por Sergio Trallero
del Sitio Web
AstrologiaSacra en el cielo o en el fondo de las aguas? En nuestros sueños, el infinito es tan profundo en el firmamento como bajo las aguas. El sueño le da al agua el sentido de la patria más lejana,
de una patria
celeste". 'El agua y los sueños'
Desde siempre se ha identificado con la psique en su amplio sentido, ese universo de vivencias interiores en el que se gesta sutilmente todo proceso de transformación y de crecimiento necesarios para el despliegue de la vida misma.
Para comprender esto
resulta necesaria una breve aproximación a cómo se ha considerado
este elemento en sentido arquetípico y universal desde las
tradiciones sagradas más importantes, en lo que sería el legado de
una misma sabiduría perenne. Pues es el elemento generador de las
imágenes por excelencia y nada mejor para su comprensión profunda
que la visión milenaria de sus mitos.
Es así que estas aguas serían la verdadera materia prima, esa sustancia original de la que emergen todas las formas de vida en tanto fuente y origen.
Ante todo representan la
matriz de todas posibilidades de existencia, la totalidad indefinida
que gesta en su seno todas las formas en estado sutil de latencia, a
modo de receptáculo de todos los posibles gérmenes y semillas.
Seguramente se inspiró en
mitos que le precedían, pues ya en Homero se habla de un misterioso
océano original totalmente ilimitado y abierto (apeiron) como origen
de todos los dioses.
En la antigua Mesopotamia a través de Nammu, la gran diosa madre de los sumerios identificada con el abismo acuoso del origen, posteriormente también referida como Tiamat (lit. "madre de la vida") en su aspecto más monstruoso.
De ella se engendran el cielo, la tierra y los dioses y seres que poblarán ambos.
Respecto a Egipto, muy similarmente era conocida como Nun, ese estado oscuro previo a toda existencia y por lo tanto incognoscible al no estar todavía delimitado formalmente.
Las más antiguas
cosmogonías menfitas parten de este sustrato acuoso del que emerge
una divinidad demiúrgica, Ptah-Atum, que a su vez
generará la Enéada de dioses egipcios.
Por ello estas aguas serían las de la no existencia, las tinieblas detrás de toda luz, previas a todo acto de creación:
...de las tradiciones
china, hindú y cabalística respectivamente, vacuidad metafísica que
contiene en su seno todo lo posible y todo lo real.
Este centro universal, núcleo de todo núcleo, identificado también como "corazón del mundo", será el axis mundi que vertebra todos los universos mediante una pulsión o latido entre dos polos:
O lo que es lo mismo, el
génesis de la vida, del principio vital en sí, presente en todo ser
creado pero también en el mismo universo bajo la forma de anima
mundi o "alma del mundo", precisamente el objeto de estudio de la
astrología bajo la acotación de zodiacos (lit. "rueda de la vida").
En su núcleo solar se
alberga el Embrión de Oro (Hiranyagarbha),
en tanto germen de la Luz cósmica, es decir, principio y origen de
toda vida en su máxima síntesis y potencia.
De hecho el mismo
universo, en tanto conjunto de galaxias y nebulosas, puede
considerarse como flotando en las aguas de un éter-plasma invisible,
sin bordes e ilimitado.
Es así que apreciamos su uso y función ritual, que recrea a nivel humano el proceso mismo de la cosmogonía pero en sentido inverso, en reversión.
Lo vemos muy claro en los
ejemplos de las abluciones en el islam, que recoge a su vez
prácticas muy arcaicas y extendidas, el baño sagrado en el Ganges, o
el agua bendita y bautismal en el cristianismo.
Pero esta dinámica no
sólo es individual sino también cósmica, como muestran los mitos del
diluvio universal, presentes en todas tradiciones sin excepción, en
tanto clausura de un viejo ciclo ya corrupto para dar paso a uno
totalmente renovado, tal y como ocurrió por ejemplo con la mítica
Atlántida, gobernada por Poseidón
según Platón, y engullida finalmente por las aguas.
Toda esta vibración
original de esencia femenina no sería más que un agua radiante, que
se desborda a sí misma en toda su potencia (la Shakti universal)
hasta engendrar como gran matriz (maya) la multiplicidad de formas
de vida.
