por Autor desconocido

Recibido por Email el

02 Octubre 2016
 

 

 

 

Fuente

 

 

 

La palabra "democracia", etimológicamente puede traducirse de su origen griego como "gobierno del pueblo", y para los que a esta definición se aferran, comienza el mito.

 

Para los griegos clásicos de hace veinticinco siglos, la palabra "demos" no se refería a todos los hombres de una Ciudad, sino a aquellos ciudadanos y campesinos libres y registrados en los censos.

 

No eran mayoría ni les importaba serlo, pues el peso de la cantidad cedía al de la calidad, cierta o aceptada, lo que, en la práctica, es lo mismo.

 

Así, los grupos humanos que intentaban los caminos democráticos eran de pocos miles de integrantes, se conocían casi todos entre sí y muchos estaban ligados por lazos de sangre o amistad.

 

La propaganda, en el sentido actual de la palabra, no se practicaba por la obvia razón de que no se necesitaba hacer la presentación de nadie y tan sólo existían las lógicas rivalidades entre clanes con la exaltación de los méritos de sus favoritos y la denigración, siempre moderada, de los que a ellos se oponían.

 

Y así y todo, eran tan reacios a poner sus papeletas en las urnas, que cuando había elecciones, unos libertos con gorras frigios de color rojo, portaban en sus manos una gruesa soga marinera empapada en pintura del mismo color, acorralando a los atenienses remisos, que por temor a ver sus preciosas túnicas manchadas se veían obligados a votar.

Una anécdota atribuida a varios personajes, pero probablemente referida a Demóstenes, nos cuenta de un ciudadano que lo odiaba y que votó por él, pues pensaba que no podía hacerle mayor daño que condenarlo a gobernar.

En todo caso, aún esta singular experiencia democrática terminó catastróficamente y el mundo heleno fue literalmente absorbido por el fuerte liderazgo del rey Philipo, el macedonio, al que sucedió su hijo, Alejandro El Grande.

Platón, tal vez el más grande filósofo de todos los tiempos, en sus escritos hoy recopilados en una obra llamada "La República" - denominación basada en el latín, en cuyas versiones aparecía como "De la cosa pública" o Res Publica - coloca a la democracia entre las peores formas de gobierno.

 

Según el fundador de la Academia, éstas podían resumirse en seis y una última de traspaso al próximo ciclo.

 

 

Fuente

 

 

 


Formas de Gobierno según Platón

 

  • La Monarquía de tipo aristocrático

    Es decir, un líder natural, un hombre-destino, asesorado por un Consejo de sabios y aún por la Pitia que interpretaba la voluntad de los dioses. No se concebía hereditaria en el sentido sanguíneo.


     

  • La Aristocracia

    El gobierno de los mejores, los más aptos, destacados en la labor pública. También eran promovidos y asesorados por un "Senado" o conjunto de "ancianos" (sabios, hombres con experiencia).


     

  • La Timocracia

    Gobierno basado en códigos de honor, compromisos y juramentos. Según los describe Platón, nos hace recordar a los Chatryas de la India o a los primitivos Samuráis de Japón. Disciplina militar.


     

  • La Oligarquía

    Gobierno de los comerciantes, equivalentes a los actuales empresarios. Prioridad de la organización económica y social.


     

  • La Democracia

    Gobierno del pueblo, conformado por representantes populares, inestable sistema basado en la competencia y juego de contradicciones y luchas entre grupos de diferentes concepciones del Estado.


     

  • La Tiranía

    Gobierno de un jefe impuesto por la fuerza.


     

  • La Anarquía

    Donde nadie gobierna y cada cual vive como puede y sabe.

A esto seguía, el caos, las revoluciones violentas y el ciclo volvía a recomenzar, pues los hombres, desconcertados, buscaban de nuevo un líder natural.

 

Aunque éste es un esquema teórico, se ha dado, curiosamente, muchas veces en la evolución de la historia.


Si bien las actuales alineaciones hacen creer que la democracia es la forma más evolucionada y perfecta de gobierno, si aceptamos como ciertas las teorías de los modernos antropólogos, la Humanidad - o por lo menos el presente ciclo humano conocido - habría pasado por varias etapas, a partir del homínido:

  1. de los recolectores

  2. de los cazadores

  3. de los pastores-ganaderos, probablemente nómadas

  4. de los agricultores, con asentamiento fijo

  5. de las culturas ciudadanas o civilizaciones

Es evidente que cuando los recolectores tuvieron que moverse de sus asentamientos provisionales por agotamiento del área, también tuvieron que decidir hacía dónde marchar.

 

¿Cómo lo habrán decidido estos rústicos que apenas si esbozaban palabras? Obviamente por el peso de la fuerza de la mayoría. Impuestos los más a los menos, nació con ellos la más pura democracia.

