23 Noviembre
2021
del Sitio Web
AlertaDigital
información enviada por
Emanuel P
Fauci
El reciente escándalo del
#BeagleGate logró lo que no pudo conseguir
una pandemia mundial de COVID.
Consiguió que el mundo se detuviera y
cuestionara la integridad del doctor
Anthony Fauci...
En las últimas semanas, los medios de comunicación convencionales y
sociales han estallado con relatos sobre los
crueles experimentos
con animales financiados por el Instituto Nacional de Alergias y
Enfermedades Infecciosas ("National Institute of Allergy and
Infectious Diseases" - NIAID por sus siglas en inglés) con el dinero
de los impuestos estadounidenses.
El NIAID, una división de los Institutos Nacionales de Salud,
funciona bajo la dirección de Fauci...
Las publicaciones virales en las redes sociales describen cómo,
después de hacerles pasar hambre y de que se les extirparan las
cuerdas vocales para que no pudieran aullar o ladrar, los perros
tenían la cabeza atrapada en jaulas en las que había hambrientas
pulgas de arena que se comían vivos a sus anfitriones.
A otros cachorros se les inyectaron variantes "mutantes" de
bacterias transmitidas por garrapatas fabricadas en laboratorio
antes de exponerlos a cientos de garrapatas que luego les chuparon
la sangre durante una semana.
Se les extrajo sangre
dos veces por semana durante ocho semanas y luego se les
sacrificó.
En otro experimento, se
inyectaron larvas de gusano del corazón a los beagles y
posteriormente se les practicó la eutanasia para poder utilizar las
larvas en otros experimentos.
La investigación de "The White Coat Waste Project" (WCW, siglas en
inglés de "Proyecto de los residuos de bata blanca") que dio a
conocer estas historias desencadenó una protesta pública y un
esfuerzo bipartidista para que Fauci rinda cuentas por los
experimentos innecesarios y abusivos que autorizó con millones de
dólares de los contribuyentes.
Los subsiguientes ataques de los medios de comunicación a WCW son
una prueba del impacto que el
#BeagleGate tuvo en la percepción
pública.
"La ironía es que son
estos pequeños cachorros los que provocan indignación", dijo
Vera Sharav, activista de derechos humanos y fundadora de la
Alianza para la Protección de la Investigación Humana ("Alliance
for Human Research Protection", AHRP por sus siglas en inglés).
No es que a Sharav no le
importen los cachorros.
Sin embargo, se siente frustrada por no
haber podido generar el mismo clamor público cuando se trata de su
misión de toda la vida de acabar con los crueles experimentos
médicos con niños.
"Los animales tienen
poderosos defensores, como 'People for the Ethical Treatment of
Animals' ('Personas por el tratamiento ético de los animales')
que luchan por protegerlos de este tipo de abusos", dijo Sharav.
"Pero estos niños son
desechables.
Es una parodia"....
Como niña superviviente
del Holocausto, Vera Sharav fue testigo de primera mano de cómo un
sistema corrupto puede borrar sistemáticamente las normas morales y
la empatía humana en nombre de la salud pública...
Ha trabajado durante décadas para poner fin a las prácticas médicas
poco éticas y abusivas, incluidas las que están subvencionadas y
facilitadas por los organismos gubernamentales y las grandes
farmacéuticas,
Big Pharma.
Su batalla para romper el silencio conspirativo y llamar la atención
de los medios de comunicación y de las autoridades reguladoras ha
sido una batalla ardua, que lleva décadas peleando.
Pero en 2004 hubo un rayo de esperanza.
La BBC se puso en
contacto con Sharav como parte de una investigación para un
documental, "Guinea Pig Kids" ("Los niños conejillos de indias"):
Basado en los hallazgos del periodista de investigación Liam Scheff,
el desgarrador documental expuso los tortuosos experimentos médicos
clandestinos de Fauci con niños infectados por el VIH al cuidado del
"Centro Infantil de la Encarnación" ("Incarnation Children's Center",
ICC por sus siglas en inglés).
Sharav se asoció con Scheff, la periodista de investigación Celia Farber y el director de la película,
Jamie Doran.
Durante un breve
tiempo, los tres creyeron que la verdad podría salir finalmente a la
luz.
Pero, como todos descubrieron, arrojar luz no es para los débiles de
corazón.
¿Quiénes eran los "niños conejillos de indias"?
El ICC (siglas en inglés de "Incarnation Children's Center"), que se
promocionaba como,
"el único centro de enfermería especializada de la
ciudad de Nueva York que proporciona atención especializada a niños
y adolescentes con VIH/SIDA", fue el escenario de estos crímenes
contra la humanidad.
