por Charles Eisenstein 05 Febrero 2023
del
Sitio Web
CharlesEisenstein 05 Febrero 2023 del Sitio Web SOTT
Solar Dynamics Observatory Sun del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA.
Afortunadamente, muchos de nosotros reconocemos el tono culturalmente imperialista de ese rechazo.
También podemos estar en contacto con nuestro propio conocimiento nativo fundamental, por muy profundamente enterrado que esté bajo capas de educación científica, de que el sol está, en efecto, vivo.
Queremos de algún modo aceptar esto sin negar lo que la ciencia nos ha enseñado:
Una forma de acomodar ambas cosas es hacer de la vida una propiedad extramaterial, un espíritu que infunde todas las cosas.
El Sol está vivo porque todo está vivo. Pero hacer esto es capitular sutilmente ante la visión del mundo que sostiene que todo está muerto, haciendo de la vitalidad una propiedad añadida, independiente de todo lo material.
Es una variante del
dualismo cartesiano.
Cuando digo que el sol está vivo, no lo digo en el sentido animista de que todo está vivo.
Podríamos intentar animar las rocas llamándolas vivas, poniéndolas en la misma categoría que los seres humanos, las hormigas y los árboles, pero corremos el riesgo al mismo tiempo de reducir a los seres humanos, las hormigas y los árboles a la condición de rocas, de acuerdo con la reducción newtoniana de la vida a fuerza y masa.
Antropomorfizar a los
seres no humanos es negar su existencia tanto como lo es negarla
directamente.
Un horno no está vivo.
Según la teoría convencional de la física estelar, las estrellas de la secuencia principal, como el Sol, son estables porque la presión del gas de su plasma es igual a la presión gravitatoria interna generada por su masa.
Este equilibrio depende de la fuerza relativa de las distintas fuerzas físicas.
Por ejemplo, la fuerza nuclear débil pone en marcha la reacción en cadena protón-protón que convierte los pares de protones en colisión en núcleos estables de deuterio.
Si la fuerza electromagnética fuera sólo un poco más fuerte que la fuerza fuerte, estos diprotones nunca se formarían. Si la fuerza débil fuera un poco mayor, la fusión descontrolada haría estallar el Sol en cuestión de segundos.
Si fuera más débil, el
Sol no se encendería. 1
El Sol es extraordinariamente complejo, con estructuras materiales y electromagnéticas que se sustentan mutuamente.
Las estructuras complejas y dinámicas del Sol permiten que la materia y la energía se muevan entre las capas, de modo que el Sol podría ajustar la composición de su núcleo para ralentizar o acelerar el ritmo de fusión.
Esto no sólo le
permitiría mantener la homeostasis, sino que también le permitiría
responder a diversos estímulos.
Rupert Sheldrake ofrece una buena panorámica de los argumentos en su artículo de 2021, Is the Sun Conscious?
Según Sheldrake, la
complejidad de las estructuras electromagnéticas del Sol rivalizan o
superan a las del cerebro humano, un hecho de especial importancia a
la luz del creciente reconocimiento del papel de los campos
electromagnéticos en la memoria, la cognición y la conciencia.
Las bacterias, los animales, los hongos e incluso las plantas se mueven en respuesta a su entorno, por ejemplo, hacia el alimento o alejándose del peligro.
Las estrellas, como el Sol, podrían hacer lo mismo, quizás a través de erupciones solares y eyecciones de masa coronal. Según la opinión científica convencional, estos fenómenos son aleatorios.
Pero, cabe preguntarse si son un medio de locomoción intencionado, como el chorro de tinta de un pulpo.
Según el físico Greg Matloff, esto ofrece una posible explicación a diversas anomalías del movimiento estelar, la más significativa de las cuales es la cohesión de las galaxias.
Sus estrellas giran alrededor del núcleo galáctico con demasiada rapidez como para que la gravitación de la materia observable las mantenga allí.
Para preservar la Ley de
Gravitación aceptada, los físicos postulan una "materia oscura"
invisible para explicar los movimientos de estrellas, galaxias y
cúmulos de galaxias.
Cuando observamos una bandada de pájaros, no suponemos que debe haber materia oscura que mantiene a la bandada unida por la gravitación, porque reconocemos a los pájaros como agentes volitivos.
Tal vez las estrellas sean como los pájaros de una bandada (o las neuronas de un cerebro), que se mantienen unidas con algún propósito que no podemos desentrañar.
Matloff y el filósofo Clement Vidal afirman que la locomoción estelar es una hipótesis comprobable:
Esta hipótesis deja de lado otra influencia importante:
Una vez que admitimos la posibilidad de estrellas vivas, naturalmente consideramos también una galaxia viva.
En efecto, a escala galáctica y más allá, vastas estructuras de plasma entretejen el cosmos, arrastrando estrellas y galaxias hacia sus configuraciones observadas.
Al menos eso es lo que afirma un linaje poco ortodoxo de físicos, entre los que destaca el premio Nobel Hannes Alfvén.
Teorizan que el electromagnetismo es una fuerza estructuradora primaria del universo, o incluso la fuerza estructuradora primaria.
Los cosmólogos del plasma utilizan el electromagnetismo para explicar los movimientos observados de estrellas y galaxias sin recurrir a la materia oscura.
Algunos van más allá y
ofrecen teorías alternativas de la cosmogénesis, la formación
estelar y galáctica, la física solar y la propia gravedad.
el Premio Nobel en 1970.