De esta manera, la democracia no es la forma más elaborada y perfecta de gobierno, sino la más primitiva y basta.

 


La Fuerza del Mito es Terrible

A principios de este siglo XXI se acepta en política lo que nunca en otras disciplinas de menor importancia colectiva.

Si estamos en una reunión cualquiera y alguien cae al suelo víctima de un infarto… ¿qué se hace? ¿Llamar a un médico o promover una elección entre los asistentes para ver quién tiene más votos y con ello la autoridad suficiente como para curar al enfermo?

Y viajando en avión… ¿aceptamos al piloto como bueno o hacemos una elección democrática para ver quién lo conduce?

Las respuestas son tan obvias que no hace falta ni citarlas.

 

 


Las Improvisaciones Basadas en las Opiniones

Sin embargo, en algo tan importante como la política (que se nos recuerda que es una ciencia y no una improvisación basada en las opiniones) actuamos como locos, pretendiendo que un estado moderno se rija por la infantil norma de los hombres prehistóricos, en donde el largo de un garrote o el número de manos decidía el nuevo rumbo.

 

A tanto ha llegado la alienación provocada por el mito de la democracia - especie de superstición por sus características de fe ciega - que si consultamos a un zapatero sobre la falla del carburador de nuestro auto nos enviará a un profesional mecánico, inhibiéndose de arreglar lo que no sabe.

 

Y si a un pescador sobre cómo lanzar un satélite artificial, se echará a reír tomando la cosa a broma, pero pregunte Ud. a todos ellos cuál es la forma en que se debería gobernar un pueblo, y todos creerán saberla y hasta opinarán apasionadamente en pro o en contra de los sistemas políticos.

Hay quienes contestan a estos argumentos - o pretenden contestarlos - diciendo que la política nos concierne 'a todos'.

 

Y bien,

  • ¿Acaso la meteorología, la salud o cualquier otra especialidad en el conocimiento, y la puesta en práctica de ello, no nos afecta?

     

  • ¿Cómo podemos ser cuerdos para las pequeñas cosas y locos para las que, como la política, influye en todos?

     

  • ¿No sería más lógico que, así como hay escuelas de marinería y facultades de medicina que forman profesionales aptos, también las hubiese de política, donde el más destacado y sabio recibiese la autorización legal para ejercer la profesión?

     

  • ¿Por qué se ha de improvisar justamente en política?

En el altar de este nuevo Moloch que es la democracia, quemamos nuestras esperanzas y las elevamos al cielo como una ofrenda, esperando el milagro, todos alienados con que, por el simple hecho de que una persona tenga más votos a favor que en contra, recibirá la "iluminación" y sabrá conducirnos, cuando tal vez no sabe ni conducirse a sí mismo.

"…Toda dignidad humana se ha perdido.

 

Las inmensas máquinas de propaganda, como espantosos látigos omnipresentes y todopoderosos, fustigan diariamente a millones,

  • arrinconan a los pueblos

  • hacen mendigar a los ancianos bajo aparentes jubilaciones

  • engañan a la mujer fingiendo que la liberan de la servidumbre de su hogar y la hacen sierva de miles

  • achatan las cabezas de los niños con deformaciones educacionales que los llenan de odios y palabras vacías

  • fuerzan a trabajar en brutal competencia a los hombres sin decirles siquiera para qué

El cine, la televisión, la prensa, son las colas de un fenomenal látigo.

 

Una pequeña camarilla maneja las grandes cadenas de difusión que muestran al pueblo lo que conviene…

 

Los gobiernos pasan, pero la ignorancia, el hambre, el frío, el no saber para qué se vive, queda... Si alguno se da cuenta del engaño, se lo excluye como a un apestado…

 

Los dos bloques de Oriente y Occidente... no se cansan de alabar la democracia y 'Democracia' es el nuevo credo que quema en sus hogueras a todo libre pensador, a todo buscador de lo cierto y de lo bello".

"…Se nos dice que la democracia es cristiana…

 

Si ello es así... ¿votaron las masas de Galilea y eligieron a Jesús para que las redimiera? ¿Votaron los árabes a Mahoma, los budistas a Gautama? ¿Fue Einstein elegido científico por elección popular… Becquer poeta, Beethoven músico?".

"No. La democracia no existe ni puede existir dentro de la civilización. Es un 'coco' para que los niños… obedezcan, cuando se les manda dormir o callar".

 



La Ineficiencia de la Actual Democracia

El mundo actual confirma que la "panacea universal" de la democracia no ha promovido a los pueblos como prometió y promete:

  • el desempleo

  • el crecimiento demográfico en los países menos desarrollados

  • la subalimentación

  • la falta de servicios sociales y médicos adecuados

  • la carencia de seguridad ciudadana y en los medios de transporte,

...lo demuestran.

 

Es, además, el sistema político más caro del mundo, como lo comprueban las estadísticas.

