por Javier del Arco
27 Julio
2018
del Sitio Web
Tendencias21
El humanismo clásico se ha convertido en un
espectáculo de masas en el que el fútbol ha
sustituido al circo romano.
El Homo Sapiens recupera los instintos propios del
primate depredador que es.
Y el mundo globalizado forma una remezcla de la que
surge el subhumano, adorador del dios dinero, ahora
envuelto en un manto tecnológico.
El nihilismo, como ya
decía en un
artículo anterior, es un fenómeno
que ha existido siempre. Lo que sucede es que en el siglo XIX la
mejor literatura rusa y la filosofía de Nietzsche lo
des-ocultaron.
Utilizo esta palabra
exótica porque me parece más exacta que desvelar y sobre todo que la
palabra descubrir, que tiene otro sentido.
Llegado a este punto he de decir que renuncio, en aras de la
legibilidad y comprensión de estos artículos sobre el nihilismo, a
tratar de abordar frontalmente el cómo Heidegger entendió el
nihilismo nietzscheano y cómo produjo el "diálogo unilateral"
con Nietzsche en el tomo II de su obra de ese nombre, que ya reseñé
en un artículo anterior.
Sin embargo, no quedará
marginado el gran friburgués, sino tras-portado en el tiempo.
Por ello y para comenzar este debate sobre el ocaso del humanismo,
quiero mostrar un texto mucho más actual que recibí en el año 2000
editado por Siruela y escrito por el filósofo alemán
Peter Sloterdijk.
Su título "Normas para el
Parque Humano - Una respuesta a la Carta del Humanismo", (1)
texto este último de
Martín Heidegger.
Su origen:
una conferencia
pronunciada en un coloquio sobre la filosofía después de
Heidegger, celebrado en el castillo de Elmau en julio de 1999.
Peter Sloterdijk presentó
un texto titulado "Normas para el parque humano" que generó (y aún
sigue generando) un controvertido y acalorado debate público en
torno al humanismo como modelo de civilización.
Este libro consiste en una indagación sobre el fracaso del humanismo
clásico, de Platón a Nietzsche, para amansar y domesticar a
la naturaleza humana - muchos dirían educar, pero este verbo, ni
abarca a la mayoría de la humanidad, ni tampoco ha dado el resultado
apetecido en los países tradicionalmente más cultos.
Ante esta situación, que cualquiera puede constatar viendo u oyendo
los informativos diarios, Sloterdijk reclama una revisión
genético-técnica de la humanidad, para lo que se propone enunciar
unos nuevos caminos que tienen en la mediación de la técnica su
formulación discursiva.
Es innegable que la domesticación del Homo Sapiens ha sido y es
todavía literaria, discursiva.
Pero el mero hecho de
apelar a una revisión técnica y biológica para domesticar o
desbravar la manada humana, supuso una enorme polémica,
especialmente con los postreros miembros de la
Escuela de Fráncfort
personalizados en Jürgen Habermas, su último y gran
representante.
Dando sentido
al humanismo
Más allá de estas polémicas, debe examinarse la verdadera intención
de Sloterdijk al interrogar por los fundamentos de la domesticación
y la educación humana.
En primer lugar, no debe
perderse de vista que se trataba de una respuesta a la "Carta sobre
el Humanismo" (2) de Marin Heidegger.
De manera que los que han
comentado y criticado su ponencia, entre ellos Habermas, habían
leído con escasa atención su conferencia y tampoco habían entendido
que "Normas" se trataba de eso, una "respuesta" o una suerte de
comunicación a un texto definido previamente como Carta, por Martin
Heidegger.
Allí Sloterdijk dialoga con Heidegger y profundiza las complejas
relaciones del ser humano con la técnica.
"Normas" es un escrito de
respuesta tardío a la citada Carta en la que a su vez Heidegger - en
el año 1946 - respondía a la pregunta formulada por el filósofo
francés Jean Beaufret "Comment redonner un sens au mot "humanisme".
(3)
La tesis central del texto de Sloterdijk postula que la evolución
cultural humana está penetrada por la desigualdad y por la clara
división entre,
-
los guardianes
(pastores decía Heidegger benévolamente) o educadores al
servicio del poder, que han empleado las más violentas
técnicas de amansamiento y domesticación
-
el rebaño, la
masa condenada a la resignación y a habitar casas como
jaulas o colmenas (4)
En este proceso de
desarrollo, la democracia se presenta como una simple máscara, ya
que el rebaño no posee los conocimientos de los poderosos,
dispuestos siempre a hacer los experimentos que consideren
necesarios con quienes están a su cargo para el pastoreo y la
domesticación.
