por A. Graham 07 Agosto 2018 del Sitio Web Counter-Currents traducción de Alonso González de Nájera 23 Febrero 2020 del Sitio Web Editorial-Streicher
Ciertamente tiene algunos
defectos, pero ofrece refutaciones implacables y concisas a
difundidos mitos que rodean la historia del cristianismo temprano.
La razón principal de eso, por supuesto, es que el cristianismo dominó la vida intelectual en Europa durante más de un milenio, y la Historia es escrita por los vencedores...
Nixey indica que hasta
1871 Oxford requería que todos sus estudiantes fueran miembros de la
Iglesia de Inglaterra. Pocos se aventuraron a criticar al
cristianismo en tal atmósfera.
A diferencia del trabajo de Deschner, éste no es un tomo denso y académico sino más bien una polémica escrita para una audiencia popular.
La prosa de Nixey es valiente y vívida, y ella no tiene pretensiones de imparcialidad, como aclara en su Introducción:
Nixey reconoce que la Iglesia Católica en efecto preservó manuscritos clásicos y obras de arte.
Ella elogia,
Sin embargo, como ella indica, mucho más fue destruido que lo que fue conservado.
Que la Iglesia conservara una fracción del cuerpo total de manuscritos clásicos y del arte no cambia el hecho de que el triunfo del cristianismo fue hecho posible en gran parte por la destrucción del paganismo.
Tras llegar a Montecassino, donde él estableció su primer monasterio, su primer acto fue destruir una estatua de Apolo junto con un altar dedicado a él, sobre el cual construyó una capilla dedicada a Juan el Bautista.
Él fue aún más allá,
Martín de Tours, un monje y obispo a quien está dedicado el monasterio más antiguo en Europa, destruyó lugares sagrados paganos y estatuas por todas partes del campo galo.
Una línea en la Vida de San Martín dice:
Las exageraciones abundan en
las hagiografías, naturalmente, pero es revelador el que tanto los
hagiógrafos de Benedicto como los de Martín vieran la destrucción de
templos como algo digno de encomio y elogiaran con mucho entusiasmo las
correrías de ellos.
El libro se abre con,
El orador griego Libanio describió la destrucción de templos en Siria:
Así, la destrucción de templos y obras de arte no fue la acción de lobos solitarios y lunáticos aislados.
Fue decretada e instigada por monjes cristianos, obispos y teólogos, algunos de los cuales fueron canonizados más tarde.
Incluso Agustín una vez declaró que,
Juan Crisóstomo se deleitó con la decadencia del paganismo:
Él se jactó de que las escrituras,
Crisóstomo animó a otros cristianos a saquear las casas de la gente y forzarlas ante cualquier signo de herejía.
Esa táctica también fue adoptada por Shenoute, un abad egipcio que es considerado ahora un santo en la Iglesia copta. Shenoute y sus bandas de matones irrumpirían en las casas de vecinos sospechosos de ser paganos y destruirían estatuas y literatura "paganas".
En palabras de él,
Un obispo sirio del siglo V aconsejó que los cristianos,
Uno de los mayores crímenes instigados por un funcionario de la Iglesia fue la destrucción del Serapeum en 392 d.C.
El Serapeum fue construido por Ptolomeo III en el siglo III a.C. y fue dedicado a Serapis, una deidad greco-egipcia que combinaba a Osiris y Apis. Se decía que aquél era uno de los templos más grandes y más magníficos del mundo antiguo.
Albergaba miles de rollos que pertenecían a una colección adicional de la Gran Biblioteca de Alejandría, que se convirtió en todo lo que quedaba de dicha biblioteca después de su destrucción. En el centro del templo había una magnífica estatua de Serapis revestida con marfil y oro.
El historiador pagano
Amiano
Marcelino escribió que el esplendor del templo era tal que "las
meras palabras sólo pueden hacerle una injusticia".
Los cristianos contraatacaron, y los paganos buscaron refugio en el Serapeum.
