por Guillermo Carvajal
31 Agosto 2024

del Sitio Web LaBrujulaVerde





Pingüinos (Pygoscelis adeliae)

 en la Antártida.

Crédito: Jason Auch

 Wikimedia Commons / Flickr




El continente antártico, con su imponente y helada vastedad, ha fascinado a exploradores, científicos y diplomáticos durante siglos.

 

Este interés no solo surge de su desolación y belleza inhóspita, sino también de las imaginaciones geográficas y políticas que ha inspirado a lo largo de la historia.

Un reciente artículo (Borderscape Antarctica - The uncanny Geographical Imaginaries of Terra Australis Incognita) escrito por Joanne Yao explora cómo la Antártida, concebida durante mucho tiempo como la mítica Terra Australis Incognita, ha sido un escenario de imaginaciones contradictorias que oscilan entre lo utópico y lo distópico.

A través de un análisis intertextual, Yao investiga cómo estas imaginaciones han influido en la diplomacia internacional y en la creación de un marco de gobernanza global sobre el continente más aislado del planeta.

 

 

 


La Antártida como frontera extraña y desconocida

Desde la antigüedad, los geógrafos griegos y romanos especularon sobre la existencia de una vasta tierra en el extremo sur del mundo, un territorio que denominaban Terra Australis Incognita.

 

Con el tiempo, esta especulación se convirtió en un objetivo de las ambiciones imperiales europeas, quienes buscaban no solo descubrir, sino también conquistar esta tierra supuestamente rica en recursos.

 



El mapa del geógrafo Ptolomeo

 mostraba la Antártida unida a África.

Crédito: Dominio público

Wikimedia Commons



Sin embargo, a medida que las exploraciones progresaron, se descubrió que este territorio no era una masa única de tierra, sino dos continentes distintos:

Australia y la Antártida.

A pesar de que se determinó que la Antártida era incapaz de sostener una población humana permanente, las posibilidades fantásticas que había suscitado en la imaginación occidental continuaron influyendo en cómo se percibía este continente remoto.

El concepto de "borderscape", o "paisaje fronterizo", juega un papel crucial en el análisis de Yao.

 

A primera vista, la Antártida parece un lugar extraño para pensar en fronteras, dado su vasto paisaje blanco y la aparente uniformidad de su entorno helado.

 

La ausencia de comunidades humanas permanentes y su inhóspito clima podrían sugerir que no hay necesidad de pensar en términos de fronteras políticas o territoriales en este contexto.

Sin embargo, al conceptualizar las fronteras no solo como líneas literales que separan estados o comunidades, sino como espacios de liminalidad y fluidez, la Antártida emerge como un lugar fértil para considerar las prácticas de construcción y deconstrucción de fronteras, así como los mundos que estas prácticas pueden generar.

 

 

 


La utopía científica y la distopía del hielo descongelado

Por un lado, la Antártida ha sido vista como un mundo utópico,

un laboratorio congelado donde la ciencia y la cooperación internacional predominan sobre las políticas cotidianas de soberanía y poder.

Este imaginario utópico fue clave para el acuerdo diplomático alcanzado en la Conferencia de Washington de 1959, que congeló las disputas sobre reclamaciones territoriales y estableció el Tratado Antártico, un marco que ha preservado la Antártida como un espacio para la investigación científica pacífica y la cooperación internacional.

Sin embargo, esta visión utópica no está exenta de tensiones.

 

Yao señala que, aunque la Antártida es percibida como un lugar de ciencia y no de política cotidiana,

estas mismas imaginaciones han reforzado otras fronteras, particularmente entre los científicos, vistos como protagonistas de la exploración antártica, y el hielo, cuyas profundidades intentan desentrañar y conquistar.

Además, las narrativas de ciencia ficción y especulación han alimentado imaginarios distópicos sobre una Antártida descongelada, donde fuerzas alienígenas y monstruosas amenazan con desbordar la racionalidad humana.

 

Estas representaciones revelan ansiedades profundas sobre el futuro del continente y los posibles desastres que podrían emerger de un cambio en el equilibrio de este frágil ecosistema.

 



Mapa de la Antártida

con los sectores reclamados por cada país.

Crédito: CIA / Dominio público

Wikimedia Commons

 

 

 


El encuentro humano-no humano en el paisaje fronterizo

El análisis de Yao se adentra en cómo las imaginaciones geográficas de la Antártida se han formado a partir de la interacción entre humanos y el hielo.

 

El concepto de "borderscape" se amplía aquí para incluir no solo los procesos humanos, sino también las fuerzas no humanas, como el hielo en sí, que juega un papel activo en la conformación de estas fronteras y los mundos que emergen de ellas.

 

La noción de lo "extraño" es clave para entender cómo estos paisajes fronterizos pueden generar nuevas formas de imaginar y organizar el mundo.

El hielo antártico, en su perpetua transformación entre congelamiento y deshielo, subvierte la conceptualización de la naturaleza como un fondo inerte para las actividades humanas.

 

En lugar de ello, el hielo se presenta como un actor dinámico que participa en la creación de imaginarios geográficos de la Antártida como un espacio frío, extraño y excepcional.

 

Este proceso no solo desafía las fronteras tradicionales entre lo humano y lo no humano, sino que también sugiere un lugar donde la crisis de lo "natural" puede producir tanto mundos monstruosos como sublimes.

En un momento en que la crisis climática plantea nuevas preguntas sobre el futuro de la Antártida, la exploración de estos paisajes fronterizos y las imaginaciones que generan es más relevante que nunca.

 

La Antártida sigue siendo un espejo donde la humanidad proyecta sus miedos y esperanzas, un lugar donde el hielo no solo conserva los secretos del pasado, sino también las claves para nuestro futuro colectivo.

 

 

 


FUENTES