por Sergio Ferrari
desde Berna, Suiza
12 Marzo 2023
del Sitio Web
ResumenLatinoamericano
Omnipresente en la vida cotidiana...
y mucho más.
El ser humano integra a diario más y más productos que son el
resultado de una Inteligencia Artificial (IA)
capaz de imitar y potenciar el saber intelectual humano, y que
también amenaza desbancar millones de puestos de trabajo.
La primera semana de marzo el grupo de prensa Axel Springer, el más
grande de Alemania, y editor de los periódicos Bild y Die Welt,
anticipó una reducción significativa de sus empleados.
Según el gigante alemán,
dicha reestructuración que
se hará hasta finales del año en curso
está motivada por los últimos avances en la tecnología de la
información-comunicación.
Mathias Döpfner,
director del grupo, envió una carta a su personal en la cual afirma
que,
"la inteligencia
artificial revolucionará el periodismo y la industria de los
medios de comunicación" en la medida que substituya diversas
actividades propias de la profesión.
Presencia
cotidiana
-
Un buscador temático en Internet
-
La cortadora de césped automática
sin cable
-
El calculador de distancias o el de tipos de cambio
-
Múltiples traductores en línea
-
Asistentes audio
-
Vehículos sin
conductor
-
Robots cirujanos...
Todos ellos avances
tecnológicos que se van imponiendo aceleradamente gracias a
la
Inteligencia Artificial.
Resultado de la combinación de algoritmos -
secuencias de pasos lógicos estructurados en programas - que permite
crear máquinas o instrumentos que presentan las mismas capacidades,
o mejores, que las del ser humano.
Inteligencia Artificial, o términos intercambiables como "algoritmo"
o "datos", aparecen ya en los medios de prensa, estudios
científicos, ensayos sociológico-filosóficos, documentos sindicales
e incluso en las charlas de café, cuando compartimos aplicaciones e
imágenes con nuestras amistades.
Y también están presentes
en las reflexiones y los debates sindicales, cuando se analiza el
mundo del trabajo y el impacto directo que tienen las nuevas
tecnologías en ciertos sectores.
Por ejemplo, por citar
solo algunos,
el de las comunicaciones, la industria gráfica, el
personal de ventas - reemplazado en los países industrializados por
máquinas de autopago - el bancario, el financiero, la logística en
general y los centros de atención a clientes.
La Inteligencia Artificial traduce conceptos casi mágicos. A veces,
incluso, se emplean sin entenderse el significado profundo de los
mismos.
Como lo señala Adrien
Tallent, graduado en Filosofía Política y Ética en la
Universidad de la Sorbona, Francia, en ciertos casos se los equipara
con,
"instrumentos
infalibles y perfectamente racionales cuya ayuda puede ser
inestimable para delegar ciertas tareas o incluso
responsabilidades".
Potencialidad
y amenazas
Sin embargo, subraya Tallent en un reciente artículo
publicado en The Conversation,
"la recopilación
masiva de datos y el uso generalizado de algoritmos también
supone una amenaza para la sociedad y la democracia".
Y explica que,
"a cambio de un
servicio (casi siempre gratuito), los usuarios delegan
consciente o inconsciente-mente parte de su poder de decisión y
la posibilidad de influir en sus elecciones y opiniones".
El filósofo francés
recuerda que los sistemas de Inteligencia Artificial se construyen
para manejar enormes cantidades de datos y que su propósito es tomar
las decisiones más informadas y objetivas posibles.
Sin embargo, señala, este
despliegue lógico a gran escala responde a opciones políticas y a la
promoción de lo que ciertos intelectuales denominan "racionalidad
algorítmica".
Tallent también explica que las sociedades occidentales son
herederas de la revolución científica y filosófica del siglo XVII y
que se construyeron en torno de las nociones de libertad y progreso,
respetando cierta armonía entre emancipación humana y desarrollo
técnico.
