Diciembre 2007
del Sitio Web
LegadoCosmico
En 1953 un extraño texto se editó en los EE.UU. Sus afirmaciones
calaron hondo en una sociedad que buscaba respuestas a lo
desconocido, desde los misterios de la aparición de la vida humana y
su relación con el universo, a la mismísima estructura de la
Creación. Aquel libro de más de 2,000 páginas (impreso en papel
biblia) parecía responderlo todo. Lo inquietante, en todo caso, no
era la gran cantidad de información allí reunida.
El misterio se
hallaba en los autores de esta obra: no eran humanos.
Un libro “de otro mundo”
Corría el año 1934. A orillas del lago Michigan, en Chicago, tres
personas, dos hombres y una mujer, empezaron a recibir a través de
la telepatía y escritura automática una serie de capítulos que
profundizaban la historia cósmica de la Tierra. Estas revelaciones
eran “dictadas” por entidades no humanas —quizá extraterrestres— que
se identificaban en los mensajes como “Portador de Vida”, “Censor
Universal”, “Consejero Divino”, “Perfeccionador de Sabiduría”, entre
otros nombres.
Con el transcurrir de los años, se recibió una gran
cantidad de información. Pero no se divulgó abiertamente.
El grueso
manuscrito que reunía las enseñanzas de aquellos seres terminó
encerrado en una caja fuerte de un banco de Chicago. Y allí
permaneció hasta 1950, cuando fue sacado a la luz por un grupo
interesado en sus revelaciones. Unas cincuenta personas, todas ellas
con profesiones importantes —médicos, psiquiatras, banqueros—
crearon en torno al manuscrito una fundación que protegiera su
conocimiento y promoviera su estudio.
Se autodenominaron “Fundación Urantia”.
Urantia es el nombre que los supuestos seres de otros mundos le
otorgan a la Tierra.
“El Libro de Urantia”, como hoy en día se le conoce mundialmente, es
probablemente el libro canalizado en tiempos modernos más importante.
Sus revelaciones, se dice, ha “inspirado” a diversos grupos de
contacto extraterrestre y “canalizadores”, e inclusive a
investigadores y reconocidos escritores como el periodista español
Juan José Benítez, de quien se afirma empleó párrafos enteros de Urantia en sus libros “Caballo de Troya” y “La Rebelión de Lucifer”.
Como fuere, el misterioso texto, que cuenta con un sinnúmero de
ediciones y traducciones a varios idiomas, se resume en cuatro
grandes capítulos que detallan la estructura del cosmos, la vida
inteligente en el espacio, la Tierra y su historia, y aspectos
desconocidos de la misión de
Jesús.
He aquí su contenido:
I PARTE El Universo central y los superuniversos El universo de los universos
II PARTE El Universo local Nuestro sector de la galaxia
III PARTE La historia de Urantia Urantia es el nombre de nuestro planeta
IV PARTE La vida y las enseñanzas de Jesús El Hijo del Hombre y el
Hijo de Dios
Pero, ¿es posible que un libro “dictado” por seres de otros mundos y
dimensiones, pueda ser “real” y al mismo tiempo profundo?
Las revelaciones de Urantia
Desde el Prefacio que antecede las revelaciones del libro, uno se
percata que la lectura de “Urantia” requerirá una buena dosis de
mente abierta y, al mismo tiempo, una amplia vocación de estudio
para profundizar sus afirmaciones.
La introducción de esta impresionante obra, como no podía ser de
otra forma, fue “dictada” por un “Consejero Divino”, una entidad de
gran jerarquía espiritual que coordina a otros seres para
suministrar las grandes revelaciones en Urantia. En realidad, como
mencionaba líneas arriba, nos encontraremos con un colectivo de
seres a lo largo del texto, todos ellos con distintas funciones y
rangos, abarcando distintos temas con una profundidad estremecedora,
imposibles de resumir en este artículo.
