Noviembre 19, 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Debes abandonar el rebaño.
Es urgente.
Y es lo mejor para todos.
No, no estamos hablando de echarte a la montaña y alejarte de la
civilización ni de convertirte en un personaje inadaptado y
antisocial incapaz de relacionarse con el resto de la sociedad.
Alejarte del rebaño es un arduo trabajo psicológico, que implica la
recuperación del propio poder y criterio por encima de la opinión
del resto del mundo.
Un acto de extrema responsabilidad y generosidad, rayando en el
heroísmo, pues no te reportará beneficios sociales, reconocimiento,
ni recompensas materiales.
No se trata pues de un acto de rebeldía adolescente, ni de una
pataleta inconformista sin consecuencias.
Es mucho más profundo:
se trata de dar un salto evolutivo como
individuo que favorece el salto evolutivo de toda la
especie humana.
Un ejercicio enriquecedor pero ingrato, muchas veces
solitario y doloroso, pero que todos debemos emprender sin más
dilación. Y es que paradójicamente, abandonar el rebaño es la mejor
manera de salvar al propio rebaño de sí mismo.
No te quepa ninguna duda de ello.
TENEMOS UN PROBLEMA Y NADIE
QUIERE VERLO
La humanidad, como colectivo, tiene un problema que no quiere
afrontar.
Ese problema se puede ver reflejado, no sólo en nuestro entorno
diario, sino en diversos experimentos psicológicos altamente
significativos.
Hablamos de uno de estos experimentos en el artículo titulado:
¿QUIERES
SABER POR QUÉ LA GENTE SE COMPORTA COMO UN REBAÑO? EL EXPERIMENTO
SOLOMON ASCH.
Solomon Asch
En la década de 1950, el psicólogo polaco
Solomon Asch, realizó un
estudio sobre los individuos y la conformidad con las normas del
grupo. Los participantes en el experimento se inscribieron para
participar en un experimento de psicología en el que se les pedía
que completaran un test de visión.
Pero básicamente, se trataba de un engaño.
Lo que Asch pretendía poner a prueba era hasta qué punto un
individuo era capaz de resistir la presión de la mayoría para que
aceptara como verdadero, algo que era obviamente falso.
En resumidas cuentas, el experimento consistía en una serie de
pruebas visuales de fácil resolución, en las que se debía determinar
la longitud de unos segmentos.
La solución a los problemas siempre era obvia y la posibilidad de
error era prácticamente nula.
Sin embargo, las personas sometidas a este experimento estaban
rodeadas por otras personas, que ellos creían que eran participantes
en el experimento como ellos, pero que en realidad, actuaban
compinchados a las órdenes del psicólogo, conformando un grupo que
actuaba al unísono.
La función de las personas de este grupo era ofrecer respuestas
equivocadas regularmente, para ver si el participante, al ser
preguntado sobre la solución al problema, decidía concordar con la
opinión mayoritaria a pesar de que ésta fuera obviamente errónea.
El resultado fue que, al menos una de cada 3 veces, los
participantes concordaban con la opinión de la mayoría, aún sabiendo
que daban una respuesta equivocada.
Esto puede parecer algo anecdótico e irrelevante, pero no lo es de
ninguna manera.
Lo que refleja este experimento es que hay gran cantidad de
individuos adultos capaces de aceptar algo obviamente erróneo,
simplemente porque lo dice la mayoría, renunciando a su propia
opinión sin tan solo haber recibido ningún tipo de presión ni
coacción por parte del grupo.
Es decir, los humanos tendemos a supeditar nuestra capacidad
personal de raciocinio, la más desarrollada de entre todas las
especies animales sobre este planeta, a la opinión errónea de una
mayoría, sin ninguna razón, ni beneficio aparente.
Entonces,
-
¿Para qué necesitamos disponer de un cerebro
tan grande, complejo y desarrollado si no lo vamos a
utilizar adecuadamente a la hora de tomar decisiones?
-
¿Por qué razón la naturaleza ha empleado
tanta energía a nivel evolutivo si a la hora de la verdad no
vamos a hacer caso de los dictados de nuestros eficientes
instrumentos biológicos?
Es un fenómeno que casi se podría calificar de anti-natural.
Un ejemplo extremadamente grave de lo que nos está sucediendo como
especie.
Y si alguien cree que esta es una afirmación exagerada, hay otro
experimento que lo corrobora y que aún resulta más inquietante que
el de Asch.
