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IPSNoticias una nueva frontera del cultivo en Brasil, en la orilla del río Tocantins, que puede ser contaminado por el uso de glifosato y otros agroquímicos. Brasil es ya el principal exportador de la oleaginosa y se disputa con Estados Unidos el de mayor productor mundial. Crédito: Mario Osava/IPS
La soja, casi desconocida hace
cinco décadas en Brasil, se convirtió en su principal producto de
exportación. Pero su cultivo enfrenta un desafío crucial, su
dependencia de agroquímicos bajo sospecha de provocar cáncer...
"Es una batalla similar a la del tabaco, que duró décadas reduciendo el consumo.
Las empresas usan su poder económico para comprar científicos, presionar al gobierno, órganos reguladores y los medios de comunicación". Fernando Carneiro
La incertidumbre se despejó un mes después, cuando el tribunal de apelación de Brasilia revocó la suspensión.
El glifosato es el herbicida más usado, se aplica en más de 95 por ciento de las siembras de soja, maíz y algodón en Brasil, según el ministro.
Pero los riesgos son mundiales.
La Monsanto fue condenada el 10 de agosto (2018) por un tribunal de California, en Estados Unidos, a pagar una indemnización de 289 millones de dólares a Dewaine Johnson, un jardinero escolar de San Francisco, que tiene cáncer atribuido al uso de herbicida con glifosato.
Fue importante que la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, en inglés), de la Organización Mundial de Salud, considerar el glifosato como,
El fallo judicial en Estados Unidos "abre nuevas perspectivas" en el avance de la lucha contra los agroquímicos en defensa de la salud pública, reconoció Carneiro.
El ministro de Agricultura, Blairo Maggi, un gran productor de soja, cuenta con fuerte apoyo parlamentario de la "bancada ruralista", con más de 200 diputados en un total de 513, para aprobar una nueva ley que flexibilice aún más los controles en el uso de los agroquímicos en el cultivo, pese a las alertas sobre sus efectos cancerígenos. Crédito: Marcelo Camargo Agência Brasil-Fotos Públicas
De todos modos, la polémica no se limita a Johnson, hay miles de procesos judiciales contra Monsanto en Estados Unidos.
Además los posibles efectos de los productos agroquímicos no se limitan a la salud, comprenden también,
Están vinculados a un modelo de agricultura que enfrenta variadas resistencias, por cuestiones de salud, ambiente, seguridad alimentaria, desigualdades sociales e incluso de política, al concentrar poder en manos de los grandes agricultores, representados en el legislativo Congreso brasileño por la "bancada ruralista", con más de 200 diputados de un total de 513.
Ese poder amenaza la legislación,
Eso "puede empeorar" si se aprueba una propuesta del ministro Maggi de una nueva ley ablandando normas, advirtió a IPS la agrónoma Flavia Londres, dirigente de la Articulación Nacional de Agroecología (ANA).
El "paquete del veneno", como lo llaman los activistas contrarios a su uso, avanza en la Cámara de Diputados con apoyo de los ruralistas y rechazo de órganos de control sanitario y ambiental, del Ministerio Público (fiscalía), organizaciones sociales y de salud pública.
Para contraponerse a esa ofensiva, ambientalistas, Abrasco, el movimiento campesino e investigadores se movilizaron y propusieron una Política Nacional de Reducción de Agroquímicos (PNaRA), un proyecto de iniciativa popular respaldado por más de 1,6 millones de firmas.
Se trata de fortalecer los órganos de control y las normas, eliminar los actuales subsidios al uso de productos fitosanitarios y gravarlos más duramente cuanto más tóxicos sean, reorientar el crédito y las investigaciones tecnológicas, fomentando la agro-ecología y la producción orgánica, explicó Londres.
La propuesta comprende "medidas integradas" para transformar un sistema que estimula el creciente consumo de agroquímicos, no solo glifosato, acotó.
Pero traba una batalla parlamentaria desfavorable, contra la "bancada ruralista" que debe mantener su fuerza en las elecciones de octubre, presidenciales y parlamentarias.
Brasil ya era gran productor de soja, antes de la introducción de sus semillas genéticamente modificadas, que tuvieron sus primeras siembras ilegales detectadas en 1998 en el sur del país.
Eran las semillas denominadas Roundup Ready, de Monsanto. Como resisten al glifosato, la aspersión de ese herbicida elimina matorrales, preservando la soja y abaratando la limpieza de la tierra.
La diseminación de los transgénicos legales e ilegales fue rápida, alcanzando casi toda la producción de soja, maíz y algodón.
Los monocultivos quedaron dependientes tanto de las semillas como de los fitosanitarios vendidos por la Monsanto y otras transnacionales del sector.
De esa forma, la exitosa expansión del llamado agro-negocio, de las grandes haciendas de monocultivo, puede convertirse en una trampa si estalla un escándalo, como la multiplicación de condenas al glifosato como causa de cáncer.
Las acciones judiciales contra la Monsanto pasaron de 5.200 a más de 8.000 en Estados Unidos, tras la sentencia favorable a Johnson, admitió la corporación transnacional Bayer, grupo químico alemán que adquirió la empresa estadounidense en 2016.
Brasil tiene especial interés en ese proceso, que amenaza su fulminante carrera de productor de soja que se apresta a ocupar el primer lugar mundial.
Su cosecha anual, marginal hasta 50 años atrás, decuplicó en la década de los 70, dobló en las siguientes y triplicó desde 2001, para alcanzar 116,8 millones de toneladas en este año, emparejándose con la producción de Estados Unidos.
Los 68 millones de toneladas exportadas en 2017 le rindieron 31.700 millones de dólares, según datos oficiales. China es su principal comprador.
Localmente, la soja se usa principalmente como insumo de alimentación animal y en pequeña parte al consumo humano.
De su procesamiento se produce el salvado, básicamente para ganadería y avicultura, y el aceite que se convierte en biodiesel, representando 80 por ciento de su materia prima en Brasil.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos pronosticó en julio que la producción brasileña de soja sería este año superior a la interna, de 116,4 millones de toneladas, aunque un mes después la elevó a 124,8 millones de toneladas, con lo que volvería a aventajar ligeramente a la de Brasil.
Para Londres el problema es con la soja,
Es un modelo de producción que se opone la agro-ecología y cuyo intenso uso de agroquímicos,
Abortos espontáneos, mala formación fetal y la presencia de esos venenos en la leche materna en las regiones productoras fueron algunos problemas identificados.
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