Creo que la respuesta puede encontrarse en una marcada diferencia en el tipo de universo que vemos cuando lo contemplamos desde la perspectiva del electromagnetismo en contraposición a la de la gravedad.
Debido a los estrechos circuitos de retroalimentación entre el plasma y los campos electromagnéticos, estructuras complejas pueden surgir muy rápidamente a partir del caos inicial.
Mientras que la gravedad es sólo una fuerza atractiva, el electromagnetismo es a la vez atractivo y repulsivo, lo que permite una complejidad mucho mayor.
El electromagnetismo moldea el plasma en forma de cables, filamentos, vainas, pliegues, hélices y diversas estructuras compuestas que interactúan dinámicamente y conectan la Tierra con el Sol, una estrella con otra y una galaxia con otra.
Estas estructuras autopoiéticas y que parecen vivas son muy distintas de la lenta aglomeración mecánica de la materia por gravitación.
El punto de vista que da primacía a la gravitación encaja bien en el paradigma más amplio del universo como máquina, sin vida, aleatorio, con aminoácidos como único conjunto de construcción de la vida y con los humanos como únicos depositarios de inteligencia.
En contraste, la
perspectiva del universo eléctrico, con sus circuitos de
retroalimentación estrechamente acoplados, sus estructuras
emergentes y su automodificación, se adapta mejor a las intuiciones
de un universo vivo.
Las estructuras que surgen gracias a la fuerza electromagnética son mucho más difíciles de simular mediante cálculos, ya que su carácter no lineal las hace exquisitamente sensibles a pequeños cambios en las condiciones iniciales.
Esta
inabordabilidad puede ser otra de las razones por las que las
teorías electromagnéticas gozan de menos favor entre la mayoría de
los cosmólogos.
Aunque simpatizo con ese empeño, soy escéptico ante cualquier teoría que descarte la física aceptada sin dar cuenta de su capacidad para calcular con precisión todo, desde las propiedades de los elementos hasta la composición de los neutrinos que emanan del sol.
La física estándar tiene un éxito inmenso en este sentido.
Sin embargo, en cosmología, los físicos disidentes del linaje de Alfvén, Kristian Birkeland, Winston Bostick y Halton Arp ofrecen explicaciones alternativas plausibles de,
...y otros fenómenos
sin descartar a
Einstein
ni a la mecánica
quántica del siglo XX.
Una minoría herética y díscola cuestiona esta interpretación, invocando conceptos como el desplazamiento hacia el rojo intrínseco, el desplazamiento hacia el rojo quantizado y el desplazamiento hacia el rojo plasmático.
Las fuentes dominantes afirman que estas teorías han sido "desmentidas", pero, como de costumbre, cuando uno se adentra en la controversia resulta difícil saberlo.
Una de las figuras más controvertidas es Halton Arp, protegido de Edwin Hubble, que fue muy respetado en la comunidad astronómica hasta que persistió en oponerse a la narrativa dominante.
En opinión de sus defensores, su trabajo acabó siendo injustamente desestimado, con reinterpretaciones chapuceras de sus datos y explicaciones ad hoc de sus observaciones.
Al final, se le negó el acceso a los telescopios y fue rechazado por otros astrónomos.
Como resultado, sus ideas permanecen relativamente poco desarrolladas y sin comprobar hoy en día.
Es difícil saberlo, cuando actúan los mecanismos de protección de los paradigmas.
Son manantiales de diferentes metáforas e intuiciones sobre la naturaleza de la realidad.
Las teorías centradas en el plasma obvian la necesidad de un Big Bang, sugiriendo en su lugar un universo en estado estacionario mucho más antiguo y posiblemente eterno en el que nueva materia nace continuamente.
Mientras que la cosmología estándar afirma que la entropía está siempre en aumento, las teorías del estado estacionario basadas en el plasma permiten la creación continua de nueva negentropía (entropía negativa, energía libre).
Mientras que la
cosmología estándar plantea un universo de escasez básica, en el que
siempre estamos en guerra contra la inevitabilidad de la
degeneración, y en el que el orden temporal que llamamos vida sólo
puede existir importando energía y exportando entropía, las
cosmologías centradas en el plasma plantean un universo de
abundancia fundamental.
La concepción dominante del cosmos sostiene que la vida es una excepción exigua a la regla general, que sólo existe como una fina capa de formas biológicas basadas en el carbono en determinados planetas rocosos en condiciones ideales.
La mente moderna ha estado en gran medida ciega frente a la posibilidad de que los rasgos definitorios de la vida impregnen el universo. Tales rasgos se hacen visibles a través de la lente del electromagnetismo.
El universo en su conjunto, las galaxias, las estrellas y la Tierra parecen mostrar rasgos clave de la vida:
Sugieren la perspectiva
animista con la que empecé: que ocupamos un universo vivo.
Y lo que es más importante,
Ya he escrito en otras ocasiones sobre las razones de la resistencia científica a esa idea (por ejemplo, Fear of a Living Planet).
Los argumentos a favor de
una Tierra viva son mucho más obvios que los del sol o el cosmos y,
como sostengo apasionadamente en
Climate - A New Story, son
cruciales para un futuro en el que merezca la pena vivir.
No basta con admitir una cualidad extramaterial llamada vida o espíritu para animar un mundo, de lo contrario muerto, de fuerzas matemáticas y masas.
Eso, de hecho, mantiene la separación.
Dejamos de considerar el valor de la naturaleza, la tierra y el agua en términos meramente de su utilidad.
Somos partes vivas del
cuerpo vivo de la vida...
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