7Julio 2011
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Un adagio que aparece en casi todos los textos Samkhya (incluido, por ejemplo, el Samkhya Sutra) es,
La voz sánscrita que se suele traducir como "esperanza" es "trsna", que tendría también la acepción de "sed".
Por lo tanto, para el espíritu indio (el ario y el no-ario; los dos) la esperanza es privación, debilidad, negación, algo siempre negativo. Esto contrasta muchísimo con lo positivo de la esperanza como virtud religiosa cristiana y, de alguna forma, con la idea de "amal" de algunos musulmanes.
Mientras el esperanzado hindú es valorado como un tarado ignorante (avidya; pashu), el esperanzado judeocristiano es alguien cerca de la santidad y la salvación.
Por respeto a las creencias de cada uno y lealtad a la inteligencia humana, prefiero definirme sin ambigüedades: yo estoy aquí para arrancar de cuajo toda esperanza.
Por lo tanto, a quien por su idiosincrasia sólo puede verme como un agresor, le recomiendo que deje de leer este artículo ahora mismo, no vaya a ser que lo leído le haga pupa. Aviso: después que no se me pidan cuentas de platos rotos cuando ya antes advertí cuál es uno de los pocos deportes que me gusta; el tiro al plato.
El mesianismo es,
Ciñéndonos a esta definición, los mesiánicos no sólo son religiosos que esperan a su particular "elegido" (en hebreo, maschíaj, "ungido", "señalado"), sino también personas completamente inconscientes de serlo.
Breve lista de actuales mesiánicos inconscientes:
... todos ellos esperan algo exterior proyectado en el futuro (un regreso, un personaje, una era propicia, un fin de un sistema económico, la llegada de un meteorito, lo que sea) que les va a salvar de su tortuoso presente.
¿Qué tortura es esa? La peor que señaló el sabio Kapilá: la esperanza infundada.
Y digo lo de infundada a sabiendas de la redundancia, pues ¿acaso existe alguna esperanza que tenga un sólido fundamento? Ay, ay, ay... pues claro que no existe, queridos míos.
Se excusan con curiosidades e intereses nobles, pero en realidad buscan desesperadamente una única cosa: una cómoda salvación prét-á-porter. Creo que en este blog se les llama "borregomatrix": tipos que exigen que alguien del exterior les diga una versión oficial, les diga la verdad, les informe, les diga "qué hacer", les guíe, les esperance, y - finalmente - les salvé.
Este infantilismo intelectual está generalizado hoy en día y se extiende a todos los dominios:
Se trata de delegar responsabilidades en el exterior y edulcorar un pobre presente a través de un futuro inventado que jamás llegará.
Así se construyen los diferentes mesías particulares y los chicos listos montan su negocio alrededor de ellos. Pues no hay que olvidar que el consumidor mesiánico acostumbra a reclamar un plan de salvación, y no tiene inconveniente en pagar por él.
Quien conozca las leyes del mercado (por ejemplo, mi audaz amigo Llinares), sabe que ante tal demanda, aparecerá una amplia oferta: existen sofisticadas estructuras comerciales en manos de traficantes de esperanza.
La esperanza es vendida por sus traficantes siempre proyectada en un eterno futuro, como la zanahoria que se ata a una cuerda con un palo que el montador de un asno usa para que la bestia ande. Hoy en día podéis ver muchos traficantes de esperanza, muchos jinetes con zanahoria... pero si hay tantos, es porque hay muchísimos más esperanzados y burros.
La mayoría de estos consumidores de esperanza son inconscientes de serlo mientras pagan,
Los pioneros en esta eficiente estrategia comercial fue - quién lo duda - la Iglesia Católica, como dejó constancia en 1517 el mameluco agustino Martin Lutero con su crítica a las indulgencias.
El protestantismo pronto aprendió las mismas técnicas (esto lo saben bien los lectores norteamericanos, mexicanos o brasileños); y quien haya investigado a las innúmeras sectas cristanoide-protestantes que crecieron como setas a lo largo del siglo XX, sabrá que en la actualidad existen reverendos, padres y expertos en publicidad religiosa vendiendo parcelas de cielo en cuotas mensuales.
Toda secta new-age hace esencialmente lo mismo.
Distingo entre un mesianismo tradicional y un mesianismo moderno. No estoy diciendo que uno sea "bueno" y el otro sea "malo". No: digo que uno ya prácticamente no existe (y por lo tanto, no se conoce) y el otro está generalizado en todos los dominios (y por lo tanto, lo conocemos demasiado bien). Vamos por partes.
Fuera como fuese, el mesianismo hebreo cristaliza en un fenómeno que es referido en griego, el cristianismo.
Pues el "Mesías" fue llamado en griego, "Kjristós", el "señalado", el "ungido", en otras palabras "El Cristo". Por lo tanto, el cristianismo original surge de este contexto mesiánico-hebreo como una secta herética que, tras romper con la ortodoxia de su contexto, se heleniza.
Hay que puntualizar algo: las teorías escatológicas hebreas tienen (aún hoy) una doble lectura; una esotérica (reducida a pocos; cerrada y elitista) y otra exotérica (abierta a todos; popular) que se apoya en el proceso histórico. Por mis lecturas de manuscritos coptos (estoy aprendiendo copto a través de las brillantes clases de la atractiva Profesora Honrubia), estoy seguro de que el "Mesías" de las primeras comunidades cristianas era un principio esotérico que poco o nada tenía que ver con una esperada figura histórica.
