Observar la investigación de la conciencia en el contexto de las tecnologías y las artes es inicialmente considerar el planeta en su totalidad e interpretar las ideas de la mente, la máquina y la cultura de manera que lleguen más allá del paradigma occidental.
El término “tecnología” significará cosas absolutamente diferentes para las culturas del desierto de Kalahari o la selva del Amazonas o para los de Silicon Valley.
Creo que comenzaré provocativamente acercándome
al tema desde el lejano límite de los estudios de
la conciencia, eso
que trata de la espiritualidad.
El servicio médico de la Universidad de Harvard aparece rápidamente con esta definición:
Pero entonces se retira con una negación para concluir:
¡Ah! ¡La comodidad de las ilusiones del materialismo!
Con este panorama, incluso la inmaterialidad del espíritu libre vuelve al cuerpo terrenal igual que este tipo desesperado de mentalidad renacida en la que el cuerpo es siempre insistente, donde la corporeidad es una virtud, y la extracorporeidad un vicio. No tengo ahora ningún deseo de discutir sobre ontología espiritual, excepto para afirmar que la espiritualidad es una condición más que un proyecto.
La conciencia es un campo más que un epifenómeno del
cerebro. Prefiero situarlo dentro de ese continuum donde nuestro
campo de ser, o mejor dicho, nuestro campo de acción, en toda su
complejidad, invita a la exploración y la contemplación sin fin.
Podemos comparar nuestra inmersión en este proceso psíquico emergente con el canon del arte interactivo, un viaje que, en ambos casos, sigue la trayectoria de cinco etapas de conectividad, inmersión, interacción, transformación y aparición. En el caso del arte esto ha dado lugar a un cambio cultural de significación paradigmática, como si estuviera empezando a ocurrir un cambio en el pensamiento occidental sobre el espíritu.
El énfasis del artista cambia del contenido al contexto, del objeto al proceso, de la representación dada del mundo, a la construcción de mundos emergentes, de la certeza a la contingencia, de la composición y de la resolución a la complejidad y al surgimiento.
En resumen:
Quisiera pediros que miréis un poco hacia el futuro.
Imaginad una tecnología de la mente que permitiera que os metieseis en una base extensa de datos del conocimiento universal, una que alcance las zonas neuronales profundas que se abra paso a través las capas de inhibición instaladas por siglos de condicionamiento cultural, de prejuicios religiosos, y de represión política.
Imaginaros la ventaja
enorme que esta tecnología otorgaría al individuo, funcionando como
poco más que un engranaje en una máquina social vasta e indiferente,
así como su potencial de humanizar, de unificar y de transformar esa
sociedad mecanizada en una red integrada pero altamente
diversificada de mentes que actuase basada en la sabiduría y la
reflexión.
Pienso que podéis ver bien que aquí es hacia donde la tecnología podría llevarnos, con implantes en el cerebro o el cuerpo, o realineaciones de nuestras redes neuronales, que transformen con eficacia la conciencia, nuestro sentido de nosotros mismos, y nuestro lugar en el universo. Imaginad también cómo los políticos, o los intereses adquiridos que ellos afronta lo podrían odiar.
Cómo cada fuerza de vigilancia y prohibición, secular y religiosa, sería aplicada para proscribirlo. Bien, de hecho no necesitas imaginar el advenimiento de esta tecnología avanzada en absoluto - ya está aquí.
Llevamos tiempo sabiendo de ella, aunque se ha tratado hasta ahora de modo secreto y hermético. La mayoría de las universidades se incomodan si el tema se discute abiertamente delante de los estudiantes. Es un prejuicio académico que extiende por todo el mundo, de hecho, la tecnología misma se ha desarrollado a través del mundo, al parecer independientemente, en muchas regiones, en el norte, el sureste y el oeste.
La tecnología no es digital, como puede esperarse, sino molecular, implicando, según algunas autoridades, la instrumentación del ADN.
Es lo que se puede llamar “tecnología de las plantas” puesto que implica la ingestión o la absorción de plantas bajo condiciones cuidadosamente estructuradas con estrictos protocolos de uso. Se conoce en este continente como yagé o ayahuasca y su tecnología, o algo así, ha formado la base de la adquisición del conocimiento en países tan dispares como Australia central, África, Siberia y el norte de Europa.
