por Rafael García del Valle
01 Enero 2015
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El mitólogo
Joseph Campbell decía que,
el humano contemporáneo
es un ser siniestro, pues en su pasividad ha renunciado al camino de
la sabiduría que sobre el sentido de la vida transmiten leyendas y
mitos, y ha sustituido todo por evasiones vacías de significado.
Compartía el profesor estadounidense la certeza de muchos de que las
escuelas ya no educan, sino que se limitan a vomitar información.
Hemos roto la cuerda con la que bajar al pozo de esa ancestral
sabiduría de la que siempre bebieron el resto de civilizaciones
pasadas.
Aun así, Campbell siempre conservó la esperanza
de que Occidente recuperase la filosofía perenne y continuara con la
evolución de una mitología planetaria, sobre todo tras su aplicación
a los nuevos campos de investigación surgidos en la antropología y
la psicología:
Las mitologías no se inventan, se encuentran.
Así como no podemos saber cuáles serán nuestros sueños esta
noche, nadie puede inventar un mito.
Los mitos provienen de la región mística de
la experiencia esencial.
(Mitos de la luz)
El cineasta George
Lucas,
gran admirador de Campbell,
interviene en un
homenaje al prestigioso mitólogo.
El momento se recoge
en el documental
"The Hero’s Journey:
A Biographical Portrait Joseph Campbell"
(1987) © Acorn Media
Esencia del mito
El mito no es un relato fantasioso, sino un compendio de
experiencias directas que conciben la metáfora y el símbolo como la
mejor manera de transmitir un saber que sólo cobra sentido pleno
cuando se vive en primera persona.
Se trata de enseñanzas que nos permiten llevar
una vida plena en cualesquiera que sean las circunstancias en que
nos veamos envueltos, y esto es así porque explican el
comportamiento de los arquetipos, estructuras de la psique que no
pertenecen al individuo sino que son compartidas por toda la
humanidad:
Durante toda mi vida como estudioso de las mitologías he trabajado
con esos arquetipos, y puedo decirles que existen y son los mismos
en todo el mundo.
Están diferentemente representados en las
diversas tradiciones; como, por ejemplo, en un templo budista, en
una catedral medieval, en un zigurat sumerio o en una pirámide maya.
Las imágenes de divinidades varían en las
diferentes partes del mundo de acuerdo a la fauna, flora, geografía
y rasgos raciales locales.
Los mitos y ritos tendrán diferentes
interpretaciones, diferentes aplicaciones racionales, diferentes
costumbres sociales a fin de convalidarse y reforzarse.
Y aún así,
las formas e ideas arquetípicas y esenciales serán las mismas a
menudo asombrosamente parecidas.
Y entonces, ¿qué son? ¿Qué representan?
El psicólogo que mejor ha tratado el tema,
que mejor las ha descrito e interpretado es Carl G. Jung,
que las denomina "arquetipos del inconsciente colectivo", como
pertenecientes a esas estructuras de la psique que no son
productos de la mera experiencia individual sino comunes a toda
la humanidad.
Según él, las profundidades basales o
inferiores de la psique son una expresión del sistema instintivo
de nuestra especie, que reside en el cuerpo humano, en su
sistema nervioso y en su maravilloso cerebro.
(Los
Mitos - Su Impacto en el Mundo Actual)
Los mitos encierran unas instrucciones psíquicas
equivalentes a la herencia biológica que conforma el instinto animal
de cada especie:
En nuestra especie, la mitología cumple una función biológica
exactamente comparable, aunque aparentemente no es un producto
natural.
Al igual que el nido de un pájaro, la mitología
va tomando forma a partir del medio local, aparentemente de forma
consciente, pero de acuerdo a una arquitectura inconscientemente
dictada desde el interior.
Y la verdad es que no importa si sus imágenes de
consuelo, alentadoras o de guía son las apropiadas para un adulto.
No se dirige a los adultos. Su función es
promover y alentar a que la psique no dispuesta alcance la madurez,
preparándola para enfrentarse al mundo.
Esta preparación de la psique para una adaptación a la vida es el
"segundo nacimiento" del héroe mitológico, el cual es representado
en toda cultura mediante un ritual de iniciación, ya sea bautismo,
circuncisión o cualquier otro tipo de prueba física que simboliza la
entrada del individuo en un nuevo estadio existencial.
Imagen superior:
en "El héroe de las
mil caras" (1949), Campbell definió
las etapas del viaje
del héroe.
Gracias a un analista
de guiones de la compañía Disney,
Christopher Vogler, y
al propio George Lucas,
este esquema hoy
forma parte de la rutina
de muchos guionistas
de cine, cómic y televisión,
que usan esta fórmula
esencial para llegar al gran público.
En ese ciclo
inmemorial, el héroe pasa
por doce estadios en
su aventura.
