por Filastreo
22 Octubre 2016
del Sitio Web
LaIncubacionSolar
Cuando concluía el que sería su último libro,
Disneyland of the Gods, nuestro
respetado John Keel buscaba con desesperación alguna obra que
lograse derrocar la negligente creencia en que el hombre es el dueño
de sus actos:
Los años setenta
fueron llamados "Década del Ego" porque el egoísmo y la avaricia
se convirtieron de repente en cualidades aceptadas.
Esta obsesión por el
ego fue aún más destructiva que la manía de "Pensamiento
Positivo" que barrió la década de los cincuenta y destruyó el
razonamiento crítico:
una habilidad muy
importante y necesaria en este mundo moderno.
En un lapso de veinte
años nos convertimos en un grupo sin facultades críticas,
dedicado enteramente a los intereses personales y descartando
todo lo demás.
Era natural que
hubiera una búsqueda frenética de creencias factibles en los
años ochenta y noventa.
Las personas con
mentalidades tan limitadas de la era de la televisión,
necesitaban de alguien que les dijese qué hacer ya que no tenían
la capacidad del razonamiento crítico necesario para ponderar la
validez de los sistemas de creencias que perseguían.
Somos robots bioquímicos controlados
desesperadamente por fuerzas que pueden azuzar nuestros
cerebros, destruir nuestros recuerdos y usarnos de la manera que
ellos consideren conveniente.
Ellos han estado
haciéndolo desde siempre. Estamos atrapados en un juego de
póquer que se juega con las cartas marcadas.
Sin embargo, en los
últimos años de este siglo, somos como el jugador inveterado
que, cuando se le informa de que el juego es una trampa, se
encoge de hombros y dice:
"Ya lo sé...
¡pero es el único juego en la ciudad!"
Como nuestro deber es,
ante todo y en palabras del ilustre Fulcanelli, ayudar a los
que no se nutren de quimeras, escribiendo sólo para ellos, sin
preocuparnos lo más mínimo de los demás, pretendemos profundizar en
la mafia del casino donde se desarrollan estos juegos de póquer,
introduciendo un extraño libro, vedado y olvidado, como toda obra
que arroja luz sobre la ergástula humana.
El relato llamado
Operators and Things - escrito
por una mano que se recupera de la esquizofrenia (1)
-
comienza con una alegórica anagogía a lo que hoy entenderíamos bajo
el fenómeno de Visitantes de Dormitorio:
Digamos que cuando
mañana despierte, encuentra al lado de su cama a una extraña
entidad con piel de escamas púrpuras que le informa que acaba de
arribar de Marte, que se encuentra estudiando a la especie
humana y que ha seleccionado su mente para una clase de examen
que quiere hacer.
Mientras intenta sosegar su terror, este ser camina con toda
tranquilidad hacia la silla donde cuelga su ropa, arroja su
enroscada cola sobre ella, y le informa que sólo será usted
quien pueda verle y oírle.
Al fijar sus afilados
ojos en usted, le advierte que no revele su presencia: si
intenta hacerlo, sencillamente lo asesinará en el acto. [...]
Si goza de cierto temperamento y control, tal vez pueda llevar
su secreto con usted durante algún tiempo, antes de que alguien
sospeche que algo inusual le ha sucedido.
Un amigo puede notar
que parece un tanto angustiado y quizá le sugiera que le
prestará una oreja para que descargue sus problemas. Rechazará
su consejo.
Obviamente, tal
acción resultaría solamente en su muerte instantánea y en la de
su confidente.
En cambio, se vuelve
más cuidadoso en su comportamiento y el recogimiento se
convierte en su estrategia; no cesa de rezar desesperadamente
para que la entidad de Marte complete su investigación y todo
vuelva a ser como era.
¿Obra de ficción? Tal
vez... ¿Quimera? Quizás...
¿Locura? Puede ser una
muy especial:
aquella que delate
sin tapujos a los invisibles guardias que pululan por los
penumbrosos pasillos y sombríos recovecos, encargados del
despliegue argumental en la tragedia de enredos que entendemos
como
realidad humana.
No obstante, el atento
lector ya recordará que oportunamente habíamos comentado sobre los
parásitos de la mente; los denunciamos como
la velada legión que actúa en la
confección de los sincronismos negativos.
Incluso hablamos sobre su
nivel de consciencia, que no siempre se ajusta a la antropocéntrica
idea de una
larva astral
o alma perdida.
Nos permitimos informar y
alertar que eran astutos, inteligentes y maestros de las subrepción:
su necesidad de
sustento y la amenaza a volver a encarnar son argumentos
suficientes para que su trabajo lo desarrollen, cobijados entre
los oscuros intersticios del subconsciente, con sumo cuidado.
