En esta serie de artículos he mencionado anteriormente cómo, durante el período de la encrucijada, o lo que algunos han denominado "bifurcación", existe el peligro cada vez mayor de que aumente una incoherencia que paralice a la humanidad entre los extremos de un poder externo y una creciente impotencia interna.
También he afirmado que siempre hay una parte de la población que es incapaz de traspasar el "umbral de la época", en lo que se refiere a alinearse con las frecuencias del impulso de desarrollo entrante.
Este segmento de la sociedad puede entrar en un camino de involución durante el resto de la era, ya que ha abandonado la corriente de la humanidad en evolución.
En la actualidad, determinados impulsos pretenden que el materialismo lo impregne todo; y no debemos distraernos pensando que el reino digital no forma parte de esta corriente de materialismo profundo.
Al mismo tiempo, esas fuerzas también pueden contribuir a estimular los impulsos evolutivos evitando que caigan en la inercia.
Puede decirse que el tira y afloja de estas fuerzas, aparentemente opuestas, crea la bifurcación que brinda a la gente la posibilidad de elegir por qué línea temporal, o corriente, decide optar.
Visto a través de la lente física, se diría que,
Si la consciencia material permanece apegada y enredada dentro de lo físico, se hace cada vez más difícil que los impulsos trascendentales penetren y tengan efecto.
Sin embargo, si la consciencia humana puede beneficiarse de estas fuerzas constrictivas y conflictivas para alejarse del enmarañamiento físico y la inercia, se posibilita una bifurcación que permite al individuo acoplarse a la nueva frecuencia de desarrollo.
Esta confrontación de fuerzas entre crecimiento/evolución e inercia/desarrollo es lo que se ha simbolizado en la mitología humana como,
Lo que la gente suele llamar "el mal" es, en realidad, aquello que se mueve en dirección contraria a la corriente evolutiva dentro de la realidad actual.
Si no se hace frente a las llamadas "fuerzas malignas", el impulso hacia la inercia y el estancamiento se convierte en dominante.
Sin embargo, si las fuerzas de desarrollo o "buenas" empiezan a resistir frontalmente a las fuerzas malignas, se consumen en el empeño y pierden, o renuncian, a las energías que podrían utilizarse para la evolución.
Esto entonces también obstaculiza la función de evolución.
Las fuerzas contrarias "malignas" o entrópicas de la involución deben ser tratadas no mediante resistencia directa o atacándolas, sino volviéndolas inertes, inútiles, o transmutándolas en una fuerza que ya no sea entrópica.
Como dijo Jesús:
El restablecimiento de un equilibrio que siga siendo dinámico y no estático forma parte de la función de la interacción entre estas fuerzas polarizadoras.
El equilibrio - es decir, la moderación y el orden - mantiene el juego en marcha de manera que no se vea arrastrado hacia ningún extremo.
Sin embargo, dentro de esta fluidez
y vitalidad generales de la búsqueda del equilibrio se halla la
necesidad de dejar pasar suficiente fuerza de desarrollo para
mantener una trayectoria de evolución y crecimiento.
Otro concepto de tikkun es también el de "restitución" que, según Gershom Scholem, alude a la restauración del orden ideal, que constituye el objetivo original de la creación y también el propósito secreto de la existencia.
En otras tradiciones, el restablecimiento del "orden ideal", es decir, del equilibrio, se denomina a veces "salvación".
Otro concepto cabalístico es el de las kelippot - definidas por Scholem como "conchas", "cáscaras" o "fuerzas del mal", que parecen corresponder también a la noción de "fuerzas hostiles" de la filosofía de Sri Aurobindo y de la Madre.
Los kelippot o fragmentos se convirtieron en el origen de la materia bruta y representan también la fuente del "mal".
Hasta que se produzca esta transformación, el estado de desequilibrio potencial (o mal) sigue siendo una presencia persistente.
La pregunta que se plantea entonces es:
Y es aquí donde entran en juego diversas enseñanzas espirituales o de desarrollo interior que intentan guiar a las personas para que, como mínimo, vivan una vida equilibrada y, si es posible, participen conscientemente en la corriente de la evolución avanzada.
Otro punto de vista sobre la noción del "mal" es verlo como una forma de ignorancia que, como tal, se convierte en aquellas fuerzas que trabajan para establecerla, mantenerla y prolongarla entre la gente, las comunidades y las sociedades.
Desde este punto de vista, puede decirse que el mal es como un abismo inconsciente, una separación de la consciencia de la Verdad.
Se podría decir que aquellos impulsos que sustentan la percepción de separación de un individuo de la Fuente son el mal.
Ese alejamiento de una fuente, o corriente, de energías vitales es lo que genera una inercia.
Esta ignorancia puede ser
mantenida por agencias socio-culturales que desean sostener la
continuidad de este error.
Como tal, el error - o "mal" - tiene un papel necesario que desempeñar en el conjunto.
En otras palabras,
El inconsciente (el "abismo") necesita equilibrarse y armonizarse con todos los puntos opuestos de la consciencia.
