13 Mayo
2017
del
Sitio Web
Info-Krisis
Donald Trump es multimillonario y presidente de los EE.UU...
lo que no quiere decir que sea "todopoderoso".
Sus primeros cien días en
la Casa Blanca salieron a campaña mediática en contra diariamente.
Los "todopoderosos"
fueron, realmente, quienes articularon tales campañas que solamente
bajaron de intensidad cuando Trump ordenó el bombardeo de las
posiciones del Ejército Sirio:
era el gesto exigido
por el complejo petrolero-militar-industrial y por la oligarquía
financiera para rebajar su nivel de oposición al gobierno
legalmente elegido en los EE.UU.
Una especie de gesto de
sumisión y respeto...
¿Alguien pensaba que con Trump, al día siguiente,
las cosas cambiarían radicalmente? Han cambiado, sí, pero sólo en la
medida de lo posible, no hasta donde muchos hubiéramos deseado.
También hay varios fenómenos en el mundo "euro-escéptico" a tener en
cuenta:
-
La decepción por
los resultados de las elecciones presidenciales austríacas
en las que el candidato del FPÖ no pudo vencer al
ecologista.
-
En Holanda, el
Partido por las Libertades de Gert Wilders mejoró posiciones
pero no lo suficiente como alcanzar la mayoría.
-
Por su parte, en
Francia, solamente el paso de Marine Le Pen y de Jean-Luc
Melenchon (el equivalente a Podemos) a la segunda vuelta
electoral, hubiera podido dar la victoria a la primera, y
evitar la sucesiva dimisión de Marion Le Pen y las críticas
internas de las que es objeto, en estos momentos, la línea
oficial del partido (especialmente por su ataque al Euro).
Hace apenas cinco meses,
algunos podían pensar que todo iba a ser más rápido:
que la victoria
de Trump (o, incluso, el Brexit) eran una victoria definitiva contra
el stablishment y que Europa se vería salpicada por enclaves cada
vez más en ruptura con el "viejo orden" de
la globalización.
No ha sido así...
Es cierto que se ha
registrado una "mejora general" en las posiciones de las fuerzas
antiglobalización y euro-escépticas. De hecho en todos los países
europeos que hemos mencionado, son ya el "primer partido de la
oposición", esto es la "segunda fuerza".
Las victorias de los
partidos del stablishment son - vale la pena no olvidarlo -
"pírricas":
esto es, de muy corto
alcance.
Macron, apenas es
una especie de última excrecencia del régimen francés con
lenguaje híbrido entre la corrección política y el discurso
neoliberal, tardará poco en fracasar.
Veremos si el gobierno
holandés, con las costuras de un Frankenstein, puede resistir
mucho tiempo. Y no parece que en Austria las simpatías por la
inmigración masiva y los "refugiados" hayan aumentando con la
victoria de un "ecoloco soft".
Los sistemas políticos modernos son complejos:
no basta una simple
"marcha sobre Roma" para derribarlos de un plumazo.
Además, se apoyan unos a
otros internacionalmente.
Y lo que es aún peor:
su "infraestructura"
es común a todos ellos y está formada por una malla compuesta
por
oligarquías económico-financieras que constituyen el
basamento mismo del sistema y del poder mundial: no acuden a las
elecciones, pero son el verdadero poder.
Pensar que un simple
proceso electoral puede hacer saltar de un plumazo a estas
oligarquías es mostrar una absoluta ingenuidad, especialmente porque
las elecciones tienen carácter "nacional" y esta infraestructura
constituye los cimientos de un "sistema mundial".
A partir de aquí hay tres posibilidades:
-
ó bien el sistema
mundial, construido sobre el absurdo neoliberal, terminará
por desplomarse como un castillo de naipes (lo que parece
más probable y a lo que seguirá un caos generalizado antes
de que vuelva a estabilizarse un mínimo orden internacional)
-
ó bien las
fuerzas "euro-escépticas" y "antiglobalizadoras", irán
avanzando sus posiciones más y más - como han hecho en los
últimos 5 años - hasta que, por puro desgaste de las fuerzas
que actúan en la "superestructura" del stablishment
(los Macron y sus avatares) ya no estarán en condiciones de
contener por más tiempo a los "populismos" (y en este caso,
no bastará la victoria de estos en un país, sino que deberá
ser en toda un área geográfica para alcanzar la masa crítica
necesaria capaz de dar un vuelco a la situación)
-
ó bien, en última
instancia, la aparición de una forma de terrorismo de nuevo
cuño que, en lugar de golpear ciegamente, se oriente hacia
los centros de poder haciéndolos saltar mediante cyber-ataques
inmisericordes y/o liquidación física de la oligarquía
(hipótesis posible que conocen bien los gemólogos: cuanto
más dura es una estructura cristalina - un diamante - más
fácilmente resulta hacerlo estallar simplemente dando un
golpe preciso en un punto crítico)
La primera es la
opción del Buda:
"actuar sin actuar",
permanecer vigilantes ante el desplome del sistema (que
inevitablemente sucederá), es la vía del "sacerdote", del que
medita y se prepara para cuando ocurra ese momento.
