Como
semillas estelares, en
muchas ocasiones nos preguntamos qué hacemos en este
mundo y, desde lo más profundo de nuestro ser, deseamos
huir, huir lejos y no retornar jamás a este extraño y
desolador planeta.
Nos cuesta
comprender las guerras, el desamor, el conflicto
emocional, la violencia, la muerte, la ignorancia, la
soledad, la limitación...
Sin embargo,
siendo totalmente comprensible lo anteriormente
expuesto, también debemos ser conscientes de que esta
experiencia, como cualquier otra en el Universo, tiene
un sentido.
No hemos
nacido aquí por casualidad, ni nos han abandonado a
nuestra suerte con el único fin de que pasemos un mal
rato.
Realmente, en
la mayor parte de los casos
somos "voluntarios",
almas que han decidido encarnar en el plano terrestre
con el objetivo de experimentar la materia, la densidad
y la imperfección.
Almas que han
vivido en innumerables planetas y dimensiones y que, en
el fondo de su corazón, "saben" que la realidad no se
termina en la Tierra
ni en la muerte.
Puede que
conscientemente no lo recordemos, pero, curiosamente,
esas son las reglas en este planeta:
-
olvidar quiénes somos, de dónde procedemos y
porqué estamos aquí
-
zambullirnos en la ignorancia y en la
incomprensión,
...hasta que
llegue el día en que nuestra alma (tal y como
programamos antes de encarnar) comience a hacerse
preguntas y a atisbar que esta no es la única
realidad posible, y que, más allá de guerras,
desamor e ignorancia, se encuentran el amor, la
sabiduría y la VIDA con mayúsculas.
Estamos aquí
para recordarlo, para iluminar esa oscuridad con nuestra
luz y para añadir nuestra
conciencia estelar a la
conciencia colectiva terrestre, tan necesitada de
esperanza y nuevas perspectivas.
Cuando el
ánimo decaiga, hemos de ser conscientes de que esta
experiencia, al fin y al cabo, es pasajera, y de que
cuando finalicemos nuestra misión
regresaremos a nuestro lugar de
origen.
En cualquier
caso, nunca podemos perder de vista que estamos aquí por
voluntad propia:
nosotros
lo pedimos en su momento, y nosotros, por
tanto, hemos de ir adquiriendo la madurez necesaria
para adaptarnos y, en la medida de lo posible,
disfrutar de este bello planeta que temporalmente
nos acoge.
Algún "día",
cuando todo termine y por fin estemos de "vuelta a
casa", recordaremos esta experiencia como una de las más
enriquecedoras y fantásticas que hayamos podido
experimentar en nuestra eterna andadura por el
Universo...
***
Además, en ocasiones,
ayudar al otro implicará actuar y comportarse de maneras
que tal vez no sean de su agrado.
Ser
consciente de esto te liberará de la creencia de que
ayudar es darle al otro todo lo que te pida (aun cuando
no te parezca correcto ni adecuado).
-
Se
puede ayudar estando ahí, pero también no
estando (y facilitando que el otro tome
conciencia de su apego y descubra su propio
ser).
-
Se
puede ayudar dando, pero también no dando
(propiciando que el otro se supere y lo consiga
mediante sus propios recursos).
-
Se
puede ayudar con una sonrisa, pero también
mediante un rostro serio, sin temor a expresar
nuestras emociones y sentimientos...
A veces,
ayudar implicará ser "el malo" para la otra persona, al
no cumplir sus expectativas y negarle aquello que,
egoístamente, da por seguro.
Ser siempre
complacientes y perdernos en una amabilidad
gelatinosa y desproporcionada no solo no ayudará al
otro, sino que a la larga desembocará en que nosotros
mismos perdamos el norte y nos agotemos.
Tu misión no
es ser "bueno", sino ser coherente contigo
mismo y con los demás, aplicando tu propio
discernimiento en cada situación y reconociendo,
asimismo, las incoherencias del otro.