Cuando llega la crisis
Todo mito encubre una transformación de la conciencia:
primero piensas de una forma determinada,
pero hay un momento en que tu mente descubre nuevos significados
sobre la existencia que te hacen trascender los límites de la
vida ordinaria, liberándote de los deseos, aversiones y
preocupaciones del día a día, y abriéndote a una nueva realidad.
Los mitos no pertenecen, en realidad, a la mente
racional.
Más bien, burbujean desde las profundidades de
los manantiales que Jung denominaba el "inconsciente colectivo"...
"Pienso que aquí en Occidente, lo que ocurre
con nuestra mitología es que los símbolos mitológicos
arquetípicos se han interpretado como hechos.
Jesús nació de una virgen. Jesús resucitó de
entre los muertos. Jesús fue al cielo mediante la ascensión.
Desafortunadamente, en nuestra era de
escepticismo científico sabemos que en realidad estas cosas no
sucedieron, y por ello las formas míticas se consideran
falsedades.
Actualmente la palabra mito significa
falsedad, y así hemos perdido los símbolos y aquel misterioso
mundo al cual se referían.
Pero necesitamos los símbolos, y por ello
aparecen en sueños perturbados y pesadillas que luego son
tratados por los psiquiatras.
Fueron Sigmund Freud, Carl Jung
y Jacob Adler quienes se dieron cuenta de que las figuras
de los sueños son realmente figuras de la mitología personal.
Uno crea su propia imaginería referida a los
arquetipos.
En la actualidad, nuestra cultura ha
rechazado este mundo de simbología. Se ha adentrado en una faz
económica y política, donde los principios espirituales son
descartados por completo.
Puedes tener una ética práctica y ese tipo de
cosas, pero no hay espiritualidad en ningún aspecto de nuestra
civilización occidental contemporánea. Nuestra vida religiosa es
ética, no mística.
El misterio se ha perdido y en consecuencia
la sociedad se está desintegrando.
(Mitos de la luz)
Este rechazo de lo trascendente por parte de la
sociedad actual conlleva la imposibilidad del segundo nacimiento, la
imposibilidad de abandonar el útero materno:
"Es como si pidiéramos a los jóvenes canguros
que permanecieran para siempre en la bolsa de su madre".
Surgen así las crisis, sobre todo las de la
mediana edad,
…cuando la vida empieza a extinguirse sin
preparación en una inconsciencia improvisada, y uno se encuentra
allí ahogado.
Hubiera sido una situación más fácil de
llevar si, durante su época infantil, le hubiesen grabado los
mitos de la infancia, para que cuando llegase la hora de este
retroceso, esta inmersión en la edad madura resultase algo más
familiar.
Al menos tendría nombres y tal vez incluso
armas para hacer frente a los monstruos que hallará, pues es un
hecho –y muy importante - que las imágenes mitológicas que en la
infancia se interpretan como sobrenaturales y externas, en
realidad son símbolos de poderes estructurales (o, como los
llamó Jung, arquetipos) del inconsciente, y será a
ellos y a las fuerzas naturales que representan - las fuerzas y
voces interiores del alma (Sila) del universo - a las que se
regresa cuando se realiza la inmersión descrita anteriormente,
que un día le llegará, tan seguro como que debe morirse.
(Los
Mitos - Su Impacto en el Mundo Actual)
La inmersión en el inconsciente comienza por una
sensación de desintegración:
"La persona ve al mundo partirse en dos:
una de las partes se aleja, mientras él
permanece en la otra.
Éste es el principio de la crisis y del flujo
regresivo".
Externamente, el individuo adopta el papel del
loco, el tonto avasallado por las circunstancias...
Internamente, se manifiesta el sabio,
"el héroe escogido para un destino".
Joseph Campbell y el
periodista Bill Moyers
en "The Power of Myth"
(21 de junio de
1988-26 de junio de 1988)
© PBS
El destino del héroe
En una serie de entrevistas para la televisión pública de Estados
Unidos, The Power of the Myth, Campbell definía al
héroe como alguien que ha subordinado su vida a un propósito
superior que está más allá de los ámbitos de la personalidad.
Cada una de las pruebas que ha de superar suponen
un paso en el camino del desvanecimiento del ego.
No se trata sólo de una aventura, sino del
enfrentamiento del individuo con sus demonios interiores, donde se
reflejan las fuerzas inevitables que gobiernan la vida desde el
inconsciente.
Si se las vence, el ser será libre. Si no, vivirá
sometido a la corriente de tales poderes y, tarde o temprano, cuando
la vida le sea menos favorable, surgirá la crisis y/o la neurosis.
El objetivo final del héroe es lo que el budismo llama nirvana. Se
trata de un estado psicológico de la mente, la condición por la que
ésta se sitúa en el centro del ser y no se deja azotar por los
vientos del deseo y la aversión.
