por Alejandro Martínez
Gallardo
21
Febrero 2021
del
Sitio Web
PijamaSurf
El último pensamiento puede determinar la calidad de nuestro sueño a
la vez que puede usarse para practicar yoga en los sueños y cobrar
lucidez
Hoy en día muchas personas tienen hábitos poco conducentes a un buen
dormir y menos aún a la exploración lúcida de los sueños.
Se considera que lo
importante es simplemente dormir - conciliar el sueño como sea y
apagar la mente - sin pensar en la forma en la que hacemos esto, ni
reparar en la riqueza posible del mundo onírico.
Muchas personas se quedan
dormidas viendo televisión o llevan sus celulares o tabletas a la
cama y lo último que ven es una de esas pantallas brillantes.
Además de que esto afecta
los ciclos de
la melatonina que permiten dormir
bien, de alguna manera también estos hábitos in-forman nuestros
sueños, cruzando el umbral como fantasmas mentales y afectando el
contenido de nuestros sueños.
Como los antiguos navegantes que zarpaban a lo desconocido y se
encomendaban a santos o a deidades, al dormir uno puede realizar una
pequeña oración y/o meditación como programación y purificación para
tomar un buen camino.
El maestro budista
Chökyi Nyima Rinpoche señala:
Justo antes de
quedarse dormido siempre hay un pensamiento final.
Podemos intentar que
ese último pensamiento sea uno noble y benevolente.
Si lo hacemos, la
cualidad de ese pensamiento puede permear todo nuestro sueño...
podemos decir, desde un punto de vista espiritual, que nuestro
sueño se vuelve un sueño virtuoso.
Si tu último
pensamiento es egoísta o hasta hostil, entonces quedarse dormido
con eso en la mente satura todo el proceso de sueño con
emociones poco sanas.
Esto es una idea muy
simple, pero es una importante.
Sin mucha
dificultad... podemos asegurarnos de que una parte significativa
de nuestra vida se vea saturada de bondad.
Y es que resulta absurdo
y francamente inconsciente abandonarse sin más, sin esperanza de
recuerdo o provecho, a la oscuridad de los sueños, cuando en
realidad no es tan difícil llevar con nosotros la lámpara de la
conciencia.
Andrew Holecek, en
su libro Dream Yoga, hace énfasis en la importancia del
último pensamiento del día:
Tomando un concepto
del yoga del bardo: el último pensamiento que tienes antes de
quedarte dormido tiende a reencarnar como el primer pensamiento
o sensación en tu próximo estado de conciencia.
Si puedes gentilmente
sostener un pensamiento, intención o sensación antes de
dormirte, ese pensamiento, intención o sensación tiende a surgir
en tus sueños.
El sueño es la
continuidad de nuestra mente, una zona porosa y permeable a los
pensamientos y acciones de la vigilia, si bien más sensible a
registros sutiles.
Así podemos disolver la
frontera dualista entre el sueño y la vigilia y tratar de tejer un
contínuum no-dual, que permita construir una estado
mental estable orientado a la paz y la sabiduría.
Desperdiciar ese
tercio de nuestra existencia, donde además podemos
indagar la realidad bajo preciosas condiciones especiales, es casi
imperdonable desde la perspectiva del espíritu.
Holecek recomienda realizar ciertas prácticas de limpieza y cultivo
de virtud previas para prepararnos para el sueño, quizás de la misma
manera que nos prepararíamos para un encuentro con un ser querido
(el alma que en el misticismo es la amada) o que nos aseguraríamos
de calmar nuestra mente antes de una cita importante.
"Una buena higiene
para dormir en el sentido espiritual tiene que ver con irse a
dormir con un estado mental limpio para que puedas tener sueños
claros y limpios".
Después de hacer
ejercicio o ensuciarse en la lluvia o en el lodo, generalmente una
persona se bañaría antes de dormir. Esta misma higiene tiene sentido
en su aspecto mental o espiritual.
El lector que quiera hacer de su diaria incursión "oneironáutica"
podría ensayar esta invocación de Guru Rinpoche:
"Cuando te vas a
dormir cultiva el Espíritu del Despertar (bodhicitta) pensando,
'Por el bien de
todos los seres sintientes a lo largo y ancho del espacio
practicaré el samadhi ilusorio, y lograré la perfecta
budeidad.
Para este
propósito entrenaré en mis sueños'."
(Natural Liberation, trad. de Alan Wallace)
El samadhi ilusorio
es la concentración durante el estado onírico y el dominio del
cuerpo del sueño.
Guru Rinpoche sugiere que
el sueño puede usarse para precipitar nuestro propio despertar, el
cual tiene el motivo esencial de servir para el despertar de los
demás.
Los sueños como un
terreno sagrado, un "laboratorio" (palabra que sugiere tanto el
lugar donde se labora como el lugar donde se ora).
Para hacer disponible el
sueño como espacio de labor espiritual es necesario reconocer el
sueño como sueño, hacerlo consciente o lúcido.
