por Valerie Tarico
28
Abril de 2013
del
Sitio Web
AlterNet
traducción de
Adela Kaufmann
Versión
original en ingles
La aceptación pasiva o incluso la exaltación del sufrimiento
pueden
ser adaptativos cuando las personas no tienen otra opción.
Pero ¿por
qué la religión - en particular el catolicismo - fetichiza tanto el
dolor?
Con
un nuevo Papa
a la cabeza,
la jerarquía
católica
se ha propuesto pulir su empañada imagen.
¿Puede una mayor
atención a los pobres compensar la oposición de la Iglesia a la
anticoncepción y la igualdad del matrimonio o sus
sórdidos
asuntos financieros y sexuales?
Los
obispos sólo pueden esperar.
Y rezar.
Y tal vez
acelerar la santidad de Agnes Gonxha, más conocida como
"Madre Teresa".
En el siglo
pasado, ningún icono ha mejorado la marca católica tanto como la
pequeña mujer que fundó las
Misioneras de la
Caridad,
cuya imagen se alinea perfectamente con la del nuevo Papa.
En marzo, un
equipo de investigadores de Canadá
señaló
la oportunidad:
"¿Qué podría ser
mejor que la beatificación seguida de la canonización de [la Madre
Teresa] para revitalizar la Iglesia e inspirar a los fieles, sobre
todo en un momento en que las iglesias están vacías y la autoridad
romana está en decadencia?"
La pregunta, sin
embargo, era más que sólo un poco irónica.
El
equipo de
académicos
de las universidades de Montreal y Ottawa se dispuso a hacer la
investigación sobre el altruismo.
En el
proceso, ellos revisaron más de 500 documentos sobre la vida de la
Madre Teresa y compilaron una serie de inquietantes detalles sobre
el pronto-a-ser santo, incluyendo dudosas conexiones políticas y el
dudoso manejo de fondos - y, sobre todo, una actitud hacia el
sufrimiento que podrían hacer reflexionar incluso a sus más
grandes admiradores.
La aceptación
pasiva o incluso la exaltación del sufrimiento pueden ser
adaptativos cuando las personas no tienen otra opción.
Como dice la tan
amada Oración de la Serenidad,
"Concédeme la
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar."
Esta actitud de
aceptar lo inevitable se basa no sólo en el cristianismo, sino
también en otras
religiones,
especialmente el budismo.
Pero la
aceptación pasiva del sufrimiento evitable es otra cosa, por
lo que la oración continúa,
"...El valor
para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la
diferencia."
Incluso por sus
propias palabras, la visión del sufrimiento de la Madre Teresa no
distingue entre el sufrimiento evitable e inevitable, y en su lugar
cultiva la aceptación pasiva de ambos.
Como ella
lo
expresó,
"Hay algo
hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la
pasión de Cristo. El mundo gana mucho de su sufrimiento."
O pensemos en
esta
anécdota
de su vida:
Un día conocí a
una señora que estaba muriendo de cáncer en la más terrible de las
condiciones.
Y yo le dije,
"Sabes, este
terrible dolor es sólo un beso de Jesús - una señal de que
has estado tan cerca de Jesús en la cruz que él puede
besarte."
Y unió a
sus manos y dijo: "Madre Teresa, por favor, dile a Jesús
que deje de besarme."
Las perspectivas
de la Madre Teresa sobre el sufrimiento en las casas de su orden,
por los enfermos y moribundos, que los médicos han
descrito
como deficientes en higiene, cuidado, nutrición, y los analgésicos.
El residente de
Miami, Hemley González fue
tan sorprendido
por su experiencia de voluntariado que ha fundado una
organización
benéfica responsable
de proporcionar una mejor atención.
"Las agujas eran
lavadas con agua fría y se volvían a utilizar, y se les administraba
a los internos medicamentos vencidos. Hubo personas que tuvieron la
oportunidad de vivir si se le daba la atención adecuada"...
"He decidido
volver a Calcuta para comenzar una organización benéfica que será
llamada 'Caridad Responsable.
