por Guillermo Carvajal
07 Diciembre 2016
del Sitio Web
LaBrujulaVerde
Tejados de
París
foto Shutterstock
Los micrometeoritos, minúsculas partículas cósmicas que se
consideran restos de la formación del Sistema Solar, se encuentran
habitualmente en la Antártida y en el fondo de los océanos.
Este polvo cósmico se sabe desde los años 40 que cae constantemente
a la Tierra, pero es muy difícil de detectar en áreas urbanas debido
a su mezcla con partículas procedentes de la contaminación
industrial.
Todo lo contrario que en
la Antártida, donde la ausencia de
polución hace que su recolección e identificación sea posible.
Pero ahora un grupo de investigadores del Imperial College ha
conseguido aislar y recolectar una significativa cantidad de estas
partículas en los tejados de edificios de,
Para ello se analizaron hasta 300
kilogramos de sedimentos almacenados en los canalones de estas tres
ciudades y se encontró que contenían micropartículas de alrededor de
0,01 milímetros que pueden tener miles de millones de años de
antigüedad.
Además, según el estudio (An
Urban Collection of Modern-day Large Micrometeorites - Evidence for
Variations in the Extraterrestrial Dust Flux through the Quaternary)
publicado en Geology, algunas de las encontradas en las tres
ciudades tienen un tamaño más grande de lo habitual, llegando a
medir hasta 0,3 milímetros.
Los investigadores creen que se formaron
al fundirse durante su entrada en nuestra atmósfera a velocidades
cercanas a los 12 kilómetros por segundo.
Partículas de
polvo cósmico halladas en entornos urbanos
foto Geology
En total hallaron unas 500, que contienen minerales que las hacen
magnéticas, lo que facilitó su separación del resto de partículas
terrestres usando magnetismo.
Una de las cosas más interesantes que encontraron al analizarlas es
que son diferentes de las partículas recogidas en la Antártida.
Éstas se fueron acumulando durante los
últimos millones de años, mientras que las recogidas en París, Oslo
y Berlín son evidentemente mucho más recientes y similares a las
depositadas durante la época medieval y contienen un tipo de
cristales diferente.
Según los investigadores esta diferencia se debería a cambios en la
órbita de los planetas del Sistema Solar a lo largo de millones de
años, lo que habría producido alteraciones en la gravedad que
ejercen y en su influencia sobre la trayectoria de estas partículas
microscópicas.
Los cambios de trayectoria al atravesar la atmósfera terrestre
habrían producido diferentes grados de calentamiento, resultando en
la formación de cristales igualmente diferentes.
La importancia de este hecho es que
permitiría reconstruir la historia geológica del Sistema Solar,
una vez que los científicos tengan una visión más completa de como
fueron cambiando los cristales.
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