por Guillermo Carvajal
13 Septiembre 2024
del Sitio Web LaBrujulaVerde


 




La Tierra pudo tener

un anillo durante millones de años.

Crédito: sdecoret / depositphotos.com




Un estudio (Evidence suggesting that Earth had a Ring in the Ordovician) publicado recientemente en la revista Earth and Planetary Science Letters revela evidencias de que la Tierra pudo haber tenido un anillo similar a los de Saturno hace unos 466 millones de años, durante el período Ordovícico.

El equipo de investigadores, liderado por Andrew G. Tomkins de la Universidad de Monash en Australia, llegó a esta sorprendente conclusión tras analizar meticulosamente la distribución geográfica de 21 cráteres de impacto de asteroides datados en el Ordovícico.

Lo que descubrieron fue verdaderamente intrigante:

todos estos cráteres se encuentran concentrados en una franja ecuatorial de no más de 30 grados de latitud, a pesar de que aproximadamente el 70% de la corteza terrestre expuesta y potencialmente capaz de preservar cráteres se encuentra fuera de esta banda.

Esta distribución inusual de cráteres coincide con un período conocido como el "pico de impactos del Ordovícico", una época de aproximadamente 40 millones de años durante la cual la Tierra experimentó un aumento significativo en la frecuencia de impactos de meteoritos.

 

El inicio de este período está marcado por un notable incremento en la acumulación de material de condritas L (un tipo común de meteoritos) en rocas sedimentarias, datado con precisión en 465,76 ± 0,30 millones de años.


 

Zonas de corteza continental

próximas al ecuador durante el Ordovícico.

Las zonas más antiguas que el Ordovícico se indican en color salmón,

las rocas del Ordovícico en azul oscuro y las más jóvenes en gris.

El azul claro indica los lagos de Europa y Rusia.

Los puntos de color rosa son los cráteres de impacto

reconocidos del Ordovícico.

Crédito: A. G. Tomkins et al.



Tradicionalmente, los científicos habían atribuido este aumento en los impactos y en el flujo de material meteorítico a la ruptura del cuerpo parental de las condritas L en el cinturón de asteroides.

 

Sin embargo, el nuevo estudio desafía esta interpretación.

 

Los investigadores realizaron cálculos de probabilidad binomial que indican que es extremadamente improbable (con una probabilidad de solo 4 × 10-8) que la distribución observada de cráteres fuera producida por bólidos provenientes directamente del cinturón de asteroides.

En su lugar, Tomkins y sus colegas proponen una hipótesis audaz: un gran fragmento del cuerpo parental de las condritas L se habría acercado peligrosamente a la Tierra hace unos 466 millones de años, pasando dentro del límite de Roche (la distancia mínima a la que un cuerpo celeste puede acercarse a un planeta sin desintegrarse por las fuerzas de marea).

 

Este encuentro cercano habría provocado la desintegración del asteroide debido a las intensas fuerzas gravitacionales, formando un anillo de escombros alrededor de nuestro planeta.

Este hipotético anillo terrestre habría persistido durante millones de años, liberando gradualmente material que impactaría contra la superficie de la Tierra, explicando así la larga duración del pico de impactos del Ordovícico y la acumulación prolongada de debris de condritas L en los sedimentos.

 

La distribución ecuatorial de los cráteres resultantes se explicaría por la tendencia de los objetos en órbita a caer preferentemente cerca del ecuador debido a la rotación del planeta.

Los investigadores van aún más allá en sus especulaciones, sugiriendo que la sombra proyectada por este anillo podría haber desencadenado el enfriamiento global que condujo al período de glaciación conocido como la Edad de Hielo del Hirnantiense, que marcó el final del Ordovícico hace unos 445 millones de años.

 

 


Zonas de corteza continental distales al ecuador durante el Ordovícico.

Las zonas más antiguas que el Ordovícico se indican en color salmón,

las rocas del Ordovícico en azul oscuro y las más jóvenes en gris.

El azul claro indica los lagos de África.

El punto marcado (L) en África es la estructura de impacto de Luizi,

 que tiene una edad muy poco definida que podría ser Ordovícica,

 estimada entre 0 y 573 Ma.

 Crédito: A. G. Tomkins et al. / Schmieder and Kring, 2020



Para llegar a estas conclusiones,

el equipo utilizó sofisticadas técnicas de reconstrucción paleogeográfica, empleando seis modelos diferentes de placas tectónicas para determinar las posiciones de los continentes y los cráteres de impacto durante el Ordovícico.

 

También realizaron un análisis exhaustivo de las áreas continentales capaces de preservar cráteres de impacto de esa época, teniendo en cuenta factores como la estabilidad tectónica, la erosión y la cobertura de hielo.

El estudio no se limita a proponer esta hipótesis, sino que también proporciona un análisis estadístico riguroso para respaldar sus afirmaciones.

 

Utilizando el análisis de agrupamiento espacial multi-distancia (función K de Ripley), los investigadores demostraron que la distribución de los cráteres del Ordovícico muestra un grado de agrupamiento mucho mayor que el que se observa en los cráteres formados en los últimos 40 millones de años, lo que refuerza la idea de que su distribución no es aleatoria.

El período Ordovícico fue testigo de una explosión de biodiversidad conocida como el Gran Evento de Biodiversificación Ordovícico, y algunos científicos han sugerido que el aumento en los impactos de meteoritos podría haber jugado un papel en este fenómeno.

Los autores reconocen que se necesitan más estudios para confirmar sus conclusiones y explorar todas las implicaciones de un posible anillo terrestre en el Ordovícico.

 

 

 


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