Cada
donación será hecha pública y se dará una atención médica
profesional", dijo González después de regresar a los Estados Unidos
Él también lanzó
una
página de
Facebook
llamada "Detengan, pónganle un alto a las Misioneras de la Caridad."
Incluso sus
críticos en su mayoría creen que la Madre Teresa se dedicó a
Dios como ella lo entendía, y que se dedicó a servir a los
pobres.
Y, sin
embargo, parece que sus instituciones han ofrecido un nivel de
atención que provocaría indignación internacional si fueran
proporcionadas, por ejemplo, por las Naciones Unidas en lugar de una
filial del Vaticano.
¿Cómo debemos
entender esta paradoja?
Mary Johnson
es una ex monja que se unió a la orden de la Madre Teresa, las
Misioneras de la Caridad, a los 19 años.
Durante los
siguientes veinte años, ella vivió una vida de servicio y austeridad
entre las hermanas, que ella ha descrito en su libro de memorias,
Una
Sed Insaciable.
Pero
debajo de la cruda simplicidad de su rutina diaria, se agitaban
huestes de complejidades emocionales, interpersonales y
espirituales, incluyendo el enredado punto de vista de la orden del
amor y el dolor.
Las reflexivas
observaciones de Johnson ofrecen una ventana hacia la mujer que
inspiró sus votos espirituales y que manejó la orden de las mujeres
religiosas:
La Madre
Teresa ha inspirado a millones a actos de sacrificio o servicio,
tanto como ella le inspiró a usted.
Pero
aun cuando la Iglesia Católica se mueve hacia hacer de ella una
santa, otros dicen que era un fraude.
Su
libro sugiere algo más complicado.
Una de las
razones por las que escribí Una Insaciable Sed es que ninguna
de las imágenes de la Madre Teresa en los medios de comunicación se
correspondía con la persona que yo conocí.
Los medios de
comunicación crearon una imagen de la Madre Teresa que reflejaba
nuestro deseo de una madre perfecta más de lo que reflejaba lo que
en realidad era la Madre Teresa.
Por otro
lado, aquellos que la llamaron un fraude a menudo parecían decididos
a desacreditarla porque quieren desacreditar la fe religiosa.
Admiro mucho el
hecho de que Christopher Hitchens, que había sido uno de los
críticos más firmes de la Madre Teresa, finalmente
revisó
su evaluación de ella.
La Madre Teresa
que yo conocí era una persona abnegada, muy dedicada, pero no era
una de las mujeres más sabias que haya conocido.
Facultada y
encadenada por la fe religiosa, la Madre Teresa era generosa y poco
razonable, alegre y nunca satisfecha, una de las mujeres más
reconocidas del mundo y una de las más solitarias y más secretas.
Como
postulante en las Misioneras de la Caridad, uno de sus superiores,
la hermana Dolorosa, le dijo a usted: "Mi madre siempre dice que el
amor, para ser real, tiene que doler."
¿Usted
lo cree?
En el principio
de mi vida como hermana, hice mi mejor esfuerzo para creer lo que
me decían, incluyendo que el mayor signo de amor era el sacrificio
de Jesús en la cruz.
Nunca había
conocido el tipo de amor mutuo que dos personas se regocijan
mutuamente, se fortalecen mutuamente, disfrutan mutuamente.
Yo creo
que el verdadero amor está dispuesto a sufrir por el amado, cuando
sea necesario, pero no creo que el sufrimiento sea la señal el signo
más auténtica y mejor del amor.
Ciertamente,
ahora rechazo la idea de que el amor exige la inmolación de uno
mismo a la persona amada, aunque eso es algo que la Madre Teresa
pareció creer toda su vida.
Durante su
tiempo con las hermanas, usted renunció a todas sus posesiones - su
cabello, que tuvo que cortarlo cada mes, una cinta de audio enviada
por sus padres, e incluso fotografías.
¿Cómo
se relaciona esto con la fusión del amor y del dolor?
Las Misioneras
de la Caridad se dispusieron a vivir como los pobres a quienes
sirven.
