por Patrick Bond
traducción de Alicia Porrini y Alberto Villarreal
para
REDES-Amigos de
la Tierra Uruguay
29-Junio-2008
del Sitio Web
MonthlyReview
Patrick Bond dirige el Centro para la Sociedad Civil (Centre for
Civil Society) en la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban,
Sudáfrica (www.ukzn.ac.za/ccs), para ponerse en contacto, escribir a
bondp@ukzn.ac.za
Este artículo fue publicado por primera vez en MRZine, un boletín
mensual electrónico, en 'Monthly
Review.'
Fuente: 'Enfoque Sobre Comercio', publicado por
'Focus on the Global
South', que proporciona noticias y análisis sobre las tendencias
regionales y mundiales de la economía y el comercio, la economía
política de la globalización y las luchas populares de resistencia y
alternativas al capitalismo mundial.
'Focus on the Global South' es un
programa autónomo de investigación y acción sobre políticas,
asociado al Instituto de Investigación Social (CUSRI) de la
Universidad de Chulalongkorn, con sede en Bangkok, Tailandia. |
El Wall Street Journal confirmó en marzo de 2007 que el comercio de
emisiones,
"dejará ganancias a algunas empresas muy grandes, pero no
crean ni por un minuto que esta charada será de alguna utilidad para
resolver el calentamiento global".
El documento se refiere al
comercio de carbono como una "búsqueda de ganancias al viejo estilo... ganar
dinero haciendo trampa al proceso de regulación".
En medio de su bienvenida crítica a la manía de los biocombustibles,
publicado en ZNEt, Vandana Shiva incluye el siguiente punto:
"El
protocolo de Kioto evitó por completo el desafío material de detener
las actividades que conducen a un aumento de las emisiones, y el
desafío político de regular a los contaminadores y hacer que éstos
paguen, de acuerdo con los principios adoptados en la Cumbre de la
Tierra en Río. Por el contrario, Kioto optó por poner en marcha el
mecanismo del comercio de emisiones, que en realidad recompensa a
los contaminadores, asignándoles derechos a la atmósfera y a
comerciar estos derechos a contaminar".
Por cierto, en 1997 en Kioto,
Al Gore logró engañar a los
negociadores, llevándolos a adoptar el comercio de carbono como la
estrategia central del clima, a cambio del apoyo de Washington –que
nunca se materializó.
De igual manera, en diciembre de 2007, la Conferencia de las Partes
en Bali permitió que el debate de "todos contra Estados Unidos"
ocultara problemas mucho más perdurables. Incluso muchos
ambientalistas y ciudadanos bien intencionados piensan que construir
a partir de los postulados de Kioto es la estrategia correcta para
las negociaciones pos-Bali.
Entre éstos está la red de ONG conocida como Climate Action Network
y los grupos ambientalistas financiados por las empresas, como
Los senadores estadounidenses Sanders,
Kerry, Liebeman, McCain, Leahy, Feinstein, Bingaman, Snow, Specter,
Alexander y Carper propusieron leyes en 2007 para concretar el
comercio de emisiones.
"Resolver un problema de mercado (la contaminación) con una solución
de mercado" sigue siendo un precepto para algunos verdes 'light', a
pesar de un año plagado de informes escandalosos, tanto de
investigadores como de la prensa.
Hace un año, Peter Aherton, del Citigroup confesó en una
presentación en Power-Point que el Sistema de Comercio de Emisiones
de la Unión Europea (ETS por sus siglas en inglés),
"no hizo nada
para detener las emisiones" y actuó como un "impuesto fuertemente
regresivo, gravando fundamentalmente a los pobres".
Respecto del
cumplimiento de las metas de la política, admitió que,
"los precios
subieron, las emisiones subieron, las ganancias subieron… así que
no, realmente no. ¿Quién gana y quién pierde? Todas las empresas de
generación – ganaron. Las empresas generadoras de energía en base a
carbón mineral y energía nuclear - las que ganaron más. Los fondos de
inversión de alto riesgo (hedge funds) y los que comercian con la
energía - ganaron aún más. Los que perdieron... ejem... ¡los
consumidores!".
El Wall Street Journal confirmó en marzo de 2007 que el comercio de
emisiones,
"dejará ganancias a algunas empresas muy grandes, pero no
crean ni por un minuto que esta charada será de alguna utilidad para
resolver el calentamiento global".