En un mismo sentido también los "cantos de sirenas" intentan desviar y tentar a Ulises en su travesía iniciática, forzándole a amarrarse al mástil, a un eje vertical que actúe de centro inmóvil, reminiscencia del Principio original.
De hecho, la serpiente ha sido desde antaño otro símbolo lunar-acuoso por excelencia, asociado también a ritos de fertilidad, pero sobre todo a la temporalidad cíclica y el devenir, en su sinuoso despliegue dinámico de las fuerzas duales de la manifestación.
Y de ahí su significado
ambivalente y complejo, como en la caída del judeocristianismo y
pérdida del paraíso por el deseo de "conocer" los frutos del bien y
del mal, es decir del karma de entrar en lo temporal y perder así la
no-dualidad atemporal del árbol de la vida originario.
No hay mejor símil para la escurridiza existencia humana y su flujo inaprensible, que no es otro que el discurrir mismo de la vida. Como ya apuntó Heráclito y tantas veces recordado:
Esta travesía del río sería el mismo samsara, es decir, el encadenamiento de la existencia individual en todo su dinamismo de corrientes y circunstancias varias, hasta finalmente desembocar en un mismo océano universal, el nirvana.
El vínculo entre los seres limitados que somos y la realidad ilimitada que nos trasciende, desde siempre se ha simbolizado con la expresión de la gota de rocío y el océano, o sus olas en la superficie.
Aparece por doquier, en
el budismo, hinduismo, taoísmo, sufismo, misticismo cristiano, etc.,
y muestra que cuando el ego, que se cree falsamente separado, se
sumerge en el abismo de infinitud, descubre que no pierde nada ni
sufre alteración alguna, pues es siempre una misma esencia eterna y
fluida la que le da realidad, tanto en forma de gota como de océano.
El fin, por lo tanto, de
la filosofía, será el desvelamiento de dicho olvido (a-letheia) que
nos permita recordar nuestra verdadera esencia supratemporal, cuando
el alma convivía en las esferas celestiales.
En este sentido podemos establecer tres posibilidades de trascender este río de la existencia fenoménica, o similarmente tres modos de concebir los procesos internos de encauzar las aguas de la psique:
Como se intuye podemos observar, en términos astrológicos, una prefiguración de los tres signos de agua, respectivamente,
Y sobre todo la importancia del simbolismo sagrado de la navegación, pues es necesario navegar de algún modo este continente inmenso de la psique en todo el periplo iniciático que supone el camino del autoconocimiento, sin caer en los laberintos mentales que continuamente extravían.
Los diversos contenidos vivenciales del alma pueden ser monstruosos o fascinantes, y de lo que se trata entonces es de esquivar unos y pescar otros sin perder de vista que son siempre reflejos acuosos de una misma Luz superior.
Las aguas agitadas y
enturbiadas generan apariencias monstruosas, pero si están en calma
y quietud, su misma naturaleza translúcida permite vislumbrar un
abanico de reflejos lumínicos de indescriptible belleza.
Es decir,
En otro orden y siguiendo con las tres aguas zodiacales, resulta interesante discriminar incluso en términos orgánicos cómo se manifiesta esta sustancia.
Por ejemplo, Cáncer rige el estómago y el primer proceso digestivo, de donde se deriva el importante papel de la salivación y el sentido del gusto, que en las doctrinas hindúes es asociado al elemento agua.
Pero este arquetipo, en su función de mater nutricia, es principalmente expresado en las mamas, como fuentes de todo un mar de alimento:
Respecto a Escorpio, a nivel orgánico podríamos asociarlo a la sangre, al líquido ígneo que nos recorre, caliente, vivificador pero también símbolo de la muerte.
Además, este signo es asociado a su vez con el esperma y los flujos sexuales, las "secreciones" que guardan el "secreto" de la vida.
Tradicionalmente se
considera que la sustancia fluídica de la psique se vehicula
a través de estos líquidos, la sangre, el semen y el menstruo, de
ahí su importancia en las operaciones de magia.
Además, aún cabría meditar sobre una misteriosa y poco explorada manifestación del agua que solapa el nivel fisiológico con el nivel psicológico:
Pero continuando con la esencia propia del elemento agua, debemos advertir sobre la limitación que supone toda etiqueta o esquema definido, al encontrarnos con un elemento fluido y escurridizo en sí.
