las mentes, sobre
todo las mentes de los jóvenes y niños, están siendo bombardeadas; y
la conducta de los ciudadanos de este planeta acusa ciertos síntomas
sospechosísimos de una influencia externa.
La mayoría de la gente ve estos síntomas como algo normal, fruto de
la época que nos ha tocado vivir y como una expresión natural de las
inquietudes del hombre de hoy. Sin embargo, creo que hay algo más
debajo de todas estas manifestaciones:
He aquí los síntomas a que me refiero:
-
La proliferación de sectas por todas partes y de todos los tipos y
la cantidad de seguidores que tienen, por desquiciadas que sean sus
prédicas.
-
La violencia estúpida y salvaje que se ha desatado en los estadios
junto con el gamberrismo creciente que se manifiesta gratuitamente
en muchos otros
actos sociales.
-
Por el contrario, el "pasotismo" en que han caído muchos jóvenes a
los que parece no interesarles nada que no sea terminar su carrera o
su aprendizaje e instalarse en la sociedad con un seguro y fácil
«modus vivendi».
-
El consumo de drogas, que acarrea tanto sufrimiento y que ha
destrozado las vidas de tantos incautos.
-
El terrorismo sin causa y desproporcionado que no tiene
inconveniente en matar a inocentes sólo por hacerse notar.
-
El arte esperpéntico y los mamarrachos pictóricos y escultóricos
con su consabida corte de boquiabiertos papanatas y de compradores
millonarios.
-
El gusto por las modas estrafalarias, cuyos mejores exponentes son
los punks, en los que los pelos hirsutos son el contraste de una
masa encefálica arrugada y encogida por la falta de ideas.
-
El rock duro, que con su estruendo, sus movimientos desenfrenados
y sus dominantes cuatro ciclos por segundo, tanto daño causa a los
tejidos cerebrales; aparte de que nos entronca con las danzas
tribales de los trogloditas y los pueblos primitivos. Su difusión
rapidísima y la vehemencia con que fue admitido por la juventud de
todo el mundo, es algo que lo llena a uno de estupor.
-
El fundamentalismo religioso, que hoy tanto abunda y que tan
funesto es para la evolución de la mente de los que lo padecen.
-
La corrupción gubernamental. Aunque con apariencia de personas
honorables, en muchísimos países del planeta el poder ha caído en
manos de políticos corruptos e ineptos, verdaderos enemigos de sus
respectivas patrias, que lejos de buscar el bien del pueblo lo único
que procuran es su propio enriquecimiento. Algunos de ellos no sólo
son ladrones sino auténticos «gángsters» capaces de asesinar a quien
sea, con tal, de mantenerse en el poder. En las jóvenes naciones
africanas, artificialmente creadas por los europeos, es algo muy
sospechoso ver la frecuencia con que llegan al poder verdaderos
psicóticos que martirizan a sus pueblos con toda suerte de locuras.
Todavía podríamos citar otros síntomas de la callada pero profunda
revolución que está teniendo lugar en las mentes de los habitantes
de este planeta, especialmente entre los más jóvenes.
Repito que se
me puede decir que tal revolución no es debida a causa ninguna
extrahumana y que tiene sus raíces en la psicología del hombre de
nuestro tiempo. Sin embargo, conociendo muchos otros hechos dentro
de la vasta fenomenología paranormal y dentro del fenómeno ovni, que
teniendo aparentemente una causa humana proceden, sin embargo, de
causas extrahumanas, vemos con mucha sospecha todos estos síntomas
arriba indicados. Y si bien se puede decir que en mayor o menor
grado la mayoría de ellos han existido siempre en la humanidad, es
muy extraño el arraigo y la rapidez con que en muy pocos años se han
implantado en el psiquismo de casi todos los jóvenes del mundo.
Uno de los fenómenos sociales nuevos y repentinos que sintetiza
varios de los indicados más arriba podrían ser los «festivales» de
rock.
He asistido como observador atento a alguno de ellos y he observado
con detención las películas y videos de varios y no puedo menos de
sentir algo de terror y, sobre todo, una inmensa pena, pues me dan
la impresión de estar ante una inmensa masa de posesos. Los músicos,
por lo general, se retuercen frenéticos fuera de sí, como sacudidos
por descargas eléctricas, mientras los oyentes escuchan en trance
aquel horrendo fragor o simplemente se balancean al ritmo de
sensaciones internas producidas por algún alucinógeno.
