18 Julio 2017 del Sitio Web KingsleyDennis
hasta que llegue el momento
Y con la palabra "femenino" no sólo me refiero a la mujer - ni siquiera al cuerpo de la mujer - sino a todo el cuerpo del alma femenina.
Es la red invisible de la vida que nos conecta a todo y que refleja el flujo del Cosmos. Todo lo que no es parte de esta alma femenina va en dirección contraria hacia la separación y la segregación.
En la civilización occidental en especial,
...han sido territorios dominados en gran medida por una energía masculina que busca objetivos finales, que precisa logros y resultados.
Para bien o para mal, desea ir más allá de las restricciones, donde a menudo los fines justifican los medios.
Este impulso masculino ha
empujado hacia delante como un estímulo profundo, no sólo para el
descubrimiento sino para el legado. El impulso masculino quiere
asegurar una herencia física duradera; mientras que la influencia
femenina busca siempre una eternidad amable.
En nuestro planeta, los efectos de la desatención a lo Femenino han sido dramáticos.
En muchos sentidos es algo similar a la pérdida de la conexión con el alma.
Lo "femenino" y lo "masculino" son formas de ser y de energía que corresponden a cómo procesamos la consciencia.
A menudo, cuando utilizo estos términos me refiero a modos de consciencia que han conformado nuestras perspectivas y visiones del mundo, y por lo tanto nuestros entornos sociales y culturales.
No hablo de género,
sexualidad o cuerpos físicos; me refiero a la energía del ser que
elegimos para responder y actuar.
Las culturas "modernas" materialmente impulsadas que surgen de esta forma de dominio resuenan con la alienación y el individualismo reflejados por la lejanía de un dios masculino.
La noción de una perfección restaurada - para el nuevo "Adán" - fue un ideal masculino que ha auspiciado sucesivas generaciones de monjes, magos y masones esforzándose por alcanzarlo como apóstoles de la religión de la tecnología.
Por este camino la vida moderna se divorcia de la sagrada interdependencia integral de la totalidad de la vida creativa.
Como dice el místico erudito Llewellyn Vaughan-Lee,
Este comentario se refleja en el pasado en las cazas de brujas durante los siglos XVI-XVIII en Europa, donde decenas de miles de mujeres acusadas de brujería fueron ajusticiadas.
Los ejecutores fueron casi exclusivamente hombres que representaban la jerarquía eclesiástica.
Era una energía masculina que durante milenios ha estado desfilando y blandiendo su pesada hacha paternal de poder jerárquico. Y las brujas no eran sino otra manifestación del poder femenino que las autoridades eclesiásticas no podían tolerar.
Algunas de las así llamadas "brujas" eran mujeres que sabían de hierbas, cómo curar y nutrir a la gente, o simplemente cómo escuchar a la naturaleza, en tanto que la mayoría eran meramente víctimas inocentes de habladurías malintencionadas o miedo desordenado.
Una de las cosas de las que se les acusaba, entre otras muchas, era de reunirse y conspirar juntas.
¿Cómo se reunían? Lo hacían en círculos de brujas:
También el miedo a una "presencia mágica" dentro de lo femenino avivó una intensa represión que se ha convertido en una pauta a lo largo de los siglos:
En otras palabras, la
caza de brujas era en gran medida "caza de mujeres".
El inconveniente de esto ha sido que nuestras sociedades han valorado predominantemente aquello que es visible, y rechazado o ignorado lo que es menos tangible o más reservado.
En cada época - en cada fase de desarrollo de la evolución humana - procesamos una forma diferente de consciencia.
En nuestra historia
reciente hemos experimentado el cambio de una época de consciencia
lunar a otra solar.
Muchas de nuestras culturas pre-modernas estaban animadas por un sentido de vivir dentro de un orden sagrado, y en ciertos aspectos o en la práctica eran chamánicas.
Estas culturas pre-modernas/chamánicas tenían un instinto de relación y conexión; exhibían un tipo de consciencia que el antropólogo Lucien Levy-Bruhl describía como participación mística.
Este sentido de la presencia transformativa - la participación mística - enmarcó la consciencia que definía la "Era Lunar", la cual a través de sus culturas compartía una mitología que incluía todos, o algunos, de los siguientes temas:
Esta energía femenina se
manifestaba como una dimensión cósmica del alma, un orden sagrado
inherente que vinculaba todos los reinos visibles e invisibles.
Todas estas búsquedas enmarcan la necesidad de conectar con el principio femenino apremiante y trascendente.
Pero, como en todos los
ciclos, la Era Lunar pasó y en su lugar llegó lo que se ha
dado en llamar Era Solar.
