por Héctor Díaz-Alejo
17 Julio
2020
del Sitio Web
Tendencias21
Mapa de la distribución del gorrión común.
Podemos ver la carencia de este ejemplar
que persiste todavía en el este en China,
fruto de la desaparición de
mil millones de ejemplares hace 70 años
por una campaña gubernamental.
Muchas decisiones humanas han terminado en catástrofes:
China eliminó 1.000
millones de
gorriones para salvar sus
cosechas, que luego fueron arrasadas por las langostas.
La guerra a la naturaleza
es el mayor sinsentido.
El Gran Salto Adelante, el plan del comunismo chino de Mao
para promover la industrialización y reconstruir la economía agraria
hacia un modelo acorde a sus intereses, acabó con millones de
muertos de hambre.
Dentro de diversos planes, había un ambicioso proyecto concreto que,
según la propaganda del momento, pretendía lograr la felicidad para
todas las futuras generaciones chinas:
la eliminación de
cuatro plagas que impedían el progresar del pueblo.
Las cuatro plagas de las
que hablaban eran,
-
los mosquitos
-
las moscas
-
las ratas
-
los gorriones
La pequeña ave se
convirtió en enemiga del comunismo a causa de su dieta.
Los líderes consideraron
que el animal comía una cantidad excesiva de granos, como de trigo y
arroz, así como de los frutos que con tanto esfuerzo cultivaba el
pueblo chino, mermando la producción agrícola de un país hambriento.
Según sus propias estimaciones, por cada millón de gorriones
exterminados podrían alimentarse 60.000 personas más.
De esta manera, el Partido emprendió una cruzada contra estos
animales:
Eliminar al gorrión
se convirtió en una urgencia nacional...
Las autoridades hicieron
a todos los sectores de la población partícipes de esta masacre,
ofreciendo recompensas no materiales por cada pájaro abatido que
entregaran a las autoridades.
La población comenzó a envenenar el alimento, destruir huevos y
nidos, pisotear a los polluelos caídos y golpear sartenes y tambores
para que los animales no se posaran y murieran de agotamiento.
Consecuencias
inesperadas
El éxito de la campaña fue rotundo:
más de mil millones
de gorriones fueron cazados...
Pero las consecuencias no
fueron ni mucho menos las esperadas.
Los gorriones no solo
se alimentaban de cereales y frutas.
Multitud de insectos
como las langostas suponían gran parte de su dieta.
Las poblaciones de
ambas especies vivían en un sano equilibrio que aseguraba
la existencia de ambas sin dañar el medio donde residían.
Y el Partido no fue
consciente de ello hasta que fue demasiado tarde...
En el año 1960 ocurrió la más que previsible tragedia.
A las infaustas
prácticas agrícolas, como el mal uso de pesticidas y la
redistribución agraria, se sumó una plaga de langostas que
arrasó los campos.
Al verse tan reducida la población de sus depredadores, las
langostas proliferaron con gran velocidad y alcanzaron números
sin precedentes.
Las plagas avanzaron
imparables por toda la extensión china, agravando aún más la
terrible hambruna provocada por el
Gran Salto Adelante.
El exterminio de los gorriones se paralizó en abril de ese mismo
año. Incluso se introdujeron 200.000 individuos desde la vecina
Unión Soviética para intentar paliar los efectos.
Pero las consecuencias ya
eran irreparables:
Decenas de millones
de personas murieron de hambre...
Doblegar a la
naturaleza
Y gran parte de las muertes fueron causa de las ansias de
doblegar la naturaleza para utilizarla a nuestro favor.
De haber actuado con mayor responsabilidad, la hambruna habría sido
menos grave. Si antes de iniciar la guerra contra los gorriones las
autoridades hubieran incentivado su estudio habrían visto cuál era
su rol en el ecosistema y lo importante que era mantenerlos.
Pero,
la ideología primó
sobre el conocimiento...
Y el precio a pagar
fue desorbitante.
Hambrunas similares
asolaron la vecina Unión Soviética durante todos los años de su
existencia.
Y su origen fue similar:
sus líderes
antepusieron la ideología desoyendo los avances científicos que
no cuadraban dentro de su ideal revolucionario comunista.
De haber prestado
atención a los grandes avances en genética que se estaban
produciendo, cientos de miles de personas podrían haber sido
alimentadas.
Pero no solo el mundo comunista sufrió la decadencia que acarrea
ignorar a la ciencia y atentar contra el mundo natural.
El cuenco de
polvo
En las antípodas ideológicas, en el corazón de los Estados Unidos,
cientos de miles de
personas tuvieron que emigrar intentando escapar del hambre
causada por una catastrófica gestión ambiental que convirtió el
Midwest americano en lo que llamaron "El
Cuenco de Polvo".
Los humanos, desde hace
milenios, nos hemos considerado el centro del universo. El ombligo
alrededor del cual todo gira y para quien todo ha sido creado.
Y continuamente el medio ambiente nos ha asestado un fuerte revés.
