por Libre Pensadora
04 Febrero 2016
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Versión en italiano
Hace unos pocos días nos enterábamos de que un niño madrileño de 11
años, víctima
de bullying, había decidido
quitarse la vida ya que no quería volver al colegio, tal y como
afirmó en una carta que dejó a su familia antes de morir.
La noticia se extendió como la pólvora por los medios de
comunicación.
Presentadores de televisión anunciaban
el suceso con cara compungida, expertos en psicología infantil
hacían su aparición en programas para hablar sobre el fenómeno del
acoso escolar y todo el mundo estallaba de la indignación en las
redes sociales, uniéndose al clamor popular por condenar la lacra
del bullying.
Y en este punto he de admitir que me resultó bastante curioso (por
no decir otra palabra) ver a ciertos ex-compañeros de clase
compartir esta noticia
en Facebook, con hipócritas
comentarios como "hay que acabar con el bullying", "qué
sinvergüenzas los acosadores"… los mismos que en su día se dedicaban
a hacer la vida imposible a otros estudiantes, o que le reían las
gracias al típico acosador que se pasaba el día insultando, vejando
o agrediendo a otra persona.
La realidad es que a nadie le importa en absoluto el bullying.
Sí, todos nos llevamos las manos a la
cabeza y nos rasgamos las vestiduras cuando algún chaval o chavala
se suicida por culpa del acoso escolar, pero lo cierto es que éste
se produce todos los días en todos los centros educativos y la
"solución" siempre pasa por el mismo camino:
culpar a la víctima y no al
acosador.
El clásico "la culpa es tuya por ir
provocando", vamos...
Alguien dirá que estoy exagerando, que si en la tele salen muchos
anuncios del tipo "con el acosador, tolerancia cero", que si en mi
instituto a veces expulsaban tres días al abusón de la clase,
etcétera, etcétera.
Pero la realidad es que cuando un
estudiante sufre bullying, el protocolo en la mayoría de centros es
siempre el mismo.
Si la víctima se lo calla, entonces no ocurre absolutamente nada.
Si la víctima saca valor y se lo cuenta a un profesor o a sus
padres, entonces lo que se hace es llevar a esa persona al
orientador o psicóloga del centro educativo en cuestión (como si
fuera la víctima la que tiene un trastorno psicológico).
Entonces se le diagnostica que tiene
"personalidad pasiva", o en otras palabras, se le dice que es una
persona débil, cobarde y que ese es el motivo por el cual los demás
se meten con él o con ella sin piedad.
Se le explica que en el mundo hay personas fuertes y personas
débiles, utilizando un discurso darwinista que distorsiona
fuertemente la realidad (ahora va a resultar que el señor
Rockefeller tiene más poder que
todos nosotros porque es evolutivamente superior, claro que
sí).
Y entonces se le dan a la víctima una
serie de vagos y ambiguos consejos para que mejore su "asertividad",
con el supuesto fin de conseguir que ella se sitúe un poquito más
del lado de los fuertes y menos del lado de los débiles.
Acto seguido, se le dice a la víctima que "tiene que integrarse
más", que evite quedarse sola y vaya con gente de la clase aunque
tenga que soportar malos comentarios y miradas de asco, que adopte
los mismos valores, actitudes y comportamientos que el resto del
grupo para que éste le acepte…
Y esto, por desgracia, muchas veces se
traduce en que la víctima, para "integrarse", tiene que entrar en el
juego y participar en el acoso contra otro compañero (siempre hay
más de una víctima de bullying en todas las clases).
Afortunadamente, muchas víctimas se resisten a convertirse en la
misma clase de escoria humana que sus acosadores y simplemente
soportan los años de escolarización obligatoria.
Pero todos coinciden en que no han
empezado a sentirse libres, a estar en paz consigo mismos hasta que
no han dejado la escuela.
A todas esas personas, las que sufrieron acoso y las que actualmente
lo sufren,
-
¿De qué les sirve ver spots de
30 segundos contra el bullying financiados por el Ministerio
de Educación?
-
¿De qué les sirven los falsos
comentarios de apoyo en las redes sociales?
-
¿De qué les sirven los
reportajes de "investigación" sensacionalistas en la tele?
-
¿Para qué todo este despliegue,
si después en sus centros educativos los directores y
profesores piensan que son "cosas de chavales",
"exageraciones" y deciden pasar olímpicamente del tema
vertiendo además toda la responsabilidad sobre la víctima?
-
¿Para qué tanto esfuerzo, si las
mismas emisoras que se dan golpes en el pecho luego emiten
series donde el bullying se justifica y se ensalza a los
acosadores?
Se me viene a la cabeza cierta serie
española donde un chico inteligente, homosexual y con gafas es el
blanco de los ataques de sus compañeros y se presenta como algo
"gracioso y divertido".
El acoso escolar lo pueden sufrir chicos y chicas de toda edad,
condición, nacionalidad, orientación sexual o religión.
Lo pueden sufrir,
-
los que sacan mejores notas y
también los que suspenden
-
los que tienen más carácter y
los que menos
-
las personas tímidas y sí,
psicólogos del mundo: hay gente extrovertida y sociable
que también sufre bullying
Crear un perfil o estereotipo de víctima
de bullying sólo sirve para seguir lavándonos la conciencia,
culpando a la víctima de su situación, y ocultar la verdadera
realidad:
que el bullying en el fondo es una
herramienta de control social para devolver al
rebaño a aquellas personas que, por la razón que sea,
-
no quieren o no son capaces
de renunciar a su personalidad y asimilarse al grupo al
que pertenecen
-
o bien no están por la labor
de seguir al líder tirano de la clase y besarle los pies
como hacen el resto de sus compañeros.
Esa es la razón por la que el bullying se legitima, se justifica y
como hemos dicho antes incluso se fomenta, a pesar de
las hipócritas consignas contra el acoso escolar que todos lanzan
para quedar bien y ser políticamente correctos.
Esa es la razón por la que nunca se tomarán medidas que combatan
este problema de verdad, que consistan en enfocarse hacia la persona
que produce el acoso (y también hacia sus cómplices) y no hacia
la/el que lo recibe.
Porque en el fondo el bullying es la cruel forma que tiene esta
sociedad enferma de enseñar a los más jóvenes el alto precio que
tiene ser diferente, lo que han de pagar por no
someterse a los caprichos de una autoridad impuesta.
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