Es una de nuestras tecnologías más antiguas, y está proscrita actualmente en prácticamente todo el mundo, conforme a todas esas fuerzas de vigilancia y prohibición, secular y religiosa, a las que antes me he referido. Esta prohibición, por supuesto, proviene de una confusión de estas plantas sagradas con las sustancias usadas para la distracción y el recreo que como sabemos, a menudo destruyen la mente, o una extensión trágica de la búsqueda materialista de una felicidad engañosa.
Así que me gustaría ser claro desde el principio, quisiera hablar de una tecnología sagrada, una tecnología de la mente referida a la transcendencia y la búsqueda del conocimiento y la sabiduría.
La tecnología de las plantas es arcaica, viene del pasado.
El futuro que pedí imaginar es uno en el que esta tecnología, con su acceso a lo que llamaría una “realidad vegetal”, converge con las otras dos realidades que dan actualmente forma a nuestra experiencia, la realidad validada cada día, de la percepción del mundo de sentido común, y la realidad virtual, de la que todos los lectores de esta revista estarán al tanto de alguna manera.
Las tres RVs:
Esta convergencia de tecnologías viene acompañada, en mi opinión, por la convergencia de dos medios, los medios secos de silicio del ordenador, y los medios moleculares húmedos de la ingeniería biológica.
A estos los llamo moistmedia (medios húmedos). Me propongo explorar las implicaciones
de las tres RVs y los moistmedia en el contexto de nuestro simposio:
arte tecnológico y espiritualidad; para especular (espero de manera
no simplemente imaginaria o irresponsable) cómo esta ” gran
convergencia “puede conducir a nuevas formas de comportamiento, a
las posibilidades de la auto-creación y a la aparición de una
conciencia planetaria.
La física cuántica y la telemática ubicua juntas (entre otros modelos y métodos de nuestra era no lineal) han roto esta dicotomía. Recientemente, los artistas han empleado con mucho interés las metáforas de la ciencia y las herramientas de la tecnología avanzada para abrir nuevos campos, permitiendo que una nueva cultura de la conciencia crezca.
Llamo a esta cultura “tecnoética” y a los cambios que la acompañan en la manera en que pensamos y percibimos el mundo “cibercepción”.
Tecnoética deriva de los términos griegos techne y de noetikos (mente) que siempre se han relacionado en las sociedades ilustradas, sin importar su lugar en el tiempo histórico o el espacio geográfico.
Por otra parte, el arte ha tenido siempre una dimensión espiritual sin importar las actitudes políticas o las ideologías culturales que han influido sobre ella.
La cibercepción describe más que la amplificación prostética del pensamiento o de nuestra capacidad de ver más profundamente en la materia y más lejos en el espacio:
Aquí está la brecha sobre la que hay que tender un puente, muchas brechas, muchos puentes, no solamente entre oriente y occidente, sino también entre el norte y el sur, lo grande y lo pequeño, lo negro y lo blanco.
Claramente ésta no es simplemente una cuestión de pasar de un lado al otro.
Realmente es el colapso de los dos lados en un ambiente totalmente nuevo, en un campo fluctuante de potencialidad, en el que nuevas formas de identidad humana, de sistemas vivos, de estados espirituales, de arquitecturas, de culturas y de conectividades, puedan ser plantadas, cuidadas y nutridas.
La convergencia imponente de los
moistmedia y las tres RVs
pueden ayudar a construir este nuevo ambiente.
Es la última frontera de la investigación
en muchos campos, y probablemente sólo un acercamiento
verdaderamente interdisciplinario permitirá que cerremos la brecha
explicativa. Es dentro de la conciencia donde nuestra imaginación
está trabajando, y es en la imaginación donde primero mezclamos los
ambientes de lo real y lo virtual.
Los
sistemas de cómputo nos han llevado a una comprensión mejor de cómo,
siendo organismos vivos, nuestro diseño y construcción de nuestro
mundo podría ser un proceso emergente, reemplazando la vieja
concepción desde arriba hacia abajo por una metodología desde abajo
hacia arriba. Los sistemas telemáticos nos han permitido
distribuirnos en localizaciones múltiples, multiplicar nuestra
identidad, alcanzar distancias formidables a grandes velocidades.
Pero nos olvidamos con demasiada frecuencia, de que la conectividad debe ser verdaderamente ubicua e inclusiva para ser consistente y humana, y para mantener su ubicuidad debe ser cuidada y protegida, una regla que se aplica por supuesto no solamente a las redes y a los sistemas de comunicación telemáticos sino que se debe extender a todos los seres humanos.
