traducción de Luna Azul Noviembre 16, 2008 del Sitio Web TrinityATierra
7. Los Kachina son los guías
espirituales de
los Indios Hopi del Arizona. Sus
leyendas y tradiciones rezuman de seres creadores-celestes venidos
de otros planetas para sembrar la Tierra y guiar a la humanidad.
El aparato me esperaba y su color pálido me indicó que debía girar desde hace muy poco. Me dolían mucho menos las piernas y quise aprovechar para testar mi primer salto. Brinqué hacia lo alto del aparato y aterricé sin demasiados problemas. Nosotros, los Gina’abul, teníamos esa aptitud de poder efectuar saltos prodigiosos, pero como Alagni de un Ušumgal, el destino me procuró muchas otras facultades que, en Uraš (la Tierra), parecerían totalmente imposible de realizar.
Me deslicé en el aparato, entre una
multitud de reflejos verdosos que emanaban de las paredes del
habitáculo, y constaté que se trataba de un pequeño Margid’da
monoplaza, una versión concebida a mi medida. Sin reflexionar, mi
mano se colocó sobre el tablero de a bordo e instantáneamente, el
aparato se cerró herméticamente.
Comprendí en ese momento que mis ojos no
se habían despertado todavía del todo. Ni una sola estrella
brillaba, nada despuntaba en el horizonte. De hecho, el Uanna se
situaba en el lado nocturno del gigantesco planeta Nalulkára,
nuestro imperial hogar en el corazón de Anduruna 9.
El conjunto de las Amašutum vivían bajo el ala protectora de nuestra bienhechora y madre, la poderosa Tigeme 11. Varias preguntas invadieron mi espíritu :
Todo lo que yo sabía por el instante,
era que debía presentarme en la sede de los Ušumgal con el fin de
que estos últimos me examinaran.
Estuve ya a partir de ahora lo suficientemente cerca del suelo como para contemplar sus relieves.
La imponente Šèka, la abertura sur de nuestro planeta, se dibujó progresivamente y mi minúsculo Margid’da fue deglutido por ella.
3 - Abertura situada en el polo 4 -Polo sur de la luna, misión Norte de la Tierra vista por el Clementina. Satelite ESSA-3 en 1967
12. En la literatura sumeria, el abzu representa el mundo subterráneo del planeta Tierra dónde todas las aguas coinciden para formar una capa de agua subterránea. El Abzu es el abismo o la cima del mundo. La descomposición de este término en AB (agujero, abertura y padre que encontramos bajo la forma Abu en akkadio) ; ZU (conocimiento, sabiduría, sapiencia) nos da “el agujero del conocimiento (o del saber)” o también “la sabiduría del padre”. En la mitología sumeria, el Abzu es la residencia del “dios” Enki-Ea, considerado como la divinidad de la sabiduría y padre de la humanidad.
Contrariamente a lo que es profesado por los sabios, cada planeta es hueco y posee un Abzu. Se trata de unos de los mayores secretos del mundo.
La ciencia se enfrenta a un dilema inconfesable, pues confirmar que todos los planetas son huecos sería admitir que la Tierra los es también. Reconocer que el planeta Tierra es hueco, por lo tanto también habitable en su interior implicaría el tener que rendir cuentas a las poblaciones de la Tierra e obligaría igualmente a realizar expediciones a su interior, y esto es por el momento, totalmente imposible. ¿Porqué?
Porque conforme a las numerosas leyendas de la Tierra y de acuerdo a las tradiciones del Tibet, de los Esquimales o de los Indios Hopi de Arizona, el interior de la Tierra está ocupado por una civilización provista de una inteligencia muy desarrollada, afiliada directamente para algunos e indirectamente para otros al Bestiario Celeste!
El Abzu de cada planeta es el lugar dónde todas las aguas del mundo se reúnen para formar un océano interior. Para nosotros, el término Abzu representaba simplemente el conjunto de la cavidad interior de cada planeta.
El Abzu de Nalulkára era maravilloso.
No era el más bello de Anduruna, nombre del sistema estelar dónde vivíamos en la constelación de Margid’da (La Osa Mayor), pero sí el más extenso de todos los planetas que poseíamos y de aquellos sobre los cuales habíamos pisado hasta ahora.
5 - La constelación Margid’da (La Osa Mayor)
situada muy cerca de
la constelación real de Ušu (El Dragón) Mi Margid’da siguió su ruta sobrevolando numerosos paisajes salvajes y variados.
De vez en cuando, aglomeraciones surgían en plena montaña o al borde de los lagos, pero éstas eran más bien escasas, pues al Abzu de nuestro planeta no estaba ya prácticamente habitada. Sólo unos millares de Šutum, vivían aquí al servicio de Abzu-Abba, nuestro rey.