Indudablemente, algo hay de maligno y negativo en estas
aglomeraciones promiscuas; y mucho nos hace sospechar la turbia
personalidad y el frecuente fin desastrado de muchas de las
«estrellas» que en ellos intervienen, a las que millones de jóvenes
de todo el mundo miran como auténticos ídolos. Los casos de Elvis
Presley y John Lennon, dos pobres desgraciados convertidos en mitos,
nos hacen caer en la cuenta del grado de manipulación a que están
sometidas las mentes de los jóvenes.
Como algo curioso, vea el lector esta inquietante lista de artistas
rockeros famosos:
-
Johnny Ace. Se suicidó de un disparo.
-
Florence Ballard. Murió a los veinte años, alcoholizado.
-
Tommy Bolin. Murió a los veinticinco años por sobredosis de
heroína.
-
John «Bonzo» Bonham. Adicto a la heroína y cocaína. Murió a los
treinta y dos años asfixiado por un vómito tras ingerir gran
cantidad de vodka.
-
Tim Buckley. Murió a los veintiocho años por sobredosis.
-
Sam Cooke. Muerto a los veintinueve años de un disparo, tras haber
violado a una joven.
-
Mama Cass. Muerto por sobredosis de heroína.
-
Ian Curtís. Se suicidó a los veinte años.
-
King Curtís. Muerto a puñaladas a los treinta y seis años.
-
Darby Crash. Muerto a los veintidós años por sobredosis.
-
Nick Drake. Muerto a los veintiséis años por sobredosis.
-
Pite Ham. Se suicidó a los veintiocho años.
-
Jimmy Hendrix. Muerto por sobredosis.
-
Al Wilson. Murió de sobredosis.
-
Les Harvey. Murió electrocutado en el escenario ante 22.000
personas.
-
Donny Hathaway. Se suicidó tirándose por la ventana de su hotel.
-
Gram Parsons. Murió de sobredosis. -Gary Thain. Murió de
sobredosis.
-
Bob Hite (The Bear). Murió de un ataque debido a su abuso de las
drogas.
-
Brian Jones (de los iniciales de los «Rolling Stones») murió por
sobredosis.
-
Janis Joplin, murió por sobredosis de heroína.
-
John Lennon. Lo mataron de un disparo. Bebía mucho y tenía
problemas con la heroína y otras drogas.
-
Frankie Lymon. Murió de sobredosis.
-
Jim Morrison. Murió por sobredosis.
-
Vinnie Taylor. Murió de sobredosis.
-
Jimmy Maccullough. Murió de una mezcla de drogas.
-
Keith Moon. Murió por sobredosis.
-
Klaus Nomi. Murió de SIDA.
-
Phil Ochs. Se suicidó.
-
Elvis Presley. Murió por sobredosis.
-
Danny Rapp. Se suicidó.
-
Sid Vicious. Murió por sobredosis.
-
Dennis Wilson. Murió bañándose porque estaba borracho.
-
Devon Wilson (la musa de Jimmy Hendrix), murió por sobredosis).
-
Paul Williams. O se suicidó o lo asesinaron a los treinta y cuatro
años.
Como el lector puede ver, la lista no es muy edificante. Y todavía
se edificaría menos si supiese que se podría completar con otros 90
nombres más de artistas rockeros que han muerto, de una forma u
otra, a temprana edad.
¿Cuántos jóvenes anónimos han muerto debido a
la influencia nociva que emana del mundo del rock?
René Laban nos dice que,
«según un reportaje realizado por la
periodista Judy Argasony para la TV-40 de California, en un solo fin
de semana murieron en Los Angeles 650 jóvenes en el transcurso de
un «weekend rock festival».
Al parecer, las cámaras refrigeradoras
de la funeraria de esta ciudad estaban llenas a rebosar y muchos de
estos jóvenes ni siquiera pudieron ser identificados».
La verdad es que tal cifra parece un poco exagerada, tal como el
mismo René Laban afirma, pero lo que sí es cierto es que hubo once
muertos en uno de estos conciertos dado por los «Who» en Cincinnati
(USA) en 1978 y diecisiete en Lesotho (Africa) debido a los
desórdenes que en él se formaron. Y es cosa frecuente que tras un
gran festival de rock haya algún muerto.
En los momentos en que escribo estas líneas (mayo de 1989) tengo a
mi lado el periódico en que se reseñan los desórdenes y el caos —con
muertos incluidos— que se produjeron en las ciudades mexicanas de
Querétaro y Monterrey, tras la actuación de un famoso grupo en un
festival de rock.