Hablamos de él en el artículo titulado:
UN INCREÍBLE ESTUDIO PSICOLÓGICO SOBRE SIMIOS
Y HUMANOS QUE HABLA MUY MAL DE NUESTRA ESPECIE.
En el estudio, los investigadores descubrieron que los niños de tan
sólo 2 años de edad tendían a aceptar e imitar las decisiones de los
compañeros que les rodeaban por encima de los propios juicios o el
propio instinto, aún sabiendo que las decisiones de los demás eran
erróneas. Algo parecido a lo expuesto en el experimento de Solomon
Asch.
Lo sangrante de este estudio es que se realizaba una comparación
entre la actitud de los seres humanos y la de un grupo de chimpancés
y orangutanes.
Y el estudio demostró que, los chimpancés y orangutanes, cuando
sabían que tomaban la decisión correcta y que el resto del grupo
tomaba una decisión errónea, mantenían su propio criterio individual
por encima de la decisión mayoritaria.
Y esto nos arroja de cabeza a hacernos una pregunta desgarradora:
¿Cómo puede ser que un chimpancé o un orangután,
tenga más personalidad que un ser humano?
Los expertos y en concreto el director del experimento,
Daniel Haun, concluyeron que:
"La conformidad es una característica muy básica
de la sociabilidad humana que se muestra desde edades muy
tempranas".
Algo que según el científico:
"Sirve para conservar los grupos, ayuda a que los
grupos se coordinen y estabiliza la diversidad cultural, una de
las características distintivas de la especie humana".
De acuerdo, quizás tenga razón y la conformidad con
el grupo sea un instrumento social.
Pero sin embargo, los chimpancés o los orangutanes
también son capaces de configurar grupos sociales estructurados,
organizados y coordinados. Y como ellos, otros mamíferos y especies
animales.
Mucha gente argumentará que los niveles de organización social de
estos animales no es tan compleja o elaborada como la de los
humanos; pero probablemente se deba a que su intelecto no se lo
permite o a que sus circunstancias no lo exigen.
Por lo tanto, en lo referente a nuestra negación del criterio
individual estamos ante un fenómeno, a nivel de especie, que se
puede calificar de inquietante si nos comparamos con nuestros
parientes más cercanos.
No deja de ser extraño que seres dotados de un intelecto superior
tiendan a renunciar a su uso en favor de una mayoría, aun cuando
ello contribuya a tomar decisiones erróneas que perjudican, tanto al
individuo que renuncia al propio criterio correcto, como al grupo
que sigue un criterio erróneo.
En estos casos, la conformidad solo conduce al error de toda la
comunidad al completo, algo que, por más vueltas que le damos, no
tiene ninguna lógica pues es un desperdicio de recursos
intelectuales y un mecanismo ineficiente y anti-evolutivo.
Y eso nos hace pensar que quizás es el reflejo de un problema y no
de una característica como especie.
Como venimos denunciando en otros artículos, el Sistema, esa
compleja estructura psíquica creada por nosotros mismos pero que
nos está dominando a todos, tiende a uniformarnos y a eliminar toda
representación de individualidad y personalidad propia diferenciada.
Y estos experimentos podrían ser un reflejo de ello; algo que nos
indicaría que el nivel de afectación de este problema es mucho más
grave de lo que mucha gente quiere creer, porque nos estaría
afectando ya a nivel biológico y evolutivo.
De ser así, podríamos concluir que ese "ente" llamado Sistema nos
impide ser lo que podríamos llegar a ser como seres humanos.
Un problema que requeriría de una solución inmediata.
UNA FUENTE CONSTANTE DE
PROBLEMAS
Esta tendencia ciega a la conformidad con el grupo, actuando por
encima de la propia capacidad de raciocinio individual, es la fuente
principal de la que emanan las desgracias de la humanidad.
Mediante este mecanismo perverso se puede explicar el por qué de la
pervivencia de todas esas creencias religiosas, supersticiones,
mitos absurdos, fanatismos, tradiciones salvajes e ideologías sin
sentido que tanto daño nos han hecho a lo largo de la historia.
Solo es necesario que en un punto del tiempo alguien plante la
semilla de un mito, por disparatado que sea y si esa
idea es capaz de arraigar en un número suficiente de personas,
mediante las mecánicas de conformidad con el grupo, esa creencia
será capaz de perdurar en la mente de los individuos durante siglos,
transmitiéndose generación tras generación, como si fuera un ser con
vida propia que trata de perpetuarse.
