Cuando hay sociópatas en el poder, la indecisión y las incertidumbres gobiernan nuestros futuros sociales y políticos, y en nuestros medios de comunicación hay indeseables manipuladores e injuriosos, es verdaderamente difícil saber hacia dónde nos dirigimos.
Puede que nadie lo sepa...
Como me decía esta mañana un amigo en un mensaje de texto rápido:
Y así es. Este es nuestro día y lo hacemos como es viviendo en el presente.
Como el eminente físico Erwin Schrodinger dijo:
Puede que realmente no
entendamos, o no nos guste lo que sucede, pero todavía tenemos poder
para tomar nuestras propias decisiones.
En otras palabras, si
escogemos el Amor nos ponemos del lado de la compasión, la empatía,
la aceptación, el perdón y la tolerancia. Y si elegimos alinearnos
con el Miedo nos entregamos a la manipulación, la ansiedad y la
vulnerabilidad.
Lo que estoy tratando de decir es que podemos optar por pensar, actuar, comportarnos y ser de un modo diferente a las cosas disfuncionales que vemos en el mundo que nos rodea.
Es decir, podemos
escoger ser una fuerza del bien.
Nuestros conceptos humanos de la verdad son siempre parciales, fragmentados e incompletos, porque son un reflejo de nuestras propias imperfecciones y nuestro estado incompleto.
Cada cultura crea su cosmología, su imagen coherente del mundo y por tanto también, invariablemente, sus propias limitaciones. Y aquellos patrones de pensamiento o ideas que no encajan en el consenso social se etiquetan de heréticas.
Son distinciones artificiales - los límites, parámetros y perímetros - erigidos por la mente humana.
La mente construye el mundo tal como lo vemos...
Cada cultura considera que su visión del mundo es la mejor. Del mismo modo que cada cultura enseña su propia historia basada en textos históricos tendenciosos, cada sociedad recubre la mente de pensamiento sesgado.
La moderna visión del
mundo ha asumido la creencia de que eso es el mundo, en lugar de una
visión particular del mundo. La distinción puede parecer leve, pero
sus consecuencias son de largo alcance.
Escapar de los patrones enraizados y de los puntos de vista condicionados siempre hará que se te etiquete de "hereje".
Un hereje mental consciente no es necesariamente un hereje malo:
Podemos elegir qué tipo
de narrativa deseamos usar para enmarcar nuestra perspectiva de la
vida y la realidad, pero no escoger ninguna narrativa en absoluto no
sólo no es una opción, tampoco es posible.
Si no estamos abiertos a la flexibilidad y la variación, podemos quedar atrapados dentro de los parámetros de nuestros modelos mentales.
De igual modo, también las sociedades exhiben una renuencia a abrirse a tal flexibilidad, de manera que, a menudo, al principio las ideas innovadoras y las mentes visionarias se sienten amenazadas.
Tal conservadurismo cultural puede considerarse como una filosofía de mentes pequeñas que prefieren la seguridad y la protección de servir al statu quo.
Pero corren el peligro de
olvidar que el imperativo de la vida es cambiar y trascender
continuamente.
Nuestra capacidad mental es una ventana de percepción; y vemos a través de una abertura más o menos amplia; como si desde una habitación mirásemos hacia afuera por una ventana pequeña u otra más grande.
Pero el culto actual a la razón científica nos ha llevado a creer que la física y las matemáticas son la única manera de "leer" el universo.
En otras palabras, que cualquier relación con el cosmos o comprensión del mismo, y/o cualquier tipo de inteligencia cósmica se establece gracias al poder de las ecuaciones.
Para muchos de nosotros, el mundo, el universo - nuestra sensación de sentido— puede que sea poco más que un conjunto de ecuaciones complejas.
Naturalmente, podríamos hacernos la siguiente pregunta:
Cada uno de nosotros apuesta su vida a una imagen determinada de la realidad.
Por tanto deberíamos preguntarnos acerca de esta imagen:
Nuestra moderna visión del mundo puede parecernos coherente; pero por el contrario es fragmentada y artificial, y carece de cualquier sentido de comunión, solidaridad y agradecimiento.
La actual percepción dominante, en gran medida heredada de la ciencia occidental, no tiene una comprensión de la correspondencia.
Nos hemos colocado en un dualismo de "lo objetivo frente a lo subjetivo", en el cual ha de ser lo uno o lo otro, pero no puede haber una correspondencia - una participación - que involucre a ambos.
En verdad, no existe ningún absoluto: nunca es lo uno o lo otro (blanco o negro; objetivo o subjetivo).
Estas distinciones son invenciones de los modelos humanos de pensamiento y como tales, más que cualquier otra cosa, representan nuestro estado de razonamiento.
Si la realidad es un
rompecabezas, nuestras mentes racionales hiperactivas simplemente
han revuelto deliberadamente sus piezas.
Representamos la realidad de maneras específicas, como parte de nuestra experiencia humana, y lo hacemos mediante nuestras culturas y nuestros sistemas filosóficos y de creencias. Interpretamos la realidad de acuerdo con patrones que representan nuestros estados de pensamiento.