En otros libros míos he citado varios casos investigados por mí de
jóvenes que se han suicidado después de haber recibido la visita de
algunos extraterrestres que los convencieron de que si se quitaban la
vida, los llevarían a su planeta en donde estarían mucho mejor de lo
que estaban aquí en la Tierra. En uno de ellos, el niño víctima de
este terrible engaño, incluso dejó una carta para sus padres que yo
tuve en mis manos. En ella les decía que no se entristeciesen porque
él iba a estar mejor y desde el planeta a donde lo iban a llevar se
iba a ocupar de ellos.
Pues bien, he aquí lo que René Laban afirma en su libro «Música rock
y satanismo» (Obelisco):
«El índice de suicidios entre la juventud ha aumentado
estrepitosamente durante los últimos veinte años. En estudios
realizados por criminólogos en todo el mundo referidos al tema del
suicidio se ha observado que un gran número de suicidas tenían una
estrecha relación con la música de rock. Algunos de ellos eran
músicos, mientras que otros la escuchaban varias horas al día. En
dieciocho casos de suicidio de jóvenes entre los quince y los
veintiún años estudiados en Montreal, se observó que la única
constante entre todos ellos era, curiosamente, la música rock».
Uno tiene derecho a sospechar que los que han hecho que el gusto por
el rock se extienda por todo el planeta como un reguero de pólvora
con las consecuencias auto-destructivas que hemos indicado en las
anteriores líneas son los mismos que inducen directamente a algunos
de sus contactos a que se quiten la vida.
Adam Knieste ha estudiado como médico los efectos de la música rock
tanto psíquicos como físicos, y he aquí lo que afirma:
«El problema
central causado por la música rock en los pacientes que he tratado
se debe claramente a la intensidad del ruido, que produce
hostilidad, agotamiento, pánico, indigestión, hipertensión y una
extraña narcosis... El rock no es un pasatiempo inofensivo; es una
droga...»
Como ya hemos dicho, las frecuencias muy bajas (VLF) y las
extremadamente bajas (ELF), que son como una dominante en la música
rock, tienen un efecto concreto y fulminante en el cerebro humano.
En este particular, la CIA, en los años cincuenta y sesenta, hizo
terribles experiencias sugeridas por los EBEs y como resultado del
pacto hecho con ellos. Las noticias son de que se llegó a resultados
escalofriantes.
Sobre esto se podría escribir mucho, pero me
limitaré a transcribir unos párrafos de V. Valerian:
«El documento RHIC-EDOM constaba de 350 páginas y fue preparado por la CIA
inmediatamente después del asesinato de John F. Kennedy. El informe
describía la manera de convertir a los humanos en robots controlados
electrónicamente y programados para matar cuando se les ordene.»
«En la fase RHIC el individuo es puesto en estado de trance, en el
que se le dan sugerencias que son activadas en varios niveles
mediante palabras clave o sonidos. En la fase llamada EDOM (que es
la sigla de «Electronic Dissolution of Memory), la memoria del
individuo es afectada de modo que los recuerdos de los eventos en
que ha participado, o son alterados o borrados del todo. Cuando se
congestiona electrónicamente el cerebro, la acetilcolina crea una
estática que bloquea tanto la vista como el sonido. Este método
puede ser usado tanto para bloquear o borrar la memoria como para
hacerla más lenta, de modo que los sucesos parezcan haber sucedido
después de cuando sucedieron en realidad.»
«El uso de sonidos VLF o ultrasónicos es algo que se ha estudiado y
comprobado muy bien. Los VLF y los ultrasónicos pueden afectar el
funcionamiento eléctrico del cerebro y los mismos tejidos
cerebrales.»
«En la fase actual de la guerra (secreta) internacional de las
frecuencias VL, se hacen rebotar pulsos de 7-12 Hz contra la
envoltura ionosférica de 8 Hz que rodea la Tierra. Dentro de estos
pulsos están embebidos programas extraños y aberrantes que producen
efectos similares en la conducta de los humanos. En los Estados de
Washington y California esta actividad electrónica ha producido ya
muchos problemas.»
«En la Universidad de Illinois, en 1961 se hicieron experimentos con
ultrasonidos que finalmente cayeron en poder de los militares.» (Es
decir, que una vez más, la ciencia se puso al servicio de las mentes
enfermas de los enemigos del género humano.)
«En los experimentos hechos en 1961 por los doctores W. Fry y R.
Meyers se usaron ultrasonidos dirigidos para hacer lesiones
cerebrales de un tamaño controlado. Su investigación demostró las
ventajas de los ultrasonidos sobre las técnicas de psicocirugía que
consistían en implantar electrodos en el cerebro.»
«En 1963, el doctor Peter Lindstrom, de la Universidad de Pittsburg,
usó un haz sónico para destruir grupos de fibras cerebrales...»
