por Eduardo Costas
15 Enero
2020
del Sitio Web
Tendencias21
Eduardo Costas es Catedrático de Genética en la Facultad
de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y
Académico Correspondiente de la real Academia Nacional
de Farmacia. Director, junto a Victoria López Rodas, del
Comité Científico del
Club Nuevo Mundo. |
Imagen: Gerd Altmann.
Aunque el número
de creyentes es abrumador
en la población
mundial, la religiosidad
es inversamente
proporcional al nivel de inteligencia.
Los ateos son
más inteligentes y mayoritarios
entre los
científicos.
Tener fe es creer en algo que no se puede comprobar si es, o no,
verdad.
Este acto de dar crédito a una convicción, sin pruebas racionales
que la avalen, e incluso con fuertes evidencias en su contra, es la
esencia de las creencias religiosas...
También de las
supersticiones. Y es lo contrario de la ciencia.
Esencialmente la religión se basa en creer, sin prueba alguna, en la
palabra "revelada":
'Dios' descubre su
plan a través de la Biblia, el Corán, o cualquier otro de los
más de 4,000 libros sagrados que sirven de fundamento a las
aproximadamente 4,200 religiones diferentes que se practican hoy
en día en el planeta Tierra.
También transmite su
mensaje a través de decenas de miles de profetas.
En la gran mayoría de
las religiones, las autoridades
religiosas son la únicas que pueden interpretar correctamente esa
palabra divina. Y en muchas de ellas (por ejemplo,
la católica), sus practicantes tienen la obligación de
creer que estas autoridades son infalibles (por ejemplo, el
Papa).
Por el contrario, el lema de la ciencia bien podría ser la frase que
aparece en el escudo de la Royal Society, probablemente la
asociación científica que mayor influencia ha tenido en el mundo:
"Nullius in verba" -
En la palabra de nadie...
El conocimiento
científico rechaza la palabra basada en el argumento de autoridad,
porque siempre tiene que verificar la validez de las hipótesis
rigurosamente mediante experimentos y demostraciones matemáticas que
resulten repetibles por cualquiera.
Con estos planteamientos antagónicos no es de extrañar que
religión y ciencia entrasen en conflicto:
Un largo conflicto
que costó muchas vidas y sufrimiento...
Conflicto
ciencia-religión
Un conflicto esencialmente irresoluble.
Pero la ciencia puede desempeñar un papel relevante en este
conflicto:
debe ser capaz de
explicar rigurosamente la fe y el hecho religioso.
Y en buena medida ya lo
haya hecho, aunque no se haya divulgado mucho.
Sin duda el hecho religioso es muy importante para los seres
humanos:
numerosos estudios
sociológicos estiman que el 86% de las personas que actualmente
viven sobre la Tierra creen en una de las 4.200 religiones que
existen hoy en día.
Sorprendentemente
rechazan como falsas a las 4.199 religiones restantes.
Pero todavía rechazan más
a los no creyentes:
ser ateo es lo
'peor'...
Tan solo el 14% de
la población mundial se declara ateo o agnóstico...
Como la estrategia de la ciencia es buscar datos cuantitativos
fiables para contrastar hipótesis, no es de extrañar que los
científicos empezasen comparando características cuantificables de
los ateos y de los creyentes.
Inteligencia
versus religiosidad
La primera medida rigurosa efectuada en este sentido resulta
evidente:
buscar la correlación
existente entre la inteligencia (IQ) y la religiosidad...
Ya en los años 20 del
siglo pasado, dos trabajos pioneros independientes, uno de T.H.
Howells y otro de R.D. Sinclair, encontraron un resultado
demoledor (y, según parece, contrario al que a priori creían, lo que
resalta la rigurosidad del método científico):
demostraron que las
personas que se declaraban ateos eran significativamente más
inteligentes que quienes manifestaban tener creencias
religiosas...
Desde entonces se han
desarrollado procedimientos muy complejos capaces de estimar con
gran precisión y repetitividad la inteligencia.
Con estos test mejorados
se han efectuado cientos de estudios muy rigurosos correlacionando
inteligencia y religiosidad.