Lo que ocurre es que tras los trabajos de fijación canónica de teólogos, padres eclesiásticos y obispos como Ireneo de Lyon ("santo" del Siglo II que persiguió con violencia toda corriente gnóstica), en el Siglo XXI poco podemos saber del mesianismo gnóstico original, es decir, el verdadero cristianismo.
¿Existió el gnosticismo cristiano? Sí, claro que existió.
Sin embargo, hoy podemos saber muy poquito de él. Y conviene reconocerlo para no ser presa de pseudo-gnosticismos recientes (nunca antes del Siglo XIX) que hablan de "experiencias crísticas" y demás desvaríos ocultistas.
En la actualidad, del Gnosticismo restan vestigios fragmentados y líneas iniciáticas literalmente invisibles. Fuera de ahí, no existe gnosticismo verdadero en la Europa moderna, sólo un hatajo de afeminados que no saben que lo que llaman "energía crística" no es otra cosa que una incipiente almorrana que conviene tratar cuanto antes.
En el Islam existe un agente bienhechor que se espera dentro de lo que sería la doctrina escatológica musulmana, Imán Mahdi. Se trata de un concepto tradicional que, como tal, tiene dos lecturas:
En un artículo como éste, sólo puede abordarse la segunda.
La lectura exotérica de los hadices alrededor del Imán Mahdi hablan de un mesianismo insertado en el tiempo futuro:
Existe una doctrina escatológica islámica propia de un núcleo esotérico al que no tenemos acceso. Eso es así.
Por otro lado, existen múltiples lecturas exotéricas excesivas y malintencionadísimas apoyadas en Mahdi, que en última instancia sirven al Dajjal, tanto en suníes como en chiíes. Por ejemplo, el actual presidente de la República Islámica de Irán, Mahmoud Ahmadinejad anunció la llegada inminente del Imán Mahdi en 2008.
Por cierto, Ahmadinejad anuncia a Mahdi en inglés y en farsi, pero no en árabe; y para que los lectores españoles lo entiendan, esto puede compararse a un cantaor flamenco que hace versiones de Camarón de la Isla en ruso y en griego.
Mahmoud Ahmadinejad
con un amigo anónimo Como otro ejemplo de mesianismo dentro de tradiciones no judeocristianas, se puede citar la escatología vaisnava y la doctrina del Kalkiavatara.
Por ejemplo, en Kalki Purana, en Bhagavata Purana, en Vayu Purana y otras fuentes védicas, se habla del avatar esperado. Este "avatar" es un concepto importante dentro de una escatología muy elaborada, y no es el protagonista de una superproducción de Hollywood. No obstante, no es casual que la 20th Century Fox de Rupert Murdoch titulara a su superproducción, "Avatar".
Se trata de pisotear e invertir todo principio cultural auténtico.
Un claro ejemplo de inversión luciferina:
¿Sabemos que es un avatar? No lo sabemos ni lo podemos saber, pues desde 2009 la Industria del Cine condicionó y mutiló la capacidad de conocimiento sobre la materia para siempre.
Me voy a permitir hacer una pregunta
retórica que no puedo evitar hacer: ¿Cómo se puede ser tan canalla?
Krsna, el octavo
avatar de Vishnú
"Avatar", la superproducción de Rupert Murdoch Sin embargo todas estas zarandajas nos llevan directamente a la locura moderna, donde el mesianismo se extrapola hacia una histeria salvacionista extendida como epidemia.
Llamémosles "mesiánicos modernos": entre ellos se odian y discuten acaloradamente, inconscientes de que todos comparten una misma ilusión, a saber, esperar algo que jamás llegará.
Porque poco importa cómo se llamen y se definan, los inconscientes mesiánicos modernos comparten algo: creer en alguien o algo exterior que llegará en un futuro más o menos próximo.
Entre ellos discuten, se critican y se combaten con dureza.
Todos esperan.
Todos esperan. Todos esperan. Todos esperan...
¿Qué tienen de peculiar estos mesiánicos modernos? Pues que a éstos, además de esperar, les da por hacer el canelo.
Vedanta es etimológicamente el final (anta) del conocimiento (veda); y es una de las perspectivas (darshana) de las seis ortodoxas hindúes. Por lo tanto, con el Vedanta finaliza el veda, y con el Vedanta cerramos este post.
El mayor exponente vedántico en cuanto a inteligencia y creatividad fue Shankara-Acharia, una figura impresionante de lo que sería cronológicamente el Siglo IX de la era cristiana.
Hoy todo el mundo conoce a Platón, Tomás de Aquino, Descartes o Nietzsche; y sin embargo pocos fuera de India reconocen la figura histórica y filosófica de Shankará-Acharia.
En lengua española, me consta que la obra de Shankara sólo es conocida por bichos cuyo hábitat es el ostracismo (como, por ejemplo, un servidor), por encantadoras e inquietas rara avis (como algunos de los lectores de este articulo) y por unos pocos eruditos contracorriente (como la admiradísima Doctora Martín).
Shankara no fue sólo un maestro (acharya), sino que también fue, como diría Victor Brossa, un verdadero "maestro creador".
Escribió los comentarios más valorados de los textos sagrados de India, armó todo un sistema dialéctico impecable e insuperable, compuso poemas y canciones de un lirismo inédito, y golpeó las falacias materialistas y salvacionistas con una dureza sobrecogedora.
Concluyamos el artículo con una traducción de uno de sus poemas.
Y yo me pregunto: ¿Cuántos héroes me
estarán escuchando?
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