El camino hacia ese centro del ser es la
meditación, entendida ésta no como una experimentación de
sensaciones agradables, sino de sensaciones "reales", es decir, de
lo que hay, no de lo que uno quisiera que hubiera.
Determinadas enseñanzas esotéricas relacionan este proceso
meditativo con la carta del tarot sobre la rueda de la fortuna. En
esta carta, criaturas con vestidos humanos giran desesperadas en la
incesante rueda, arrastradas por un movimiento ajeno a ellas.
No debemos olvidar que la eternidad no es un "tiempo" extendido,
sino la ausencia del mismo, y esto sólo se intuye reduciendo pasado
y presente a su mínima expresión, al aquí y ahora.
Ahí es donde se produce la identificación con
la conciencia, y no con el cuerpo, el cual se observa como un
aspecto exterior y ajeno a la verdadera esencia del ser humano.
Desde el no-tiempo, que es el centro del ser, el
eje de la rueda, contemplamos los dos lados de la vida con mirada
ecuánime, lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, entendiendo
la impermanencia de tales cualidades, pues no son inherentes a la
existencia, sino etiquetas que varían de una época a otra, de una
cultura a otra, de un ser humano a otro.
Campbell cuenta la leyenda del samurai que tiene que vengar
la muerte de su señor y, en el último momento, envaina su espada y
se marcha dejando vivo al asesino.
De haberlo matado, habría sido un acto personal
llevado por la ira y el odio, algo que es absolutamente contrario al
código samurai, donde el guerrero actúa como instrumento de la
naturaleza, pero nunca llevado por un interés personal.
En esta misma dirección, los mitos dan sentido trascendente a la
caza y presentan al cazador como parte del ritual de la naturaleza,
de ahí las ceremonias de respeto al animal muerto, a cuya alma se le
pide perdón y se le muestra agradecimiento por proporcionar
alimento.
Nunca se entiende como actividad ociosa o como
muestra del dominio de la naturaleza por parte del hombre.
La esencia de todo mito es que existe un mundo invisible sobre el
que se apoya el visible. Expresa la relación que existe con lo
eterno en un espacio y tiempo concretos.
La desconexión del lenguaje mitológico es la
ruptura con esa dimensión trascendental y primigenia. Para evitar
esta ruptura, es necesario un lugar que sirva de portal simbólico
hacia el universo interior.
El lugar sagrado es aquel donde no existe comunicación
con el exterior, donde el individuo se encuentra a solas consigo
mismo hasta perder la noción del tiempo e incluso del espacio.
La epifanía
Tras un largo y duro proceso de olvido de la personalidad, el
iniciado experimenta en sí la epifanía, la manifestación del
resplandor divino.
Se trata de una experiencia por la que no se
desea poseer ni se siente aversión alguna, un momento en el que el
ser se limita a observar e intuye el leve roce de la eternidad.
Tal es el fundamento de la mística
cristiana y la contemplación oriental...
En esa experiencia, se trasciende toda ética y
moral, desaparecen el bien y el mal, lo positivo y lo negativo.
Y entonces, aparece el monstruo que habita en la divinidad, su
aspecto destructor que acaba con el mundo, con el espacio y el
tiempo, con la personalidad.
Sólo así, a través del "fin del mundo", se conoce
la infinitud sustancial de la existencia.
Tiene lugar aquí la experiencia de los sublime, algo muy superior a
la experiencia de lo bello, algo tan prodigioso que cualquier
síntoma de individualidad desaparece y se conoce la fusión con las
fuerzas elementales de la naturaleza, a través de una mezcla de
fascinación y terror, pues el auténtico
viaje al interior del ser obliga a un encuentro con el terror de
sentir desaparecer el ego, con el cual pasamos la vida
identificados.
Por ello, la agonía del ego es nuestra agonía
hasta que conseguimos trascender a otro nivel de conciencia.
Una de las primeras advertencias en todo rito de
iniciación es que, si el proceso es placentero, estamos ante una
vaga ilusión manipulada por el ego, algo muy común en los talleres
de autoayuda difundidos por los movimientos de nueva era.
En ese momento, la contemplación se muestra en su auténtica
expresión.
Si antes hemos usado términos del budismo, ahora
podemos referirnos a Jesús crucificado y trascendido en Cristo:
lo divino manifestado en la materia una vez
que ésta ha sido superada en términos de apego y aversión,
cuando el placer y el sufrimiento carecen de todo valor y dejan
de afectar a la conciencia.
Es entonces cuando se alcanza el centro del
círculo, el eje de la rueda, el punto estático desde el que se
contempla el movimiento de la noria sin participar del mismo.
Volviendo al tarot, la escritora Sallie
Nichols dice:
Sea cual sea el poder que domina la Rueda de
la Fortuna, es evidentemente amoral. Guarda poca relación con la
justicia.