El Emperador Teodosio, que había publicado un decreto en
391 que cerraba todos los templos paganos y prohibía la adoración
pagana, envió una carta a Teófilo concediendo el perdón a los
paganos e instruyéndolo para destruir el templo.
Serapis fue descrito como un "anciano decrépito".
Se piensa que los cristianos destruyeron aproximadamente 2.500 santuarios, templos y sitios religiosos a través de toda Alejandría (una nota a pie de página explica que esa cifra se deriva de un registro del siglo IV de los cinco distritos de la ciudad).
Un profesor griego escribió:
Aproximadamente veinte años más tarde, en 415 d.C., la renombrada filósofa, matemática y astrónoma Hipatia de Alejandría fue asesinada por una muchedumbre cristiana.
Eso fue la culminación de una cadena de acontecimientos que surgieron del choque entre Orestes, el prefecto imperial de Alejandría, y Cirilo, el arzobispo de Alejandría, con respecto a la gran población judía de la ciudad.
Hipatia era amiga de Orestes, y los cristianos la pusieron en la mira como un chivo expiatorio por la falta de voluntad de Orestes para negociar con Cirilo.
Es verdad que el conflicto que condujo a la muerte de Hipatia fue en último término uno político y que su asesinato no fue un ataque espontáneo motivado únicamente por el odio cristiano al paganismo.
Pero el asesinato de Hipatia muestra que, sin tener en cuenta sus motivaciones precisas, los cristianos no tuvieron escrúpulos para asesinar brutalmente a una de las mayores pensadoras de Alejandría.
La muerte de Hipatia fue incluso celebrada por cronistas cristianos
posteriores como Juan de Nikiu, quien comparó las enseñanzas de ella
con "artimañas satánicas" y elogió a Cirilo por erradicar la
idolatría en Alejandría.
Pero, nuevamente, su propósito declarado era documentar sólo la violencia cristiana, y así ella no puede ser criticada por su tendencia. Además, si bien es verdadero que las muchedumbres paganas cometieron actos esporádicos de violencia contra los cristianos, ellos no pueden ser justamente comparados con la violencia cristiana.
Esta
última implicó la destrucción de la herencia cultural (estatuas,
santuarios, templos, bibliotecas), mientras que la violencia de los
paganos surgió como una respuesta a la amenaza civilizacional que el
cristianismo representaba.
El influyente "Discurso a Hombres Jóvenes sobre la Literatura Griega" de Basilio de Cesarea indudablemente tuvo un impacto sobre qué textos fueron conservados y cuáles no.
En dicho ensayo, Basilio ("el Grande") perfiló qué obras de la literatura clásica eran aceptables a sus ojos. Él aconsejó que los cristianos rechazaran los trabajos más indecentes y más violentos de la literatura clásica, así como aquellas obras en las cuales las deidades greco-romanas eran abiertamente elogiadas.
Como resultado, muchas obras fueron simplemente removidas del canon.
En cuanto a obras de filosofía, los
monjes tenían poco interés en copiar las escrituras de filósofos que
se oponían al cristianismo, excepto con el propósito expreso de
refutarlos (como Orígenes hizo en su Contra Celsum).
El interés por los autores clásicos alcanzó un punto bajo durante los primeros siglos de la temprana Edad Media, que comenzó a repuntar sólo a finales del siglo VIII.
Nixey escribe:
La Iglesia Católica asimiló realmente elementos de la filosofía clásica.
El neo-platonismo, por ejemplo, influyó en varios filósofos cristianos, desde Agustín, Orígenes y el Pseudo-Dionisio el Areopagita hasta figuras posteriores como Marsilio Ficino y Ralph Cudworth.
Ellos representan lo mejor del cristianismo, es decir, su parte más helenizada.
Pero cuando uno quita el barniz pagano puesto sobre la Iglesia y se zambulle hasta el núcleo de las enseñanzas cristianas (de lo cual los cristianos tempranos son los mejores representantes), uno encuentra que la actitud general hacia el aprendizaje clásico, y el conocimiento en general, es de hostilidad.