A pesar de su característica absorción o adaptabilidad respecto a elementos foráneos, no deja de ser incolora e informe en su naturaleza indescriptible.
Lo que esto significa es
que se trata de un elemento puramente subjetivo, no racional, no
sujeto a sistematizaciones ni catalogaciones estáticas, y que su
modo de expresión siempre va a ser más afín al discurso imaginario y
no abstracto, dinámico y no conceptual.
Evidentemente asociamos a este término un carácter altamente fantasioso y arbitrario, pero no hay que perder de vista que en un sentido superior podríamos hablar también de "imaginal", término acuñado por el filósofo Henry Corbin con base en la espiritualidad sufí y tradiciones gnósticas para dar cuenta del mundo arquetípico de las imágenes del alma.
La imaginación en tanto
facultad visionaria e intuitiva es la encargada de vehicular, de dar
forma epifánica, a las fulguraciones superiores del Espíritu, y de
ahí que sea la mayor potencia de este ámbito intermedio de las aguas
anímicas, nuestro "ángel" como función encargada de religar el cielo
y la tierra.
Hecho que nos reconduce a la función sagrada de los ojos en tanto "charco inexplorado de luz líquida".
Desde aquí podemos
entender a su vez el misterio de la magia y la evocación, o
capacidad de modelar imágenes con tal poder de voluntad que
precipiten en la realidad fenoménica por la propia inercia acuosa
subyacente que todo lo empapa.
Esto puede vivirse en sentido positivo, por ejemplo, en la dulzura y frescura que emana un íntimo arroyo en primavera en todo su aspecto juvenil y revivificante. O también en un sentido más sombrío, si en lugar de quedarnos con los reflejos naturales de la superficie volcamos la contemplación hacia lo profundo ignoto, siendo entonces aguas de muerte, como la siniestra noche en un húmedo estanque o la tempestad furiosa en alta mar.
En estos casos la inmersión se produce por una depresión o hundimiento, un descenso necesario a los bajos fondos no exento de sufrimiento o incluso suicidio lento.
Ahogo emocional, en suma,
de las propias resistencias egoicas que entran en proceso de
disolución. Es de destacar entonces que siendo el elemento más
pasivo tiene el potencial más activo, pues así como una sola gota de
impureza contamina un océano, también una sola gota de néctar puede
purificarlo.
A mayor apertura del sujeto en sensibilidad e intuición, mayor desborde de estas aguas en toda su potencia, como afirma Bachelard:
Estamos así inmersos de lleno en el reino de los sentimientos, aguas internas ricas en distintas vivencias, de lo más diverso, insólito e inclasificable, al ser un ámbito único e intransferible para el sujeto que las padece.
Condicionantes de todo tipo, respuestas inconscientes, miedos y temores muy hondos, anhelos indescriptibles e indefinidos, deseos de pulsiones instintivas, material onírico y fantasía, etc.
Pero también la intuición profunda hacia la esfera sutil, lo evanescente, la sensibilidad y empatía, la comprensión pura desde el alma, y el amor-fusión hacia cualquier forma, animada o inanimada, humana o divina.
Así, si la conducta es
movida por la voluntad en el elemento fuego, por los pensamientos en
el aire y por los resultados en la tierra, serán todos estos estados
internos los que movilicen al agua.
Seguramente el efecto calmante sea debido a esos recuerdos subconscientes que recrean el estado flotante en la placenta prenatal, de fusión en el seno materno, y esa tranquilidad de la seguridad protectora. Los baños medicinales y toda forma de hidroterapia destacan por sus propiedades beneficiosas para el organismo.
Y no es de extrañar del
elemento que la tradición asigna al temperamento flemático, y que
rige por tanto todos los fluidos del cuerpo, como vemos en la
composición del cerebro, la linfa, la sangre o los jugos internos.
De ahí, por ejemplo, los importantes beneficios del agua de mar, no sólo por vía tópica sino también ingerida, como demostraron los estudios de René Quinton (Luna en Piscis), al constatar la similitud con el plasma sanguíneo y la presencia de todos los elementos de la tabla periódica.