Pero al menos, para situar
al lector en el “escenario” donde se encuentra Urantia —recordemos,
el presunto nombre de nuestro planeta en el Universo— citaré
textualmente las palabras que emplea la entidad para explicar la
ubicación de nuestro mundo en la Creación:
“Vuestro mundo, Urantia, es uno de muchos planetas habitados
similares que juntos comprenden el universo local de Nebadón. Este
Universo, juntamente con otras creaciones similares, forma el
super-universo de Orvontón, desde cuya capital, Uversa, proviene
nuestra comisión.
Orvontón es uno de los siete super-universos
evolucionarios del tiempo y del espacio que rodean la creación de la
perfección divina que no posee ni principio ni fin: el universo
central de Havona. En el corazón de este universo central y eterno
está la Isla estacionaria del Paraíso, el centro geográfico de la
infinidad y la morada del dios eterno.
Nos referimos comúnmente a los siete super-universos en evolución
asociados con el universo central y divino con el nombre de gran
universo; éstos constituyen ahora creaciones organizadas y habitadas.
Todos ellos son parte del universo maestro, que comprende también
los universos del espacio exterior no habitados, pero en
movilización”.
El texto continúa con disertaciones sobre
Dios, sobre la “realidad”
—que de acuerdo a ellos, los seres finitos la comprenden como algo
parcial, relativo y nebuloso—, la “energía”, y otros aspectos
relacionados a lo divino.
Adelantándose varias décadas a lo que más
tarde afirmarían varios grupos de contacto con seres extraterrestres,
Urantia explica cómo se sembró la vida en la Tierra obedeciendo a un
plan superior; detalla la denominada “rebelión de Lucifer” en el
universo, y diferencia a esta entidad de Satanás, ambos personajes
piezas importantes de un rompecabezas cósmico cuyo desenlace final
aún está por conocerse. El libro, además, habla de Jesús y la
programación de su misión, de su relación con “Micael” y la
diferencia entre ser un Hijo de Dios y un Hijo de Hombre.
En suma,
el “corazón” del hoy denominado “Plan Cósmico”, se da a conocer por
primera vez en el “Libro de Urantia”.
Veamos puntualmente algunas revelaciones del libro que están
entroncadas con otras informaciones relacionadas al contacto
extraterrestre:
Los Venticuatro Ancianos
Ya mencionados en el Apocalipsis Bíblico, diversos grupos de
contacto sostienen que aquellas entidades conforman un “Consejo” que
actúa como ente regulador y regente de esta región del Universo.
Urantia ya afirmaba que estos seres formaban parte de ese “concilio
asesor del planeta”, y que ciertamente estaba integrado por
criaturas de elevada sabiduría, cuyos nombres, inclusive, se revelan
en el libro, como “Onagar”, “Mansant”, “Onamonalontón”, “Orlandof”,
entre otros.
La descripción de sus funciones dentro de aquel
Plan
Mayor no difiere de las afirmaciones recibidas décadas más tarde por
testigos de contacto.
La siembra de vida en la Tierra
Grupos de contacto extraterrestre concuerdan en que
la vida fue
sembrada por civilizaciones avanzadas en nuestro mundo. Algunos de
ellos añaden que el caso de la Tierra fue especial, pues se trata de
un planeta “UR”, donde uno de cada diez planetas es elegido en un
sistema solar de estas características.
Urantia dice textualmente:
“La mayoría de los mundos habitados se
pueblan de acuerdo con técnicas establecidas; en tales esferas a los
Portadores de Vida se les da poca libertad de acción en planear la
implantación de la vida. Sin embargo, aproximadamente un mundo de
cada diez se designa como planeta decimal y se asigna a un registro
especial de los Portadores de Vida; y en tales planetas se nos
permite emprender ciertos experimentos de vida para modificar o
posiblemente mejorar los tipos comunes de seres vivientes en el
universo”.
La misión de Abraham
También es una constante en canalizadores modernos y grupos de
contacto hablar de Abraham como un individuo clave dentro de aquel
“Plan Superior”, un designio de lo alto que prepara el advenimiento
de Jesús.
