03 Enero 2019 del Sitio Web PijamaSurf
En esta época nos hemos habituado a la automatización de los procesos, ¿pero qué tanto de la vida puede experimentarse
bajo esa
actitud...?
Filósofos, escritores, periodistas incluso, han dado cuenta de este hecho:
Dicha impresión, por supuesto, no es falsa, aunque quizá sí un tanto ilusoria.
Su realidad está asentada
en algunas de las características más propias de nuestra época, de
las cuales quizá la principal sea la automatización de la vida.
Ámbitos tan distintos como,
...prácticamente todo en lo cual ocurra un intercambio de información, dependen ahora de procesos automatizados, cuyo principal rasgo visible e inmediato, que podemos verificar en nuestra vida diaria, es la simplificación.
En cierta forma, ese es el espíritu de la informática:
Como vemos, aquí aparece ya la noción del tiempo. La automatización de la existencia se ha implementado casi siempre bajo el argumento de una ganancia de tiempo.
Ya en la época de la Revolución Industrial esa fue una de las grandes fantasías utópicas:
En el Elogio de la Ociosidad, que Bertrand Russell escribió en 1932, todavía es posible escuchar los ecos de este augurio, y aun ahora, en los días posteriores a la transformación informática provocada por la invención de la Web, hay quienes siguen soñando un sueño similar:
Con todo, si miramos nuestro presente, no parece fácil aceptar que las invenciones inglesas del siglo XIX o los smartphones que ahora llevamos en el bolsillo nos hayan acercado más a una existencia de libertad o plenitud.
Más bien han ocupado la función precisamente opuesta:
En uno de los textos de Psicopolítica, Byung-Chul Han ha señalado la similitud peculiar que existe entre el teléfono inteligente y el rosario católico:
Si seguimos este diagnóstico y si tomamos en consideración lo que ha sucedido con plataformas como Facebook o YouTube, que encontraron la forma de capitalizar la atención humana y convertirla en dividendos económicos, quizá sea posible decir que el tiempo que se "liberó" en los últimos años gracias a la revolución digital se ha ocupado ahora no con más libertad, como anticipaba Russell con optimismo, sino paradójicamente con más dominación.
Como dice la humorista francesa Blanche Gardin en uno de sus espectáculos,
El tiempo ganado con la automatización de la vida no nos ha hecho capaces de apreciar ésta con mayor plenitud, sino curiosamente nos ha hecho,
¿Cómo apresurar, sin embargo, algo que de suyo tiene su propio ritmo?
Esa parece ser la contradicción fundamental del modo general de vida de nuestra época y la fuente de cierta forma del malestar contemporáneo, que tiene expresiones palpables como la ansiedad, la excitación malsana en la que viven ciertas personas e incluso cierta sensación de frustración con respecto a proyectos emprendidos pero abandonados en cada ocasión.
En nuestra época parece
haber cada vez menos disposición o comprensión para las tareas de
largo aliento, esas que implican un trabajo sostenido, constante y
paciente y que jamás podrían ocurrir a la velocidad de un clic
o de un like.
El amor entendido no únicamente bajo la óptica sentimental o de las relaciones personales, sino de manera mucho más amplia, como amor a la vida y, por ende, a todo lo que ésta implica:
En suma, el amor
entendido como forma de vida.
Si una de las características fundamentales de esta época es la automatización de la existencia, en el fondo eso parece implicar la intención de automatizar todo aquello donde es posible que ese amor como actitud frente a la vida tenga un lugar.
La alimentación, los tratos cotidianos con otros, la apreciación de una obra de arte, el momento que pasamos con alguien que queremos, las actividades que llamamos trabajo y a las cuales dedicamos nuestro tiempo y nuestra energía.
Si ya a primera vista nos parece un contrasentido que se "automatice" todo eso que podríamos considerar, sin exageración, sagrado, ¿porqué en la práctica esperamos que se presente bajo esa forma?
Tanto,
¿Porqué esa insistencia
de que también lo más sagrado de nuestra vida se comporte como
cualquier otro proceso susceptible de despacharse con rapidez y
eficiencia?
Una respuesta
relativamente sencilla podría apuntar hacia la inconsciencia en que
generalmente vive el ser humano, que en este caso le hace esperar
una "experiencia automática" de la vida porque ha constatado que en
otros ámbitos de la existencia eso es posible.
De hecho, lo más probable es que sólo una parte ínfima de la existencia pueda realmente automatizarse y, de ésta, sólo aquello que está relacionado al modo de vida del ser humano adaptado a los fines del capitalismo.
En un mundo de producción y consumo incesantes, cuya única preocupación es la ganancia económica, por supuesto no puede haber lugar para la demora, la pausa o la contemplación, sino sólo para la prisa, el exceso e incluso el despropósito y la pérdida de sentido.
¿Pero qué hay con todo
aquello de la vida que escapa a esa forma de experimentar y conducir
la existencia?
Ahí nos dice el filósofo:
El amor por la vida a
veces parece demorar en hacerse presente, pero si permitimos que
surja a su propio ritmo, cuidando de su cultivo pero sin apresurarlo
ni sofocarlo, con la atención puesta en esa experiencia, quizá
finalmente colme nuestro corazón y nos descubra otra forma de
apreciar y entender la vida.
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