 

Para mantener la inmensa burocracia administrativa que trata de reemplazar a la calidad con el número, se consumen los dineros que aportan, como impuestos siempre crecientes, a todos los hombres y mujeres de una nación.

  • ¿Cuántas escuelas, hospitales, bibliotecas, caminos, servicios públicos se podrían construir con el costo de una sola elección presidencial o legislativa de un país de mediano porte, como España?

     

  • ¿No han visto Uds. las calles cubiertas de millones de papeles impresos a varios colores, los muros con una elefantiásica piel de afiches sobre afiches costosísimos, las horas en radio y TV, las páginas enteras en diarios y revistas de decenas de miles de ejemplares de tiraje?

     

  • Y si los partidos son pobres, como dicen, y si realmente sus archivos acusan apenas unos pocos miles de afiliados militantes…, ¿de dónde sale esa cantidad portentosa de dinero?...

     

  • ¿Quiénes la ponen y para qué la ponen?...

     

  • ¿Qué esperan ganar con ello?.

Nos imaginamos que los que ganan tendrán sus compensaciones económicas a corto y medio plazo… pero...

  • ¿Y los que pierden?...

     

  • ¿Es que es tan buen negocio la política democrática que vale la pena invertir millones de dólares al azar, no importando si se pierde, porque tal vez en una próxima oportunidad se puede ganar?

Las formas de gobierno están separadas, pero en la realidad, por lo menos la de nuestro siglo, las inmediatas, se confunden.

 

Así, lo que hoy llamamos "democracia" tiene bastante de oligarquía y no poco de tiranía, si pensamos que las constituciones y leyes en general no son estables, sino que se mueven y cambian con cada gobierno, el que las confecciona a su gusto y conveniencia.

Hoy se dicen "democráticos" desde los comunistas hasta los neonazis.

 

Si presumimos que todos son gente de buena voluntad, tendremos que confesar que están rematadamente locos.

 

Y lo decimos sin ánimo de ofender, sino con gran dolor de corazón, pues tanto ellos, extremistas, como los que están en el confuso medio, se ven forzados a ejercer un oficio que no han aprendido, y las víctimas de sus errores, de sus marchas y contramarchas, son los sufridos gobernados a los que, con afirmaciones dignas del mejor "humor negro", se los convence de que son ellos quienes realmente eligen, deciden y gobiernan.

¡Qué lejos están los teóricos del siglo XVII!

Descartes relacionaba la democracia con el pensamiento puro... Montesquieu con la filosofía… Voltaire con el libre examen.

 

Hoy, si por arte de magia pusiésemos a estos respetables pensadores en la noche de una de nuestras democráticas ciudades, les robarían hasta los zapatos antes de poder abrir la boca, y si fuese en una sesión de los "representantes del pueblo", tendrían que hablar a un grupo de apacibles dormidos o de entretenidos en llenar los huecos de los juegos de "palabras cruzadas", si es que, en el peor de los casos, no los espera a la salida un coche-bomba.

Un notable escritor de nuestros días, Vintila Horia, ha dicho:

"La pregunta política más acuciante y más realista es la siguiente:

¿hasta qué punto y hasta cuándo el sistema democrático de los partidos, o del partido único al que todo el mundo reconoce como democrático también, lograrán seguir viviendo en flagrante contradicción con todo lo que está ocurriendo en el mundo de la ciencia o de la filosofía o de las añoranzas de las élites?

Porque la contradicción resulta cada día más evidente.

 

Todas las variantes hoy en el poder, y en la oposición, pertenecen a una constelación hegeliana y determinista, situada en un contexto liberal-conservador por un lado, y en un contexto socialista por el otro, proclamándose, el uno como el otro, seguidores fieles de una filosofía política decimonónica".

Esta contradicción fáctica, esta irrealidad de la democracia y su terrible carga de utopía, opuesta al sentido común popular y a la auténtica supervivencia de la Humanidad, es lo que convierte todo el galimatías y la parafernalia democrática en un mito.

 

Pero no se trata de uno de los buenos cuentos de la abuela, sino de todo lo contrario.

 

Como el montaje escénico lo pagan todos y lo sufren todos, si no cae el telón y se cambia definitivamente de obra y se la reemplaza por algo más natural y eficaz, la tragedia es inevitable.

La carrera armamentista de sofisticados elementos manejados tan sólo por un pequeño grupo de especialistas espléndidamente pagados, donde el cohete más barato cuesta US $ 50.000 cada uno, no puede convivir mucho tiempo con tantos millones de hambrientos, de vejados, de engañados, violados y asesinados, con la multitud de drogadictos y de escoria de una forma de gobierno fracasada.


Es probable que, con el siglo XXI desaparezca este mito propio del XX y se levante una forma nueva y mejor de política, la Gran Ciencia...