Con cada descubrimiento, con cada avance científico, se demostraba
que este pensamiento está muy alejado de la realidad. Que no éramos
más que una especie insignificante habitando un mundo del que
dependemos completamente.
A pesar de las continuas evidencias se continuó (y aún hoy
continuamos)
modificando todo nuestro entorno
como si fuéramos realmente capaces de tener bajo control todos los
aspectos del planeta en el que vivimos.
Como si los campos, los lagos, las montañas, los océanos, los ríos,
los desiertos y las selvas fueran parte de nuestro patio privado, el
cual podemos modificar a nuestro gusto y sin causarnos perjuicio
alguno.
Más ejemplos
China aún cuenta con más ejemplos de cómo los humanos, al intentar
controlar el mundo que nos rodea, nos terminamos infligiendo daños
que cuestan vidas.
Por ejemplo, las más de
200.000 personas que murieron por el
colapso de la presa Banqiao tras un
tifón en 1975.
Pero también debemos considerar aquí las enfermedades infecciosas
que han aparecido al entrar en contacto más estrecho con otros
ecosistemas, o la contaminación de suelos y aguas que provocan
diversas enfermedades directas e indirectas en la población.
Y no hace falta cruzar continentes para tener ejemplos.
En zonas rurales de
España desde siempre se han diezmado las poblaciones de lobos y
zorros. Para proteger el ganado, se dice...
Para después terminar
mendigando ayuda con el fin de acabar con las consecuentes
plagas de topillos y conejos que arrasaban sus cultivos.
Esto es la guerra contra
nuestros propios compañeros, el afán por buscarnos un hueco aún más
privilegiado en los ecosistemas a costa de expoliarlos que tantas
veces condujo a la miseria y el hambre.
Antropocentrismo vigente
A pesar de todo el conocimiento acumulado, el
antropocentrismo sigue imperando en
gobiernos de todo el mundo, en situaciones muy diferentes y con
ideologías totalmente opuestas.
Etiopía acaba de
construir una de las mayores presas del mundo que recortará
cuantiosamente el agua del Nilo que abastece a más de 100
millones de personas.
La destrucción del Amazonas, el bosque con mayor biodiversidad
del mundo, se agrava cada año buscando tierras de cultivo y
pasto de ganado.
El mundo continúa dependiendo de combustibles fósiles
depositados en el subsuelo durante millones de años, mientras
que se rozan los 40°C en Siberia.
Algunos de estos
proyectos, de estos cambios tan profundos en la naturaleza, tendrán
sus consecuencias visibles en un periodo corto de tiempo.
Requerirán de cambios
para paliar sus daños que, tal vez, resulten en un sano
equilibrio entre el mundo humano y el natural.
Pero muchos de estos cambios tendrán graves consecuencias que no
podremos estimar en un periodo de tiempo corto.
Y para cuando las
élites mundiales, aquellas personas con el poder de revertir la
situación, empiecen a darse cuenta de la extrema gravedad de sus
actos, tal vez sea demasiado tarde...
La Humanidad debería
poder progresar sin poner en riesgo su propia existencia.
Actuar sin prudencia, sin
tener en cuenta todos los escenarios posibles y pensando solo en
el beneficio presente, nos conducirá a una catástrofe.
Más aún si se continúa desoyendo a científicos de todos los ámbitos
que claman por un cambio de mentalidad si no queremos sufrir unas
consecuencias nefastas para nuestra civilización.
Naturaleza
implacable
Son muchas las ocasiones donde nuestra especie se ha visto
contestada por una naturaleza que, sin ser nunca consciente, se ha
mostrado implacable.
Pues retarla es como
pretender enfrentarse a la mano que nos alimenta y a los muros que
nos cobijan de las inclemencias.
La falta de respeto a la naturaleza impulsada por líderes como Mao
tuvo un grave efecto bumerang que golpeó con dureza a los más
desfavorecidos de su país.
Los efectos de la gran masacre de gorriones que llevó a cabo el
país, siguen presentes hoy día.
Su población actual en
territorio chino es casi testimonial y es muy probable que en los
años venideros se extingan completamente. Una especie que durante
decenas de milenios habitó ese territorio.
Y políticas actuales, como las llevadas a cabo en,
Indonesia, Brasil o
numerosos estados africanos, pero con la complicidad y ayuda de
casi la totalidad de gobiernos y multinacionales del mundo, muy
probablemente también desemboquen en graves consecuencias no ya
solo para sus ciudadanos, sino para todos los habitantes del
planeta...
No tenemos más remedio
que dejar de mirar a la Humanidad con adoración.
Reconocernos como una
especie más que depende de un sistema mucho más amplio y
complejo.
Escuchar a la
ciencia, que implora atención.
Porque, como bien reflejó
Herman Melville en su novela Moby Dick,
declararle la guerra
a la Naturaleza, sea ésta un único animal o un planeta entero,
es el mayor sinsentido en el que podemos caer...
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