Es la de quienes
"cabalgan el tigre":
permanecen
quietos y serenos hasta se ven pasar delante de casa el
cadáver del enemigo y, entonces llega la hora de "los que
han sabido permanecer en vela en la noche oscura".
La segunda es la
vía electoral emprendida por los partidos "euro-escépticos":
es una vía a medio
plazo de la que no puede excluirse que su victoria vaya,
fatalmente, a confluir con la primera opción. Una victoria de
este tipo puede precipitar el hundimiento del sistema mundial.
Es la opción del
"trabajador", del que actúa con sus manos, con su esfuerzo y lo
hace como un artesano medieval: hilando fino y realizando un
trabajo preciso y constante.
Es la opción de las
"hormiguitas laboriosas", del trabajo paciente sobre el terreno
de la política convencional.
La tercera es la
vía del guerrero y de la espada vengadora:
propia de aquel que
quiere precipitar el caos súbito para que genere, además de una
catarsis liberadora, la destrucción de los fundamentos mismos de
la "infraestructura" del sistema mundial.
A fin de cuentas, si
alguien pudo hablar de un "gramscismo de derechas", ¿por qué no
va a existir un "yihadismo euro-escéptico"?
Posibilidad remota
hoy, pero que no hay que excluir mañana.
Es la opción del toro
que, en lugar de cargar contra el paño rojo que le ponen ante
las narices, quiere "hacer sangre" e hincar sus cuernos en el
núcleo duro del sistema, pero también es la actitud de quienes
aceptan que les puedan clavar un estoconazo por todo lo alto.
No hay una cuarta opción,
ni una cuarta salida.
Porque pensar que el
sistema mundial conseguirá funcionar indefinidamente mostrando unos
niveles de eficacia incompatibles con las reglas del sistema
económico mundial y con su tendencia desde hace 150 años a ir
concentrando el capital en cada vez menos manos, es obstinarse en
pensar a la manera "progresista":
ver la realidad a
través de un espejo, olvidando que lo que estamos viendo es un
reflejo de la realidad, y su inversión.
Es decir, negarse a ver,
por ejemplo, que, detrás de las victorias parciales de las fuerzas
del stablishment, lo que existe es,
-
un deterioro
inexorable del sistema ante imposibilidad por parte de la
globalización de estabilizarse y satisfacer a todas las
partes
-
un avance de las
opciones "euro-escépticas" que son ya la "segunda fuerza" en
buena parte de Europa
-
una progresiva
brecha entre los intereses de la población y los de las
oligarquías económicas que llevarán cada vez más a actitudes
radicales tanto por una parte como por otra, constituyendo
el detonante de la crisis desintegradora
Simbólicamente, podríamos
decir que "el
Ragnarok ha comenzado":
la forma en la que
percibíamos el mundo está muriendo.
El "Lobo Fenrir" (la alta
finanza, los centros de poder económico, los consorcios mediáticos,
en definitiva, "la infraestructura" del stablishment) devora los
mundos.
Lo que tenemos ante la
vista, no es la posibilidad de un simple cambio político, es mucho
más:
Los viejos 'dioses',
todos ellos, están cayendo, todos, sin excepción.
Pero estamos en un
momento de transición en el que lo que está muriendo y agoniza,
todavía mantiene, mal que bien, sus posiciones, y lo que está por
nacer todavía no ha alcanzado el nivel suficiente de maduración.
De ahí la ambigüedad de
nuestro tiempo y el que los signos de desesperación se alternen con
síntomas de que se aproxima el amanecer.
Personalmente, concedo más valor a las leyendas de los ancestros que
a los mitos progresistas que constituyen la "superestructura"
emotiva y sentimental de nuestro tiempo.
Las leyendas arcaicas
nunca se equivocan...
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