El documento se refiere al
comercio de carbono como una "búsqueda de ganancias al viejo estilo...ganar
dinero haciendo trampa al proceso de regulación".
Hablando en el noticiero del Canal Cuatro de la BBC en marzo de
2007, el Comisionado Europeo de Energía daba su veredicto sobre el
ETS (Emission Trading Scheme): "un fracaso".
Yvo de Boer, el flemático jefe del
Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) de
Naciones
Unidas, advirtió sobre "la posibilidad de que el mercado también
pueda colapsar". En abril de 2006, el precio del carbono en el
mercado europeo cayó a la mitad de la noche a la mañana debido a la
mala gestión de las autoridades del ETS.
Pero no solamente en Europa. Según una investigación del comercio de
carbono (a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL) en el
Tercer Mundo, realizada por la revista Newsweek en marzo de 2007,
éste,
"no está funcionando...[y representa] un camino groseramente
ineficiente de reducción de las emisiones en el mundo en desarrollo".
La revista califica a este comercio como un fraudulento 'juego de
las tapitas' que ha transferido,
"US$3 mil millones a algunos de los
peores contaminadores de carbono en el mundo en desarrollo".
Después de una exhaustiva serie de artículos sobre los problemas
asociados al comercio y las compensaciones de carbono, el Financial
Times concluye que no es más que una "cortina de humo" de carbono.
En junio, el diario The Guardian tituló su investigación con el
mismo tono de burla:
"La verdad sobre Kioto –ganancias enormes, y un
poquito de carbono ahorrado… Abuso e incompetencia en la lucha
contra el calentamiento global... La verdad inconveniente sobre la
industria de las compensaciones de carbono".
Entre tanto, el profesionalismo y la sensatez de los grandes grupos
verdes - o simplemente su amiguismo (ya que personal clave de la CAN
trabaja ahora en la industria) - los ha vuelto absolutamente inútiles
como observadores vigilantes del comercio de carbono.
Entonces, ¿a quién recurrir?
La Conferencia de Bali registró la creación de un movimiento
alternativo en construcción por fuera de aquellos:
-
la red por 'Justicia
Climática Ya' compuesta por Carbon Trade Watch (un proyecto del
Transnational Institute)
-
el Center for Environmental Concerns;
Focus on the Global South
-
la Freedom from Debt Coalition, de
Filipinas
-
Amigos de la Tierra Internacional
-
Women for Climate
Justice (Mujeres por la Justicia Climática)
-
la Coalición Mundial de
Bosques (Global Forest Coalition)
-
el Global Justice Ecology
Project
-
el International Forum on Globalization (Foro Internacional
sobre la Globalización)
-
la Kalikasan-Peoples Network for the
Environment
-
Vía Campesina
-
el Grupo de Durban por la Justicia
Climática (Durban Group for Climate Justice)
-
Oilwatch
-
la Alianza
Ambiental de los Pueblos Indígenas del Pacífico (Pacific Indigenous
Peoples Environment Coalition)
-
Sustainable Energy and Economy
Network (del Institute for Policy Studies)
-
la Red Ambiental
Indígena (Indigenous Environmental Network)
-
la Red del Tercer Mundo
-
el Foro sobre Justicia Climática de las Organizaciónes de la
Sociedad Civil de Indonesia
-
el Movimiento Mundial por los Bosques
Tropicales
Esta alianza criticó el comercio de carbono e hizo un llamamiento a
buscar soluciones genuinas:
-
"reducción del consumo;
-
transferencias
financieras masivas del Norte al Sur basadas en la responsabilidad
histórica y la deuda ecológica, destinadas a la adaptación y costos
de mitigación solventados mediante un reorientación del presupuesto
militar, la aplicación de impuestos innovadores y la cancelación de
la deuda;
-
dejar los combustibles fósiles en el subsuelo e invertir
en fuentes de energía eficientes, seguras y limpias, y en energía
renovables gestionadas por la comunidad;
-
conservación de recursos con
arreglo a los derechos, de forma de hacer valer los derechos
a la tierra de los pueblos indígenas y la soberanía de los
pueblos sobre la energía, los bosques, la tierra y el agua,
y a través de la
agricultura familiar sustentable y la soberanía alimentaria de los
pueblos".
En octubre de 2004 se fundó el Grupo de Durban (Durban Group) con el
objetivo de abordar los problemas del comercio de carbono,
advirtiendo sobre todos los peligros mencionados, en particular, la
puntualización de Shiva de que la transferencia del derecho a
contaminar constituye un regalo de billones de dólares para quienes
son responsables del grueso de los problemas del clima.