En la información que se maneja se afirma que más que un
pueblo elegido —el hebreo— todo partió de un individuo
“seleccionado” por sus condiciones sensitivas y de liderazgo, y que
fue colocado estratégicamente en Palestina para afectar con su
mensaje a los viajeros de diversas culturas que por allí transitaban.
Urantia sostiene que ciertamente Abraham fue elegido por esas
capacidades, e incluso brinda detalles del por qué de su ubicación
geográfica:
“La misión de Melquisedec en Palestina y la subsiguiente
aparición de Micael entre el pueblo hebreo fueron determinados en
gran medida por la geografía, por el hecho de que Palestina tenía
una ubicación central respecto al comercio, las vías de comunicación
y la civilización del mundo de aquel entonces…”
Y añade:
“Por algún tiempo los síndicos
Melquisedec habían estado observando
a los antepasados de Abraham, y anticipaban confiadamente la
aparición en cierta generación de vástagos que se caracterizarían
por su inteligencia, iniciativa, sagacidad y sinceridad”.
Podría citar muchísimos más casos, especialmente distintos episodios
que corresponden a la vida de Jesús, sus años perdidos, y el
“auto-otorgamiento” de la poderosa entidad espiritual —un “Arcángel”
e “Hijo de Dios” llamado Micael— en su persona, tal y como muchos
grupos de contacto lo consideran actualmente. Estas similitudes
podrían obedecer a un conocimiento universal que está siendo
“percibido” por diversas personas en el mundo, una historia que
podría brindarnos mayores luces sobre nuestra identidad, destino y
misión.
Aunque, debo decirlo, algunos estudiosos argumentarían que
en estas coincidencias planea el fantasma del plagio o, al menos, de
una poderosa influencia de este libro que lleva más de 50 años en
circulación.
Como fuere, ni el más duro de los escépticos puede negar la
importancia de las revelaciones de Urantia. Es como si las supuestas
entidades de otros mundos y dimensiones estuvieran deseosas de que
el hombre conozca aspectos desconocidos de su historia, como si en
ella reposara una clave o señal que podría abrir una nueva etapa.
Una etapa en donde “ellos” y nosotros viviríamos en plena conciencia
de nuestro origen cósmico.
Los textos revelados
Existen otros apartes sobre la historia del
Libro de Urantia y las
personas que lo canalizaron, presuntamente vinculadas a una iglesia
cristiana conservadora. De todo ello se desprendería la orientación
“religiosa” del texto al referirse a
Jesús y su misión. Lo cierto es
que el texto ha tenido un impacto tremendo por sus afirmaciones.
Y
es sencillo notar su “influencia” en las canalizaciones modernas,
como las de
Bárbara Marciniak, los textos de
Ramtha y Kryon, entre
otros.
Leí el libro por primera vez en 1999. Fue una odisea por su volumen
y los datos que ofrece —de hecho exige varias pausas y una honda
reflexión en su contenido—; pero aunque no disponemos de pruebas
fehacientes de su origen sobrenatural, debo confesar que “algo” se
moviliza en el interior cuando uno explora sus páginas.
Es como una
intuición que te dice “podría ser…” No obstante, independientemente
de ello, es saludable equilibrar todo esto con el discernimiento,
pues estas informaciones no pueden tomarse a la ligera, por más
inspiradas que fuesen.
Todos sabemos que, al final, las cosas caen por su propio peso.
He redactado este pequeño artículo para reflexionar que la
información es una sola, y que “viaja” y se “revela” cada cierto
tiempo para que tomemos conciencia de nuestro rol en el planeta y el
Universo.
Es curioso observar cómo una determinada verdad o revelación
adquiere tintes distintos de acuerdo al grupo o individuo que las
canaliza e interpreta. Humanos somos, y por ello es imperante
estudiar todas las fuentes disponibles sin apasionamiento y
extractar de ellas su esencia y real aporte.
Existe una gran cantidad de información disponible. Pero no en la
misma medida su análisis y reflexión.
He allí el mensaje de estas
líneas.
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