31 Diciembre
2018
del Sitio Web PijamaSurf
Versión similar en inglés
Fotografía de Lynn Valley
(British Columbia,
Canadá),
Arnaud DG (Flickr)
Contrario
a lo que usualmente se cree,
investigaciones
recientes sugieren
que el lenguaje
también existe
en el reino
vegetal...
Usualmente consideramos que el lenguaje es una facultad limitada a
seres vivos con cierto grado de desarrollo intelectual, que a su vez
asociamos a la existencia de
un cerebro.
En ese sentido, pensamos
que la mayoría de los animales poseen un lenguaje, en algunos casos
más complejo que otros, y a veces también francamente elemental.
Sin embargo, pocos se han atrevido a asegurar que otros seres vivos
carentes de dichos requisitos han sido capaces también de
desarrollar un lenguaje.
Particularmente, de las plantas se
considera que si bien tienen vida y cierta sensibilidad, ello no se
traduce en una habilidad que les permita comunicarse entre sí.
Esta idea, sin embargo, ha sido cuestionada en los últimos años,
pues diversas investigaciones sugieren que los seres del reino
vegetal también han desarrollado un código y un medio para
transmitir información sobre la realidad, que en esencia son el
propósito y los elementos básicos de un lenguaje.
Entre otros, la ecóloga
Suzanne Simard ha reunido evidencia
comprobada científicamente de una vasta red subterránea que es
tejida por los árboles pertenecientes a un mismo bosque, a través de
la cual circulan mensajes concernientes a su entorno.
Esta red (que para fines pedagógicos ha sido comparada con la Internet)
está formada fundamentales por las raíces de los árboles, las cuales
interactúan con el sustrato donde se encuentran y
con los hongos a
su alrededor.
De acuerdo con las observaciones de Simard, que le han tomado cerca
de 3 décadas de trabajo en los bosques de British Columbia (Canadá),
los árboles son capaces de trabajar en conjunto con los hongos por
medio de mensajes químicos para afectar los elementos de la tierra
que los rodea, particularmente el agua, el carbón y los nutrientes,
mismos que pueden "mover" según sus necesidades de supervivencia.
La red, sin embargo, no es únicamente subterránea.
La evidencia
aportada por Simard sugiere también que los árboles son capaces de
usar animales como ciertas aves o murciélagos, o elementos como las
corrientes de viento (que al parecer conocen) para enviar
información vital, como paquetes de semillas.
Las observaciones de la científica han sido corroboradas por otro
investigador,
Peter Wohlleben, quien constató la existencia de una
especie de "vida social" entre las hayas de un bosque notoriamente
antiguo de Alemania.
En particular, Wohlleben se encontró con un
espécimen de cerca de 500 años de edad, que aunque debió morir hace
tiempo, continúa con vida gracias al trabajo colectivo de los
árboles vecinos, quienes lo "alimentan" con una solución nutritiva
que le hacen llegar a través de sus raíces.
Este fenómeno hizo a Wohlleben replantear su idea respecto a la
competencia por los recursos que usualmente se asocia con la
supervivencia, lucha que estamos habituados a pensar que siempre es
despiadada.
Para el científico, en el caso de los árboles parece
existir un interés por mantener con vida y saludables a todos los
miembros de su comunidad, lo cual los ha llevado a desarrollar este
sistema de cooperación del cual se benefician mutuamente.
Hace unos meses, la BBC realizó
este video que expone claramente las
tesis de Simard y Wohlleben.
"Leer en el gran libro del mundo" era un dicho común entre los
filósofos de los siglos XVII y XVIII, pues se creía que la realidad
podía compararse con un tomo cuyo signos se ofrecían a nuestros ojos
para ser descifrados.
El ser humano, en efecto, se ha distinguido
por intentar aprender prácticamente todos los idiomas de este mundo:
desde el
idioma de las estrellas hasta aquel de los seres más
microscópicos.
¿No podríamos, entonces, hacer lo mismo con el lenguaje de los
árboles?
En los tiempos que vivimos, quizá más que nunca podríamos
aprender de ellos una lección de cooperación y ayuda mutua....
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