Cada una tenía
dos juegos de ropa, que lavábamos a mano todos los días en cubos.
Tenemos
verduras podridas y pan rancio que hemos mendingado de las tiendas
de comestibles al por mayor.
Dormimos
en dormitorios comunes, sin ningún tipo de privacidad, sobre
colchones delgados que habíamos hecho nosotras mismas.
Viviendo
mal día a día te convence de que la vida es dura.
Para una
Misionera de la Caridad, el amor ideal era el auto-sacrificio,
incluso hasta la práctica de la penitencia corporal.
Mi primera
sesión de autoflagelación está impresa en mi mente: "Mis rodillas
temblaban, tomé el manojo de cuerdas anudadas en mis manos. Del
cubículo de Sor Juana, oí los sonidos de golpes, uno, dos, tres...
Levanté con más fuerza. La piel de mis muslos inferiores se puso
roja, y luego roja con rayas blancas al golpearme más fuerte."
Cuando tomé el
látigo de cuerdas en mis manos, yo tenía miedo, estaba emocionada,
yo esperaba estar en mi camino a la conquista de mi egoísmo y
convertirme en una persona santa.
Cuando usted
visita los hogares y santuarios de varios santos, a menudo se ven
cilicios o látigos o cadenas con púas en exhibición.
Esta es
una religión en la que casi todas las casas de culto, el aula y el
hogar privado tiene como característica más destacada la imagen de
un hombre ensangrentado, un hombre torturado.
Se nos
enseñó que el uso de cadenas con púas y golpearnos a nosotros mismos
nos permitía participar en su obra de redención.
Sé que no tiene
mucho sentido cuando lo dices así como así, pero dentro de todo ese
sistema tenía su propia extraña lógica.
Después
de la muerte de la Madre Teresa, el público
se enteró
de sus luchas con la angustiosa duda.
Usted
cita las palabras de un sacerdote que la consolaba con palabras que
glorificaban su dolor: "Su oscuridad es el don divino de la unión
con Jesús en su sufrimiento, su dolor le acercará más a su Esposo
crucificado, y es la manera de compartir su misión de redención. No
hay mayor unión con Dios".
A menudo me
hubiera gustado que la Madre Teresa hubiera encontrado a alguien a
quien que la hubiese animado a ver sus dudas honestamente, para
examinarlas, para hacerles frente.
Pero en vez de
encontrar a alguien que la animase a pensar por sí misma, se
encontró con el padre Joseph Neuner, SJ, quien tejió las
dudas de la Madre Teresa de tal manera que las mismas dudas eran
consideradas un signo de su santidad.
Yo creo
que el sesgo anti-intelectual de las Misioneras de la Caridad se
puede remontar hasta el día en que la Madre Teresa le dijo que el
contenido de sus dudas era algo que nunca debía explorar.
Todos nos
decimos a nosotros mismos historias que nos ayudan a hacer frente.
La sabiduría mira esas historias y sabe cómo distinguir las
verdaderas historias de los mecanismos de adaptación.
Madre Teresa se
tragó enteras todas esas historias.
Ayúdanos a
entender la teología bajo esta mentalidad.
Ah, Valerie, la
teología es una historia que busca explicar las cosas.
En
la Iglesia
Católica,
la teología oficial es determinada por la jerarquía, que tiene un
interés creado en mantener las cosas como están.
Cuando la Madre
Teresa les admitió a los sacerdotes y obispos, que eran sus
directores espirituales, que estaba atormentada por sentimientos de
lejanía de Dios y por las dudas de la existencia de Dios,
los sacerdotes y obispos no quisieron alentar el cuestionamiento
real. Ellos probablemente ni siquiera se daban a sí mismos permiso
para cuestionarse profundamente.
El no cuestionar
la fe permite al sistema seguir sin ser molestado.
La
teología oficial sirve a menudo a la política.
En este caso
particular, el padre Neuner enseñó la Madre Teresa replantear a duda
como una señal de que ella se había acercado tanto a Dios
que compartía la agonía de Jesús, quien gritó desde la cruz:
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Las dudas
de Madre Teresa, por lo tanto, no requerían el examen, sino una
mayor la fe sin cuestionamiento.