Un escritor se quejó contra aquellos que,
Esa condena del conocimiento mundano era común entre los primeros cristianos.
Está incrustada en la Biblia, comenzando con Adán y Eva y la historia de la Torre de Babel. Ese tema persiste a través de toda la Escritura. Pablo escribe en su Primera Carta a los Corintios que "la sabiduría de este mundo es tontería para Dios" (1 Corintios 3:19).
Otro pasaje en esa carta es particularmente ilustrativo de la indiferencia cristiana por el conocimiento así como de la moralidad de esclavos inherente en el cristianismo:
Celso observó que,
...eran los más receptivos
al mensaje cristiano, lo que no es sorprendente a la luz del
desprecio que sentían los cristianos por el sabio, el fuerte y el
honorable.
Amiano Marcelino escribe que:
En efecto, aunque los cristianos aparentemente sólo quemaron libros que pertenecían a magia, adivinación y herejía cristiana, las obras de filosofía eran a veces puestas bajo esa categoría.
Dirk Rohmann escribe:
Una creencia común entre los primeros cristianos era que las obras paganas de arte, su literatura, filosofía, etcétera, eran demoníacas...
Ellos creían en la existencia literal de demonios, los acólitos alados de Satán que atraían a la gente para que cometiera pecados. Se pensaba que los templos paganos eran centros de actividad demoníaca.
Según Agustín,
Eso dio ocasión a una gran paranoia.
Los cristianos se preocupaban sobre si usar los mismos baños que los paganos, por ejemplo, los infectaría con demonios. Un cristiano escribió a Agustín preguntándole si estaría bien para los cristianos comer la comida encontrada en un templo pagano en caso de que ellos pasaran hambre y no hubiera ninguna otra opción.
El paganismo fue descrito como si fuera una
enfermedad. Era natural, entonces, que los cristianos quisieran
erradicarlo.
La mutilación cristiana de estatuas antiguas puede ser vista en museos hoy.
Nixey escribe:
Es también probable que algo del daño sufrido por el Partenón, en particular el frontón del Este (que representa el nacimiento de Atenea), pueda ser atribuido a los cristianos.
Las imágenes de
dioses en el complejo de Templo de Dendera también muestran signos
de haber sido atacadas con armas contundentes.
El famoso Edicto de Milán de Constantino, promulgado en 313 d.C., estableció nominalmente la libertad religiosa a través de todo el Imperio, pero la persecución de paganos comenzó poco después de que el edicto fuera promulgado.
El biógrafo de Constantino lo elogió por haber,
En efecto, durante la última mitad de su reinado, el propio Constantino ordenó el saqueo y la destrucción de templos paganos, como el templo de Asclepio en Cilicia y un templo de Afrodita en Líbano.
Él también ordenó la ejecución de sacerdotes paganos. Las estatuas fueron removidas a la fuerza de los templos y fundidas, lo que contribuyó a la creciente riqueza de la Iglesia. Otras fueron robadas y conservadas en casas de cristianos ricos.
El poeta Palladas comentó de ellas que,
El hijo de Constantino prohibió los sacrificios paganos en 341, declarando que "la superstición cesará".
En 356 la adoración de imágenes paganas se convirtió en un crimen capital. Él también ordenó el cierre de templos. Después del breve reinado de Juliano "el Apóstata" (361-363), Roma fue gobernada por Emperadores cristianos hasta el final. Juliano fue sucedido por Joviano, quien ordenó la destrucción de la Biblioteca Real de Antioquia y reinstauró la pena de muerte para aquellos que adoraban a dioses paganos.
El cristianismo Niceno fue declarado la religión oficial del Imperio en 380, durante el reinado de Teodosio I.
Entre 389 y 392 Teodosio publicó una serie de decretos que prohibían los sacrificios paganos y otros rituales, cerrando templos y aboliendo feriados paganos.
Él declaró:
Él también disolvió a las Vírgenes Vestales y los Juegos Olímpicos.