Lo más significativo fue la ruptura con la participación mística de la era lunar. Los historiadores han señalado los patrones de emigración y las culturas invasoras como dos de los principales factores que contribuyeron al cambio de las culturas lunares a las solares.
Por ejemplo, alrededor del año 2200 a.C., las comunidades agrícolas del creciente fértil vieron como se abatía sobre ellas un gran cambio.
Las razones para ello podrían ser numerosas, por ejemplo el cambio climático que las obligó a buscar nuevos territorios. Sean cuales sean las causas, los cambios resultantes vieron a los invasores a caballo llevando consigo sus dioses celestiales masculinos.
De manera similar, las gentes del mar invadieron desde el Mediterráneo llevando consigo sus atributos e ideales masculinos conquistadores.
La guerra y la conquista
se convirtieron en el nuevo devastador tema de la época, y las
mitologías egipcia, babilónica y asiria hablaban de líderes
belicosos idealizados por sus violentas victorias.
En contraste, la consciencia de la era solar emergente se centró, con gran violencia, en la conquista y dominio de la naturaleza, y celebraba a aquellos impetuosos individuos cuyo poder los separaba de la comunidad tribal grupal. El héroe solar es el guerrero, con atributos de la deidad masculina (posteriormente el dios de las tres religiones abrahámicas).
Este "dios celestial" fue el creador de los cielos y la tierra, y de todo lo que yace entremedias. Pero la propia deidad está separada de su creación, distante y más allá.
Así nació la división entre creador y creación; entre naturaleza y espíritu. Este cambio hacia la consciencia de la era solar inició una nueva fase en la percepción de la vida.
La visión del mundo de la
humanidad cambió hacia una perspectiva de la naturaleza como algo a
controlar y manipular, mientras que en los cielos alguna lejanísima
deidad ya no era inmanente en las formas de la naturaleza.
Es un héroe aguerrido que lucha en la luz contra la oscuridad para vencer a "sus" enemigos.
La consciencia de la era solar dio lugar al concepto de 'Guerra Santa':
Esta mitología de la consciencia de la era solar que se está agotando actualmente, aún en sus últimos estertores de poder ha creado el mito actual de la "guerra contra el terrorismo".
La guerra permanente sin un enemigo definido - con el adversario potencial, tanto amigo como enemigo, entre nosotros - es una creación de la consciencia solar.
Este pensamiento se ha infiltrado incluso en nuestro mundo corporativo e influye en la psique masculina moderna.
En nuestras instituciones de conocimiento - nuestra ciencia y nuestra academia - la necesidad de competir y ganar a nuestros rivales es el espíritu guerrero para el que, desde temprana edad, se nos condiciona.
Nuestras estructuras de estudio e investigación están patentadas como ámbitos masculinos.
El surgimiento de la
poderosa imagen de una deidad masculina también cambió nuestra
consciencia cultural alejándola de la terrenal y nutritiva matriz
corporal de la Madre/Diosa/Gaia hacia la mente-palabra (logos) del
Padre.
Pero el precio a pagar ha sido elevado, ya que el impulso sagrado se expulsó del mundo de vuelta a las sombras.
La realidad de la era solar consideró que no había sitio para el instinto nutritivo o para el papel de la intuición. La imaginación creativa se convirtió en ajena:
En la fase de la era solar de nuestra evolución la psique humana se dividió entre la mente racional consciente (el héroe) y el poder más antiguo del instinto (el dragón).
Y, como el bueno de
San Jorge, ¡hemos estado luchando contra nuestros dragones desde
entonces!
Casi ha triunfado en
disociarse por completo de su fuente, pero no totalmente; de aquí
que podemos preguntarnos si la travesía desde la era lunar y a
través de la era solar ha sido una etapa necesaria de nuestro viaje
evolutivo.
La fuente sagrada de la vida está clamando por una recuperación de la totalidad, mientras durante los próximos años llega una consciencia integral para manifestarse con más fuerza.
El nuevo matrimonio
sagrado de la consciencia lunar antigua con la consciencia solar
establecida, servirá para proveernos de una percepción de la
realidad mayor y más inclusiva.
Esta es la unión de los impulsos/energías masculinos y femeninos, que juntos forman el unus mundus unificado.
Este matrimonio sagrado de las consciencias lunar y solar resulta, en términos mitológicos, en el nacimiento del "niño":
Este renacimiento de la consciencia sagrada tiene su propia mitología moderna en nuestra reciente comunión con el satélite de la tierra:
El programa Apolo logró realizar seis viajes espaciales y situar en la luna doce seres humanos.