La mayoría de conceptos que configuran nuestro paquete de creencias
está fundamentado en mentiras que han terminado por ser consideradas
verdades intocables por simple presión grupal.
No es necesario especificar ejemplos concretos, porque estamos
rodeados de ellos.
Todo el mundo es capaz de hallar por sí mismo un cúmulo de tonterías
en las que creemos todos, simplemente porque la sociedad, el grupo,
la mayoría, la masa, nos dice que debemos hacerlo, aunque nuestra
propia razón nos dicte todo lo contrario.
Es algo que debería avergonzarnos como especie e incluso como seres
vivos, porque no tiene ninguna base lógica y es incluso ridículo.
Y no, no tiene nada que ver con nuestra evolución cultural
como especie, ni es el pilar fundamental en el que se sustenta la
civilización humana.
Esto no tiene nada de natural.
Que los Rapanui, lo habitantes de
la Isla de Pascua acabaran
extinguiéndose por haber talado todos los árboles de la isla
dominados por creencias absurdas no es un ejemplo de "evolución
cultural", es un ejemplo claro y diáfano de estupidez grupal,
de esclavitud ciega a nuestras propias creaciones abstractas.
Es un caso de subyugación extrema al Sistema, que en ese caso
concreto llevó a la destrucción de esa comunidad y del propio
ecosistema de la isla.
El caso de la cultura Rapanui es el reflejo de un problema psíquico
a nivel global y un ejemplo en pequeño de lo que puede sucedernos a
todos en conjunto si no le ponemos solución urgentemente.
Si realmente queremos cambiar las cosas, como individuos debemos
combatir esta tendencia a la conformidad grupal.
Es uno de los primeros pasos para terminar con el Sistema que nos
esclaviza como especie y es algo que solo puede hacerse a nivel
individual, sin crear doctrinas, creencias estructuradas, grupos o
etiquetas que puedan conformar un nuevo cuerpo abstracto susceptible
de convertirse en nueva corriente grupal o mayoritaria.
Entonces no estaríamos combatiendo al monstruo: solo cambiaríamos
parte de su nomenclatura.
SALIR DEL REBAÑO
Y es que lo más paradójico del caso es que para salvar al rebaño de
su caída al abismo, lo mejor que podemos hacer es salirnos del
rebaño.
Pero ¿qué significa 'salirse del rebaño'?
Como indicábamos al principio del artículo, salir del rebaño
no significa abandonar el mundo y aislarse de la sociedad.
En realidad se trata de demostrar la propia independencia individual
a los demás y exhibirla si es necesario.
Y no, no estamos hablando de llevar peinados raros o ropajes
chillones, ni de salir a la calle a hacer excentricidades.
Básicamente consiste en empezar a ver la realidad tal y como es,
despojándonos de esas ficciones abstractas que inundan nuestra mente
y que distorsionan nuestra visión del mundo a través de una realidad
"aumentada" que solo existe en nuestra psique.
Un largo y duro proceso que necesita de una serie de pasos:
-
El primer paso, obviamente, es negarnos a
obedecer nuestros impulsos de conformidad con el grupo.
En lugar de dejarnos arrastrar por la corriente mayoritaria
y sus absurdas modas y creencias sin sentido, debemos darnos
un tiempo para escuchar nuestra propia voz y pensar por
nosotros mismos, algo que debemos hacer no solo a nivel
racional, sino también a nivel intuitivo… un proceso largo y
tortuoso que cada uno emprende como puede y que empieza a
culminar cuando ya no nos vemos a nosotros mismos como
miembros de un grupo, comunidad o corriente de pensamiento.
Cuando detestamos ser clasificados con un
número o un código o cuando somos incapaces de aplicarnos a
nosotros mismos una etiqueta que nos clasifique de tal o
cual manera.
Cuando nos sintamos así, significará que hemos dado un paso
importante.
Llegados a este punto, empezaremos a ser conscientes de
nuestra individualidad y podremos empezar a enfrentarnos a
uno de los pasos más difíciles: dejar de ver a "los miembros
del rebaño" como a simples borregos.
-
Ese es el segundo paso y es extremadamente
difícil.
Consiste en dejar de ver a los demás como miembros de un
grupo, una corriente, una comunidad o una raza. Dejar de
aplicar sobre cada individuo una categoría o una etiqueta y
empezar a considerarlo como una pieza única e irrepetible.
Y eso es algo complicado de conseguir, porque realmente hay
muchas personas que no parecen individuos y que ni tan solo
hacen el mínimo esfuerzo por considerarse a si mismos como
tales.