Por lo que podemos ver, ciertos sonidos afectan en gran manera al
cerebro y, según nos dicen los entendidos, el martilleo resultante
de un conjunto de rock —sobre todo cuando está a toda potencia— se
encuentra entre ellos. Aparte de que ciertas frecuencias y ritmos
también alteran el normal funcionamiento cerebral y pueden
convertirse en una auténtica invasión destructora de la armonía
neuronal y, en definitiva, mental.
Esta callada invasión que se está llevando a cabo en las mentes de
la juventud es la que tiene que preocuparnos más profundamente. Más
aún que las abducciones físicas de las que de una manera u otra
podremos defendernos una vez que caigamos en la cuenta de su
amenazadora realidad.
Pero esta manipulación sutil nos coge totalmente desprevenidos, y
más, debido a la interesada y estúpida cooperación que le brindan
los directivos de los grandes medios de comunicación, especialmente
de la radio y la Televisión y hasta las mismas autoridades. (Aunque
luego, muy frecuentemente, tengan que enviar policías para sosegar
los ánimos alterados tras horas y horas de música violenta mezclada
con todo tipo de estupefacientes.)
Algunos dirigentes de denominaciones protestantes en los Estados
Unidos comenzaron a preocuparse hace ya algún tiempo cuando vieron
que muchos de sus jóvenes, que por otro lado se consideraban fíeles
seguidores del Evangelio, eran asiduos oyentes de la música de rock
y asistían a festivales en los que actuaban grupos tan desenfrenados
como los «Black Sabbath».
A estos jóvenes les sucedía exactamente lo que Ozzy Ouzbourne, el
líder de «Black Sabbath», dice en la carátula de uno de sus discos,
después de invocar a Satán:
«Y tú, hombre estúpido que tienes este
disco en tus manos, has de saber que al haberlo comprado has vendido
tu alma, pues pronto serás atrapado por este ritmo infernal y por el
poder diabólico de esta música. Esta mordedura musical de tarántula
te hará bailar sin fin y sin pausa.»
Aparte de lo preocupados que puedan estar los líderes protestantes
al ver que el fanatismo religioso de sus jóvenes es suplantado por
el fanatismo «satánico» del alucinado Ozzy Ouzbourne, no deja de ser
inquietante el ver cómo personas equilibradas y sin fanatismo alguno
se dejan igualmente arrastrar por estos ritmos desenfrenados y por
estos «artistas» de voces estridentes y ademanes de simio que tanto
distan de lo que hasta ahora se había tenido por artístico y
armonioso.
Vea el lector esta, carta, aparecida en el diario «El Mundo» de la
ciudad de San Juan de Puerto Rico, que resume varios aspectos de lo
que estamos diciendo:
«Soy una joven de veintidós años que desea exponer una queja para
ver si en futuras ocasiones no pasa algo que luego tengamos que
lamentar. El sábado 24 de agosto mi hermana y yo quisimos disfrutar
del concierto del afamado grupo inglés "Culture Club". Lo que allí
encontramos fue una barbarie y una falta de respeto total: tiraban
vasos vacíos y llenos de cerveza, rollos de papel sanitario, discos
de plástico, bolas de playa inflables, petardos y, ¡señores, el
colmo! un sostén, un calzoncillo y otros dos artículos indecorosos.
Unos jóvenes irrespetuosos estaban prácticamente encima de mi silla
y la de mi hermana. Cuando les pedí que actuaran como gente
civilizada nos insultaron. Se pusieron a fumar marihuana delante de
nuestros propios ojos, por lo que tuvimos que desalojar
obligatoriamente nuestros asientos.
Las medidas de seguridad fueron exclusivamente para los artistas,
pero ¿y el público, qué? A mi hermana le cayeron unos petardos casi
en los pies. Vi cómo algunos jóvenes le faltaban al respeto a una
señora mayor; algo verdaderamente lamentable.
Le pido a las autoridades pertinentes que tomen acción sobre esto,
ya que no todos los que vamos a ver este tipo de espectáculos somos
"estrafalarios" y todo ser humano merece un respeto.»
Firma
D. R. M. Bayamón
Lo lógico, al terminar de leer esta carta, es hacer la consabida
pregunta: ¿Y qué hacían unas chicas tan decentes como ustedes en un
lugar tan «estrafalario» como aquél?
A las pobres les pasó lo que
estamos diciendo: han sido víctimas de esta fascinación inconsciente
que la música rock ejerce sobre las mentes de los jóvenes y que es,
junto con las otras tendencias que señalamos más arriba, un síntoma
de esta sutil invasión que la raza humana está padeciendo sin
apercibirse de ello.
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