Nos recuerda a aquel bufón que se burla de la
autoridad del Rey al llevar puesta su corona.
Esa criatura oscura con su dorada corona está sentada sobre una
plataforma, encima de la Rueda, separado de la actividad de
ésta. A pesar de que el monstruo guarda la Rueda, no le
proporciona fuerza motriz.
Las dos criaturas desesperadas de la pareja
son las que le proveen de energía.
(Jung y el Tarot)
La figura del payaso o
embaucador, que parodia a la autoridad con su falsa corona,
se ha utilizado a lo largo de la historia para referirse a los
mensajeros de los dioses y guardianes de las puertas al más allá.
Esta figura permite al humano traspasar su
atención a la forma y alcanzar la esencia última a través de su
imagen grotesca, en lugar de quedarse atrapado por la figura
imponente de un dios solemne todopoderoso.
El loco
Entre las tribus nativas norteamericanas, el payaso sagrado
tenía la misión de interrumpir los rituales del chamán con actos
grotescos y provocar la risa en medio de las ceremonias.
Su mensaje no contenía el desprestigio de su
religión, sino todo lo contrario:
obligaba al pueblo a no aferrarse a los ritos
y manifestaciones externas de la espiritualidad, haciéndole ver
las cosas de otra manera diferente a la establecida, ir más allá
de la parafernalia y acercarse así a los misterios invisibles
que se escondían tras la simbología
del chamán.
Los símbolos, al fin y al cabo, no dejan de ser
intentos por expresar en el espacio-tiempo algo que los supera y que
no puede ser transmitido en su plenitud.
El payaso, o el loco,
se encarga de recordarle al hombre la arbitrariedad e impermanencia
de cualquier sistema social.
El heyoka, como representante del Pájaro del
Trueno y Estafador, recuerda a su gente que la energía
primordial de la naturaleza está más allá del bien y el mal, que
no corresponde a categorías humanas, que no siempre sigue
nuestras preconcepciones de lo que es esperado y apropiado, que
no se preocupa por nuestros infortunios humanos y
preocupaciones.
(Payasos sagrados y tontos santos)
Los bufones, embaucadores o pícaros, logran que
la conciencia alcance territorios que otros héroes no consiguen a
pesar de su perfección.
Con sus actos desordenados causan terror pero
también mueven a la risa, mediante la cual se pueden dar algunos
pasos más en los reinos del miedo. Interrumpen el orden establecido
por los hombres y eliminan el último estado en que sostiene la
personalidad: la moral, la tendencia a deshacer el punto de
equilibrio e inclinar la balanza hacia el aspecto considerado
positivo.
En el mundo de la moral humana, es inevitable que el péndulo que ha
sido llevado a uno de sus extremos inicie un movimiento en busca del
equilibrio, por lo que la inercia le obligará a tocar el lado
negativo hasta que cese todo movimiento. Tal es el mensaje de la
carta número diez del tarot.
Mientras no nos demos cuenta de que el apego
hacia lo que consideramos Bien es una trampa por la que
alimentamos el inevitable movimiento hacia el Mal,
estaremos atrapados en la Rueda de la
Fortuna.
El mundo existe sólo porque las fuerzas
contrarias se sostienen en equilibrio.
Lo racional es compensado por lo
irracional...
Este equilibrio viene dado por el embaucador, el
cual participa de ambas naturalezas, humana y divina.
En todos sus aspectos, representa la ambigüedad:
es tonto pero también astuto, gracioso pero cruel, provoca el caos
pero también genera el orden.
Es el responsable de los cambios en el mundo.
Desde la perspectiva jungiana, el arquetipo del
embaucador, mago o estafador simboliza la
fuerza de la incertidumbre, de lo inesperado que surge para atentar
contra el orden establecido y darle la vuelta.
Los payasos sagrados personifican la fuerza
del humor, del grotesco, de todo aquello que nos permite ver más
allá de lo que nos está permitido ver a simple vista.
Aquello que nos permite enfrentar, desde las
contradicciones y la muy humana ambigüedad, los aspectos más
aterradores y/o secretos de la vida misma.
Son los únicos que han llegado a conocerse a sí mismos porque se
han asumido en todas sus contradicciones.
Son quienes aceptan de la vida tanto el lado
oscuro como el claro, quienes se han enfrentado con lo
inconfesable y por eso mismo pueden permitirse todos los
desmanes.
Hasta las últimas consecuencias. Hasta
volverse peligrosos, y no sólo porque se puede también morir de
risa sino porque todo acceso al conocimiento, por oblicuo que
sea, representa una amenaza.
Pero una amenaza que salva.
[…]
(De Peggy Andreas) La iniciación para un Payaso Sagrado pasa
cuando se da cuenta que hasta la gente que se ama puede ser
cruel entre ellos, o que la Vida misma puede ser cruel.
