por Lucile de La
Reberdiere
07
Septiembre 2015
del
Sitio Web
INREES
traducción de
Pressenza
15
Septiembre 2015
del
Sitio Web
Pressenza
Versión original en francés
Institut de
Recherche sur les Expériences Extraordinaires
(Imagen de Stephen Criscolo | INREES)
Sabemos del inconsciente colectivo, la memoria colectiva o incluso
los arquetipos descritos por Jung.
En muchos sentidos, ya
venimos nombrando este fenómeno poco conocido, y sin embargo, tan
propio de los seres humanos:
el egregor...
Pero así como nosotros
somos capaces de generar toda esta conciencia compartida,
ella también tiene el poder de afectarnos...
Un egregor es producido por una poderosa corriente de pensamiento
colectivo.
Cuando un gran número
de personas se concentran juntas sobre el mismo tema con la
misma intensidad, desarrollan una energía común...
Todos sabemos acerca de
este efecto estimulante, que podemos comprobar al compartir con
otros un buen proyecto y un momento intenso.
La actividad concentrada
recoge las intenciones de cada uno en una conciencia colectiva que
parece llevar el conjunto. Pero detrás de la impresión personal, un
conjunto de procesos regulados se desarrolla entre nosotros.
Una emoción activa los átomos en nuestras células, convirtiendo al
cuerpo en una batería capaz de fabricar su propia energía.
Por lo tanto,
por la pura fuerza de
la emoción mutua e incluso sin darnos cuenta, conectamos
nuestras fuentes de energía y creamos una más grande, global.
Como conectados entre sí,
vibramos en la misma longitud de onda.
El voltaje es lo
suficientemente alto como para el surgimiento de un espíritu de
grupo.
"El bioquímico
Rupert Sheldrake habla de
campo morfogenético.
El sentir de una
persona ejerce una fuerza sobre la otra. Este movimiento, por
resonancia, influirá en sus comportamientos y pensamientos",
dice Rosa Claire Detève, capacitadora en psicología
cuántica.
Pero ese espíritu de
grupo no es más que el resultado pasivo de un instinto gregario.
Pierre Mabille, médico y antropólogo, cercano a los artistas
del surrealismo, consideraba que el egregor poseía,
"una personalidad
diferente a la de los individuos que lo componen".
A nivel individual, por
ejemplo,
sabemos que a veces
un pensamiento arraigado por largo tiempo terminará a veces por
sobrepasarnos.
De alguna manera se
convierte en autónomo y actuará en nosotros mientras lo
alimentemos con nuestras creencias.
Del mismo modo,
el egregor es una
entidad vitalizada.
Actúa como un
almacenamiento de energía, impulsado por los
sentimientos,
deseos, ideales y
temores de sus
miembros.
Cuanto más numerosos son,
tanto más se fortalece el egregor para influir en sus vidas.
Una conexión
heredada
"Desde el momento en
que, al menos dos personas, comparten una visión, forman un
egregor.
Algunos tendrán una
vida útil corta, otros durarán por siglos:
una historia de
amor puede durar unos pocos días, el egregor de
la iglesia católica tiene
más de 2.000 años",
...dice Alain
Brêthes, quien ha escrito extensamente sobre la fenómeno.
El autor ha clasificado
al egregor en tres categorías.
1 - Los egregores "neutros"
son los más numerosos.
Estos son las
amistades del barrio, los círculos profesionales o grupos de
amigos de toda la vida.
Estos egregores no
son muy inductivos en términos de pensamiento.
Las personas
comparten cosas pero viven sus vidas cotidianas sin que esto
tenga un impacto real en su psique.
2 - Luego nos
encontramos con los llamados egregores "limitantes"; son
los egregores
del ego.
El individuo
tiene que adoptar las creencias y los patrones de
comportamiento del grupo.
Este es el caso
de los partidos políticos, las religiones.
Son sin duda los
más poderosos dado que son los egregores más plena y
ampliamente compartidos.
El egregor suele
apoyarse en imágenes. Y, en todos los tiempos, las sociedades
han relacionado sus convicciones con un fuerte simbolismo.
Sin embargo, es el
ser humano quien proyecta su pensamiento precisamente en el
símbolo.
Es la manifestación
formal de la energía latente orientada a su cumplimiento.
Típicamente, la
Estrella de David, la cruz latina o el yin y el yang, se
utilizan para apoyar la visualización y el punto de contacto
entre los miembros que celebran su fe, haciendo crecer así
su egregor.
En el extremo de esta
categoría están,
-
los radicales
-
las pandillas
-
las sectas
3 - Por último, los
egregores "fructíferos" son los que,
elevan a la
conciencia, tratando de unir y reunir, los que expresan los
valores de la justicia, la equidad y la bondad...
Son las energías
útiles para la comunidad mundial, que adoptan la forma de
corrientes de la psicología humanista, asociaciones humanitarias
o movimientos espirituales contemporáneos.
Todo es
Egregor
"Observe una cena
entre amigos:
siempre hay uno
que hace reír, alguno que refunfuña, etc.
Cada uno juega un
papel que deja de lado en el momento que vuelve a casa.
Ellos mantienen su
egregor.
Un partido de
fútbol con su equipo favorito, la vuelta a la escuela de su
hijo o un almuerzo en casa de la familia...