En 1992, el NIAID proporcionó financiación para reintroducir el ICC
como "una clínica ambulatoria para niños seropositivos" y la clínica
pasó a formar parte de la Unidad de Ensayos Clínicos de Sida
Pediátrico de la Universidad de Columbia.
El departamento de bienestar infantil de Nueva York, la
Administración de Servicios para la Infancia, estaba facultado para
ofrecer a los niños vulnerables y desfavorecidos que tenía a su
cargo como ratas de laboratorio para probar medicamentos tóxicos
contra
el SIDA, como el AZT, la Nevirapina y varios inhibidores de
la proteasa, así como vacunas experimentales contra el SIDA.
La mayoría de estos fármacos, aprobados para adultos con SIDA,
llevaban advertencias de recuadro negro y causaban efectos
secundarios potencialmente letales, como la muerte de la médula
ósea, el fallo de órganos, las deformidades y el daño cerebral.
La mayoría de los niños eran negros, hispanos y pobres, a menudo
nacidos de madres drogadictas.
El NIAID, aprovechando la ortodoxia imperante sobre el SIDA,
justificó los experimentos poco éticos realizados en estos niños
como la única oportunidad que tenían de sobrevivir.
Jacklyn Hoerger, cuyo trabajo consistía en administrar los
medicamentos a los niños, contó:
"Nos decían que si vomitaban, si perdían la capacidad de caminar, si
tenían diarrea, si se estaban muriendo, todo ello era debido a su
infección por el VIH.
Me limité a darles fielmente lo que me decían
los médicos".
La obediencia, como principio unidireccional, ha sido un tema
recurrente a lo largo de la carrera de Fauci...
Según la directora
médica del ICC, la Dra. Katherine Painter,
el "mayor problema al que
se enfrentan las familias con niños seropositivos es la fidelidad".
Hoerger aprendió esta lección por las malas, cuando inició el
proceso de adopción de dos medias hermanas del programa.
Aplicando
un método científico mucho más compasivo en casa, Hoerger dedujo que
eran los medicamentos los que causaban las dolencias de las niñas.
Así que interrumpió los regímenes farmacológicos.
Elle describió las mejorías que ocurrieron como "casi instantáneas"
y señaló que las niñas empezaron a comer correctamente por primera
vez en su vida.
Pero su desobediencia hizo que se la considerase
una madre negligente y perdió la custodia de las niñas. No se le
permitió volver a verlas.
En el ICC, la cooperación de los sujetos experimentales tuvo siempre
prioridad frente a su bienestar.
Se exigía a los niños que tomaran
estos medicamentos sin tener en cuenta sus impactos negativos, y los
efectos adversos se atribuían a su presunta enfermedad (AHRP - siglas
en inglés de la "Alianza para la Protección de la Investigación
Humana" - descubrió que el NIAID permitía a sus socios farmacéuticos
experimentar con niños incluso sin que sus infecciones por VIH
estuviesen confirmadas en el laboratorio).
Cuando algunos padres se negaron a dar su consentimiento a las
pruebas, los funcionarios de los servicios de infancia les retiraban
la custodia de los niños rápidamente y los colocaban con familias de
acogida, o en hogares infantiles donde se autorizaba entonces la
participación del niño.
Cuando los niños se resistían o rechazaban la medicación, eran
llevados al
hospital Columbia Presbyterian, donde se les insertaban
quirúrgicamente tubos de plástico en el estómago para administrarles
los medicamentos.
Según Sharav, al menos 80 niños murieron en el transcurso de estos
ensayos clínicos.
"Fauci se limitó a esconder bajo la alfombra a todos esos bebés
muertos", dijo Sharav.
"Eran daños colaterales en sus ambiciones
profesionales. Eran niños desechables".
Una visita a la fosa común de la ICC en el cementerio de "Gate of
Heaven", en Hawthorne (Nueva York), hizo que Celia Farber, reportera
de investigación que llevó a cabo la investigación para el
documental, se diera cuenta de ello.
"No podía creer lo que veían mis ojos", dijo Farber.
"Era una fosa
muy grande con césped artificial echado por encima, que realmente se
podía levantar. Debajo del césped, se podían ver docenas de
sencillos ataúdes de madera, apilados desordenadamente.
Puede que
hubiera 100 de ellos...
Me enteré de que había más de un cuerpo de
niño en cada uno".
La obediencia también era un tema cuando se trataba de adherirse al
Código de Nuremberg o incluso de seguir la normativa federal
relacionada con la participación en ensayos clínicos.
En lugar de atenerse a los requisitos establecidos para proteger a
los niños de acogida, Nueva York creó una junta de revisión
institucional, un comité de ética formado por representantes de los
mismos hospitales que realizaban la investigación para conceder las
aprobaciones.
En otras palabras, la aprobación se puso en manos de la parte
interesada.