Su propia reacción intensa a una experiencia
personal de abandono, abuso de confianza, o romance roto puede
causar la depresión extrema, el desequilibrio emocional, un
colapso nervioso, (o en casos extremos) un intento de suicidio.
Un Heyoka recuerda su iniciación así,
"no me preocupé por mi vida o lo que me
pasó. No lo noté, pero hay un gran medicina en este
abandono."
Si de alguna manera puede encontrar su
equilibrio emocional, si de alguna manera pasa por el dolor y
sale al otro lado, si aprende a bailar en el borde de cuchillo
de su propia Alma, la experiencia se convierte en una puerta
para las ilusiones de la vida y la verdad de la vida.
(Agnes Whistling Elk,
Medicine Woman)
¿Cuál es la verdad? Esta pregunta impulsa al Payaso a la
dimensión sagrada. el Payaso intuye que La Verdad es la
interconexión de toda vida.
SABE (aunque no lo pueda demostrar) que
ninguna parte es más importante que cualquier otra- no importa
cuán grande o pequeña sea - y que el cambio más
diminuto de una parte produce un cambio profundo del Todo. VE
(aunque no pueda explicar) que el desequilibrio o el bloqueo de
la Fuerza de Vida es el resultado de una persona o grupo que se
cree más importantes que otro.
Y no puede menos que pinchar aquella
presunción sobrevalorada con su humor agudo.
Un Payaso se convierte en Sagrado abriéndose a sí mismo. Como un
niño, está vulnerable, fluido, y abierto a la Fuerza de Vida.
A diferencia de un niño, sin embargo, ha
aprendido a protegerse y moverse sin peligro por un mundo
demente usando máscaras, disfraces, bromas y transformaciones.
En un mundo sano, podría arriesgarse a
exponerse algo más.
(Payasos sagrados y tontos santos)
Represión del arquetipo
Es en la sociedad actual donde esta figura está más oscurecida y
reprimida.
En otras culturas, el loco siempre fue parte
integrante de la comunidad.
En la nuestra, hasta hace relativamente poco
siempre existió "el tonto del pueblo", eximido de
responsabilidades y ridiculizado permanentemente, pero a la
postre cuidado y mantenido por todos.
El inicio de la mentalidad capitalista, en la
condena del tiempo ocioso y en la valoración del ser humano en
términos de utilidad económica, será el que encierre al loco en
instituciones y lo aleje de su comunidad.
En el pasado, al igual que ocurría con la "deformación" mental, las
deformidades del cuerpo también se veían como señales divinas, al
exigir de enanos y jorobados una experiencia vital cargada de
obstáculos que les obligaban a desarrollar cualidades internas que,
de otro modo, nadie se molestaría en indagar:
Excluidos por su deformidad física de los intereses y actividades de
la mayoría de las personas, a través del sufrimiento y de su soledad
estas gentes se vieron forzadas a encontrar recursos en su propio
interior.
La ironía del payaso triste ha sido tema de
grandes obras de arte, como el lienzo de Picasso, el de Rouault y
también en el escenario, Rigoletto y Pagliacci, pero en ningún sitio
ha sido tan admirablemente descrita la dignidad humana y la
capacidad del espíritu de trascender el sufrimiento como en Don
Sebastián de Morra, de Velázquez.
El Loco, sea como bufón, como payaso de circo
o como tramposo, es siempre un ser solitario y triste que está
alejado del cotilleo anónimo que disfruta del mundo que le
rodea.
(Jung y el Tarot)
El arquetipo del embaucador es una de las
manifestaciones más primitivas de la psique, la expresión de una
conciencia indiferenciada.
En su variante positiva, es una fuente de
creatividad y amplitud de miras para actuar desde nuevas formas que
contribuyan a nuestra evolución.
Desde su vertiente negativa, el embaucador es la
sombra del niño divino:
el puer aeternus bloqueado en su
desarrollo por el complejo maternal.
Sallie Nichols lo identifica con el
flautista de Hamelin:
De esta misma manera, el loco de la baraja
suiza puede sacarnos de los convencionalismos en que estamos
inmersos y devolvernos al mundo infantil de la fantasía y de la
imaginación.
Hay que tener cuidado, sin embargo, con su
magia:
si olvidáramos pagarle podría tenernos
bailando como ratones, prisioneros en el mundo de los
instintos, sin ningún tipo de salvación hasta que le hayamos
pagado la deuda pendiente.
(Jung y el Tarot)
La curiosidad y astucia del embaucador es
la que inicia el proceso de individuación al hacernos superar el
miedo a la terrible aventura que es el descubrimiento de lo
inconsciente,
"pero con él estamos siempre tentados de
quedarnos vagando por los aledaños".