Los Šutum no eran muy numerosos, pues
estaban en vías de extinción. Desde hacia unos Muanna (años),
sufrían de un mal extraño que les carcomía desde el interior.
13. El término Šutum quiere decir “lagarto” en sumerio. Esta información nos incita igualmente a traducir Amašutum en AMA-ŠUTUM “las madres lagartas”. La descomposición de Šutum en ŠU-TUM nos ofrece ” aquellos que desarrollan el trabajo”. Los Šutum eran en su origen grandes trabajadores y obraban para el conjunto de la raza Gina’abul.
Además, la duración de sus vidas era
eterna, pues, contrariamente a los Šutum, sus cuerpos soportaban el
Gibil’lásu (renovación de la piel) así como lo hacen periódicamente
las serpientes y ciertos reptiles. Sin embargo, algunos rumores se
habían divulgado sobre una posibilidad de fallecimiento y sobre todo
de resurrección para algunas de ellas, una cuestión que nos era
totalmente desconocida…
Me alegré al constatar que mis piernas no me hacían sufrir ya y que mi vista era perfecta.
Estas partículas provendrían del sol y son canalizadas en la atmósfera al nivel de los polos. Numerosos científicos comparan esta emisión de luz a un gigantesco tubo catódico de televisión y la baja atmósfera polar a una enorme pantalla donde la imagen de la aurora polar es proyectada. Lo que divide a los científicos es el origen de la fuente que engendra el proceso. Muchos piensan que la fuente en cuestión proviene del sol o más precisamente de los vientos solares, mientras que otros lo descartan totalmente, diciendo que es imposible, porque los vientos solares son irremediablemente desviados por los campos magnéticos. En efecto, estos últimos rechazan un mínimo del 98% de las partículas que provienen del espacio.
No había ningún guardia, nadie para proteger la entrada del edificio, pero acaso ¿eran éstos verdaderamente necesarios?
Visto que hasta ahora éramos un pueblo
más bien pacífico. Incluso, yo diría que los Ušumgal no necesitaban
protección, porque sus grandes poderes les preservaban de cualquier
agresión inoportuna.
El avance en la penumbra se hizo pues sin ninguna dificultad. Subí numerosas escaleras y accedí a un estrecho pasillo para finalmente pasar por una puerta alta, triangular. Había finalmente llegado al término de mi viaje. Me adelanté hacia el centro de la sala del consejo totalmente vacío, y tomé la precaución de arrodillarme bajando la cabeza para marcar el respeto.
Precisamente en el lugar dónde me había colocado, grabado en el suelo, el signo de las Amašutum resplandecía con mil fulgores.
6 - Polo Norte de Neptuno por el satélite Viking-2 (NASA).
Se distingue
claramente la abertura y el sol central Este emblema eterno estaba formado por dos Muš (serpientes) entrecruzadas y simbolizaba el equilibrio de las dos fuerzas primordiales del universo. Nuestra reina Tigeme y sus numerosas sacerdotisas Amašutum, pretendían detentar el saber absoluto y simbolizaban, a ellas solas todo el conocimiento de nuestra raza. Hice el vacío en mi espíritu. Un pesado silencio reinaba en la sala.
Esperé un tiempo largo antes de decidirme a comunicar con la ayuda del Kinsag (telepatía).
Ninguna respuesta me llegó, el tiempo estaba como suspendido. Yo sabía pertinentemente dónde se encontraban los Ušumgal, pero debía mantenerse inmóvil y seguir prosternado. Era imperativo el no dejar aparecer ningún sentimiento, porque los Ušumgal descubren todo.
Me fue necesario mantenerme tranquilo, pausado y sobre todo no pensar en nada que habría podido traicionar cualquier emoción, mi vida dependía de ello.
Un sonido extraño resonó, como el cliqueteo de un enorme aparato mecánico. Los seis Ušumgal salieron bruscamente de la oscuridad del techo. Estaban sentados en un enorme trono de metal con forma de astro; se trataba del emblema de los varones. El trono descendió a gran velocidad y se encastró en el suelo con gran estruendo. Se encajó majestuosamente con el símbolo de las Amašutum. Así, juntos los dos formaron el noble símbolo de nuestro linaje, el de los Gina’abul.
El emblema en forma de astro era hueco en su centro y rodeaba el símbolo de las Amašutum tan bien, que me encontré rodeado por los Ušumgal.
Reconocí enseguida el tono chirriante y arrogante de nuestro rey y amo Abzu-Abba. El utilizó también la técnica del Kinsag para comunicar, de hecho toda nuestra conversación se desarrolló de esta manera. Levanté los ojos y le reconocí entre los otros Ušumgal.
