por Héctor Farrés
14 Septiembre 2025
del Sitio Web ElDiario






Los grandes terremotos que marcaron Lisboa

abrieron un misterio geológico aún sin resolver.



- Misterio geológico -

Las técnicas modernas de tomografía sísmica

revelaron una anomalía a 250 Km. de profundidad

que coincidía con la zona del temblor de 1969

y que cambió el enfoque de los investigadores...




Un terremoto arrasó Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y dejó tras de sí una ciudad devastada, con incendios y un tsunami que multiplicó la tragedia.

 

La magnitud estimada se situó entre 8,5 y 8,7, lo que lo convirtió en el sismo más destructivo de Europa en tiempos modernos.

 

Más de dos siglos después, en 1969, otro gran temblor volvió a sacudir la misma región con magnitud 7,9, aunque esta vez su epicentro se localizó bajo la llanura abisal de Horseshoe.

Ambos episodios desconcertaron durante décadas a los científicos, que buscaban sin éxito una falla suficientemente grande en el fondo marino que justificara semejante violencia sísmica, hasta que una investigación internacional arrojó una nueva hipótesis.
 

 

 


La Búsqueda de Respuestas llevó a detectar una Losa Hundida bajo el Atlántico

El Margen Suroccidental Ibérico, donde África avanza hacia el norte a razón de 4 milímetros por año contra Eurasia, se había convertido en un enigma geológico.

 

Ninguna fractura visible en la corteza podía explicar los sismos, y sin embargo las pruebas acumuladas señalaban que algo extraordinario ocurría en las profundidades

Las modernas técnicas de tomografía sísmica aportaron la pieza que faltaba.

 

Al analizar cómo las ondas sísmicas atraviesan la región, los investigadores identificaron una anomalía de alta velocidad que descendía hasta 250 Km. bajo la llanura de Horseshoe, justo en la zona del terremoto de 1969.

 


Los grandes terremotos

que marcaron Lisboa

abrieron un misterio geológico

aún sin resolver.

CC0



El equipo internacional dirigido por João C. Duarte, de la Universidad de Lisboa, explicó que la litosfera de esta zona era un fragmento peculiar.

 

En lugar de una corteza oceánica plenamente formada, lo que quedó fue un margen continental muy estirado donde el manto superior quedó expuesto y se transformó mediante serpentinización.

 

 

 


Las Simulaciones Numéricas demostraron que la Falla puede Liberar una Energía Colosal

Este proceso, en el que las rocas reaccionan con agua marina, genera un material menos denso y más débil que funciona como capa de despegue.

 

Según el estudio,

"la débil litosfera mantélica serpentinizada actúa como una capa que desacopla la corteza sedimentaria positivamente boyante del manto litosférico negativamente boyante".

El hallazgo desató nuevas preguntas.

 

Si la losa detectada correspondiera a un proceso clásico de subducción, la corteza debería mostrar un acortamiento de más de 200 Km., pero las observaciones geológicas apenas registraban entre 20 y 50.

 

La conclusión era que la interpretación tradicional no cuadraba...

 

La revista Nature Geoscience publicó en 2025 (Seismic evidence for Oceanic Plate Delamination offshore Southwest Iberia) la respuesta que cambió la visión de este rincón del Atlántico:

la primera evidencia de delaminación de litosfera oceánica.

Esa capa serpentinizada, de unos 10 km de grosor, junto con la existencia de dos grandes fallas verticales enmarcando la región, facilitó que un bloque completo de litosfera oceánica se desprendiera y comenzara a hundirse.

 

Las simulaciones numéricas confirmaron el escenario.

 


Una corteza peculiar

permitió que la litosfera se separara

como un bloque independiente.

CC0



Cuando se modelaba la región sin esas condiciones, el resultado era una subducción convencional que no coincidía con los datos reales.

 

Sin embargo, al introducir la serpentinización y las fallas, el bloque empezó a despegarse hacia el norte bajo Eurasia, con una gran falla inclinada que sería la fuente de los terremotos.

El modelo numérico mostraba una sorprendente coincidencia con las observaciones sísmicas:

un bloque hundiéndose, fallas activas generando grandes temblores y una corteza superior apenas deformada.

Según los cálculos, la superficie de ruptura de la falla podría alcanzar los 20.000 km2, suficiente para liberar una energía equivalente a la del terremoto de Lisboa de 1755.

 

Rupturas menores, de unos 80 Km., darían lugar a magnitudes como la de 1969.




El hallazgo plantea que el Atlántico Oriental podría iniciar una nueva Subducción

El estudio también apuntó a las implicaciones de mayor alcance.

 

La delaminación oceánica nunca se había documentado antes y podría constituir el paso previo a la creación de una nueva zona de subducción.

 

Iniciar este tipo de estructuras en medio de un océano como el Atlántico siempre ha sido un reto para la teoría de placas, ya que implica doblar y fracturar superficies muy estables.

 

El hallazgo sugiere que la delaminación, al requerir menos energía, puede abrir la puerta a ese proceso.

Los autores añadieron que, con el tiempo, la zona de despegue podría evolucionar hasta que la placa euroasiática comenzara a hundirse bajo la africana, en línea con lo que ya ocurre en Gibraltar.

 

Ese escenario a largo plazo acabaría consumiendo el fondo oceánico del Atlántico oriental, avanzando hacia un futuro cierre del océano dentro de decenas de millones de años...

La investigación recuerda que los grandes terremotos del suroeste ibérico no pertenecen solo al pasado.

 

El propio Duarte advirtió que volverán a producirse en esta región, con capacidad de generar tsunamis que afectarían a comunidades costeras a ambos lados del Atlántico.

 

Y si algo demuestran los estudios recientes, es que el fondo marino guarda todavía sorpresas capaces de sacudir con fuerza tanto la geología como la memoria histórica de Europa...