El monopolio de la doma
se convierte en un instrumento imprescindible del político de turno,
sea cual sea y piense como piense, para el control de las manadas
humanas.
Llegados a este punto, Sloterdijk propone algo curioso:
El humanismo clásico
quiso amansar la naturaleza humana mediante la domesticación a
través de la lectura, entendida ésta, más que como una campaña
de alfabetización, como un masivo envío postal, bajo la forma de
extensas cartas dirigidas a los amigos, cartas destinadas a
instaurar lo que Sloterdijk define como una sociedad pacificada
de lecto-amigos.
"Así pues, el
fantasma comunitario que está en la base de todo humanismo
podría remontarse al modelo de una sociedad literaria cuyos
miembros descubren por medio de lecturas canónicas su común
devoción hacia los remitentes que les inspiran". (5)
Hay que entender bien la
gigantesca carga de dinamita que conlleva esta afirmación.
Así que han secuestrado
nuestra voluntad mediante textos canónicos y denominan humanismo al
proceso de convertir a la humanidad en mansas ovejas
agrupadas en extensos rebaños que, hasta mediado el siglo XIX,
-
creían a pie
juntillas en una metafísica ya entonces contestada por la
ciencia
-
trabajaban de sol
a sol
-
fornicaban y se
reproducían como conejos
-
se emborrachaban
para olvidar su triste condición humana, de esclavos
míseramente retribuidos
Esa situación se va
diluyendo a principios del siglo XX y se desmorona en 1918.
Surgen nuevas sociedades,
unas comunistas, otras fascistas y/o totalitarias y liberales -
algunas, las más, de muy dudosa legitimidad - que pusieron patas
arriba en Europa la antigua moral del rebaño inspirada en la
metafísica.
Sociedad
posthumanista
A medida que transcurre el siglo, y tras la II Guerra Mundial, se
van sucediendo una serie de hechos que paulatinamente van abriendo
un hueco gigantesco con el pasado.
Ese vacío, claramente
ahora de des-valorización de los llamados valores tradicionales,
será estudiado con más detalle en este, y también en próximos
artículos.
Sloterdijk presenta el humanismo letrado, como esencialmente
libresco, literario, mediante un transporte por el que los clásicos
se trasladan en el tiempo a un modelo escolar y educativo que los
acontecimientos han superado.
Se tornan así
insostenibles la ilusión de que masivas estructuras políticas y
económicas puedan ser ya organizadas siguiendo el modelo amigable de
la sociedad literaria.
Pues bien, retomando el razonamiento sloterdijkiano, observamos que
la lectura, vinculada a una manera de construir el intelecto del ser
humano que había permanecido casi inalterable desde los griegos, se
torna imposible en una nueva sociedad que va a poner "patas arriba"
todo modelo anterior de enseñanza.
Estamos entrando pues en
una sociedad post-literaria, es decir:
post-epistolar y, por
ello, en cierta medida, post-humanista.
La literatura ya no es
portadora del espíritu...
Y llegados a este punto resulta evidente que es necesario hacer un
paréntesis, un hiato, para explicar y aclarar de dónde proviene ese
concepto de educación humanística del que tanto venimos
hablando.
El término Humanismus fue acuñado en 1808 por el pedagogo
alemán Friedrich Immanuel Niethammer para referirse a las
enseñanzas medias, centradas en el estudio de los clásicos griegos y
latinos.
Partía del término
humanista, de uso común ya en el siglo XVI y originado en la jerga
estudiantil de las universidades italianas, para referirse a los
profesores de humanidades o "studia humanitatis".
En su origen, el
humanismo no era un sistema filosófico, sino un programa educativo y
literario, que al revivir los sistemas filosóficos clásicos griegos
y latinos, incorporaba importantes nociones filosóficas de orden
diverso coincidentes únicamente en dar valores al ser humano y al
estudio de las humanidades.
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Libertad y
tolerancia
Considerando que el ser humano está en posesión de capacidades
intelectuales potencialmente ilimitadas, los humanistas
entendían la búsqueda del saber y el dominio de diversas disciplinas
como condición necesaria para el buen uso de estas facultades.
Defendían la extensión y
expresión en lengua vernácula de todos los saberes, incluyendo los
religiosos.
La palabra divina
debía hacerse accesible a cualquier persona, fueran cuales fueran
sus orígenes o su lengua, lo que se concretó en las traducciones de
la "Biblia"
realizadas por humanistas y reformistas.
