25 Mayo 2021
del Sitio Web
MuyInteresante
© JPL/ NASA
Imagen del centro de la Vía Láctea
obtenida con el telescopio espacial Spitzer,
donde
se pueden ver zonas de nubes moleculares,
entre
ellas, la nube en la que
se ha
descubierto la etanolamina.
Un equipo
de investigadores
detecta esta
molécula
de gran interés
astrobiológico,
que podría haber
viajado a la Tierra
a bordo de
meteoritos...
Una de las teorías más fascinantes sobre el origen de la vida en la
Tierra es la de la
panspermia, que viene a decir que
la vida, o al menos algunos de sus componentes esenciales, se
habrían originado fuera del espacio.
Después, estas primeras
moléculas orgánicas habrían llegado a la superficie terrestre a
bordo de meteoritos.
Aunque sigue siendo una teoría, lo cierto es que en los últimos años
se están acumulando evidencias que hacen que la panspermia no
parezca una idea tan descabellada.
El avance de la
tecnología y el desarrollo de instrumentos de detección cada vez más
precisos están permitiendo a los científicos analizar con mucho
detalle la composición del espacio que nos rodea.
El último hallazgo,
llevado a cabo por un equipo internacional de científicos, se
publica en la revista PNAS y describe por primera vez la detección
de
etanolamina (NH2CH2CH2OH)
en el espacio.
Esta molécula contiene
cuatro de los seis elementos químicos que se consideran
fundamentales para la vida: oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno.
Además, la etanolamina
forma parte de los
fosfolípidos, moléculas que
constituyen las membranas celulares, las cuales fueron cruciales en
el origen y evolución temprana de la vida en la Tierra:
se encargan de
mantener unas condiciones estables en el interior de las
células, protegiendo, tanto el material genético, como la
maquinaria metabólica.
"Aunque las
membranas de todas las células que existen en la actualidad
están hechas de fosfolípidos, todavía hay un gran debate en
torno a la naturaleza de las primeras membranas y al propio
origen de los fosfolípidos", explica el líder de la
investigación Víctor M. Rivilla, investigador del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro
de Astrobiología.
En el centro
de la Vía Láctea
El descubrimiento de esta importante molécula prebiótica se ha
producido concretamente en la nube molecular G+0.693-0.027, situada
cerca del centro galáctico utilizando el
radiotelescopio de IRAM de 30
metros de diámetro de Pico Veleta (Granada) y el de 40 metros del
Observatorio de Yebes
(Guadalajara).
Descubrimiento de etanolamina (NH2CH2CH2OH),
la cabeza más simple de fosfolípidos,
los componentes básicos de las membranas celulares,
hacia la nube molecular G + 0.693-0.027
ubicada en el centro de nuestra galaxia.
Crédito: Crédito de la imagen de fondo: NASA / JPL-Caltech.
Crédito de la imagen compuesta: Víctor M. Rivilla y Carlos Briones.
"Nuestros resultados
sugieren que la etanolamina se sintetiza eficientemente
en el espacio interestelar en nubes moleculares donde se forman
nuevas estrellas y sistemas planetarios", ha destacado el
experto.
Los trabajos del equipo
apoyan la idea de que la etanolamina se pudo haber formado en
el espacio y haber sido transferida a meteoros más tarde.
Además, los experimentos
que simulan las condiciones químicas en la Tierra primitiva
confirman que esta molécula podría haber colaborado en la producción
de los fosfolípidos más simples durante las épocas tempranas de
nuestro planeta.
Para Carlos Briones, investigador del CAB-CSIC-INTA y coautor
del estudio,
"la disponibilidad de
etanolamina en la Tierra primitiva, junto con ácidos o
alcoholes grasos, pudo haber contribuido a la evolución de las
membranas celulares primitivas.
Esto tiene
importantes implicaciones no sólo para el estudio del origen de
la vida en la Tierra, sino también en otros planetas y satélites
habitables dentro del Sistema Solar o en cualquier parte del
Universo".
Otras
moléculas de interés astrobiológico
La etanolamina no es la primera molécula orgánica precursora
de la química prebiótica que se ha detectado en el espacio, y se
suma a hallazgos como el de la
hidroxilamina o el ácido tiofórmico.
"Gracias a la mejora
de la sensibilidad de los radiotelescopios actuales y los de
próxima generación, seremos capaces de detectar en el espacio
moléculas cada vez más complejas y que pudieron dar lugar a los
tres componentes moleculares básicos de la vida:
los lípidos (que
forman las membranas), los ácidos nucleicos ARN y ADN (que
contienen y transmiten la información genética), y las
proteínas (que se encargan de la actividad metabólica)",
señala Rivilla.
"Comprender cómo se
forman estas semillas prebióticas en el espacio podría ser clave
para entender el origen de la vida", concluye.
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