La transmutación y la evolución no son posibles sin fuerzas competidoras de diferente carga e influencia que trabajen en una relación dinámica.
Lo mismo ocurre con los propios elementos constitutivos de la materialidad:
De forma similar, el filósofo-místico George Gurdjieff describe esta relación,
Gurdjieff se refería a ello como la "Ley de los Tres".
En este contexto, podemos ver cómo el entrecruzamiento
de impulsos contradictorios - como la materia y el espíritu - es
necesario para buscar un resultado que no solo sería una integración
de estas fuerzas contradictorias, sino al mismo tiempo una síntesis
mayor que la suma de sus partes.
O, utilizando la terminología de Gurdjieff,
Del mismo modo, Rudolf Steiner señaló cómo la fusión de estos principios opuestos es necesaria para dotar al ser humano de una fuerza autoconsciente para evolucionar:
Desde la perspectiva de este autor, las fuerzas negadoras pueden interferir supuestamente con el campo mental, o campo de consciencia, de un individuo infiltrándose en él con pensamientos pesados y oscuros que conducen a un desequilibrio psicológico si no se neutralizan mediante impulsos contrapuestos.
Por eso, el camino del trabajo interior requiere que la persona mantenga en todo momento un estado de equilibrio mental, emocional y físico.
Sin embargo, tales interferencias pueden seguir siendo necesarias en determinadas etapas del trabajo de transformación.
Lo que nosotros consideramos como los "peores adversarios" o influencias negativas siguen formando parte de la manifestación cósmica global que puede, conscientemente o no, ayudar a otros en el gran trabajo de transformación del desarrollo.
Puede decirse que todas las cosas terrenales nacen en la oscuridad y deben buscar por sí mismas la luz.
Así como la planta primero se siembra en el suelo oscuro y después busca la luz para sus propios procesos internos de transformación a través de la fotosíntesis,
Demasiada atención y énfasis en lo material
(la tierra oscura) creará una tendencia materialista desequilibrada,
cuyo extremo conducirá a una escisión, o separación, de los impulsos
metafísicos.
La ciencia blanda de los espiritualistas quánticos es un ejemplo de ello.
Se trata de otra falsa vía de distracción por la cual atajos tentadores se disfrazan de deliciosa "ciencia espiritual" y desvían la atención del camino interior.
Por otro lado, una inmersión excesiva en el "camino espiritual" puede llevar a la persona al "La La Land" [i] de la cristalomancia [ii] y apartarla de las responsabilidades y la necesidad de participar en una experiencia de vida física.
En el momento de escribir estas líneas,
se diría que las fuerzas negativas del desequilibrio y la inercia
están dominando lo que podría resultar en el ascenso temporal de la
tiranía dentro de nuestras instituciones y sistemas físicos.
Esta es la ilusión de "normalidad", en el seno de la tiranía, que se pretende establecer.
En otras palabras,
El mundo exterior de la existencia física intenta imponerse sobre el orden metafísico del ser. [iii]
Y, sin embargo, como Vaclav Havel señaló con clarividencia:
El mundo de las apariencias no está exento de fuerzas invisibles que brindan sus energías de confrontación, ya sean "metafísicas" o no.
El peligro radica en que, a medida que el "mundo de las apariencias" adquiere predominio y se vuelve más extremo, pierde la conexión con las fuerzas equilibradoras, comienza a mutar hacia un reino ritualista de signos y tótems y migra cada vez más hacia un pseudoestado de constructo artificial que se convierte en la realidad consensuada...
Y a medida que esta nueva realidad consensuada muta, gana fuerza como forma de tiranía o poder totalitario.
Incluso puede llegar al punto de reemplazar cualquier conexión previa con la realidad - o lo "Real" - y convertirse en una realidad autónoma en sí misma, aunque se constituya a través de formas artificiales de poder y control.
O, dicho de otro modo,
Y por eso un sistema físico de tiranía y poder tiene una inercia incorporada, ya que, con el fin de mantenerse, centra y dirige su energía a defender la falsa integridad del mundo de las apariencias.
Un sistema así trata de aislarse herméticamente de los impulsos de desarrollo en un intento de mantener el statu quo.
Puede que incluso desarrolle tecnologías
que parezcan progresistas; sin embargo, todas ellas están aisladas
de las fuerzas esenciales de la vida y, por tanto, se introducirá en
todo el sistema una inercia que acabará por desordenarlo y llevarlo
al estancamiento o a la quiebra.
Las energías del control y la disciplina no son tan dinámicas como las energías correspondientes, aunque contrarias, del autocontrol y la autodisciplina.
La fuerza necesaria para mantener las estructuras de un sistema automatizado y mecanizado, carente de cualquier conexión con los impulsos de desarrollo, es ciertamente grande y no puede mantenerse a largo plazo.
Las fuerzas de la inercia se introducirán en cualquier sistema sociocultural que se base en el automatismo, incluido el de una civilización tecnológica global.
El fracaso potencial de la humanidad moderna vendrá de,
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