Nuestra decisión colectiva de olvidar, marginar o no hacer caso a
tantas gentes y culturas del mundo, en muchos casos impidiendo
activamente su comunicación, silenciando sus voces, a menudo con
clara indiferencia, avaricia o maldad, tiene un papel muy importante
en la situación en que nos encontramos hoy en día.
Es esencial tener una sensibilidad hacia las culturas que se hallan fuera del paradigma occidental, y aquí, a pesar de la obvia referencia a las culturas islámicas (y uso el plural con énfasis solemne), a las que necesitamos claramente acercarnos y entender más íntimamente, me refiero a las culturas indígenas “exóticas”, muchas veces no tenidas en cuenta, de América del Sur, África y Australia.
Aquí hay un tipo de conocimiento que ignoramos o menospreciamos demasiado a menudo con una especie de desprecio tecno-aristocrático (que contiene quizás tanto miedo como petulancia). Y aquí, también una realidad combinada obtiene - donde las percepciones “ordinarias” - una realidad ordinaria.
Como en occidente, la tecnología aquí es instrumental para producir la condición de la Realidad Combinada: pero es Tecnología de las Plantas más que tecnología digital funcionando.
Y no caigáis en un error, las habilidades tecnológicas, las metodologías y la instrumentalidad del chamán - constituyendo lo que nosotros clasificaríamos como la farmacología, botánica, biología y psicología - constituyen una base de conocimiento ciertamente tan extensa y compleja como la utilizada en la ciencia occidental. Igual que con las herramientas avanzadas de occidente, las dos realidades de los chamanes se mezclan en el plano de la imaginación, su convergencia ofrece el potencial de nuevas maneras de ser, de percibir y de comportarse.
Mi sensación es que podemos aprender de estas culturas la manera en que incorporan tecnología de Realidad Combinada a nuestras vidas como ambiente, mucho más que simplemente una herramienta, por muy eficaz o provechosa que sea, como puede ser la cirugía, la ingeniería, la arquitectura o el entretenimiento.
Tenemos, de hecho, mucho que aprender de estas culturas en el
sentido más amplio y más profundo, y no menos cómo manejar la
condición de la conciencia doble, la identidad múltiple, y la
realidad combinada. Las herramientas son diferentes - en un caso
tomadas del bosque, en el otro traídas a nuestro mundo post-biológico -
una condición en la que la tecnología ha asimilado y, en algunos
casos, ha sustituido al proceso natural.
Ampliemos la metáfora comparando el Big Bang de la creación de este universo nuevo con el primer Big Bang cósmico, el nuevo así nombrado para reflejar la combinación de Bits, Átomos, Neuronas y Genes que juntos, en todo tipo de relaciones, proporcionarán el substrato - moistmedia - en que se basarán nuestro arte y arquitectura, nuestros sistemas y servicios.
Esto anuncia
también un universo que se amplía, lleno de complejidad y
contradicciones, igualmente rico en potencial evolutivo, pero
asistido esperanzadamente por la velocidad y sutilidad que la
tecnología avanzada puede traer.
En este
universo el viejo concepto clásico de naturaleza se ve como un
sistema de metáforas que han sobrevivido a su utilidad; una
representación de la realidad, poética o prosaica, que ya no suscita
interés a nuestra sensibilidad. Ya sea a través de redes neuronales
artificiales, ingeniería genética u otros usos de la biología
molecular, los puentes hacia una sociedad post-biológica están
siendo abiertos y los artistas están contribuyendo a su definición.
Pero mientras estamos utilizando nuevas tecnologías para investigar la materia y su relación con la mente, sacaremos a colación cada vez más una convergencia de la cibercepción por computadora con los entógenos de las plantas para alterar nuestra conciencia, nuestra comprensión y visión del mundo y a nosotros mismos, alcanzando una perspectiva más espiritual.
Ésta es la gran convergencia de las tres RVs:
A este respecto quisiera investigar la contigüidad metafórica de Silicon Valley y la selva tropical del Amazonas, en el contexto de nuestra cultura post-biológica, para demostrar cómo, por decirlo de alguna manera, el jaguar puede acostarse con el cordero.
El Jaguar chamán y la oveja Dolly marcan las fronteras cambiantes que definen nuestra epistemología nueva de mente y materia, donde convergen las partículas, las neuronas, los átomos y los genes como el substrato sobre el que nuestras realidades combinadas pueden construirse.
