del 22 de septiembre del 2017 inicia el otoño en el hemisferio norte y la primavera en el hemisferio sur.
Los habitantes del hemisferio norte se dirigen hacia el invierno y el descenso de la energía solar y los del hemisferio sur hacia la siembra de la primavera y finalmente el esplendor del verano, con el incremento de la luz del Sol.
Los equinoccios, junto
con los solsticios, son los grandes relojes de Sol, los puntos
nodales donde se marcan los cambios en el constante proceso de la
naturaleza.
Así tenemos este juego de polaridades en equilibrio, una eterna danza de fuerzas que más que opuestas son complementarias, se necesitan la una a la otra para existir, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte.
Simbólicamente, en el norte el otoño marca el inicio de la muerte del Sol, la cual culminará en el solsticio de invierno, fecha que a la vez es su renacimiento, ya que toda muerte en la naturaleza es una transformación.
Así, estas fechas estaban ligadas,
Esto mismo se traspolaba de un nivel material-social a un nivel energético individual:
La medicina china tradicional, basándose en el texto seminal El clásico interior del emperador amarillo, aconseja:
Mientras, en el hemisferio norte, las personas deben empezar a cuidarse un poco más y tomar precauciones.
En el sur la gente puede empezar a beneficiarse de estar en la naturaleza y de cargarse de la energía celeste que se imprime en la Tierra, siendo este el momento de las albricias:
La luz que para todas las
sociedades que han observado la naturaleza es vida. La medicina
china recomienda hacer caminatas en el bosque en primavera.
Sin embargo, antiguamente estas eran de las principales fechas en los calendarios de civilizaciones que estaban más vinculadas a la naturaleza y a los ciclos de cultivo.
De cualquier manera, el equinoccio nos permite reconectar con este modo de existir, el cual se interesa por el cosmos y considera que toda la vida en el planeta existe de manera interdependiente, sensible a los pulsos y ritmos de la naturaleza, la cual sirve como guía.
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