consumimos una Versión Artificial de la Realidad, sin nunca Cuestionar el Orden que Establece esta Pseudo-realidad
En la Alegoría de la Cueva, Platón habla de unos prisioneros "que son como nosotros", que viven encadenados (hoy diríamos "conectados") y que sólo observan las sombras que proyecta en la pared el paso de diferentes objetos y estatuas que llevan otros humanos que se mueven en la parte superior de la cueva.
Pasan la vida viendo una especie de espectáculo de marionetas.
Con la alegoría de la cueva Platón pretendió explicar la educación, o la falsa educación que recibe el hombre en el mundo.
Quizás hoy en día podríamos llamar "información" a esta falsa educación, en oposición a lo que Platón llama el conocimiento del alma. Se educa dando acceso a información - data - y no enseñando a pensar críticamente y a desarrollar lo que Platón llamó el ojo de la mente.
Platón sugiere que la verdadera educación es voltear de todo el alma hacia la luz, hacia "aquello que es", con lo que se refiere a las ideas y particularmente a la idea del bien, que en el mundo "visible engendró a la luz".
Podemos entender esto, tomando de la alegoría, diciendo que la verdadera educación y la vida filosófica consisten en contemplar la fuente o esencia y no las proyecciones o sombras.
Es decir, en contemplar la realidad y no la virtualidad.
Quizás se permita otra analogía:
En el estado ideal de Platón, la labor de los adeptos - de los filósofos - era ascender hacia la luz de las ideas eternas, pero no quedarse en la dicha de la contemplación, sino regresar a la cueva e instruir a los demás...
Estos filósofos, que eran capaces de recordar el ascenso del alma, debían gobernar la ciudad, ya no dormidos - como suelen gobernarse las ciudades, según Platón - sino despiertos y con una visión clara.
Esta visión aristocrática o meritocrática de Platón ha sido especialmente criticada en la modernidad.
Hoy en día, donde
gobierna la opinión pública, la "sociedad" y lo políticamente
correcto, todas las opiniones cuentan igual y una turba en las redes
sociales puede acabar con un rey-filósofo.
Nuestra tecnología hace que mediemos nuestra interacción con el mundo real a través de una especie de cueva platónica que llevamos con nosotros.
Un ejemplo de esto es el hombre que va corriendo por la naturaleza oyendo música en unos audífonos con un smartphone, los cuales son,
El ser humano se retira a un mundo interior, pero ese mundo interior no es el mundo de su alma:
Llevamos nuestra cueva con nosotros:
En este caso, estamos voluntariamente conectados...
Tal vez estas analogías
sean un poco hiperbólicas, pero el estado actual de la dependencia
tecnológica admite o incluso requiere urgentemente de este tipo de
comparaciones radicales para sacar a alguno que otro del sopor de
la cueva cotidiana...
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