por Daniel Pellicer Roig Biotecnólogo especializado en biomedicina y enfermedades raras 17 Octubre 2023 del Sitio Web NationalGeographic
Shutterstock
son hongos se encuentran en una relación simbiótica con las raíces de los árboles...
Y no, no hace falta entrar en historias de monstruos o hadas que los habitan, la ciencia nos muestra partes de estos ecosistemas que escapan a nuestro entendimiento.
Con que nos paremos un
rato a observar, podremos ver auténticas maravillas de la naturaleza
y las preguntas empezarán a llenar nuestra mente.
Si movemos la mirada hacia abajo, podremos ver un poderoso tronco que ha crecido a lo largo de los años a partir del dióxido de carbono del aire y de los minerales del suelo.
Y es ahí, bajo la tierra, donde los árboles, y el bosque, esconden algunos de sus fantásticos secretos.
Por sus conocimientos sabía que se trataba de un kauri (Agathis australis), un árbol endémico de la región que puede superar los 50 metros de altura y vivir más de 2000 años.
La majestuosidad de este
árbol se muestra en especímenes como el Tāne Mahuta, que en
el idioma maorí significa "señor del bosque", y que tiene un lugar
muy especial en la cultura de la región.
Lo que realmente estaba observando Sebastian era un tocón, es decir, el resto de tronco anclado al suelo que queda cuando un árbol cae.
El tocón no parecía nada fuera de lo común:
Pero los ojos expertos de Sebastian podían ver algo más.
Ese tocón escondía un secreto que lo volvía extraordinario:
El misterio del tocón
vivo
Tanto, que sus hojas, sus ramas y el resto del tronco habían desaparecido en su totalidad.
Tras tomar muestras del kauri, pusieron su mirada en los árboles de los alrededores.
Si ese
tocón no podía vivir por sí mismo, había alguien que lo estaba
cuidando, y los árboles vecinos eran todos sospechosos. Sebastian Leuzinger posa en la foto junto al instrumento que les permite medir el flujo del agua del tocón de kauri.
Estos movimientos de líquidos están influenciados por muchos factores, como la presencia de luz solar, la temperatura y las precipitaciones, y les permiten a los árboles disponer de los nutrientes necesarios para su crecimiento.
Tras colocar el aparataje y monitorizar los niveles durante unas semanas, los datos recogidos mostraban una clara conexión entre los habitantes inmóviles del lugar...
Cuando la savia se movía más rápido en los árboles vivos, la velocidad del agua del tocón disminuía y, al contrario, cuando más lento se movía en los árboles, más rápido fluía en el tocón.
Así conseguía el tocón
mantenerse con vida...
Esto explicaba que el tocón siguiera vivo.
Pero responder a la pregunta generaba otras igual de interesantes.
De nuevo, la respuesta está escondida bajo tierra.
Se conocen tocones vivos de diferentes especies, y algunos extraordinariamente longevos, como el tocón de un haya (Fagus sylvatica) que se cree que fue cortada hace 500 años.
Esto permite suponer dos escenarios:
Sosteniendo esta segunda hipótesis encontramos el fascinante mundo de las micorrizas.
Las micorrizas son hongos se encuentran en una relación simbiótica con las raíces de los árboles.
Esta relación ofrece un beneficio mutuo, ya que las raíces aportan azúcares y otros nutrientes, y los hongos transforman los minerales y el material en descomposición del suelo en compuestos útiles para los árboles.
Cuanto mayor y más
diversa es la red de micorrizas que nutre las raíces de los árboles,
el ecosistema se vuelve más resiliente a los cambios y, por ello,
puede resistir mejor a las inclemencias del tiempo y otros
desastres.
Es por esto por lo que una de las hipótesis es que su mera presencia ayuda a extender la red de raíces, permitiendo que más micorrizas se unan a los árboles, lo que se traduce en un beneficio para el conjunto del bosque.
Por esto, puede que sea
beneficioso para el bosque mantener con vida a sus miembros caídos.
Tratando a los árboles individualmente solo se puede estudiar una parte de un superorganismo donde todos sus miembros están conectados...
Estas conexiones involucran distintos organismos, que en su conjunto forman un ecosistema con una infinidad de miembros.
Así que cuando demos el próximo paseo por el bosque podríamos pensar que estamos entrando en un mundo que está vivo y del que no comprendemos toda su complejidad.
Una vez dentro, recordemos mirar arriba, a los lados y al suelo, porque, poniendo suficiente atención, podremos adentrarnos en los secretos que estos árboles nos ocultan a simple vista.
|