Pero los personajes del establishment seguirán confundiendo las
cosas.
En la reunión de Bali, uno de los líderes claves del Tercer
Mundo fue el ministro de Medio Ambiente de Sudáfrica Marthinus van
Schallwyk –sucesor de FW de Klerk como líder del Partido Nacional,
después de haber servido en la policía del appartheid como espía de
sus compañeros estudiantes (posteriormente fundió al Partido
Nacional en el Congreso Nacional Africano, el partido gobernante, y
fue recompensado con un ministerio de poca monta).
Su estrategia
para atraer a Estados Unidos al redil implicó pagar el precio de
eliminar de la declaración oficial cualquier meta de emisiones y
mecanismo de rendición de cuentas y reforzar el comercio de carbono.
El liderazgo de Van Schalkwyk es un ejercicio de travestismo, ya que
no dijo nada sobre los US$20 mil millones que su propio país destina
a nuevas inversiones - en parte privatizadas a través de AES, una
multinacional estadounidense - en generación eléctrica barata
alimentada a carbón, para beneficio de las grandes empresas; él
apoya la expansión de la energía atómica.
Sudáfrica ya tiene una
producción de emisiones por persona por unidad de PBI veinte veces
mayor que la de Estados Unidos, y la política oficial de comercio de
carbono de Schalkwyk argumenta que se trata básicamente de una "oportunidad
comercial".
Esto es así solamente si no existe resistencia; en Durban, Sajida
Khan luchó contra el comercio de carbono antes de morir de cáncer,
enfermedad que le causó un relleno sanitario vecino a su casa
durante la era del apartheid – la experiencia piloto para la
extracción de metano, financiada por el Mecanismo de Desarrollo
Limpio en Sudáfrica.
En contraposición al comercio de carbono, lo que está reverberando
en el seno de los movimientos de base, entre los mineros y en las
luchas de resistencia en muchas partes del mundo, es una estrategia
y una demanda muy diferente de los activistas de la sociedad civil:
¡dejen el petróleo en el subsuelo, y los recursos en la tierra!
Este llamado lo hizo por primera vez el grupo OilWatch (cuya sede se
encontraba entonces en Quito, Ecuador) en 1997, como estrategia para
el clima en Kioto. Las/os heroicas/os activistas de Acción Ecológica
participaron en la lucha para detener la explotación petrolera en
parte del Parque Nacional Yasuni.
Esto llevó al Presidente Rafael
Correa a declarar a mediados de 2007 que el Norte debía pagarle a
Ecuador cerca de US$5 mil millones como indemnización por su
compromiso a renunciar de manera permanente a la explotación del
Yasuni (aunque existe preocupación entre los pueblos indígenas sobre
la extracción de petróleo en zonas aledañas, especialmente de manos
de la voraz empresa brasileña Petrobras).
Hace un año, en el Foro Social Mundial en Nairobi, fueron muchos
grupos más los que entendieron la importancia de este movimiento,
gracias a la elocuencia de los activistas del Delta del Níger, como
los de la ONG de Port Harcourt Environmental Rights Action
(ERA)-Amigos de la Tierra Nigeria. Por ejemplo, mujeres activistas
de la comunidad cortaron sistemáticamente la producción en los
campos petrolíferos con sentadas en las que se desvistieron,
mostrando así su total falta de respeto por las multinacionales del
petróleo.
En mi propio vecindario, que incluye dos de las refinerías más
grandes del África, la South Durban Community and Environmental
Alliance se ha movilizado contra los crímenes ambientales de las
empresas y el municipio, entre los que se cuentan tres grandes
explosiones e incendios desde septiembre y la matanza generalizada
de peces en Navidad, provocada por un vertido tóxico en el puerto de
Durban, el más movido del África.
Pero el legado de la resistencia contra los abusos asociados a los
combustibles fósiles se remonta mucho más atrás en el tiempo, e
incluye a los ambientalistas de Alaska y California que lograron
detener las perforaciones e incluso la exploración.
En Noruega, el
grupo por la justicia mundial ATTAC se preocupó por estos mismos
problemas en una conferencia celebrada el pasado mes de octubre, y
comenzó a realizar un arduo trabajo para persuadir a los
administradores del poderoso Fondo Petrolero Noruego para que
destinen los vastos ingresos obtenidos de la explotación de su
patrimonio del Mar del Norte para pagarle a los ecuatorianos parte
de la deuda ecológica que se les debe.
