por Eva Millet

29 Abril 2023

del Sitio Web Educa2

Información enviada por MGGdeCh

 

 

 

 



"Máquinas que saben por qué llora tu Bebé - Así es la Crianza de la Inteligencia Artificial"...

Este es el título del artículo publicado en La Vanguardia, donde desgrano las aplicaciones que existen en el mercado y que utilizan la inteligencia artificial para la crianza:

de aplicaciones para distinguir el llanto a cunas inteligentes, que controlan el sueño de los bebés, pasando por robots que hablan de emociones a los niños.

Pero la pregunta es si esta tecnología es aliada, sustituta, o un nuevo generador de ansiedad. Pasen y lean.

 

Aquí está el texto:

 

 

 

 

por Eva Millet

14 Abril 2023

del Sitio Web LaVanguardia

 

 

A principios de 2017 la empresa de juguetes Mattel anunció el lanzamiento de un nuevo producto:

una máquina llamada Aristóteles, diseñada para ayudar a los padres,

"mediante la más avanzada tecnología de inteligencia artificial", a proteger y educar "el activo más importante de sus hogares: sus hijos".

Inspirado en Alexa, de Amazon, Aristóteles consistía en un altavoz de tamaño mediano, de un rojo intenso, coronado por una lámpara tubular y acompañado de una cámara.

 

El aparato tenía la capacidad de cantar nanas, contar cuentos y recitar el abecedario a las criaturas, además de hablarles en otros idiomas.

 

Conectado a una aplicación de móvil, el software de Aristóteles también prometía monitorizar el entorno del niño, avisar si se acababa algún producto necesario para su crianza o si detectaba ofertas interesantes en el mercado.

 

Mattel prometía "un salto brutal de la tecnología parental", yendo mucho más allá de los clásicos walkie-talkies, que empezaron a proliferar en las habitaciones infantiles a finales del siglo pasado.

Pero aquel salto no llegó a producirse:

ante la noticia del invento, en Estados Unidos se desató una campaña en su contra, encabezada por la organización Commercial-Free Childhood, que lucha por una infancia libre de intereses comerciales.

La protesta se basaba en una premisa:

aquel aparato no era una niñera virtual, sino un intruso.

Y las habitaciones infantiles, subrayó uno de sus portavoces en The New York Times, deberían estar libres de "fisgoneo corporativo",

sin olvidar que las máquinas no deberían utilizarse como sustitutos de las funciones parentales esenciales...

Ante el revuelo, la empresa decidió no comercializar Aristóteles.

Sin embargo, aquel gesto no sentó precedente.

 

Desde 2017, la oferta tecnológica para la crianza ha ido aumentando sin pausa. Y con la expansión de la inteligencia artificial (las máquinas que imitan la inteligencia humana), se abren mil posibilidades en el mercado.

 

En consecuencia, existen todo tipo de programas y aparatos destinados al cuidado de las criaturas en las que se aplica la inteligencia artificial:

Cunas que responden automáticamente a las necesidades del bebé.

 

Calcetines que monitorizan sus constantes vitales.

 

Robots que hablan de emociones...

El de la crianza es un mercado en auge, a menudo basado en los miedos naturales de los padres, fácilmente trasformados en ansiedades.

 

Se calcula que, en 2020, en Occidente, los productos para la seguridad del bebé generaron ventas que rozaron los mil millones de dólares.

 

Sus expectativas de crecimiento en 2028 son de casi el doble.
 

 

 


Entre los productos más populares destacan los "calcetines inteligentes", un dispositivo que aúna dos conceptos que hasta ahora parecían dispares.

 

El Owlet Vigilabebés Smart Sock, por ejemplo, monitoriza la frecuencia cardiaca y el nivel de oxígeno del niño, y avisa si los registros se salen de lo preestablecido.

 

Como la mayoría de productos de este tipo, se puede complementar con una cámara, colocada en la habitación; este añadido aumenta el precio del calcetín, que supera los 300€.

 

Los resultados de lo que el algoritmo detecta se consultan a través de una aplicación de móvil, otro recurso omnipresente en el mundo de la inteligencia artificial aplicada a la crianza.

 

El calcetín, con "carga inalámbrica rápida", también hace un seguimiento de los patrones y la calidad del sueño.
 

 

 


El ámbito del sueño infantil comprende una oferta importante de utensilios tecnológicos.

 

Desde Lulla Care, una start-up española especializada en aplicar la inteligencia artificial a a la maternidad, se asegura,

"haber ayudado a más de 5.000 familias a dormir toda la noche".

¿Cómo...?

 

Mediante aplicaciones que, entre otros, registran, en gráficas, cosas que antes se anotaban en un libreta, como los cambios de pañal y las tomas del bebé.

 

Por supuesto, algunos programas incorporan una cámara y facilitan, por un pago extra, almacenar en la nube los videos del bebé dormido, a modo de álbum virtual.

 

También controlan la temperatura de la habitación y avisan, mediante una alerta de móvil, de cualquier anomalía.

La aplicación de Lulla Care diseñada para dormir registra asimismo los hábitos de sueño, pero ofrece algunos extras, como,

"rutinas musicales innovadoras" que, aseguran, "ayudarán a tu bebé a quedarse dormido y reducir los despertares".

El pertenecer a la comunidad de Lulla Care hace también posible chatear con un equipo de pediatras, psicólogos y coaches de sueño infantil, para aclarar dudas.