Al hacer esto uno
entra en una dimensión de posibilidades casi infinitas, como uno
de esos espacios paralelos en
The Matrix en los cuales
Neo realiza un entrenamiento acelerado descubriendo la
naturaleza ilusoria de la realidad.
En la tradición del
budismo tibetano se recomienda,
mantener una
visualización antes de quedarse dormido, una de las que se
suelen usar es visualizar una A (puede ser tibetana, sánscrita,
latina, etc.) en la garganta o una perla roja en este mismo
punto...
En la incipiente ciencia
occidental de los
sueños lúcidos se usan a veces,
dream signs,
objetos mentales o señales particulares con las que el
practicante trabaja a la manera de "memoria prospectiva" para
detonar el sueño lúcido.
Un ejemplo de esto es la
peonza (o trompo) de la película Inception.
Uno puede visualizar
cierto objeto con la intención de reencontrarlo en el sueño y,
cuando esto sucede, la identificación suele detonar la lucidez.
No sólo los budistas han
visto el sueño explícitamente como un espacio de integración y
desarrollo espiritual.
En Occidente, el filósofo
neoplatónico
Sinesio observó que los sueños
eran indicadores de nuestro progreso espiritual y llamó a limpiar el
espejo de la fantasía o de la imaginación para que pudiera reflejar
la divinidad.
Uno de los últimos
grandes alquimistas de Occidente,
René Schwaller de Lubicz, dijo:
El segundo antes de
caer en el sueño es el momento más valioso del día, cuando el
córtex cerebral se apaga y tú sigues en una conciencia
despierta.
Realmente es el
estado meditativo perfecto, y las asociaciones hechas en ese
estado no obedecen reglas lógicas:
pueden traer
consigo verdaderas revelaciones al liberarse de la rutina de
los significados racionales...
Como la mente ha
abandonado el control, pero no la conciencia, deja el campo
abierto al complejo emocional que usualmente yace suprimido y
atado por la mente.
Date cuenta que la
presencia última de la más alta función intelectiva, aunque en
un estado completamente pasivo, es esencial porque sin esa
presencia simplemente estás dormido y soñando, y nadie nunca ha
logrado nada en un estado de sueño profundo...
Algunos estados de
conciencia pueden compararse con sueños, pero si han de servir a
la conciencia, deben ser una agudización, no una obnubilación.
Aunque lo que refiere
aquí Schwaller tiene que ver más con el estado hipnagógico,
"aquel que lleva al sueño", el cual recomienda usar como práctica
contemplativa, no hay duda de que el cultivo de una relajación aguda
(no obnubilada) en los momentos antes de quedarse dormido tendrá un
efecto positivo en el sueño global.
Schwaller exhorta a pasar
de la inteligencia racional a lo que llama inteligencia
del corazón, esto es,
cortar el pensamiento
discursivo y dejar que se "inscriba la vibración emotiva".
La práctica de los
sueños, ya sea de los sueños lúcidos o del yoga tibetano de los
sueños, es importante también porque,
es la forma que
tenemos para ensayar nuestro paso de la vida a la muerte...
Como dijo Shakespeare
en La tempestad:
"Estamos hechos de la
misma materia de los sueños y nuestra breve vida cierra su
círculo con otro sueño".
Quizás el aprender a
reconocer que estamos soñando, lo cual es favorecido por la atención
y la intención que llevamos a nuestros últimos momentos antes de
quedarnos dormidos, sea una forma de practicar el reconocimiento
también del sueño de la muerte:
el sueño que sigue al
sueño de la vida...
Al morir, según enseña el budismo
tibetano,
entramos a un mundo
transitorio o intermedio, llamado bardo, el cual está
compuesto de nuestro propio contenido mental, que es
consecuencia de nuestro karma.
La conciencia que
llevamos al bardo y la forma en la que interactuamos con los
fenómenos que producimos allí determinan nuestra siguiente
reencarnación o incluso una
posible trascendencia del ciclo de muerte y renacimiento.
Lo fundamental en esto,
al igual que en
un sueño lúcido, es notar que,
lo que estamos
experimentando está siendo generado por nuestra propia mente y
no apegarnos a nuestras proyecciones mentales.
Al igual que en los
sueños, nuestros últimos pensamientos en vida pueden ser
determinantes en la generación de los fenómenos del bardo,
ya sean más puros y claros o más opacos y nebulosos y por lo
tanto difíciles de ver su realidad.
Al final todo se trata,
en la vigilia o en el sueño, en la vida o en la muerte, de
despertar,
que es lo mismo que
reconocer la luz de la propia conciencia y erradicar la
ignorancia que es la fuente del sufrimiento...
Como dice al famoso texto
revelado
Bardo Thödol (el mal llamado
Libro tibetano de los muertos):
"la ignorancia es no
reconocer que la luz que ves es el despliegue de tu propio ser".
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