En 399 él publicó un decreto que autorizaba la destrucción de templos, anunciando que,
El incidente del retiro del Altar de la Victoria en 382 es ilustrativo de la parcialidad de la "tolerancia" aparentemente concedida a todos los súbditos del Imperio.
Los cristianos se
opusieron a la presencia del Altar de la Victoria en la Casa del
Senado romana, y el Emperador cristiano Graciano la hizo quitar. El
senador Simaco presentó una solicitud a Valentiniano II, solicitando
la restauración del Altar y haciendo una apelación a la tolerancia
religiosa, pero él fue rechazado.
En 408 su hermano y co-Emperador Honorio publicó un decreto que proclamaba que,
Nixey enfatiza que ésos no eran decretos huecos.
Los propios registros cristianos dan testimonio de eso. Marcelo, obispo de Apamea, fue descrito como,
(Él más tarde fue quemado vivo por paganos en venganza).
Un escritor cristiano se alegró de que los Emperadores,
Otro se jactó:
Se estima que en el año 312 aproximadamente entre el 7 y el 10% del Imperio romano era cristiano (entre 4 y 6 millones de una población de aproximadamente 60 millones).
Dentro de un siglo, lo inverso había llegado a suceder, y entre el 70 y el 90% del Imperio era cristiano. La mayoría de las conversiones ocurrió fruto de intimidación y fueron incitadas por la destrucción de templos y objetos sagrados.
Libanio, quien fue desterrado del Imperio en 346, comentó al final del siglo IV que los templos estaban,
Allí donde la destrucción cristiana de la herencia clásica es por lo general minimizada o pasada por alto, las historias de mártires cristianos en la Antigüedad tardía han sido inculcadas en la imaginación popular.
Los mártires fueron venerados por la Iglesia, y sus historias fueron contadas y vueltas a contar, a menudo exageradas y sacadas de contexto.
Así hay algunas persistentes ideas falsas que rodean al martirio cristiano en la Roma antigua.
Después de Nerón, la persecución imperial de cristianos no se reanudó sino hasta casi dos siglos más tarde, durante el reinado de Decio.
La persecución de éste comenzó en 250 d.C., después de que él decretó que todos los romanos tenían que realizarle sacrificios a él y a los dioses romanos. Su edicto no apuntaba a los cristianos expresamente; su intención era unificar el Imperio y asegurar la lealtad de sus súbditos.
El no adherirse al edicto era castigable con la muerte, pero a los cristianos se les dio la oportunidad para apostatar.
La persecución imperial más severa de cristianos fue la "Gran Persecución" bajo el Emperador Diocleciano, que duró entre 303 y 313.
Cientos de cristianos fueron muertos, torturados o encarcelados. Sin embargo, la mayoría de los cristianos en el Imperio fueron capaces de evitar el castigo, ya fuera mediante apostasía, soborno o huyendo del Imperio.
Los esfuerzos de
Diocleciano en general fueron ineficaces.
Esa carta (Epistula X. 96) es la primera mención registrada de cristianos por un escritor romano y proporciona mucha información acerca de cómo los cristianos eran percibidos por los romanos.
Plinio los veía como un culto molesto que debilitaba la unidad imperial y provocaba desorden. Su "persecución" de cristianos nació no del odio fanático sino del pragmatismo. Él no se opuso a ellos por razones religiosas y nunca se refiere a ellos como malvados, poseídos por demonios, etcétera.
La respuesta de Trajano a Plinio declara que los cristianos deberían ser castigados.
Pero él añade una cláusula importante:
Plinio, de esa manera, vio la ejecución como un último remedio.
Él dio a los cristianos recalcitrantes múltiples oportunidades para cumplir con la ley. Otros funcionarios romanos hicieron lo mismo. Hay un relato de una joven muchacha cristiana que voluntariamente se presentó al gobernador romano Daciano con la esperanza de ser martirizada.
Él no quiso matarla e imploró que ella obedeciera:
La glorificación del martirio significó que muchos cristianos se entusiasmaran por ser martirizados.