El lado oscuro de la Diosa
Para entender este vagar por la periferia, sin llegar al auténtico
centro del ser, volvamos a la Rueda de la Fortuna:
Tradicionalmente es labor del Héroe liberar a
las desesperadas víctimas del monstruo destino, liberándolas del
cautiverio sin matarlas ni lesionarlas, pues las dos son
necesarias para mantener la Rueda en movimiento.
Traduciéndolo a un lenguaje más psicológico,
es labor de cualquier ser que va en busca de autoconocimiento
liberar las energías animales atrapadas previamente en el
círculo repetitivo de los instintos de manera que esta libido se
pueda utilizar de manera más consciente.
El primer paso en esta dirección es
enfrentarse con la oscura criatura que está sentada sobre la
Rueda, quien tiene atrapadas a estas dos bestias esclavizadas.
Al igual que los dragones o animales mitológicos encargados de
guardar un tesoro de logro difícil, estas criaturas son un
conglomerado monstruoso de partes bestiales que representan una
odiosa aberración del orden natural.
Quizá quiere simbolizar el caos preexistente
a la creación. […]
De hecho, es una esfinge. […]
La esfinge egipcia es un símbolo masculino
asociado al dios solar Horus, mientras que la esfinge aquí
dibujada tiene apariencia femenina, similar a la esfinge de la
mitología griega que representa el principio de la madre
negativa.
[…] Podemos ver a la criatura sentada encima de la rueda como la
parodia de la Emperatriz.
(Jung y el Tarot)
La esfinge como lado sombrío de la Madre aparece
en el mito de Edipo:
La pintura de Moreau Edipo y la
Esfinge representa a esta última esfinge como una arpía
seductora, clavando sus garras en Edipo para impedir que
progrese, minando su vitalidad y poniendo en peligro toda su
vida".
Marie Louise Von Franz, en El
problema del Puer Aeternus, explica que Edipo no se libró de
la Esfinge a pesar de haber respondido correctamente a sus
preguntas.
Al haber matado a su padre, se liberó del
Padre Oscuro, pero, al casarse con Yocasta, disolvió su
masculinidad en el principio femenino de la Gran Madre.
Von Franz subraya la ironía de que Edipo
creyó haber vencido al arquetipo de la Madre sombría, pero sin
embargo aún le quedaba un largo camino por recorrer:
"no podemos dar rienda suelta a nuestras
energías creativas con gimnasias mentales ni podemos
esquivar nuestro destino humano por el solo hecho de dar
respuestas audaces.
Como nos recuerda Marie Louise von Franz,
eso es una hábil trampa del inconsciente
para distraer al héroe (la conciencia humana alcanzando la
plenitud) proponiendo preguntas filosóficas en el preciso
momento en que éste necesita hacer frente a las
solicitaciones de su naturaleza instintiva.
(Jung y el Tarot)
El centro de la rueda de la fortuna
es la ley universal, el principio eterno.
El borde exterior es la manifestación de ese
centro en innumerables aspectos individuales e impermanentes.
Significativamente, la Rueda del Tarot no
está dibujada como un círculo vacío.
Esa vacuidad (como el vacío cero del Loco)
pertenece a un estadio anterior de desarrollo, correspondiente
al mundo indiferenciado de antes de la separación de los
opuestos, al mundo del bufón bailarín.
(Jung y el Tarot)
Esquizofrenia
En
Los Mitos, su impacto en el mundo actual, Campbell
cuenta la sorpresa que se llevó al comprobar que las imágenes que
aparecían en los sueños y fantasías de pacientes esquizofrénicos se
correspondían con las figuras simbólicas comunes a todas las
mitologías.
Esto lleva a pensar que el loco es un individuo
que, perdido su contacto con la sociedad, se sumerge en un viaje
interior que culmina en lo que Jung llamó el Inconsciente
colectivo, más allá del subconsciente personal y los motivos
simbólicos relacionados con la propia vida del sujeto:
En pocas palabras:
-
la característica usual es, en primer
lugar, una ruptura o partida del orden social local y del
contexto
-
luego, una larga y profunda retirada
interior y hacia atrás, hacia atrás, como en el tiempo, e
interior y profunda en la psique
-
una serie caótica de encuentros en ese
ámbito de oscuras y aterradoras experiencias, y (si la
víctima es afortunada) encuentros presentes que vuelven a
centrar, colmando, armonizando y otorgando nuevo vigor
-
y finalmente, en estos casos afortunados,
un viaje de regreso y renacimiento a la vida
Y ésa es también la fórmula universal del viaje
mitológico del héroe, que describí en mi propio estudio:
-
separación
-
iniciación
-
regreso...
Los pacientes se encuentran en una situación de
aislamiento tal que las imágenes filtradas por su conciencia han
alcanzado el territorio de lo universal y primigenio.