De estos viajes espaciales hemos recibido perspectivas y visiones espectaculares de la Tierra desde lejos. La fotografía más popular - la salida de la Tierra - tal y como la tomó el astronauta William Anders en 1968 durante la misión Apolo 8, mostraba la Tierra surgiendo más allá de la superficie de la luna.
Esta fotografía se ha acreditado como un catalizador de cambio en la mente humana, e incluso como desencadenante del movimiento medioambiental.
Es la primera vez que nuestra especie obtuvo la visión de la hermosa tierra natal desde fuera del planeta.
Su efecto fue asombroso, y no sólo en aquellos que permanecieron en tierra mirando hacia arriba. Varios astronautas han confesado sus epifanías al experimentar el espectáculo del espacio exterior.
Edgar Mitchell, astronauta de la misión del Apolo 14 y sexta persona en caminar sobre la luna, tuvo esta reacción:
Gene Cernan, el último astronauta en abandonar la luna (en el Apolo 17), tuvo una epifanía similar:
Saliendo de la Tierra exploramos la Luna, el símbolo milenario de la Gran Madre, lo Femenino y el Alma.
Al abandonar los pliegues terrestres de Gaia y disfrutar de la visión de la salida de la Tierra desde el espacio, el género humano se elevó más allá de sus mezquinos nacionalismos terrenales.
La humanidad experimentó una expansión de la percepción y la consciencia:
También fue un momento que desencadenó el renacimiento sagrado del impulso femenino, en el alma colectiva de nuestra especie.
Dentro de una multitud de corazones anhelantes, saliendo de la oscuridad de vuelta a la luz, en busca de lo intuitivo, lo visible, comenzó a despertar una energía sagrada, señalando el momento de reconectarse con la guía y la sabiduría conmovedoras del impulso femenino.
El renacimiento de lo
femenino sagrado tiene un papel importante que desempañar en
nuestra consciencia planetaria emergente. Ahora la compasión y la
inteligencia humanas pueden empezar a encontrar una expresión
consciente en la vida planetaria y cósmica.
Ha sido la energía que está detrás de la reestructuración y el reajuste que en estos momentos desestabilizan nuestras sociedades, y que han surgido de los cambios que suceden actualmente cuando muchos sistemas jerárquicos de arriba-abajo están en transición hacia sistemas de abajo-arriba, descentralizados y diseminados.
El ejemplo más prominente está en nuestras tecnologías globales de comunicación.
Nuestras formas de comunicarnos han cambiado desde uno a uno (por ejemplo la televisión) hasta muchos a muchos (comunicaciones digitales tales como Internet).
Nuestro mundo digital en inmensa expansión es algo más que un dispositivo de comunicación, un "Entre-redes" [i] y un mundo de información y otras delicias:
Nada - ninguna especie - existe en aislamiento.
Ahora la humanidad simbiótica expande esa relación hacia una alianza tecnológica. A medida que materia y mente se entremezclan y confluyen cada vez más hacia un campo unificado de inmersión, cohesión y comunicación, es otro vínculo alquímico.
Y ahora, esa transformación está teniendo lugar, gradualmente y de diversas maneras, en nuestras sociedades globales.
Como científico y futurista Joël de Rosnay comenta que,
Esos valores femeninos son inherentes a la forma en la que nuestras redes cada vez más complejas y descentralizadas están reajustando las maneras de conectarse y comunicarse.
De nuestras redes interconectadas están emergiendo iniciativas, innovaciones, proyectos, amistades y relaciones. Las nuevas multiplicidades están socavando la energía y la consciencia masculinas hasta ahora dominantes.
Todos los nuevos espacios colaborativos tratan de multitareas:
La plataforma global se ha convertido cada vez más en un espacio para cuestiones tales como,
Todos estos temas emergentes, así como el hecho de que sean tareas múltiples y que se deliberen abiertamente, atañen al instinto de nutrir más que al de cazar/matar.
En otras palabras, el cultivo y el significado de las relaciones pertenecen tradicionalmente a lo femenino y en el pasado nuestros desarrollos tecnológicos no siempre se correspondían con la energía femenina.
Pero ahora nuestras tecnologías digitales están creando, formando y abriendo nuevas vías e interconexiones para que el impulso femenino penetre y permée nuestro mundo material.
Como se ha indicado, nuestras instituciones y sistemas físicos están respondiendo a esta nueva intervención cambiando desde estructuras de arriba-abajo hacia redes diseminadas y descentralizadas.
Actualmente la
energía/consciencia femenina desempeña un papel crucial en el
desarrollo de nuestras nuevas tecnologías y de la mente planetaria
emergente que promete ofrecernos un futuro fascinante, floreciente y
estimulante...
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