A ello llegó buscando cura a su tuberculosis, la cual se erradicó, y tras oír referencias de su uso terapéutico remitidas ya por Platón en base a sacerdotes egipcios. Y no sólo podemos apreciar esta corriente fluida a nivel fisiológico sino también a nivel sutil-energético:
Como podemos deducir de lo expuesto, es claro que el agua va a definir un tipo de carácter tranquilo y agradable, dócil, afable, empático, reservado, introvertido y vulnerable, aunque también con inclinación a la apatía y el cansancio, la somnolencia, la inseguridad, el temor, etc. por su fuerte composición pasiva e influenciable.
Según los comunes
balances de elementos que se establecen en una primera aproximación
a una carta natal, se contemplan algunas posibilidades básicas como
la deficiencia de agua, su exceso, o la combinación con los
restantes.
Establecer vínculos íntimos no es necesario, lo cual establece cierta distancia con el ámbito de la comprensión, sensibilidad e intuición, desdeñándolo o no considerándolo importante.
Como es natural, el
efecto tapón o compensatorio que puede asumir otro elemento
dominante puede llevar al endurecimiento y la sequedad por la falta
extrema de agua.
La timidez es destacada, y aunque hay mucha influenciabilidad del entorno, oscilando en reacciones entre el miedo y el anhelo, el carácter pasivo también otorga capacidad de adaptación y amoldamiento a las circunstancias.
La vida interior es muy rica, y es necesario un alimento emocional constante, que puede llegar a ser absorbente.
Ante todo, se debe evitar
el derrame emocional que pueda llevar a la experiencia del ahogo y
el agotamiento existencial. La clave estará en encontrar la
serenidad interior a través de canales que drenen esta tremenda
sensibilidad.
También destaca la
paciencia, receptividad, escucha y mucha intuición en lo perceptivo
y sensorial, al agrupar los dos elementos femeninos, yin.
A la inversa, mucha
facilidad para vivenciar e implicarse emocionalmente en las propias
ideas y concepciones. Los anhelos del agua también pueden evaporarse
en forma de ideales humanitarios, al igual que ensueños de
posibilidades diversas, como las formas cambiantes de las nubes en
el cielo, lo que potencia mucho la imaginación.
Cuesta mucho el distanciamiento de las experiencias, que reafirman al sujeto. Pueden ser muy expresivos, incluso dramáticos o teatrales, y mostrar también calidez emocional.
Es una combinación de
inspiración directa, irracional, en el sentido creativo sobre todo.
Si los signos siempre nos van a indicar recursos energéticos a disposición, es decir predisposiciones internas a modo de una herencia innata, las casas correspondientes nos hablarán de cierto déficit de ese arquetipo, lo que conlleva la necesidad de su integración, de una adquisición mediante continuas dosis de aprendizaje circunstancial.
Así, los procesos
psicológicos internos vienen indicados por los signos, mientras que
los contextos y ámbitos concretos de plasmación externa por las
casas.
Con lo que podemos encontrarnos a su vez con desequilibrios en los balances entre signos y casas de la misma naturaleza, según la distinta presencia planetaria.
Por ejemplo, puede darse que habiendo falta de agua por signos, en cambio las casas de agua estén testadas, hecho que puede dar cierta dificultad a la hora de encarar las crisis emocionales y las experiencias de apego-desapego, al ser un aprendizaje nuevo del que no se dispone una naturaleza interior afín.
Por el contrario, habiendo fuerte presencia de agua por signos, puede que las casas de agua estén vacías, con lo que habrá que encontrar nuevos cauces a través de otros elementos para expresar esa sensibilidad:
Para concluir, hay que
señalar que la astrología se ocupa de la gestalt, de la forma, en
este caso cósmica-humana, y por lo tanto, de los patrones y ritmos
cíclicos que estructuran la manifestación en todos sus órdenes,
desde totalidades mayores a menores, pues no hay partes sino
reflejos del Todo,
holones estructurados en una
variabilidad fractal.
Sin salirse nunca de los principios inherentes, más que en los intrincados canales arteriales se centra en la savia que circula interiormente.
Lo que aporta, pues, en su aplicación y enfoque astrológico, es la fluidez y frescura de construir el relato visionario de la propia alma desde la intuición viva del símbolo.
Y con la finalidad
propiamente terapéutica que supone todo acto de reconocimiento no
dual entre lo externo y lo interno, lo alto y lo bajo.
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