Vivimos
permanentemente entre áreas sociales invisibles, muy
condicionantes.
Incluso alguien que
quiere escapar de este fenómeno yéndose a vivir en una isla
desierta, sigue vinculado al egregor de las personas que aspiran
a aislarse en una isla desierta", se ríe el autor.
No obstante, y a veces
demasiado fuertemente, puede dar la impresión de estar siendo
atrapado en la existencia del otro.
"Por lo tanto - hace
hincapié Kaly - es magnetizador; no se debe confundir 'Egregor'
con 'posesión'.
Se deja un egregor
alejándose de la gente o las ideas que nos atan a él.
Esto puede ser difícil, pero no hay nada más que se pueda
hacer".
En ese caso, la
psicoterapia puede ser una manera de tomar conciencia del parásito
"energético" que son producidos por los valores de nuestro círculo o
nuestra comunidad.
Pero dejar un egregor no es más que la ocasión de unirse a otro.
Un claro camino de vida
simplemente elegirá siempre con el corazón sus fuentes de
inspiración.
"Porque - insiste
Alain Brethes - no se puede escapar de ella. Todo es egregor, es
el arquetipo universal, aquello que condiciona nuestros actos".
Cuando un niño nace y
tiene su primer respiro, no solo se conecta al egregor de la familia
de la que forma parte, sino también al egregor de su país y de su
historia.
Absorbe una cantidad de
la energía colectiva que no le pertenece a él, pero que la hará
suya.
"El egregor es la
contra parte psíquica de un grupo de personas", añade.
Él, por lo tanto, vive en
base a un plan físico a través de seres que lo portan, y sobre un
plano astral.
Este es un espacio
intermedio, una especie de canal que nos conecta con nuestra
dimensión etérea, muy profunda. Es a través de aquello que se
comunicarán las energías sutiles de unos a otros, unificándolos,
formando así el egregor.
Así que no hay necesidad
de estar físicamente juntos:
el egregor es como el
negativo de nuestra experiencia vivida, una realidad alternativa
en la que estamos en presencia unos de otros...
La relación entre el
carácter invisible e intangible de esta energía, y su poder muy
tangible, crea muy rápidamente su dimensión sagrada.
En algunas corrientes
ocultistas, el egregor es un soporte ritual.
Los primeros en explorar
su potencial egregórico, fueron
los masones, conectados en todo el
mundo y épocas por sus misteriosos códigos e iniciaciones.
Las
escuelas 'esotéricas'
utilizan el egregor como una poderosa herramienta de
adivinación.
El chamanismo también crea una
puerta de acceso a la energía universal a través del trance y las
ceremonias colectivas.
Pero hoy en día, nuestra
sacrosanta ciencia moderna también tiende a apoderarse del
fenómeno.
Aura universal
Luego de un poco más de quince años, una discreta teoría está
revolucionando nuestra comprensión de la conciencia humana.
El "Global
Consciousness Project" (Proyecto de Conciencia Global) es
una experiencia parapsicológica que comenzó en 1998 en el seno de la
prestigiosa Universidad de Princeton, en los Estados Unidos.
La iniciativa, que reúne
a científicos e ingenieros, busca establecer la existencia de una
actividad energética universal a través de un generador de números
aleatorios, una pequeña caja originalmente diseñada para detectar el
movimiento de los pensamientos de un conejillo de indias.
Después de haber probado
su eficacia en una persona a la vez, se ha probado el dispositivo
(llamado Egg [huevo]) en un grupo.
Se reunió a una treintena
de personas y se les invitó a hablar y moverse como mejor les
parezca. El dispositivo de medición, situado en una esquina del
lugar de trabajo, no reaccionó.
Pero cuando se pidió al
grupo que se sentara y mediten juntos, el aparato pareció capturar
la sinergia y dibujó una curva.
El descubrimiento
causó el efecto de una bomba en la comunidad científica...
Pronto, decenas de
dispositivos
Egg fueron enviados a los cuatro
rincones del mundo, desde Alaska a Fiji, con una pregunta
específica:
¿es posible detectar
una emoción colectiva a escala global...?
Los primeros resultados
fueron increíbles:
durante el funeral de
la princesa Diana, los aparatos registraron una variación
del campo psíquico en China.
Hasta la fecha, 65
generadores están situados en casi todos los países, incluyendo dos
en Francia.
Todos unidos en red,
ellos van archivando continuamente el encefalograma de la
Tierra.
Cada vez que un
evento mundial se produce, se registran fluctuaciones.
Cuanto más son
públicamente difundidos esos eventos, son más importantes.
El informático Pierre
Macias alberga a uno de los dos Eggs franceses, en Toulouse:
"El flujo de datos de
los sensores tiende a desviarse de los valores esperados cuando
hay un evento público que concentra los pensamientos y las
emociones de muchos personas.
En el día del ataque
terrorista del
11 de Septiembre de 2001, la
probabilidad de que los sensores registraran dicho cambio 'por
casualidad' era del orden de 1 en 1 millón...
Todavía no sabemos
cómo explicar matemáticamente las sutiles relaciones entre
eventos importantes para los seres humanos y los datos, pero son
innegables hoy en día.
Estos resultados
muestran claramente que el mundo físico y el mundo de la mente
humana están vinculados en una relación aún desconocida".
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