Quizá no pensaron estos
últimos que, ofreciendo los textos bíblicos en lengua vernácula, a
largo plazo, no acercaban sino que alejaban de ellos al pueblo, algo
que también ha sucedido, mucho más velozmente, en el mundo católico
europeo tras el
Concilio Vaticano II.
Lo inaccesible y
misterioso atrae. Respecto de lo inteligible, se pasa página...
Entendido así, el humanismo trata de exponer y difundir con mayor
claridad el patrimonio cultural. La persona humana (el hombre,
porque hasta el siglo XX las mujeres han pintado poco salvo notorias
excepciones) correctamente instruida, permanece libre y plenamente
responsable de sus actos en la creencia, un tanto utópica, de su
capacidad de elección.
Las nociones de
libertad o de
libre albedrío, de tolerancia, de
independencia, de apertura y de curiosidad son, efectivamente,
indisociables de la teoría humanista clásica.
Por extensión, se llama "humanista" a todo pensamiento que pone en
el primer plano de sus preocupaciones el desarrollo de la cualidades
esenciales del ser humano.
El humanismo es, en resumen, un componente de una gran variedad de
sistemas filosóficos más específicos y de varias escuelas de
pensamiento religioso.
Mucho antes de ser
ampliamente empleado en términos políticos, el humanismo es un
concepto propio de la historia de la filosofía, renovada con el
Renacimiento, asociado en particular con el movimiento representado
por Erasmo, Montaigne o incluso por Budé a
quienes corresponde el honor de haberse interesado también por la
literatura de la antigüedad greco-latina.
Naturaleza
biológica, ambivalencia moral
Dado que este modelo tiene procedencia alemana - aunque se difundió
profusamente - Heidegger y Sloterdijk se sienten concernidos por ese
modelo y se proponen indagar a fondo sobre él.
En lo que se refiere al diagnóstico sobre los fines y alcances del
humanismo tradicional, Sloterdijk y Heidegger están de acuerdo:
El movimiento
humanístico pertenece al pasado y su manera de pensar gira
alrededor de la idea de la animalidad del hombre.
Pero sus interpretaciones
del fenómeno histórico y de la función cultural que ha desempeñado
el humanismo son no sólo muy diferentes, sino inconciliables.
Heidegger asoció al
humanismo en su Carta con la esencia de la tradición
metafísica europea, la cual, sostuvo el filósofo de Friburgo,
concibió insistentemente al hombre como un animal racional. (6)
Sloterdijk se da cuenta de que la cuestión siempre presente en todo
humanismo es el rescate del ser humano del salvajismo. Sin embargo,
a su vez clarifica que con la pregunta-por-el humanismo, se alude a
algo más que a la educación por la lectura.
Lo que aquí se halla en
juego es una definición del ser humano de cara a su naturaleza
biológica, y a su ambivalencia moral.
Ciertamente, a lo largo del tiempo, las diversas sociedades se han
preocupado por establecer distintos procedimientos de humanización,
procedimientos para inscribir al individuo dentro de los parámetros
sociales que serán, para él y los suyos, sus soportes principales.
La educación es
uno de los nombres para estas prácticas que operan sobre la cría en
orden a su humanización.
La educación vendría a ser así el
conjunto que se reúne alrededor de las operaciones históricas
tendientes a la acogida, cuidado, formación y modelado de la cría
humana, a partir de la transmisión más o menos programada, de un
fondo cultural común de lecturas y conocimientos.
Sin esta vinculación
entre cuidado y conocimiento no hay humanidad.
Sabemos que no hubo educación que no instaurara una batalla contra
el bárbaro, el salvaje, el inculto, el incivilizado. La cultura del
aula no ha dejado de informarnos sobre los avatares de esa lucha y
sobre el papel casi siempre triunfante de la educación en esa
batalla.
Nos ha enseñado también,
y es útil recordarlo aquí, la cercanía de los términos barbarie,
animalidad e inhumanidad.
Bien parece en principio, rescatar al Homo Sapiens de su barbarie
innata por las letras y por la cultura, pero ¿cuál ha sido el éxito
de este procedimiento?
Humanización
tecnológica
Para Sloterdijk, la cuestión del humanismo es de mucho mayor alcance
que la bucólica suposición de que leer educa.
Se trata nada menos que
de una antropodicea, (7) es decir, de una definición del
hombre teniendo en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia
moral.