Cuando el gobernador de fines del siglo II Arrio Antonino ejecutó a algunos cristianos en su provincia, los cristianos locales afluyeron a él y pidieron ser muertos en una manera similar.
Eso lo llevó a comentar:
Dice algo sobre el cristianismo el que sus mayores héroes no sean aquellos que consiguieron grandes cosas sino más bien aquellos a los que se hizo sufrir.
Esto trae a la mente la descripción de Julius Évola del ascetismo cristiano como,
Eso también da testimonio del igualitarismo inherente al cristianismo...
George Bernard Shaw una vez definió el martirio como,
La naturaleza del cristianismo, negadora de la vida, también fue manifestada en la actitud cristiana hacia los pasatiempos romanos diarios.
Los cristianos repudiaban la actitud franca de los romanos hacia la sexualidad y procuraron suprimir el arte y la literatura eróticos. Ellos denunciaron las fiestas de celebración, y un decreto que prohibía "los banquetes cordiales en honor a ritos sacrílegos" fue publicado en 407.
La lucha libre fue etiquetada como "el comercio del Diablo".
Los cristianos también se quejaron contra los
baños públicos, que funcionaban como plazas de ciudad y que se
consideraba que estaban infestados de demonios. Las estatuas de
deidades romanas que estaban en baños públicos a menudo eran
destruidas.
Nixey está en lo correcto al indicar que los romanos no celebraban el libertinaje y el desenfreno abyecto, como a veces se ha supuesto.
Nixey no hace una aclaración similar en cuanto a la cuestión de la tolerancia religiosa.
Su descripción de la civilización romana como "fundamentalmente liberal" en este aspecto es engañosa. Los romanos eran tolerantes de otros en tanto que éstos hicieran ofrecimientos a los dioses romanos y al Emperador:
De ahí que las élites romanas cultas, a
pesar de que muchos eran incrédulos, todavía realizaran ofrendas a
los dioses y se adhirieran a la costumbre romana tradicional (mos
maiorum).
Los cultos importados de Egipto y Oriente fueron introducidos en Roma en el siglo I y gradualmente se convirtieron en una parte de la religión romana (aunque ellos nunca adquirieran el status de deidades romanas tradicionales).
Sin embargo, el gobierno colocó restricciones a los cultos que eran percibidos como una amenaza para la unidad imperial.
En 186 a.C., por ejemplo, el Senado prohibió las
Bacchanalia (un culto de misterio con raíces en los Misterios
Dionisíacos) a causa de que el secreto del culto podía fomentar la
conspiración y la subversión política.
Eso está muy lejos de la actitud cristiana hacia los paganos, que fue de una desquiciada hostilidad, inclinada a la erradicación total del paganismo.
Ésta es una de las diferencias esenciales entre el paganismo y el monoteísmo bíblico. En efecto, el exterminio del paganismo fue celebrado por los cristianos.
Isidoro de Pelusium declaró triunfalmente a principios del siglo V que,
En 423 Teodosio decretó que,
En el momento del
asesinato de Hipatia, en 415, el paganismo clásico estaba en sus
convulsiones de muerte.
Nixey sobredramatiza el cierre que hizo Justiniano de la Academia Neoplatónica en 529, que era en gran parte una cuestión de cortar el financiamiento público de la institución.
La Academia Neoplatónica no podía alardear de pertenecer a una "cadena dorada" que se remontaba a Platón, ya que no poseía ningún vínculo directo con la Academia de Platón original (que fue destruida cuando Sula saqueó Atenas en 86 a.C.).
El cierre de la Academia no sumergió a Europa en la Edad Oscura, como ella afirma. Los "siete últimos filósofos" en efecto huyeron de Atenas y buscaron refugio en la corte del Emperador persa Cosroes I, pero ellos volvieron a Atenas poco después.
Tras retornar ellos Justiniano les concedió residencia en el Imperio y les permitió practicar la filosofía y dar clases en privado.