Son gente que, dominada por el Sistema,
intentan disolverse a sí mismos en la masa informe y que son
capaces de luchar a muerte contra cualquier individuo libre
que les recuerde lo que son en realidad: piezas únicas.
Luchar contra la uniformidad que algunas personas tratan de
alcanzar y contra la visión de esa uniformidad que nosotros
mismos percibimos en ellos, representa una lucha titánica
que requiere de los mejores sentimientos disponibles.
Algo muy fácil de decir y muy difícil de conseguir.
-
El tercer paso, es quizás el más peligroso e
ingrato.
Consiste en demostrarle al rebaño que somos independientes y
enfrentarnos a las reacciones airadas del grupo con todas
las consecuencias.
Llegados aquí, debemos saber que el Sistema nos atacará por
tierra, mar y aire.
Nos chillará a través de las bocas de nuestros amigos y
parejas, nos castigará con miradas de desprecio a través de
los ojos de las personas que nos rodean o tratará de
derrumbar nuestra moral a través de sus risitas burlonas o
de sus comentarios hirientes.
Ese mismo monstruo, instalado en millones de mentes,
utilizará todos sus resortes mecánicos para atacarnos,
sabedor del peligro que representamos para él, utilizando
todos los ojos, lenguas y manos de los que dispone.
Veremos entonces como las personas se transforman en
anticuerpos al servicio de este macroorganismo psíquico y
nuestra "supervivencia" como individuos dependerá en gran
medida de nuestra capacidad de ocultación y adaptación a las
circunstancias.
Lo más difícil alcanzado este estado es no odiar ni despreciar a las
personas que nos atacan y ser capaz de comprender que están siendo
utilizados por el software instalado en sus mentes, de la misma
manera que lo es cualquier soldado fanatizado que lucha a muerte por
una ideología, una religión o una patria.
Pero que nadie se engañe:
no odiar ni menospreciar a los que nos ataquen,
no significa que al recibir un golpe debamos poner sumisamente
la otra mejilla.
Todo lo contrario.
Y lo repetimos de nuevo: TODO LO CONTRARIO.
NO SE OFRECERÁ RECOMPENSA
Y llegados aquí, si estamos dispuestos a realizar este esfuerzo de
desprogramación personal y de lucha por ayudar a los demás a
liberarse de sus cadenas mentales, debemos ser completamente
sinceros con nosotros mismos y aceptar la cruda realidad, la dura
situación a la que vamos a enfrentarnos.
Y es que nadie nos ha otorgado esta misión:
somos nosotros mismos los que decidimos
emprenderla con todas las consecuencias.
Eso significa que en esta lucha no formaremos parte
de ninguna organización, de ninguna conspiración divina, ni seremos
enviados de ningún Dios que nos proteja con su aliento
celestial o con una cúpula invisible.
No se hará justicia por nuestros actos, ni por
nuestro sacrificio.
No habrá medallas, honores, ni reconocimiento, ni golpecitos de
aprobación en la espalda.
Ni tan solo una sonrisa cómplice o un atisbo de comprensión o
solidaridad de los demás.
No bajarán ángeles tocando sus trompetas ni se levantarán
escaleras de plata que nos conduzcan al paraíso al final de
nuestros días.
No esperemos un juicio final donde se nos premie por nuestros
esfuerzos.
Aquí no habrá mas juez supremo que nuestra propia conciencia,
ni más premio que la satisfacción personal del sacrificio anónimo
por el bien común. Demostraciones, todas ellas, del máximo poder que
un individuo puede ejercer sobre sí mismo.
Tú decides si quieres hacerlo o no y tú estableces tu nivel de
compromiso con tu causa.
Los más afortunados y capacitados sabrán cambiar las cosas formando
parte del mundo y utilizando los resortes del propio Sistema en la
medida de lo posible.
Otros quizás más atrevidos, no puedan, no sepan o no quieran
emprender este duro camino sin recibir las embestidas más duras y
acabar, en cierta medida, solos y aislados.
Quién sabe: puede que algunos incluso se sientan solos estando
rodeados de multitud de sonrientes amigos y familiares que
nada entienden, ni nada quieren comprender.
Y ahora que sabes que para salvar al rebaño deberás salir de él y
abandonar su calidez… Ahora que sabes que no recibirás recompensa ni
te espera un paraíso por tu sacrificio…
¿Aún quieres emprender la lucha?
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