Pero sobre todo, se trata
de la pregunta por la posibilidad de cómo convertir hoy al Homo
Sapiens en un ser humano verdadero. (8)
El humanismo, fundamentado en lectura y el estudio de textos, va
perdiendo su sentido e influencia. También la palabra como elemento
de apoyo y explicación de lo que se lee, se diluye.
El Homo Sapiens de hoy
lee poco, lo imprescindible, y el proceso de humanización, la manera
de esculpir al hombre, ha variado.
Es el mundo digital que
contiene toda la información y el proceso comunicativo, el que
moldea al nativo digital, (9) de forma que el proceso de
humanización ha de entenderse en términos tecnológicos.
La confrontación entre las tendencias humanizadoras y bestializantes
es muy antigua. En Occidente las identificamos con claridad en la
antigua Roma.
En efecto, influenciaba
decisivamente en la bestialización el modo de expansionarse y
divertirse del pueblo romano, en la capital y en el resto del
imperio. El lugar, el anfiteatro (estadio,
anfiteatro o
circo romano) donde se celebraban
cacerías, juegos, luchas mortales de gladiadores, ejecuciones
teatrealizadas y convertidas en espectáculo, las cuales constituían
un acontecimiento mediático de masas enormemente eficaz.
El estadio fue el lugar
donde el Homo Sapiens liberaba toda su humanidad y se transformaba
en bestia humana. Roma, mediante crueldad real, se adelantó a
Hollywood, donde la crueldad que se ofrece es virtual, pero crueldad
al fin y al cabo.
En la época imperial, el
circo cobró aún más fuerza, apareciendo entre los gladiadores
venidos de todas las provincias del imperio, verdaderos héroes del
pueblo.
Los más hábiles, fuertes
y sanguinarios recibían, al final de su terrible carrera, la espada
de madera, la libertad y una holgada posición económica.
Se advierte un cierto paralelismo con los actuales jugadores de
futbol, ya que,
-
los gladiadores
eran objeto de compraventa por parte de sus propietarios,
los lanistas
-
se beneficiaban
de las fuertes apuestas
-
también eran
objeto de deseo por parte del patriciado femenino que
buscaba sus favores sexuales y la emoción de haber yacido
con un semental fuerte y famoso
Retorno a la
arena
Aquí se expresa la dimensión deshumanizadora de la "sociedad del
espectáculo", (10) la que triunfa por todas partes en
el actual mundo globalizado.
Se trata del "retorno a
la arena" de los medios de entretenimiento de la sociedad
post-cristiana.
En efecto, esos medios son,
-
el estadio, su
proyección televisiva y también a través de la red
-
el gran centro
comercial que también incluye cinemas y sitios de comer
-
la gran central
de compras a través de la red, donde se puede adquirir
absolutamente cualquier objeto
-
la macrodiscoteca
donde el ensordecedor sonido, el consumo de alcohol y de
otras substancias, sumergen a la masa joven en unas
saturnales semanales en las
que las relaciones efímeras y el des-compromiso son señales
claves de su identidad
Y todo ello en contexto
de culto desenfrenado de culto al cuerpo mediante su escultura o su
transformación y su revestimiento adornado de manera que el mundo,
todo él, deviene un gigantesco espectáculo, un simulacro donde todos
hemos retomado la vieja máscara de la tragedia griega.
Porque tras esta aparente
explosión de colorido, vitalidad, velocidad, virtualidad, sonido,
consumo y cosificación humana propia del mundo occidental u
occidentalizado, subyace otro gigantesco mundo de pobreza extrema y
de tristeza, cuyos debilitados y paupérrimos pobladores ya ni
siquiera sufren la rabia de la impotencia, sino que tan sólo cuentan
con la esperanza de sobrevivir 'un día más'...
"Eso" que he mostrado, es el mundo globalizado en el que el poder se
ha subsumido en el dinero, formando una remezcla de la que surge un
subhumano, claramente post-literario, adorador de un ídolo que
siempre ha existido pero que ahora alcanza la primera posición en el
nuevo panteón de los dioses del mundo:
el dios dinero
envuelto en un manto tecnológico.
Creo haber des-ocultado
la verdad que se esconde tras el humanismo y su metodología
hoy periclitada. El ser humano eyectado ahora en el mundo "carece de
asideros firmes", de valores concretos.
El Homo Sapiens, en estas
circunstancias, retorna de manera natural a aquello que con
toda seguridad posee:
los instintos propios
del primate depredador que es.
El retorno a la condición
humana no podrá realizarse sino desde las ciencias biotecnológicas
en combinación con
las TIC.