Los arquetipos son expresiones de una biología heredada, común a la
especie, frente a las memorias personales reprimidas que forman el
inconsciente personal, abastecido por miedos y frustraciones de la
biografía del individuo y de los condicionamientos sociales:
"Gran parte de nuestros sueños y dificultades
cotidianas derivan, claro está, de esta última; pero en la
inmersión esquizofrénica se desciende hasta la "colectiva", y la
imaginería que allí se experimenta es sobre todo del orden de
los arquetipos del mito.
En ese viaje, aparece inevitablemente el horror.
Cuando se desprenden las capas de lo social,
los velos de la civilización que protegen al individuo de su
naturaleza primera, surge el monstruo al que todo héroe se ve
obligado a enfrentar.
De fracasar en el intento por controlar las
fuerzas caóticas representadas por el loco, éstas se hacen con
el control de la existencia, como tan brillantemente supo
reflejar Conrad en El corazón de las tinieblas, la
novela sobre la que se elevó la película de Francis Ford
Coppola, Apocalipsis Now.
El chamán es una persona
(masculina o femenina) que en su tierna adolescencia pasó a
través de una grave crisis psicológica, lo que actualmente se
llamaría una psicosis.
[…] La única sabiduría verdadera, dijo Igjugarjuk, vive lejos de
la humanidad, en la gran soledad, y sólo puede ser alcanzada
mediante el sufrimiento.
Sólo la privación y el sufrimiento abren la
mente de un hombre a todo lo que permanece escondido para los
demás.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
Campbell se hace eco de los estudios del
doctor Siverman, que distinguía entre esquizofrenia esencial
y esquizofrenia paranoica:
…y sólo es en la esquizofrenia esencial donde
aparecen las analogías con lo que hemos denominado "la crisis
del chamán".
En la esquizofrenia esencial, el rasgo
característico es una retirada de los impactos de experiencia en
el mundo exterior. Existe poca preocupación y atención al
respecto. El mundo objeto cae y se aleja, la persona se ve
invadida y sobrepasada por el inconsciente.
Por otro lado, en la "esquizofrenia
paranoica", la persona permanece alerta y extremadamente
sensible al mundo y sus acontecimientos, interpretándolo todo,
sin embargo, en términos de sus propias fantasías, miedos y
terrores proyectados, y con una sensación de estar en peligro a
causa de asaltos.
¿No pareciera que nuestro mundo estuviera afectado por esta
última esquizofrenia?
Es así que el fracaso de la empresa es mayor
si cabe cuando se rechaza emprender la aventura interior y sólo
se atiende a las ilusiones de lo exterior.
La represión de las fuerzas inconscientes,
por negadas y desatendidas, permite que el loco se haga fuerte
en la sombra y, tarde o temprano, será inevitable el estallido
de la energía acumulada:
"Es como si el esquizofrénico paranoico",
explica [Silverman], "incapaz de comprender o tolerar los
terrores de su mundo interno, dirija prematuramente su
atención al mundo exterior.
En esta clase de solución abortiva de la
crisis, el caos interno no consigue abrirse paso, o no es
capaz de resolverse".
La víctima está principalmente situada en el
campo de su propio inconsciente proyectado.
La diferencia entre el chamán y el esquizofrénico de nuestro
mundo es que el primero concilia su mundo interno con la
realidad social de su comunidad, la cual hace propio su sistema
simbólico, mientras que el segundo está,
"perdido y aterrorizado por las quimeras
de su propia imaginación, a la que es totalmente extraño",
...pues el sistema simbólico en que vive
interiormente ha sido rechazado por el sistema social en que ha
sido educado y en el que se desarrolla su experiencia vital:
"El místico, dotado con talentos nativos
para esta clase de cosas y siguiendo, paso a paso, la
enseñanza de un maestro, penetra en las aguas y se da cuenta
de que puede nadar; mientras que el esquizofrénico, sin
preparar, sin guía y poco dotado, ha caído o se ha sumergido
intencionalmente y se ahoga.
(Los mitos, su impacto en el mundo
actual).
Final
La primera noble verdad del budismo es que toda vida
es sufrimiento.
Aquí, Campbell llama la atención sobre lo
importante:
¿Lo hemos escuchado bien? ¿Lo hemos comprendido?
Toda vida es sufrimiento...
La palabra importante es "toda", que no puede
ser traducida para significar vida "moderna" o - como
recientemente he oído - "vida bajo el capitalismo", de manera
que la gente sería feliz si el orden social fuese alterado.
La revolución no es lo que enseñó Buda.
Su Primera Verdad Noble fue que la
vida - toda vida - es sufrimiento. Y su cura tendría que
ser capaz de producir alivio, sin importar las circunstancias
sociales, económicas o geográficas del inválido.