 

Si antes se tomaba el teléfono para consultar con la abuela o el médico de la criatura, la propuesta actual es chatear con un profesional que, probablemente, no la haya visto nunca.

Con la "cuna inteligente Snoo" se ha ido un paso más allá.

 

Su creador es un pediatra americano, el doctor Harvey Karp, que dice haberse inspirado para diseñarla en las sensaciones que percibe el bebé en el útero materno.

 

Karp asegura que los bebés que usen su cuna (cuyo precio ronda los 1.200€),

"dormirán nueve horas o más a partir de los tres meses".

¿Cómo...?

 

La cuna es 'inteligente' y,

"responde automáticamente a la inquietud del bebé mediante sonidos tranquilizadores y movimiento".

Es decir, si la criatura llora o se inquieta, la cuna reacciona, balanceándose o emitiendo sonidos, para calmarlo de forma automática.

 

Se asegura que el programa es capaz de distinguir entre llantos:

lo tranquiliza cuando está cansado, pero no actúa si tiene hambre o está incómodo.

Ahí han de intervenir los padres...

 

 


Imagen del

video promocional de SNOO,

la cuna inteligente.
 


Y es que la inteligencia artificial dice ser capaz de distinguir el llanto del bebé:

ya existen aplicaciones que prometen discernir si se produce por hambre, sueño, un pañal sucio, etc.

El sistema para crear un traductor de llanto es el mismo utilizado para cualquier programa de inteligencia artificial:

se nutre con muchos datos (en este caso, los sonidos de cientos de miles de lloros de bebés) para que el algoritmo diagnostique la causa.

La empresa Zoundrim, con sede en Barcelona y Basilea, asegura contar con la mayor base de datos de llantos infantiles del mundo.

 

Su cofundadora es una española, Ana Laguna, una analista de datos de cuya experiencia como madre primeriza nació este proyecto, cuando decidió aplicar la inteligencia artificial para tratar de entender qué le estaba diciendo su hijo.

 

Hoy, los padres que optan por su algoritmo, reciben el resultado ("sueño", "hambre", "dolor barriga"…) vía móvil.

"Es un sistema muy útil, especialmente para primerizos. Funciona de forma automática y, en consecuencia, reduce el estrés", dice Leonid, usuario de Zoundrim.

Para Benedetta, otra usuaria:

"La idea es increíble, ser capaz de confirmar lo que pienso o ser corregida, me hace sentir más segura".

Discernir las causas del llanto del bebé gracias a una máquina puede ser tranquilizador pero:

¿conviene dejar su interpretación a un software o delegar la tarea de calmar a un bebé a una cuna inteligente...?

"A mí la primera pregunta que me viene a la cabeza es por qué una madre y un padre quieren delegar estos cuidados y esta protección a una máquina", responde Agnès Brossa, psicóloga especializada en familia.

 

 

 

En sus treinta y cinco años tratando a padres e hijos, Brossa ha visto muchas cosas, pero el uso de la inteligencia artificial en la crianza le parece, como poco, desconcertante:

"Me gustaría entender el motivo", reitera.

 

"¿Estar más tranquilos? ¿Tener más tiempo? ¿No tener los inconvenientes de cuidar a un bebé los primeros meses que sí, comportan cansancio?"

Esta terapeuta no tiene ninguna duda que quienes hacen mejor estas funciones son los padres:

"Son ellos quienes conocen al bebé desde el primer día y van aprendiendo a identificar sus necesidades…

 

Si delegas eso a una máquina:

¿Cómo conocerás después sus llantos?

 

¿Y cómo aprenderá al bebé a llorar un poco más fuerte, si un día no le hacen caso inmediatamente?

 

¿O a expresar otras necesidades?

 

¿Puede la máquina averiguar otros motivos de malestar?", pregunta.

 

Moxie, el amigo-robot,

que habla de emociones a los niños,

está inspirado en los dibujos de Pixar.

 

La seguridad no es el único ámbito de la crianza en el que se está aplicando la inteligencia artificial.

 

Hoy los niños tienen la posibilidad de tener amigos-robot, que les enseñarán aspectos tan humanos como conocer sus emociones.

 

Así se promociona Moxie, un pequeño androide que se publicita como,

"el primer robot de apoyo emocional para los niños".

Moxie, explican sus artífices, está orientado a menores de entre cinco y diez años y su propósito,

"es ayudarles a que desarrollen las habilidades necesarias para triunfar en la vida".

Entre ellas está la inteligencia emocional, un concepto de 'moda'...

Moxie es azul, tiene ojos verdes y un altavoz incorporado; parece un dibujo de Pixar. Aseguran que, entre otros, enseña a los niños a reconocer y nombrar sus emociones, a controlar la ira y a lidiar con la ansiedad, a resolver conflictos, inculcar hábitos y rutinas saludables y a aprender a equivocarse.

 

Definido como un "amigo compasivo", Moxie también anima a sus amigos humanos a leer, dibujar y jugar.

Está asimismo programado para animar a los niños a escribir "notas cariñosas" para su familia y hablar de sus sentimientos.

En la vida real, es altamente poco probable escoger de forma voluntaria un amigo así en la infancia:

que te inste a escribir notas amables, te enseñe hábitos saludables o a distinguir las emociones.

Y es que, tradicionalmente, estas tareas han correspondido… ¡a los padres...!