Nuestra experiencia vital en la Red y el Ciberespacio ya nos ha preparado para reconsiderar las convenciones occidentales del tiempo y del espacio, la inmutabilidad aparente de la identidad humana y el aislamiento de la mente independiente, y para sustituir esas ilusiones por una visión más constructiva de un futuro de colaboración y más coherente.
El lugar del arte en todo esto, con su
capacidad de moverse creativamente a través de las culturas por muy
distantes o exóticas que sean, de encontrar nuevos significados y
métodos en prácticas antiguas y conocimientos esotéricos, es
respetar el progreso de la ciencia y abrazar creativamente las
innovaciones de la tecnología.
Brasil en mi opinión es exactamente donde la gran convergencia tendrá probablemente su raíz.
Igual que los EE.UU., modelando sus instituciones según los modelos europeos durante un siglo, despertaron un día para encontrarse fuera de todos sus esfuerzos caóticos y habían creado una nueva civilización que ha terminado dominando el mundo, creo que desde las confusiones actuales, desde la complejidad y el caos de la vida en América del Sur, vendrá una nueva fusión, una nueva forma de organización social, mucho más espiritual en su perspectiva y planetaria en su implicación.
Esto se debe al sincretismo de la cultura en la que diversas disciplinas espirituales coexisten, convergen, se enlazan y se rehacen a sí mismas:
Estos experimentos en
una vida esencialmente espiritual se constituyen en grupos pequeños,
a veces comunidades rurales (por ejemplo en Acre, en la Amazonía
profunda) e incluso una ciudad entera, como en el caso del Valle del
Amanecer junto a Brasilia.
Mi centro de investigación, The Planetary Collegium, convoca una reunión anual para debatir el nuevo pensamiento y la nueva práctica en este contexto <http://www.planetary-collegium.org/>.
El centro en sí mismo,
si bien no está centrado exclusivamente en la investigación de la
conciencia, sin embargo está atado a un trabajo en el que se
investigan las cualidades de la mente y las variedades de
inteligencia artificial, siguiendo una trayectoria desde la telematica hasta los Moistmedia.
Bien, puede demostrarse que las prácticas chamánicas tienen mucho que ver con estos asuntos - con el ADN, la comunicación genética, y la manipulación molecular.
Aunque
sabemos poco en el campo de la neurología sobre cómo los entógenos
(los ingredientes psicoactivos de las plantas de los chamanes)
funcionan en el organismo humano, no hay nada misterioso o mágico en
su eficacia.
Narby sugiere que el chamán, en cierta manera, se está comunicando con su propio ADN, y aquí es donde sus visiones informativas se originan.
Él sugiere que una vez que el chamán se asoma a su propio ADN, éste
se puede comunicar a través de organismos, a través especies -
incluso a través de la frontera entre el animal y la planta - y que
la totalidad de todo el ADN del mundo forma una especie de matriz.
Esta
transmisión de señales entre ADNs de células separadas se
efectúa por la emisión de bio-fotones, las señales son en forma de
luz, y en una longitud de onda visible para los seres humanos.
Estructurando las ideas de Alexander Gurwitsch (1874-1954), el biólogo ruso que introdujo los conceptos de campo morfogenético y de radiación mitogenética, Popp argumenta que cada cambio en el estado biológico o fisiológico de un sistema vivo es reflejado por un cambio correspondiente de la emisión biofotónica.
Esto puede ser indicativo, argumenta, de la existencia de un canal de información dentro de los sistemas vivos que pueden relacionarse con la reactividad química en las células, la comunicación intercelular y los ritmos biológicos. La biofísica es una ciencia basada en estudios de campo.
Recientemente, la teoría del campo ha
sido popular pero ha sido revisada provechosamente por Lynne
McTaggart, en
The Field
solamente hace veinte años, un modelo
morfogenético del proceso biológico basado como recogía
A New
Science of Life, de
Rupert Sheldrake.
La Arquitectura Tecnoética se encuentra de alguna manera en el futuro.
La he definido como,
Pero los nuevos sistemas de información y estructuras
arquitectónicas, y los espacios dinámicos de la interacción no
local, piden más que meramente optimismo y esperan que emerja un
arte planetario.