En marzo de 2004, la organización de Sharav presentó una queja ante
la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y la
oficina federal de protección de la investigación en seres humanos.
La denuncia se centraba en la inscripción ilegal de niños de acogida
en estos experimentos y en el fracaso institucional de todo el
sistema a la hora de protegerlos de acuerdo con la normativa federal
que exige un defensor independiente para cada niño.
Estos niños, algunos de tan solo 3 meses de edad, no tenían voz
independiente.
La ACS, la misma organización que esencialmente los
puso en una cinta transportadora para que participasen en los
ensayos clínicos, era también su tutor legal.
"Es una abdicación total de la norma ‘primero no hacer daño' y de la
dignidad de los seres humanos", dijo Sharav.
"Desde el punto de
vista de la investigación médica, los animales de laboratorio son
caros y estos niños son baratos. El gobierno los entregó como un
rebaño de animales".
La campaña contra los "negadores del sida"
"Guinea Pig Kids" ("Los niños conejillos de indias") se estrenó en
la BBC el 30 de noviembre de 2004, pero fue retirado abruptamente
del aire.
Una denuncia presentada por poderosos activistas del SIDA llevó a la
BBC a retirar el documental y a eliminar la investigación. Y fue
mucho peor lo que ocurrió entre bastidores.
Celia Farber contó que ella y otros fueron,
"despiadadamente vejados
a todos los niveles" por ser los llamados "negadores del SIDA".
"Vinieron a por nosotros profesionalmente, económicamente,
espiritualmente y socialmente", recuerda Farber.
"Nadie quería ser
un negador del SIDA. Despertaba un odio inmediato. Ese término
hechizaba profundamente y la gente no podía escuchar más allá de él.
Era algo que cerraba instantáneamente a la gente".
Una reunión del subcomité de 2005 organizada por el
Departamento de
Salud y Servicios Humanos ("Department of Health and Human
Services", HHS por sus siglas en inglés) de EE.UU. concluyó que se
habían violado los derechos protegidos de los niños de acogida en
algunos de los ensayos de medicamentos contra el sida, pero nada
cambió en el ICC y los niños siguieron muriendo.
Al Instituto de Justicia VERA, encargado de investigar la muerte de
los niños utilizados en estos experimentos, se le prohibió consultar
los historiales médicos y se negaron a aceptar los datos de la
propia investigación de Scheff.
Los esfuerzos de Scheff, Sharav y Farber volvieron a sumirse en la
oscuridad.
Hasta ahora...
"Fauci lleva dirigiendo esta agencia (NIAID) desde 1984 y nunca ha
conseguido desarrollar un fármaco o una vacuna", dijo Sharav. "No ha
habido curación. Sólo ha conseguido aterrorizar a la gente".
Sharav está lista para que el
reino del terror de Fauci termine...
Pero tal vez donde más podemos aprender sobre Fauci y sus compinches
no es mirando sus fracasos, sino dirigiendo nuestra atención a sus
éxitos.
Él y sus colegas de los NIH y de los Centros para el Control
y la Prevención de Enfermedades han perfeccionado un paradigma de
pandemia utilizando paradigmas de diagnóstico cambiantes y
definiciones clínicas que incorporan métodos de prueba defectuosos.
Este método se utilizó para lanzar algunas de las campañas del miedo
más exitosas de la historia mundial.
Ese miedo se utilizó para
generar un modelo de guerra médica que se ha utilizado para
justificar miles de experimentos crueles, innecesarios y costosos.
Y si bien esos experimentos no produjeron tratamientos o curas
eficaces, lograron insensibilizar a los investigadores y al personal
sanitario y los capacitaron para "limitarse a cumplir las órdenes",
independientemente de los resultados sanitarios.
Todo esto se logró con un enorme gasto para los contribuyentes
estadounidenses, y la ortodoxia resultante ha costado la salud a
millones de personas.
Los tratamientos van y vienen, pero la obediencia médica y la
creación de una cultura de "cómo te atreves" para avergonzar y
silenciar las voces de la disidencia ha seguido siendo probablemente
el experimento científico más exitoso y rentable de la historia
mundial.
Pero hay dos variables que
Fauci no valoró correctamente:
Para Farber, ser testigo del desenlace de la narración es
surrealista.
"Sigo sintiendo rabia y asco de que esta matriz terrorista de
activistas del SIDA haya conseguido convencer al público de que mire
hacia otro lado, de que no debe preocuparse por estos niños", dijo
Farber.
Pero a pesar de todo lo que ha pasado, hay una chispa de optimismo.
"La chispa de luz es
que mucha gente está adoptando esta lucha ahora, hay mentes
preparadas para esto ahora, si uno puede ser considerado una
‘mente preparada'", dijo Farber...
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