La enseñanza de la filosofía en Atenas continuó durante aproximadamente cincuenta años, hasta que Atenas fue saqueada por los Eslavos en 582. [3]
Eso no quiere decir que
Justiniano fuera inocente: él prohibió el paganismo, ejecutó
paganos, y organizó quemas de libros por todas partes del Imperio.
La investigación medieval más reciente ha puesto en duda ese cliché. Los primeros siglos de la Temprana Edad Media se caracterizaron por la decadencia cultural y económica, pero la Edad Media en conjunto presenció muchos grandes logros.
Tres renacimientos culturales ocurrieron durante la Edad Media:
Esos períodos vieron un renovado interés por la filosofía, la literatura, la ciencia, etcétera, de los greco-romanos.
Por supuesto, los logros que ocurrieron durante la Edad Media no deben nada al cristianismo y todo a los europeos mismos.
Hay varios errores descuidados a través de todo el libro.
Por ejemplo,
Luego hay algunos defectos más profundos, además de aquellos ya mencionados.
Amiano Marcelino lamentó el hecho de que,
Eso hizo más fácil para el cristianismo infiltrarse en la élite.
A medida que la élite se
cristianizaba cada vez más, muchos se convirtieron al cristianismo
por un deseo de movilidad ascendente.
Pero los judíos contribuyeron tanto de manera directa como indirecta a la destrucción del mundo clásico. El odio fanático y el dogmatismo de los primeros cristianos fueron directamente heredados de sus antepasados judíos.
En Éxodo 22:20 dice:
Los judíos también se involucraron en la destrucción de estatuas paganas, templos y obras de arte.
Durante la Guerra de Kitos, por ejemplo, los rebeldes judíos conducidos por Lukuas devastaron Cirenaica, destruyendo estatuas paganas y templos así como edificios oficiales romanos y baños públicos.
Además, ellos limpiaron étnicamente la región asesinando de manera brutal a no menos de 240.000 de sus habitantes. [5]
La carnicería fue tal que Roma tuvo que restaurar la población estableciendo nuevas colonias allí. Lukuas y los judíos después le prendieron fuego a Alejandría, destruyendo templos egipcios y profanando la tumba de Pompeyo.
Ésa
fue sólo una de varias rebeliones judías contra el Imperio romano.
Compare esa intolerancia semítica con la aseveración de Celso de que,
(Celso llega a excluir a
los judíos de entre las "naciones más sabias" y describe al judaísmo
como una perversión de la sabiduría antigua).
El cristianismo apeló a los esclavos porque, al igual que el judaísmo, apreciaba todo lo que representaba lo opuesto de sus amos superiores.
Nietzsche notó ese paralelo, comentando que el cristianismo puso,
Jan Assmann ha usado el término "inversión normativa" para describir el proceso por el cual los elementos del judaísmo evolucionaron como una rebelión consciente contra la religión egipcia. [8]
Dicho término podría ser
fácilmente aplicado al cristianismo también.
Sin embargo, uno no puede entender verdaderamente al cristianismo - y por lo tanto el núcleo que está sepultado bajo el magnífico edificio de la Iglesia Católica - sin estudiar su historia y sus tempranas escrituras.
Ninguna cantidad de
influencia pagana puede suprimir totalmente el veneno que está en el
centro del cristianismo, el cual existe fundamentalmente en guerra
contra el paganismo indoeuropeo así como contra Europa misma.
Los errores dispersos por todas partes son desafortunados, y uno espera que un día otro escritor anglófono venga y escriba un mejor trabajo popular sobre el tema.
Pero mientras tanto, este libro proporciona un sólido contrapeso a difundidas ideas falsas sobre la historia del cristianismo temprano.
Demuele hábilmente los mitos que sostienen,
Ninguno de los defectos del libro es tan grave como para disminuir la verdad de su tesis.
Sirve como un poderoso recordatorio de la amenaza que el monoteísmo bíblico ha representado y sigue representando para la civilización europea.
Referencias
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