Para la mayoría de la
gente es casi imposible entender más allá de los límites de
comprensión de cada quien.
En la civilización humana cada época exige una cosmología correspondiente en la cual enmarcarse; y que también guíe su ethos.
Actualmente estamos, y hemos estado durante varias décadas, en la fase en la cual necesitamos una nueva estructura de realidad que nos sirva mejor y no sólo como civilización planetaria sino también como rudimentaria viajera espacial.
La insuficiencia de nuestros modelos actuales nos ha llevado a un periodo de perturbación y confusión generales, de insatisfacción e incertidumbre.
Y al final todo vuelve a la consciencia...
Como Terence McKenna dijo una vez:
Necesitamos una nueva
cosmología - una nueva visión del mundo - aunque sólo sea para
averiguar para qué sirve la humanidad.
El mundo ya está intrínsecamente en una conectividad energizada; según la ciencia quántica cada molécula, átomo y quark están conectados mediante un campo de energía no-local (acción a distancia).
Pero a pesar de esta narrativa científica continuamos manteniendo una cosmovisión que entiende la vida como separada, aislada, con límites concretos y umbrales tangibles. La única manera de ver esto es alienando el alma humana.
La cuestión no es si sino cuándo nos moveremos para transformar la consciencia humana con el fin de que se corresponda con las nuevas perspectivas.
De modo que la primera pregunta es:
Los historiadores han señalado que durante unos quinientos años - el periodo que va del 500 al 1000 d.C. - la psique humana occidental mostraba una ausencia casi total de signos de interiorización.
Dentro de la cultura socio-religiosa imperante, había poco interés en investigar la mente. Sin embargo, el monasticismo, a partir del año 1000 d.C. hacia delante, mostró signos de interiorización y de su relación con la moral y la ética.
Se sugiere que esto demostró ser anatema para las instituciones religiosas ortodoxas, especialmente la iglesia católica, ya que dio lugar a un incremento de la experiencia gnóstica.
Alrededor de esa época surgieron diversas sectas religiosas que contenían en sus enseñanzas elementos del gnosticismo y el maniqueísmo y a las que se las trató como si fuesen las mayores herejías. Entre ellas se incluyen sectas como los bogomilos y los cátaros.
Por los testimonios de primera mano que han sobrevivido parece ser que los aspectos gnósticos de estas sectas se basaban en estados profundos de interiorización y visión que preocuparon sumamente a la iglesia ortodoxa.
Como resultado de ello, y para combatir directamente la herejía, a finales del siglo XII se estableció la Santa Inquisición, un sistema judicial de la iglesia católica romana. Incluso se ha sugerido que la Inquisición puede considerarse como el origen del estado policial moderno.
Es decir, a las masas se
las mantiene oprimidas mediante diversas formas de violencia
administrativa que se hacen pasar por instituciones culturales.
Y tales represiones suelen resurgir de otras formas o por otros caminos.
Pero la verdadera herejía occidental ha sido la supresión y la negación en la sociedad de tales tendencias internas visionarias sagradas y de los elementos gnósticos.
A lo largo de los siglos la energía arcaica reprimida ha surgido de formas muy variadas, y en una cultura que no contempla un lugar para la expresión de las visiones psíquicas interiores éstas pueden ser perjudiciales para la persona.
Lo más frecuente suele ser que nuestras sociedades nos "droguen" socialmente hacia la realidad consensuada.
Según un camino sagrado,
el proceder de las tradiciones de sabiduría perenne ha sido
desencadenar la mente. Hasta ahora ha sido la ruta menos transitada.
Y aún así tenemos un escasísimo conocimiento de cómo explorar el devenir humano:
No fue sino hasta recientemente en el siglo XX cuando, en occidente, se nos dieron herramientas socialmente validadas para abrirnos, mirar dentro y explorar nuestras mentes.
Mediante el psicoanálisis, la psicología profunda y luego la transpersonal, por fin hemos sido capaces de alentar a la mente profunda a emerger. Cuando examinamos verdaderamente lo que yace en nuestro interior encontramos que ahí existe un deseo interno, casi eterno, que aspira a cierta forma de trascendencia.
La humanidad tiene un impulso innato de trascendencia, de ir hacia algo que aún es incapaz de articular.
Como especie hemos viajado al espacio exterior, hemos cartografiado las profundidades de nuestros grandes océanos, nos hemos asomado al corazón del átomo nuclear, y hemos sido testigos del destello del Bosón de Higgs, "la partícula de dios":
Éste es la esfera no científica donde la consciencia se encuentra con el alma, y en la que se negocia la comunión con el cosmos intangible.
La antigua "mente de mono" nos ha mantenido aislados de un cosmos viviente, sagrado, así como nos ha apartado de nosotros mismos. Entre nosotros la mente de mono ha sido la verdadera herejía y ahora estamos obligados a dejarla atrás mientras nos aventuramos en un nuevo tipo de mente.
Bienvenidos a la
consciencia participativa.