Todos iban vestidos de blanco, Abzu-Abba era gigantesco, ligeramente más grande que los demás, a la vez muy bello y terriblemente espantoso. Él, que no era más que cristalización de energías bastante bajas, intentó desestabilizarme hipnotizándome, pero fue un placer para mí devolverle el ataque con el fin de mostrarle que yo no era impresionable.
El se calmó inmediatamente.
Este instante de respiro me procuró el tiempo necesario para responderle.
Anšar, uno de los creadores de An, tomó la palabra. Estaba sentado cerca de su hermano andrógino, Kišár.
Los dos tenían una cara idéntica a la mía y esto me recordó que An no era él también más que un Alagni (clon).
Al oír estas palabras, todos los Ušumgal se echaron a reír a carcajadas en un estruendo ensordecedor.
Abzu-Abba, nuestro rey, casi se asfixia retorciéndose en todas direcciones. El me señaló con el dedo a los otros Kuku. ¡Yo estaba desnudo! De hecho desde mi partida de la sala de creación, yo no llevaba ninguna ropa. Era la ley para presentarse por primera vez delante de los Ušumgal. Lo que les hizo tanto reír no fue mi desnudez, sino el hecho de que yo no poseía Ğèš (pene). Yo comprendía muy bien su lamentable burla y el sinsentido aparente de mi misión. ¿Podría yo reprocharles por esto?
Todo esto debía parecer infinitamente grotesco. Había llegado el momento para mí de aclarar la situación.
Volví a tomar la palabra seguro de mí.
Totalmente exasperado, Abzu-Abba me cortó la palabra, se levantó y utilizó su verdadera voz berreando y babeando.
Los Ušumgal se echaron a reír de nuevo a carcajadas y la asamblea se volvió peligrosamente histérica e incontrolable. Nada parecía poder pararles. Tuve que imponerme rápidamente y con determinación. Muy felizmente, detrás de mí se encontraba Tigeme, nuestra reina, de cuya presencia yo no me había percatado todavía. A pesar del jaleo, yo la oí levantarse algo irritada.
Ella silbó secamente en nuestras cabezas.
Vacilé sólo un instante sobre la respuesta mientras me volvía hacia nuestra benevolente reina. Estaba sublime y prácticamente casi tan grande como su esposo. Una diadema oval trabajada en un paño de kùsig (oro), engastada con una ágata aojada, le circundaba la frente. Una amplia colgadura semi-transparente atada bajo su pecho le recubría el cuerpo desde los senos hasta los tobillos.
Salpicada con numerosas joyas, ella poseía ese aire magnífico y famoso que había sobrepasado los límites de nuestro universo.
La elocución de nuestra reina era curiosa.
Nuestras mujeres tenían por costumbre acentuar con fuerza cierta sílabas, lo que tenía como efecto el de conferirles una acento temible. Numerosos varones pensaban que esto era causado por los numerosos dialectos que ellas practicaban en el seno de la confederación de los planificadores. No obstante, algunos rumores mantenían una explicación muy diferente: nuestras mujeres practicaban un doble lenguaje que nos era desconocido.
Turbado, intenté responder tan rápido como pude a nuestra reina :
17. El análisis sumerio de Kadištu que yo traduzco simplemente por “planificadores”, da KAD4-IŠ7-TU, litt. “los antiguos ensambladores de vida”. Este término se debe cotejar con la palabra latina caduceus (caduceo) de la cual hablaremos en el capítulo 6 de la tercera parte.
Varias voces se elevaron en la asamblea, en forma de aprobación.
Retomé mi palabra :
Tigeme respondió :
Nuestra reina se volvió hacia su esposo Abzu-Abba, como para ayudarle a soportar lo que ella nos tenía que decir.
Lahmu, que no había tomado la palabra todavía , se levantó.
Tigeme se volvió de nuevo hacia mí.
Saludé al conjunto de los Kuku y me preparaba a dejar el lugar cuando Abzu-Abba me interpeló con un tono seco:
Dejé la sala del consejo teniendo bien cuidado de no dejarme invadir por ninguna emoción, bajo pena de desvelar mis inquietantes deficiencias... Saliendo de la Unir (pirámide), quedé bastante satisfecho de mí, pues había cumplido mi misión.
Los Ušumgal me habían escuchado y parecían convencidos de sacrificar a los Šutum en provecho de este nuevo linaje por llegar. Pero nuevas preguntas invadieron mi espíritu. ¿Porqué mi padre creador se aferraba tanto a la creación de esos Anunna? Yo no lo sabía en absoluto. Tampoco sabía nada sobre las investigaciones concernientes a esos Šutum. Nuestra reina parecía convencida de que mis conocimientos eran idénticos a los de An y que los dos habíamos llegado a las mismas conclusiones.