La gran convergencia que he perfilado, con sus tres RVs y los Moistmedia, puede, por supuesto, demostrar ser poco más que un sueño, aunque tengo confianza en que veremos la evidencia de su realidad - pero como Montaigne señaló, es tasar la vida exactamente por lo que vale para venderla por sueño.
Notas
Art, Technology, Consciousness, From The
Planetary Perspective from Aminima Website
To look at consciousness research in the context of technologies and
the arts is initially to take a broad sweep of the planet as a whole
and to interpret ideas of mind, machine and culture in ways which
reach far beyond the Western paradigm.
I think I shall start somewhat
provocatively by approaching my topic from the far edge of
consciousness studies, that which deals with spirituality
Harvard University Health Service pops up quickly with this definition:
But then retreats in a state of denial to conclude:
Ah! the comfort in the illusions of materialism!
In this scenario, even the immaterialism of the free flying spirit is returned to the grounded body, in line with that desperate kind of born again mentality in which the body is ever insistent, where embodiment is a virtue, and out-of-body is a vice.
I have no wish at this time to
debate spiritual ontology except to affirm for my part that
spirituality is a condition rather than a project, consciousness is
a field rather than an epiphenomenon of the brain. I prefer to place
it within that continuum where our field of being, or better said,
our field of becoming, in all its complexity, invites endless
exploration and contemplation.
The journey is always open-ended. We can compare our immersion in this emergent psychic process with the cannon of interactive art, a journey which, in both cases, follows the five fold path of connectivity, immersion, interaction, transformation and emergence.
In the case of art this has resulted
in a culture shift of paradigmatic significance, just as a shift in
Western thinking about the spirit is beginning to take place. The
emphasis by the artist moves from content to context, from object to
process, from representation of the world as a given, to the
construction of worlds in emergence, from certainty to contingency,
from composition and resolution to complexity and emergence. In
short our focus has shifted from the behavior of forms to forms of
behavior.
Imagine
a technology of the mind that allows you to tap into a vast database
of universal knowledge, one that reaches deep into the neuronal
zones, cuts through the layers of inhibition laid do by centuries of
cultural conditioning, religious prejudice, and political repression
Imagine the enormous advantage this technology would confer on the
individual, otherwise functioning as no more than a cog in a vast
and indifferent social machine, as well as its potential to humanize, unify and transform that
mechanized society into an
integrated but highly diversified network of minds acting from a
base of wisdom and insight.
Imagine our current researches in molecular biology producing an ingestible pill, a condensation, at the nano or pico level, of intelligent robots programmed, or self assembling, to go to work on the body and its brain, opening up pathways of perception and cognition that hitherto were only known to us as simply myth or magic.
I think you can well see that that is where technology might
be taking us, with
implants in the brain or body, or realignments
of our neural networks, that effectively transform consciousness,
our sense of self, and our place in the universe. Imagine too how
politicians, or those vested interests they front for, would hate
it. How every force of surveillance and prohibition, secular and
religious, would be brought to bear on outlawing it.
The technology is not digital, as you might expect, but molecular, involving according to some authorities, the instrumentation of DNA. It’s what can be called “plant technology” since it involves the ingestion or absorption of plants under carefully structured conditions with strict protocols of application.
It is known on this continent as yagé or ayahuasca, and its technology, or something like it has formed the basis of knowledge acquisition in countries as disparate as central Australia, Africa, Siberia and northern Europe.
Its one of our earliest technologies, and it is currently outlawed in practically every part of the world, subject to all those forces of surveillance and prohibition, secular and religious, to which that I have just referred.
This prohibition, of course, stems from a confusion of these sacred plants with substances intended for distraction and recreation which as we know are more often than not mind-destroying, or a tragic extension of the materialist search for a specious happiness. So let me be clear from the outset, I wish to discuss a sacred technology, a technology of mind concerned with transcendence and search for knowledge and wisdom.
Plant technology is archaic, it comes from the past.
The future I asked you to imagine is that where this technology, with its access to what I would call a “vegetal reality”, converges with the other two realities that currently give shape to our experience, the validated reality of everyday, common sense perception of the world, and virtual reality, of which all readers of this magazine are to some extent aware.
The three VRs,
This convergence of technologies is
accompanied, as I see it by the convergence of two media, the dry
silicon media of the computer, and the wet molecular media of
biological engineering.
Quantum physics and ubiquitous telematics (amongst other models and methods of our non-linear era) have together ruptured this expedient dichotomy.