(Los
Mitos - Su Impacto en el Mundo Actual)
La liberación del sufrimiento es el nirvana:
El significado literal del sustantivo
sánscrito nirvana es "apagar"; y su sentido budista hace
referencia a la extinción del egoísmo.
Con ello también se extinguiría el deseo del
ego por satisfacerse, su miedo a la muerte y el sentido de los
deberes impuestos por la sociedad.
Pues el liberado se mueve desde el interior,
no por ninguna autoridad externa; y esta motivación externa no
carece de un sentido del deber, sino que está lleno de compasión
por todos los seres sufrientes
(Los mitos - Su impacto en el mundo actual)
La figura del liberado, o
iluminado, aparece en el arte indio siempre bajo forma
masculina.
En el Lejano Oriente, por el contrario lo hace
bajo la forma de la diosa china de la misericordia, Kuan Yin
(Kannon, en japonés), pues un ser de estas características
trasciende los límites de sexo, y bajo forma femenina seguramente
resulta más cercano a la misericordia que la masculina.
La historia budista sobre Avalokiteshvara tiene mucho en
común con la interpretación que los rosacruces hacen del misterio
del Gólgota:
La leyenda de este Bodhisattva explica que
cuando estaba a punto de liberarse completamente del ciclo de
reencarnaciones que es nuestro mundo, escuchó lamentarse a las
rocas, los árboles y a toda la creación.
Y cuando preguntó por el significado de aquel
sonido, se le respondió que su presencia había imbuido a todo
del sentido de la inmanencia del éxtasis nirvánico, que se
perdería una vez que él abandonase el mundo.
En su compasión sin límites renunció a la
liberación por la que había luchado a través de in numerables
vidas, por lo que al continuar en este mundo serviría a través
del tiempo, como maestro y ayuda de todos los seres.
Entre los comerciantes aparece como
comerciante, como príncipe entre los príncipes, incluso como
insecto entre los insectos.
Y está encarnado en nosotros siempre que
estamos en relación con otros, instruyéndonos o bien haciendo
uso de su misericordia.
(Los mitos - Su impacto en el mundo actual)
Para la filosofía rosacruz, la muerte de Jesús
es el sacrificio para que la energía crística permanezca en la
Tierra, de manera que sea posible acceder a ella tras el proceso de
desarrollo espiritual adecuado y manifestarla desde el interior del
individuo.
Y aquí volvemos al arquetipo del que hemos venido hablando: el loco
es esa encarnación de la divinidad, la cual actúa a través del ser
una vez que éste se ha despojado de su ego y sentido de la
personalidad:
en la Kabbalah, la letra shin es la
usada para referirse a la carta del tarot referida al tonto, al
humano que ha trascendido los límites de la materia y ha entrado
en contacto con lo eterno y universal.
Precisamente, el nombre hebreo de Jesús se
habría formado por la inclusión de esta letra shin en el
Tetragramatón con que los cabalistas se refieren a Dios:
YHVH-YHSVH (YeHoVaH-
YeHSUaH),
...lo cual vendría a representar, según esto,
que lo encarnado se ha imbuido de lo divino, se ha convertido en
su vehículo.
Algo que, por cierto, parecieron tener presente
algunos de los santos del cristianismo, cuya actitud ante la
religión les hizo encadenar una tradición a la que suele referirse
como la del "tonto en Cristo", o de los "santos locos".
Encontramos aquí una explicación del sufrimiento como única manera
de disolver el ego.
"Gracias, Padre, por traerme donde yo no
quería", dice el Jesús místico del griego Nikos Kazantzakis en
La última tentación de Cristo.
Pero un ejemplo universal donde los haya se
encuentra en el viaje del héroe de La Odisea.
Toda la aventura es una sucesión de infortunios
que van convirtiendo al guerrero Odiseo/Ulises en un ser humillado
tras cada prueba a que debe enfrentarse, hasta culminar su regreso a
casa y reconvertirse en amante esposo de Penélope y padre de
Telémaco.
La psiquiatría, dice Campbell, se ha equivocado durante mucho
tiempo al intentar curar los síntomas del viaje, cuando lo que en
realidad debe hacer,
es acompañar al "héroe" en dicho viaje y
proporcionarle, como Zeus a Odiseo, la ayuda necesaria para que
llegue a buen puerto.
Al coartar el viaje por no querer enfrentar sus
peligros, nuestra sociedad, obsesionada con la idea del hedonismo
como principio vital y, por tanto, empeñada en apartar de su camino
todo atisbo de esfuerzo y padecimiento,
se vuelve cada día que pasa un poco más
neurótica, de manera que, sólo las sombras del arquetipo serán
las que terminen por emerger a la superficie, como balones de
playa que nos empeñamos en mantener sumergidos hasta que, tarde
o temprano, se escapan de nuestra presión y salen a flote con
una fuerza imparable...
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