Quizá, el desaparecido
Joseph Fisher corrió finalmente hacia al precipicio de Elora
Gorge con esa inquietud en su mente: (2)
A menudo las diversas
entidades respondieron a sus clientes que tenían muchos guías
trabajando a su alrededor:
se dijo que había
operadores especializados en los hechos de salud, en la
carrera laboral, cierto grupo específico en los asuntos de
romance y orquestación de relaciones de pareja, y otros
aplicados en la creatividad y demás.
Esto contradecía un
tanto las enseñanzas de nuestros guías que sostenían que cada
uno de nosotros tenía sólo un guía personal, aunque se aclaró
que era asistido por un séquito de aprendices.
Pero el escenario que
desea transmitirnos este extraño libro es un tanto más oscuro.
El ojo conspiranoico
brillará extasiado al destilar del relato su pálpito confirmado que
nuestra realidad es una falsedad:
un espejismo de
ensueño que arrastra al hipnotizado rodeo humano de un cotidiano
ordeñe emocional hacia un triste y lamentable matadero de
ilusiones.
¿Acaso en los niveles
superiores de consciencia, las supinas entidades negativas han
confeccionado una
industria de la manipulación humana?
Nuestra investigación nos ha conducido a considerar que la
manipulación
hiperdimensional es gestada a
través de una estratificada pirámide de control.
Para el ojo entrenado
nos complace informar que, los temidos
reptoides de la parafernalia
ufológica - aquellas entidades negativas de consciencia superior
cuya proyección en tercera densidad se aprecia como "dracomonoide" -
parecen ser sólo las mascotas de otro afilado y menos rudimentario
nivel superior, investidos en prendas que a primera vista podrían
parecer dignas e impolutas pero que por debajo esconden las más
profanas de las visiones.
Más abajo del zigurat
cósmico, pero aun en las brumas y nieblas de
la Cuarta Densidad, existen varias
fuerzas de choque, que se ajustan de acuerdo al encabritado nivel de
voluntad del ser humano a doblegar.
Trevor James Constable
en su inspirado libro
The Cosmic Pulse of Life nos
alienta en este sentido:
[...] el Dr. José
Delgado en la década de 1960 demostró como lograr el "control"
sobre los seres humanos inyectando diminutas corrientes
eléctricas en áreas específicas del cerebro.
Prácticamente
cualquier tipo de respuesta emocional podría ser evocada por
estímulos eléctricos, que van desde el placer a través del miedo
y la rabia.
Crudo pero
significativo, estos experimentos requirieron la inserción en el
tejido cerebral de finos alambres, semejantes a un cabello, para
transportar los impulsos eléctricos. No obstante,
la radiónica, aun en su
infancia, evita la necesidad de cables.
El tejido cerebral
puede sintonizarse directamente desde cualquier punto del mundo:
o también, desde el espacio exterior. [...]
Una capacidad mucho más allá de esto debe atribuirse a los
operadores de
los OVNIs que han sido vistos,
rastreados y fotografiados en nuestra atmósfera y más allá.
Un análisis experto
revela a estos visitantes como maestros de la propulsión etérica.
Habiendo observado
estas capacidades bioenergéticas, se podrá concluir que su
tecnología nos supera [...] imagínense lo mal preparados que
estamos para tratar con estas entidades, que pueden sintonizar
bio-energéticamente la
médula oblonga de cualquier ser
humano:
el switch central
de nuestro cerebro.
Estas entidades
carentes de cualquier ética pueden, y de hecho así lo hacen,
manipularle arteramente para que usted piense literalmente lo
que ellas pretenden:
esa es su forma
de operar... los seres humanos estamos bajo su control.
Aquí deseamos volver a
introducir un comentario bastante escondido del libro
El Canto de Sirena de los Fantasmas
Hambrientos de nuestro respetado y tempranamente
desaparecido Joseph Fisher, pero que nos parece de suma
importancia para dilucidar - aunque más no sea una ínfima parte - el
oculto mecanismo de
la canalización mediúmnica bajo trance.
No obstante, considere el
lector que lo expuesto a continuación proviene de una entidad
descarnada, un "guía" u "operador:" (3)
[...] después de dos
meses de mensajes transmitidos por Russell [el "guía"
anfitrión], el cuerpo de Aviva [la médium] se retorció y comenzó
a expresarse con un pomposo acento inglés a través de sus
labios.
Evidentemente, Ernest
[otro "guía"] estaba contento de estar hablando con su propia
voz:
"Creo que tal vez
haya llegado a dominar el truco.
Se necesita un
buen montón de energías. Aunque espero perfeccionar con
maestría este arte. Ah, esto es un poco más difícil de lo
que pensaba.
Ciertamente no es
como volar un avión, ¿no es verdad?"
La habitación estaba
en silencio por la nueva presencia vocal.
Sorprendido de ver
movimiento en el diafragma durante el trance de Aviva, Tony le
dijo a Ernest lo que había visto y le preguntó si su
inexperiencia era la culpable:
"Bien," respondió
Ernest, "se podría decir que hice algo que no estaba en los
manuales. Hice un descenso un tanto pronunciado hacia eje
del encargo de Russell."