In recent years, artists have eagerly employed the metaphors of science and the tools of advanced technology to break new ground, allowing a new culture of consciousness to grow. I call this culture “technoetic” and the concomitant changes in the way we think and perceive the world “cyberception”.
Technoetic is derived from the Greek techne and noetikos (mind) which have always been related in wise societies, regardless of their place in historical time or geographical space. Moreover, art has always had a spiritual dimension no matter what gloss prevailing political attitudes or cultural ideologies have forced upon it.
Cyberception describes more than just the prosthetic amplification of thought or our ability to see deeper into matter and further into space:
Here is the gap which is to be bridged, many gaps, many bridges not just between east and west, but north and south, great and small, black and white.
Clearly this is not simply a matter of passing from one side to the other. It’s actually about collapsing the two sides into a whole new environment, a fluctuating field of potentiality, in which new forms of human identity, living systems, spiritual states, architectures, cultures and connectivities can be planted, grown and nurtured.
The grand convergence of moistmedia and the three VRs may offer a means to build this new environment.
Questions of consciousness have an important place in the agenda of art and technology and in the formation of the post-biological culture to which we are contributing. Consciousness is the great mysterium that entices artists and scientists alike to enter its domain. It is the ultimate frontier of research in many fields, and probably only a truly trans-disciplinary approach will allow us to close the explanatory gap.
It is within consciousness that our imagination is
at work, and it is in imagination that we first mix the realities of
the actual and the virtual.
Computational systems have led us to a better understanding of how, like living organisms, our design and construction of our world could be an emergent process, replacing the old top-down approach with a bottom-up methodology.
Telematic systems have enabled us to distribute ourselves over multiple locations, to multiply our identity, to extend our reach over formidable distances with formidable speed. We have learned that everything is connected, and we are busy in the technological process of connecting everything.
But we forget, all too frequently, that connectivity must be truly ubiquitous and comprehensive if it is to be consistent and humane, and to maintain its ubiquity it must be cared for and protected, a rule that applies of course not simply to telematic networks and communication systems but must be extended generously to all fellow human beings.
Our decision collectively to
forget, marginalize or ignore so many people and cultures in the
world, in many cases actively to impede their communication, to
silence their voices, often through sheer indifference as much as
greed or malice, plays a large part in the situation we find
ourselves in today.
Here is knowledge of a kind we too often ignore or despise with a kind of techno-aristocratic sneer (containing perhaps as much fear as hubris). And here too a mixed reality obtains, where “ordinary” perceptions, ordinary reality, ordinary state of being are crossed by, converge with, are entwined within, non-ordinary states of awareness and non local states of consciousness.
As in the West, the technology is instrumental here in producing the condition of Mixed Reality: but it is Plant Technology rather than digital technology at work.
And make no mistake, the technological skills, methodologies and instrumentality of the shaman - constituting what we what we would classify as pharmacology, botany, biology, and psychology - amount to a knowledge base certainly as extensive and complex as that prized in western science.
As is the case with the advanced tools of the West, the shaman’s two realities mix on the plane of imagination, their convergence offering the potential of new ways of being, perceiving and behaving.
My feeling is that we
can learn from these cultures in ways that will bring Mixed Reality
technology into our lives as environment, rather than merely a tool,
however efficacious or profitable that tool, in surgery,
engineering, architecture or entertainment might be. Indeed we have
much to learn from these cultures in the widest and deepest sense,
not least in how we shall manage the condition of double
consciousness, multiple identity, and mixed reality.
In the grand convergence of technologies and media to which I referred in my introduction, Moistmedia is set to create a whole new post-biological universe, quite unlike the world as legislated on high in its authorized version with its apparently immutable laws.
Let me extend the metaphor by likening the Big Bang creation of this new universe to that of the first cosmic Big Bang, now named to reflect the combination of Bits Atoms Neurons and Genes which together, in all sorts of relationships, will provide the substrate - the moistmedia - upon which our art and architecture, systems and services, will be based. It too heralds an expanding universe, full of complexity and contradictions, equally rich in evolutionary potential, but hopefully assisted by the speed and subtlety that advanced technology can bring.
This Big Bang implies a transition to a much more complex level of human identity, forcing us to look deeply at what is it to live at the edge of the Net, half in cyberspace and half in a world increasingly nano-engineered from the bottom up.