Y se interroga:
¿Qué podría ser más
racional que la gestión de diversos sectores y actividades quede
en manos de la inteligencia artificial...?
El problema que surge con
esta concepción es que ve al ser humano como falible frente a una
Inteligencia Artificial considerada infalible porque se basa en
datos u objetos matemáticos.
Según esa visión,
cualquier decisión sería irrefutable porque se basaría en argumentos
estadísticos sin tener en cuenta que la recuperación de datos y su
explotación implica matices y contradicciones.
Tallent advierte que los gigantes digitales (las grandes empresas
multinacionales del sector) conocen nuestras preferencias, nuestras
opiniones y nuestros deseos.
Además, que los
contenidos afines a nuestras ideas ocupan un lugar preponderante y
faltan opiniones alternativas, lo que facilita y aumenta la difusión
de noticias falsas (fake news), las cuales disponen de un mayor
potencial de difusión.
Como resultado,
cada vez
compartimos menos verdades y experiencias comunes, necesarias para
que funcione la democracia...
Inteligentes e
invasivos
Al analizar nuestros datos personales con el propósito de predecir
nuestro comportamiento, el sistema dominante se está convirtiendo en
un "capitalismo de vigilancia", en palabras de la conocida socióloga
norteamericana Shoshana Zuboff, a quien Tallent cita en su
artículo.
Según Zuboff, para estas
empresas, los individuos ya no son clientes, sino productos para los
anunciantes o proveedores de datos, y esos datos permiten desposeer
a los potenciales consumidores de su propia voluntad.
Tallent subraya que,
"el hecho de que
estemos expuestos a esa publicidad dirigida demuestra las dudas
que tenemos sobre nuestros propios deseos.
Ya no sabemos,
realmente, si hemos deseado el objeto adquirido o lo compramos
porque nos lo mostraron antes. Nuestro deseo está automatizado".
"Acostumbrados al progreso técnico", continúa, "los individuos
se han habituado a un entorno en el que la búsqueda de
comodidad, rapidez y entretenimiento permite la generalización y
perpetuación de sistemas técnicos invasivos en detrimento de
ciertas libertades fundamentales (derecho a la intimidad, al
anonimato, a la independencia de pensamiento, etc.), que son las
garantías de nuestras sociedades democráticas".
Al facilitar nuestros
datos e informaciones, concluye Tallent, transferimos parte de
nuestro libre albedrío y la capacidad de opinar por nuestra propia
cuenta.
De esta manera limitamos
seriamente nuestra capacidad de influir en los procesos electorales,
es decir, en el ejercicio mismo de la democracia.
El caso de Cambridge Analytica es tal vez el que mejor
ejemplifica esta realidad. La firma inglesa recopiló y usó, sin
consentimiento, los datos de más de 80 millones de usuarios de
Facebook.
Su accionar demuestra la
capacidad de manipulación política que tuvieron las redes sociales
en elecciones tan decisivas como las presidenciales estadounidenses
de 2016 o el referéndum británico sobre el Brexit para definir la
continuidad o la salida británica de la Unión Europea.
Cambridge Analytica también promovió la
figura de
Mauricio Macri en su campaña electoral en 2015 en
Argentina.
Diversos medios de prensa
de muy variados horizontes ideológicos, incluyendo algunos
conservadores como La Nación,
informaron en su momento sobre este
servicio de la empresa británica al ex-presidente argentino.
Control
democrático de la Inteligencia Artificial
SYNDICOM, el sindicato suizo de la comunicación, comenzó hace años
el estudio de la temática relacionada con la Inteligencia Artificial
y este tema sigue siendo una prioridad cotidiana de su trabajo
gremial.
En 2020 avanzó una serie
de principios rectores para conceptualizar y promover el uso
responsable de la inteligencia artificial.
Su tesis fundamental consiste en que,
"en un mundo digital
en el que la inteligencia artificial gana terreno, cada
individuo debe poder decidir libre y autónomamente dónde y en
qué medida se apoya en la tecnología, y en qué casos actúa por
cuenta propia, sin ayuda de la misma".