Otra manera de decirlo es que no formamos parte de una realidad observable sino participativa. Es decir, la consciencia (y por inferencia nuestra mente) está en todo lo que observamos y comprendemos.
Estamos entrelazados en la estructura misma de nuestra 'realidad' y de todo lo que percibimos con nuestros sentidos, y eso incluye el Cosmos. Lo que podemos entender del cosmos procede de nuestra propia consciencia desplegándose.
De manera que nada puede
suceder en "nuestra realidad" sin, ante todo, nuestra participación.
La interconexión y la completitud son aspectos de la consciencia participativa que por su misma naturaleza es integral.
Esta es la razón por la cual actualmente el pensamiento integral y ecológico tiene más facilidad para formar parte de nuestros patrones modernos de pensamiento.
La psique humana (nuestro sentido del ser) busca la integridad, y la sensación de separación de una realidad significativa es una causa fundamental del malestar y la fragmentación que existen hoy día en nuestro mundo.
Un mundo que cercena la psique, el alma y lo inconsciente es un mundo que separa el ser del hombre de su naturaleza esencial.
El estado de
consciencia participativa también puede verse en la imaginación
poética - en el mundo del romanticismo - y en las expresiones de
identificación compasiva con nuestro medio ambiente.
Se trata de restaurar y comprender una sabiduría concreta que pueda ayudarnos a trascender una moderna visión del mundo que ha dejado de ser adecuada y sostenible para nuestro futuro.
Una cosmología y una cosmovisión en la cual tengamos una comprensión diferente de la totalidad y la interconexión, puede ayudarnos por fin a entender que nunca nos limitamos a "recibir" la realidad sino que más bien la articulamos participando dentro de ella, y en retorno nuestra realidad nos responde.
Estamos en una relación de retroalimentación y respuesta mutuas con nuestra realidad; y eso hace de nuestra participación en la realidad una responsabilidad. La participación genuina es también una forma de empatía y, a menos que nos responsabilicemos de ello, no podemos participar verdaderamente en el mundo.
Por expresarlo de otra manera, podemos decir que la verdadera realidad no se revela a sí misma a la mente no preparada.
El cosmos se revela a sí mismo al observador sólo levemente; pero muestra muchos más de sus secretos al participante consciente. La no-participación en nuestra realidad - por ejemplo pensando de nosotros mismos como objetos separados sin conexión - es una de las causas fundamentales de nuestra profunda sensación de distorsión interior.
Es como si se nos
apartase de nuestra tierra natal...
Esta reconfiguración tiene la potencialidad de ser una oportunidad increíble, así como de impulsar la perturbación y la incertidumbre.
Quizá sea la razón por la que, ahora que nuestras instituciones sociales y culturales afrontan las oleadas de cambio perturbador que se avecinan, estemos sintiendo tantas inseguridades.
Emancipar la mente de las viejas costumbres puede traernos tanto libertad como miedo a alejarnos de lo seguro y lo conocido.
Como decía Saadi, poeta persa del siglo XIII:
Debemos aventurarnos en
el mar, como herejes de la mente nueva...
El desarrollo humano y el progreso social han llegado merced al refinamiento continuo de la consciencia.
En épocas de cambio a menudo eran los herejes quienes hablaban sin reservas de las verdades sagradas y esenciales dentro de la humanidad. Y cuando la sociedad quemaba a un hereje era porque temía que sus propias estructuras ortodoxas arcaicas fuesen débiles y vulnerables al desmoronamiento.
La historia de nuestras diversas culturas humanas se ha edificado sobre la historia de las herejías evolutivas.
A medida que emergen
nuevas interpretaciones, habitualmente el statu quo las absorbe y
las transporta. Cuando surgen suficientes herejías nuevas,
finalmente la cultura termina por responder adoptando la nueva
comprensión y con ello evolucionando.
Este impulso de desarrollo se ha extendido actualmente a todo el planeta.
La etapa de la civilización occidental fue una primavera para llevar a la humanidad hacia el umbral de una civilización planetaria, con diversas culturas a nivel mundial.
Nuestra época actual está en transición hacia una civilización planetaria y esto señala la apertura y el acceso a grandes potencialidades de oportunidad y sabiduría. Pero no ocurrirá de un día para otro, porque el cambio cultural necesita tiempo para asimilar nuevas perspectivas y comprensiones.
Es un cambio que requiere la entrada de nuevas generaciones con sus patrones de pensamiento evolucionados.
Esta es la razón por la que ahora se requieren más herejes:
Los herejes y las herejías son todos uno.
La herejía sagrada de la revolución genuina es una herejía poderosa y aún así amorosa y compasiva. Es a esta corriente esencial de lo sagrado a la que muchas tradiciones de sabiduría se refieren y a la que buscan conectarse.
Para ir hacia delante, cada cosa debe aprender a trascenderse a sí misma. La herejía sagrada es una fuerza dinámica de trascendencia.
Mientras haya seres
humanos vivos, perplejos por los prodigios del mundo y buscando el
sentido de sus vidas, esta energía sagrada jamás se ausentará del
mundo...
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