-
Los seres capaces
de intuir la necesidad de una nueva humanidad serán los
científicos.
-
La nanotecnología
aplicada a las biomoléculas y su remezcla con las TIC podrán
quizá a alborear un ser humano distinto que será
verdaderamente posthumano.
Notas
-
Sloterdijk,
Peter, "Normas para el Parque Humano. Una Respuesta a la
'Carta sobre el Humanismo'", (Trad. Teresa Rocha Barco);
Madrid; Siruela, 2000.
-
Heidegger Marin,
"Carta sobre el humanismo", (Trad. Helena Cortes y Arturo
Leyte, Alianza, 2013.
-
En 1946, Beaufret
pudo tratar a Heidegger, en ese momento puesto en cuestión
por su cercanía a los nazis.
Beaufret le habló
a Heidegger sobre el desarrollo del existencialismo en
Francia, y Heidegger escribió para responderle su Brief über
den Humanismus (Carta sobre el humanismo).
Beaufret fue a
visitar a Heidegger en su cabaña de Todtnauberg, en 1947,
con alguno de sus alumnos; entre ellos, estaba Jean-François
Lyotard del que en sucesivos artículos hablaremos
profusamente.
-
Cela, Camilo
José, "La Colmena", S.L.U. Espasa Libros, Ed. 1999.
Esta novela,
posiblemente la mejor de Cela, viene a cuento -a pesar del
lapso de tiempo transcurrido y de la implantación incompleta
la Sociedad del Bienestar, hija de la Socialdemocracia, y
casi triturada por el neoliberalismo después de la crisis de
2008- porque en muchos lugares de Europa y no digamos del
resto del mundo existen colmenas mucho peores que la
descrita por Cela.
-
Sloterdijk,
Peter. (2000) "Normas para el parque humano, una respuesta a
la Carta sobre el humanismo", Madrid, Ediciones Siruela,
2000, p. 23
-
Cordua, Carla, "Sloterdijk
y Heidegger; La recepción filosófica". Santiago, Ediciones
Universidad Diego Portales, 2008, p. 156
-
El filósofo
argentino H. Daniel Dei realiza una introducción a la
Antropodicea en su libro "La cuestión del hombre", editada
por Prometeo Libros, Pags. 34-37.
Este filósofo
comienza por abordar la cuestión etimológica de manera que
Ánthropos, que significa hombre en general o ser humano,
hace referencia a la justicia y determina el sentido de la
expresión.
-
Sloterdijk Peter,
"Normas para el parque humano; Una respuesta a la carta
sobre el humanismo", Siruela, Madrid, 2000.
-
El término nativo
digital describe a una persona nacida en la era digital.
Diferencia de aquellas nacidas con anterioridad, que
adquirieron familiaridad con los sistemas digitales ya
siendo adultos, denominados como inmigrantes digitales.
Ambos términos se
utilizaron ya en 1996 como parte de la Declaración de
Independencia del Ciberespacio.
La tecnología
digital comenzó a desarrollarse con fuerza alrededor del año
1978, y por lo tanto, se considera que los que nacieron
después de 1979 y tuvieron a su alcance (en el hogar y/o en
establecimientos de estudio y de recreación) ordenadores y
teléfonos móviles, podrían considerarse nativos digitales.
Un
ejemplo de esto son los niños y los jóvenes que toman un
móvil, una tableta o un ordenador, y lo utilizan bastante
bien, aun sin necesidad de entrenamiento previo.
-
"La sociedad del
espectáculo" (La société du spectacle) es un trabajo de
filosofía publicado en 1967 por el situacionista y teórico
político Guy Debord, que, mediante 221 tesis expuestas en el
libro del mismo nombre, traza el desarrollo de una sociedad
moderna en la que,
"Todo lo que
una vez fue vivido directamente se ha convertido en una
mera representación".
Debord argumenta
que la historia de la vida social se puede entender como,
"la
declinación de ser en tener, y de tener en simplemente
parecer".
Esta condición,
en la cual la vida social auténtica se ha sustituido por su
imagen representada, es según Debord, la que corresponde,
"al momento
histórico en el cual la mercancía completa su
colonización de la vida social".
El espectáculo es
la imagen invertida de la sociedad, en la cual las
relaciones entre mercancías han suplantado a las relaciones
entre la gente, en quienes la identificación pasiva con el
espectáculo suplanta actividad genuina.
"El
espectáculo no es una colección de imágenes, es en
cambio, una relación social entre la gente que es
mediada por imágenes".
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