El sindicato está
convencido,
"de que el gran
potencial de la inteligencia artificial sólo podrá hacerse
realidad si se adapta a nuestras necesidades y si es aceptado
por la sociedad".
Sin embargo, advierte,
esto debe hacerse dentro de un marco libremente elegido y que sea
ética y legalmente correcto.
Y enfatiza:
"los seres humanos
deben seguir conservando su soberanía".
Es decir, los individuos
deben ubicarse y prevalecer sobre las máquinas y sus productos.
SYNDICOM considera esencial incluir las cuestiones éticas en el
desarrollo y el uso de la IA y subraya que,
en el contexto de los
derechos humanos, la participación democrática, el Estado de Derecho
y la redistribución social, la inteligencia artificial debe tener
como único objetivo estar al servicio de las personas y de su
libertad, y no al servicio de acumulación, propio de las empresas.
Palanca para
redistribuir el ingreso
En 2020 SYNDICOM aprobó nueve Principios Rectores, es decir, marcos
conceptuales de la Inteligencia Artificial para el Futuro Humano.
Entre ellos:
-
el ejercicio de
autonomía y control
-
el respeto de los
derechos humanos y los derechos fundamentales
-
la
responsabilidad ética y social
-
asegurar
transparencia
-
ejercitar la
responsabilidad
-
aceptar las
relaciones de coparticipación social y la codecisión de los
trabajadores
-
reconocer una
transformación digital justa y duradera
La transformación digital
justa constituye un punto esencial de los postulados del sindicato y
va directo al tema de la redistribución del ingreso.
Para SYNDICOM, dicha
transformación debe mejorar la situación del mayor número posible de
personas mediante la redistribución y los esfuerzos por lograr la
igualdad de género.
"Las ganancias de
productividad que pueda aportar el uso de la IA deben
reinvertirse de forma sostenible en beneficio de la gente".
Y advierte que,
"en la era de la
cuarta revolución industrial, el sistema económico ha cambiado
de rostro.
Pretende funcionar
con el menor número posible de trabajadora-es y alejarse de las
relaciones contractuales garantizadas por las convenciones
colectivas".
Esta visión no
constituye,
"una innovación
tecnológica, sino una ruptura histórica y social. Las razones no
hay que buscarlas en la automatización digital, sino en el
sistema económico dominante", concluye esta organización gremial
helvética.
En cuanto al eventual uso
indebido de las bases de datos, elemento esencial de la IA, la
propuesta de SYNDICOM consiste en impulsar paraguas protectores
debido a que la big data y la IA también pueden diseñarse para
perjudicar a las personas.
Estas inmensas cantidades
de información, los datos, la IA y los sistemas inteligentes
constituyen ingeniosas herramientas en manos de una multitud de
actores, muchos de los cuales son políticamente poderosos, así como
delincuentes.
Esto debe tenerse en
cuenta a la hora de diseñar y regular la IA.
Sin embargo, el daño
potencial,
"no es una
característica del desarrollo tecnológico, sino un resultado de
su uso.
Por eso es tan
importante que los diferentes actores del Estado regulen el
espacio digital para evitar que otros se apoderen de él y lo
manipulen, incluso fuera de las fronteras nacionales."
Temática alucinante y
reflexiones en pañales, que muchas veces parecen ir detrás del
propio ritmo robótico de las nuevas tecnologías de la información,
tan invasoras como beligerantes e imponentes.
¿Quién controla a quién
en esta compleja relación entre robots y seres humanos?
Tal vez, como lo afirma
el filósofo suizo
Hans Widmer, el desafío
esencial sea desarrollar, trabajar, conceptualizar y pensar a fondo
la relación entre la Inteligencia Artificial y la ética,
para evitar caer en
el riesgo posible de "un individuo que quede bajo la tutela de
la IA"...
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