El analista del clima más elocuente en el Norte quizás sea George Monbiot, y resultó revelador que en vez de ir a Bali, se haya
quedado en su casa en Gran Bretaña provocando algún revuelo con su
columna en The Guardian:
"Señoras y señores, ¡tengo la respuesta! ¡Por increíble que parezca,
me he topado por casualidad con la única tecnología que nos salvará
del cambio climático desenfrenado! Desde el fondo de mi bondadoso
corazón la ofrezco gratuitamente. Sin patente, sin letra chica, sin
cláusulas escondidas. Esta tecnología –una nueva forma radical de
capturar y almacenar carbono—ya está causando revuelo entre los
científicos. Es barata, es eficiente, y se puede aplicar de
inmediato. Se llama...dejar los combustibles fósiles en el subsuelo."
"En un día aciago de la semana pasada, mientras los gobiernos se
reunían en Bali para prevaricar sobre el cambio climático, un grupo
de nosotros intentó poner está política en práctica. Nos
introdujimos en una mina de carbón a cielo abierto que estaba siendo
excavada en Ffos-y-fran en el Sur de Gales y ocupamos las
excavadoras, clausurando los trabajos por ese día. Nos motivaba un
hecho que se les ha pasado por alto a las sabias cabezas en Bali: si
se los extrae, los combustibles fósiles serán utilizados".
Canadá es otro de los sitios del Norte donde los activistas trabajan
para dejar el petróleo en el subsuelo.
En una conferencia de
Edmonton el pasado mes de noviembre, el Instituto Parkland de la
Universidad de Alberta y sus aliados argumentaron a favor de no
continuar con emprendimientos en zonas de depósitos de arena
bituminosa (donde es necesario quemar un litro de combustible por
cada tres que se extraen, y que provocan la devastación del agua, la
pesca y la calidad del aire a nivel local).
El director del Instituto, Gordon Laxer, expuso argumentos sólidos
para establecer límites excepcionalmente estrictos al,
-
uso del agua y
a las emisiones de gases de efecto invernadero en la extracción en
arenas bituminosas
-
planes de recuperación de tierras y depósitos
financieros realistas
-
que no se subsidie más la producción de
energía sucia
-
disposiciones para la seguridad energética de los
canadienses (ya que gran parte de la extracción en arenas
bituminosas se exporta a Estados Unidos)
-
el cobro de tasas mucho
mayores a la energía sucia para financiar la industria de la energía
limpia (Alberta tiene actualmente una tasa de concesión muy baja)
He mencionado con entusiasmo este reclamo en muchos lugares en los
últimos dos años, comentando los méritos morales, políticos,
económicos y ecológicos de dejar el petróleo en el subsuelo.
Lamentablemente, además de confesar mi más profundo pesar por el
excesivo combustible que emplearon los aviones que me llevaron en
esta cruzada, debo informar que el único sitio donde el mensaje cayó
como un balde de agua fría fue entre los queridos compañeros de la petro-socialista Venezuela.
No importa, son muchísimos los ejemplos en los que las comunidades y
los ambientalistas armados de valor, han logrado con sus campañas
mantener los recursos no renovables (no solamente los combustibles
fósiles) en el subsuelo y la tierra, para el beneficio del
medioambiente y la estabilidad de la comunidad, desincentivando la
corrupción política y favoreciendo la salud y la seguridad de los
trabajadores.
Los casos de mayor interés aquí en Sudáfrica actualmente, son el de
los grandes campos de platino de la Provincia de Limpopo y el del
titanio y otros minerales de las dunas de la Costa Salvaje (donde,
irónicamente, se filmó la película Blood Diamond - Diamantes de
Sangre).
Las comunidades curtidas en la lucha oponen resistencia
contra las empresas multinacionales, pero necesitan la presencia de
una solidaridad vigorosa, ya que la extracción de estos recursos es
sumamente costosa en términos del uso de la tierra local, el
desplazamiento de campesinos, la extracción de agua, el consumo de
energía, y la corrupción política, y demanda constante vigilancia y
solidaridad comunitaria.
La sensibilización que están generando los activistas locales con
estas campañas nos hace a todos más conscientes de lo negativas que
son las estrategias espurias como el comercio de carbono, en
contraste con un proyecto genuino para cambiar al mundo.
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