El "descenso hacia el
eje" era una referencia a la cámara central de la mente
de Aviva, que los guías habían mencionado muchas veces.
Esta cámara
central conectada con el "cuarto nivel de la mente," era el
área específica utilizada para la toma de contacto.
Ante tal cuadro boschiano y conspiranoico que denuncia
a humanos interconectados con patéticos cables y enchufes etéricos,
los doctores de la mente, desde su elevado sitial provisto por las
anquilosadas instituciones académicas, nos regalarán una mueca
divertida y estarán prestos a socorrernos con el disciplinario
cilicio psicotrópico, apadrinados por las altas asociaciones
farmacéuticas.
Por supuesto, los
"Operadores" de O'Brien son todavía más explícitos llegando a
una hipérbole un tanto cínica pero no carente de lapidaria
objetividad sobre nuestro ejercicio cotidiano de la libertad:
Ustedes son "Cosas."
Sí, por supuesto. Piense en la palabra con una inicial en
mayúscula, si lo prefiere; tal vez, pueda ayudar un tanto a su
ego.
Todas las personas
como tú son Cosas para nosotros. Cosas cuyas
mentes se pueden leer y cuyos pensamientos pueden ser iniciados
y cuyas acciones pueden ser manipuladas.
¿Esto te sorprende?
Pasa todo el tiempo. Aunque es cierto que tienen algo, pero
mucho menos de lo que imaginan,
de libre albedrío.
Una Cosa hace
lo que los Operadores quieren que haga, sólo les queda la
impresión de que sus pensamientos se originan en su propia
mente.
En realidad, tú por
el sólo hecho de saber esto, tienes ahora más libre albedrío que
la mayoría de tu clase nunca ha tenido jamás. Por lo menos sabes
que lo que estamos diciendo viene de nosotros, y no de ti.
[...] todos los Operadores juegan con sus Cosas el "Juego del
Gancho." No hay una mejor manera de mantener tu ingenio afilado.
Dos Operadores tratan
de ponerse en una posición en la que uno de ellos termine en una
situación complicada y deba pagar a su oponente para sacarlo.
Por ejemplo, [...] el
otro día una Cosa fue asesinada en un accidente ordinario. Cayó
escaleras abajo y se rompió el cuello. [un Operador] le apostó a
otro para que pareciera que su Cosa la había asesinado.
[El Operador]
maniobró a la Cosa para que hiciese determinados comentarios que
realmente hicieron parecer como si hubiera tenido algo que ver
con la muerte de la otra Cosa [...]
Si hubiese tenido más
tiempo, [el Operador] habría tratado de incriminar a alguien más
y salirse del juego. Ese tipo de maniobra se permite en todas
los "Juegos del Gancho."
Ahora, si [el
Operador] no hubiera podido enganchar el anzuelo, habría tenido
que pagarle a su contrincante veinte puntos.
Esa es la forma en
que funciona el juego y en el cual se pueden ganar o perder
Cosas para afrontar las deudas.
Desestimamos seguir
pregonando argumentos para animar a la lectura de esta obra singular
y brillante.
El ojo entrenado
comprenderá que es inútil hacer el trabajo por el otro; aunque
nuestra estima y consideración esté siempre con aquellos
infatigables buscadores de la Verdad, entendemos que cada uno debe
hacer su insustituible labor.
No obstante ello,
pretendemos no dejar cabos sueltos y reanudar el sentido de ganancia
de este juego de póker donde, no se equivoque el lector, sólo somos
las fichas.
Por lo tanto, no se
desestime rápidamente el concepto que hemos comentado en varias
oportunidades sobre
el loosh:
El ganador en este
juego resulta ser el Operador que puede obtener la mayor
reacción emocional de una Cosa, es por ello que parte de su
entrenamiento consiste en extraer el terror y pavor hasta el
colapso de un sistema nervioso.
Una buena estrategia
resulta entonces en controlar las propias reacciones, [...] en
particular aquellas en las que se es excesivamente mecánico.
Referencias
(1) Se pierde
considerable semántica en la traducción literal del título de la
obra: Operadores y Cosas - La vida interior de una
esquizofrénica.
(2) Un párrafo muy acertado permite elaborar un escenario
hiperdimensional sobre lo que le ocurrió al investigador Joseph
Fisher:
"Por lo menos,
compre unos clavos y tapie sus ventanas. Porque esa es la
única forma en que te podrás salvar.
Sino espere hasta
que tenga aquí veinte o más Operadores trabajando sobre su
mente, diciéndole que salte y se suicide. Créame, ¡saltará!
En lo que
respecta a los Operadores, usted [al conocer la realidad de
los Operadores] es una monstruosidad y una fuente de
peligro.
Usted es un cabo
suelto y será procesada y eliminada."
(3) Puede resultar
interesante asociar la cámara central y el "cuarto nivel" de la
mente con la analogía sobre el sub-mayordomo y el amo del Cuarto
Camino.
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