In this universe the old classical concept of nature is
seen as a set of metaphors which have outlived their usefulness; a
representation of reality, whether poetic or prosaic, which has lost
its appeal to our sensibility. Whether through artificial neural
networks, genetic engineering or other applications of molecular
biology, the bridges to a post-biological society being opened up
and artists are contributing to its definition.
But just as we are using new technology to investigate matter and its relationship to mind, so we shall increasingly bring about a convergence of computer-mediated cyberception, with plant entheogens to alter our consciousness, our understanding and viewing of the world and ourselves, a reach a more spiritual perspective.
This is the grand convergence of the three VRs:
In this respect I’d like to investigates the metaphoric contiguity of Silicon Valley and the Amazonian rain forest, in the context of our post-biological culture, to show how, so to speak, the jaguar might lie down with the lamb.
The Jaguar shaman and Dolly the lamb clone mark out shifting boundaries that define our new epistemology of mind and matter, where particles, neurons, atoms and genes converge as the substrate upon which our mixed realities can be built. Our experience of life on the Net and in cyberspace has already prepared us to reconsider the Western conventions of time and space, the apparent immutability of human identity and the isolation of the discrete mind, and to replace those illusions with a more constructive vision of a collaborative and coherent future.
The place of art in all of this, with its ability to move creatively through cultures however distant or exotic, to find new meaning and method in ancient practices and esoteric knowledge, is to compliment the urgent progression of science, and creatively embrace the innovations of technology.
To advance this study I spent some time in May 1999 with the Kuikuru Indians in the Xingu river region of the Mato Grosso, and later with the Unioa do vegetal and Santa Daime groups in Brazil.
Brazil in my view is precisely where the grand convergence will most likely take root.
Just as the US, modeling its institutions on European models for a century woke up one day to find out of all its chaotic strivings, it had created a new civilization that has come to dominate the world, so I believe out of the current confusions, complexity and chaos of life in South America, will come a new fusion, a new form of social organization, much more spiritual in its prospect, and planetary in its implication.
This is due to the syncretism of the culture in which diverse spiritual disciplines coexist, converge, intertwine and remake themselves:
These experiments in a spiritually informed life are constituted in small groups, sometimes rural communities (for example in Acre, deep in Amazonia) and even a whole township, as in the case of the Valley of the Dawn outside Brasilia.
I suppose our western response lies in the concept of research. Certainly very earnest inquiry into what mind is, how, where it might be located (in the brain, a quantum effect, or in contact with the zero point field ) is at the top of the agenda in science. At my research centre, The Planetary Collegium, we convene an annual meeting to look at new thinking and new practice in this context <http://www.planetary-collegium.org/>.
The centre itself, while not exclusively focused
on consciousness research, nevertheless is bound up with work in
which qualities of mind, and varieties of artificial intelligence
are investigated., tracing a trajectory from telematics to moist
media.
Well, it can be shown
that shamanic practices have everything to do with these matters - with DNA, genetic communication, and molecular manipulation.
Narby suggests is that the shaman is, in some way, communicating with his own DNA, and this is where his informative visions originate. He suggests that once the shaman taps into their own DNA, it can then communicate across organisms, across species - even across the boundary between animal and plant - and that the totality of all the DNA in the world forms a kind of matrix.
This
transmission of signals between DNA in separate cells
is effected by the emission of bio-photons, the signals are in the
form of light, and at a wavelength visible to humans.
Building on the ideas of Alexander Gurwitsch (1874-1954), the Russian biologist who introduced ideas of the morphogenetic field and mitogenetic radiationii, Popp argues that every change in the biological or physiological state of the living system is reflected by a corresponding change of biophoton emission. This may be indicative, he argues, of an information channel within living systems that may relate to chemical reactivity in cells, intercellular communication, and biological rhythms.
Biophysics is
a field-based science.
Finally, there is the question of how the grand convergence might be facilitated, how we might research and support its emergence. At this level I think it becomes a question of architecture and planning. Technoetic architecture lies somewhat in the future.
I have defined it as,
But new
information systems and architectural structures, and the dynamic
spaces of nonlocal interaction, call for more than simply optimism
and hope that a planetary art will emerge.
The grand convergence I have outlined, with its three VRs and moistmedia, may of course prove to be little more than a dream, although I feel confident that we shall see evidence of its reality - but as Montaigne pointed out, it is pricing life exactly at its worth to sell it for a dream
Notes
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