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LaBrujulaVerde
Los recursos obtenidos de la caza y recolección, tanto de vegetales como de animales (moluscos, por ejemplo), se veían ampliados así con este producto que una vez salvados los obstáculos naturales (ahuyentar a las abejas de sus colmenas para acceder a ellas sin peligro) proporcionaba un importante aporte calórico.
Pero antes había que
localizarlo y en ello pudo jugar un papel fundamental un tipo de
pájaro, el llamado
Indicador grande.
de la Cueva de la Araña
Imagen:
Achilea en Wikimedia Commons
En el Neolítico ya había actividad apicultora propiamente dicha y en el Período Predinástico Egipcio (equivalente al Calcolítico) se trataba de una explotación económica plenamente asentada, según muestran los papiros de la época.
Es lo que pasa en algunas
regiones del África subsahariana cuyas condiciones algo extremas
obligan a sus habitantes a no desaprovechar ninguna posibilidad
alimentaria y los estudios revelan el importante papel que en ese
proceso juega la citada ave para encontrar las colmenas.
El género y especie serían Indicator indicator, aplicado al que habita en regiones arbóreas abiertas y secas de la franja central africana (excepto la selva occidental) y cuyo nombre en inglés resulta quizá un poco más descriptivo que en castellano:
Imagen: Gisela Gerson Iohman-Braun
en Wikimedia Commons
Claro que es algo
documentado siglos atrás, en el XVIII para ser exactos, por
testimonio del naturalista sueco Anders Erikson Sparrman tras
un viaje que hizo al sur de África, reflejado en su obra A voyage
to the Cape of Good Hope, towards the Antarctic polar circle, and
round the world: But chiefly into the country of the Hottentots and
Caffres, from the year 1772 to 1776 (Un viaje al Cabo de Buena
Esperanza, hacia el círculo polar antártico, y alrededor del mundo:
pero sobre todo hacia el país de los hotentotes y cafres, del año
1772 a 1776) y que los biólogos actuales no han podido comprobar
todavía, de forma que existe cierta controversia al respecto.
Aunque son carnívoros (devoran pequeñas piezas como roedores, reptiles, aves…) y hacen gala de una extraordinaria ferocidad (se enfrentan a pitones y leones), tampoco hacen ascos a algunos vegetales (bayas, bulbos, raíces) e incluso a la carroña.
preparando el banquete en una lámina decimonónica
Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
La simbiosis con el Indicador grande viene de que hace honor a su nombre científico indicando al ratel la ubicación de colmenas y, una vez desechas por éste y retirado con el estómago lleno, los restos quedan a disposición del ave.
Porque ese pájaro se
alimenta de huevos y larvas de abeja, así como de su cera (puede
digerirla), si bien a veces asalta él mismo las colmenas en
colaboración con otros individuos de su especie.
Dichas señales son sonoras (cantos) y visuales (curiosos vuelos ascendentes sobre el sitio, despliegue de la cola para mostrar unas características manchas blancas), permitiendo a los nativos identificar el mensaje e ir en pos suyo hasta los nidos abejeros (en África muchos nidos de aves son reutilizados por las abejas para instalar colmenas) o los interiores de troncos (donde también suelen instalar panales esos insectos).
Imagen:
Pinterest
Ello ha impulsado la
asociación de esfuerzos, de manera que los borana han aprendido a
emitir un silbido parecido al trino de ese ave en el momento de
salir en busca de miel como una especie de solicitud de ayuda.
Todos ellos agradecen la
ayuda dejándole parte del botín; de lo contrario, sus leyendas dicen
que la próxima vez los pájaros les engañarán y les llevarán hasta un
león o una serpiente venenosa.
Un wayao con un Indicador grande
Imagen: Claire N. Spottiswoode en Smithsonian
Curiosamente, la sustitución progresiva de la miel por el
azúcar ha reducido considerablemente la relación del ser humano con
el Indicador grande y, como si de una respuesta natural se tratase,
éste parece ir perdiendo su comportamiento de guía.
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