Una vez más yo constaté que me faltaban
informaciones cruciales en lo que concernía este asunto.
¡Muy mala táctica por mi parte!
La cara de An se ensombreció de pronto y sentí que él buscaba rodearme. Con toda seguridad, mi error le volvió suspicaz. Mi genitor me dejó un momento con la pretensión de haber olvidado alguna cosa. Refiriéndose a él era algo totalmente imposible, con toda evidencia quiso proteger su retaguardia.
Desde ese instante tuve que ser extremadamente vigilante y sobre todo cambiar de táctica para llevar a buen término mis investigaciones.
Acepté pues, bajar a Nalulkára en su compañía, pero tomé mi nave pretendiendo querer darle la vuelta a nuestro mundo. Mi padre creador me aconsejó con fuerza de no acercarme a las Amašutum. Su recomendación no me extrañó en absoluto, porque yo sabía que él no las soportaba. Durante nuestra bajada, cerca del Abzu de Nalulkára, An me pidió estar disponible todo el tiempo en caso de que los Ušumgal tuvieran el deseo de volver a examinarme.
Le respondí afirmativamente. 7 - Relieve sacado de una gruta situada en el yacimiento arqueológico de Chalcatzingo, en el Estado de Morelos, al Sur de la ciudad de México. Vemos a un “dios” o a un gran dignatario azteca en el interior de la cúpula de una nave ovoide que escupe fuego. Es importante observar la presencia de una doble G en las manos del piloto y en su asiento. Este símbolo típicamente amerindio evoca la Vía Láctea o la galaxia. Aquí expresa el hecho de que el aparato puede viajar de un lado a otro de nuestro universo. Observemos también las fulguraciones frontales que hacen terriblemente pensar a la técnica MHD que consiste en aspirar el aire frontal de un aparato en vuelo y a eyectarlo hacia atrás de manera a proporcionarle a la nave una propulsión hipersónica. Los arqueólogos no ven en este relieve más que un culto a la lluvia así como una boca de jaguar simbolizando la Tierra
Sin embargo esto no era más que un ardid, porque yo también necesitaba regresar al Abzu. No pudiendo piratear las informaciones que yo necesitaba sobre el Uanna y no teniendo todavía el material para efectuar mis análisis, tuvo que proceder de manera diferente. Opté, pues por procurarme una muestra de un Šutum contaminado.
Mi Margid’da dio media vuelta y se deslizó en el Abzu de nuestro planeta. No tuve necesidad de ir muy lejos para encontrar lo que necesitaba.
Intenté apaciguarles pero nada conseguí. La partida se anunciaba difícil. Habiendo sido acogido de forma inhospitalaria, tuve que emplear medios mayores. Tomé la iniciativa de forzar la entrada de la casa de uno de ellos tomando un cuchillo y un vaso de una mesa. Una vez al exterior, me puse a la búsqueda de un espécimen enfermo. No tuve que buscar durante mucho tiempo porque los síntomas de esta enfermedad afectaba el sistema nervioso.
Delante de la entrada de un alojamiento, divisé un Šutum afectado con fuertes convulsiones. Me acerqué a él y, con la ayuda de la hoja del cuchillo, le retiré un trozo pequeño de uzu (carne). No sintió absolutamente nada, pues el punto al que había llegado la evolución de su enfermedad, sus miembros estaban totalmente adormecidos.
Nuestras miradas se cruzaron y vi en él el deseo de acabar. El pobre perdía sus escamas y varios de sus Šagras 18 giraban al revés.
18. El sumerio ŠAG4-RA o ŠA-AK-RA, litt. “corazón que drena (o inunda)” posee el mismo significado que su casi-homófono sanscrito chakra “rueda”. En la India, el término chakra es atribuido al vortex “etéreo” del cuerpo que podemos asemejar a rotondas energéticas cuyo rol principal es el de drenar la energía sutil en el conjunto del cuerpo humano.
Sin embargo, en esa época, yo no me preocupaba lo más mínimo de la vida de un ser y lo dejé allí, tirado en el suelo, cuando me hubiera sido tan fácil prestarle ayuda. De parte de mis Kuku, los grandes Ušumgal, yo poseía el poder de cambiar el curso del destino, pero nuestras recientes leyes establecidas por An, eran bien claras, no podíamos utilizar nuestros poderes sobre nuestros semejantes más que para preservarnos de un peligro.
¿Estaba yo en peligro? ¡Que absurdo!
Esas leyes eran tan locas como su creador y yo formaba parte de los dementes que las aplicaban sin rechistar!
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