En todos ellos se encuentra una correlación negativa
estadísticamente significativa entre religiosidad e inteligencia:
las personas que se
consideran más religiosas son significativamente menos
inteligentes que las personas que se consideran ateas...
También pudo
cuantificarse una escala de inteligencia frente a religiosidad con
resultados demoledores:
-
las personas que
se consideran ateas son más inteligentes que los que se
consideran agnósticos
-
estos a su vez
son más inteligentes que los que se consideran "creyentes
liberales"...
-
estos últimos son
bastante más inteligentes que los que se consideran
creyentes dogmáticos...
Meta-análisis
categóricos
La existencia de esta gran cantidad de trabajos científicos
relacionando la inteligencia con la religiosidad también posibilitó
efectuar meta-análisis.
El meta-análisis es
un procedimiento estadístico muy potente que permite sintetizar
las conclusiones esenciales de una gran colección de estudios.
Estos meta-análisis también permitieron comprobar que no solo a
nivel individual los ateos son más inteligentes que las personas
con creencias religiosas, sino que a nivel de todo tipo de
colectivos (incluyendo las naciones) el porcentaje de ateos
puede predecirse con gran precisión a partir de la inteligencia
promedio del colectivo:
mientras más
inteligencia promedio tenga un colectivo, mayor será su
porcentaje de ateos.
En este sentido el
ambicioso
trabajo publicado por Lynn,
Harvey y Nyborg demostrando que la inteligencia
promedio predice las tasas de ateísmo en 137 naciones diferentes es
de lo más relevante.
Asimismo estos estudios permitieron comprobar que los porcentajes
más bajos de creencias religiosas se dan entre los intelectuales.
También que el grado de
creencia religiosa disminuye con la edad a medida que los jóvenes
van completando altos niveles de estudios. Incluso el porcentaje
ateísmo en las poblaciones va aumentando durante los últimos años,
mostrando una correlación positiva con el aumento del nivel medio de
estudios.
Estos estudios también demuestran que las personas inteligentes
tienen menos probabilidades de conformarse con explicaciones no
demostradas, y se resisten mucho más a ideas dogmáticas en general y
al dogma religioso en particular.
Además, se encuentra una correlación positiva entre el predominio
del razonamiento analítico y el ateísmo, así como entre el
predominio del razonamiento intuitivo y la religiosidad.
No se puede olvidar que estos meta-análisis son estudios
estadísticos con millones de personas:
en ellos se demuestra
inequívocamente que la mayoría de los ateos se encuentran entre
las personas más inteligentes.
Eso no excluye que pueden
encontrarse algunas personas religiosas que sean a la vez muy
inteligentes (aunque es poco frecuente) o personas ateas que sean
poco inteligentes (lo que también es poco frecuente).
Causas de la
religiosidad
También se debe destacar que existen numerosísimos estudios
sociológicos y humanísticos sobre las causas de la religiosidad
(educación, ambiente, nacionalidad…)
Por ejemplo, según el
Eurobarómetro, en el conjunto de
la Unión Europea,
el 65 % de las
personas con un total de 15 años o menos de estudio eran
creyentes, mientras que solo lo era el 45 % de la población que
había continuado sus estudios mas tiempo.
Por supuesto, el tipo de
estudios también influye:
el porcentaje de
científicos ateos es más alto que el de los sociólogos o
humanistas.
Y dentro de los
científicos, hay mayor porcentaje de ateos entre quienes
trabajan en evolución o en astrofísica que entre quienes
trabajan por ejemplo en materiales.
Sin duda estos estudios
son muy relevantes, pero el objetivo de este trabajo es demostrar
que la ciencia puede explicar el por qué de las creencias
religiosas.
Esta bien demostrada correlación negativa entre inteligencia y
religiosidad es un dato significativo a tener en cuenta a la hora de
explicar el hecho religioso.
Sin duda no hace falta mucha inteligencia para creer. Y esto hay que
tenerlo en cuenta para entender como la ciencia explica en hecho
religioso.
Información Adicional y Referencias
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