La adopción de
esta postura dogmática proscribe cualquier cuestionamiento de las
enseñanzas de la Iglesia, incluyendo a aquellos que causaron tanto
sufrimiento a quienes la Madre Teresa servía - como prohibiciones
contra el control de la natalidad y la relegación de las mujeres a
un estatus de segunda clase en la Iglesia.
Cuando estos
sacerdotes convencieron a Madre Teresa a nunca cuestionar, estaban
moldeándola para ser uno de los defensores más abiertos de la
enseñanza oficial de la Iglesia.
Lo mismo ocurre
en una escala más pequeña cada vez que a un miembro de los fieles se
le enseña que la razón debe estar sometida a la creencia.
A causa de su
oposición a la anticoncepción y a su aparente falta de interés en la
medicina moderna, algunos han llamado a la Madre Teresa un amigo de
la pobreza en lugar de un amigo de los pobres.
¿Cómo
ves esto?
La mayoría de
las personas hoy en día dirían que ayudemos a los pobres,
ayudándoles a salir de la pobreza.
Esta nunca fue
la intención de la Madre Teresa.
Madre
Teresa a menudo nos dijo que como Misioneros de la Caridad, que no
servíamos a los pobres para mejorar su situación, sino porque
estamos sirviendo a Jesús, quien dijo que cada vez que se le
prestara servicio a uno de los menos, que se le prestaba a él. Jesús prometió eterna vida a aquellos que alimentasen al
hambriento y vistiesen al desnudo.
Madre Teresa
estaba sin lugar a dudas interesada en reservar un muy buen lugar
para sí misma detrás de las puertas del cielo.
Recuerdo una vez
cuando estábamos cenando y una hermana servía agua para las otras
hermanas.
Madre
Teresa dejó la conversación en la mesa para señalar a esa hermana y
decirnos, "Jesús sabe cuántos vasos de agua has servido a los
pobres. Él está contando. Cuando llegues al cielo, él sabrá".
Yo creo que la
Madre Teresa tenía una gran cantidad de compasión por los pobres,
pero es difícil negar que ella estaba más interesada en mejorar la
otra vida de todos que ésta.
El entusiasmo
por la vida y obra de la Madre Teresa no parece tras luchar con las
condiciones de sus viviendas para los enfermos y moribundos.
Mi
marido y yo apoyamos los organismos de socorro, como
Oxfam
,
CAMINO
,
agua primero
y
Engendrar
Salud,
y al igual que muchos donantes laicos, nosotros nos tomamos un
tiempo cada año para asegurarnos que estén haciendo un uso
inteligente y apropiado de la ciencia y la tecnología.
¿Por
qué los partidarios no les piden cuentas a las Misioneras de la
Caridad?
Los partidarios
de las Misioneras de la Caridad son a menudo teológicamente
similares a las hermanas, interesados, no tanto en (según ellos) un
objetivo a corto plazo de ayudar a los pobres, como en el objetivo a
largo plazo de lograr que todos lleguen a los cielos.
Es un poco como
algunos cristianos evangélicos que esperan el holocausto nuclear en
el Oriente Medio, ya que creen que la devastadora guerra anunciará
el fin del mundo y la unión de todo el bien con Dios.
Hacia el
final de su libro, usted dice: "Así que mucho depende de las
historias que nos contamos a nosotros mismos, y en las preguntas que
nos hacemos, o dejamos de hacer."
Las
palabras son un comentario sobre la Madre Teresa y su respuesta a la
duda, pero no puedo dejar de pensar que son también un comentario
sobre su propio viaje.
He aprendido que
cada pregunta vale la pena preguntarla, incluso cuando las
respuestas nos eluden.
He
aprendido que las historias que contamos pueden ayudarnos a vivir
más firmemente en la realidad o que podemos crear una realidad
alternativa que nos lleve a relacionarnos con el mundo de una manera
distorsionada.
Cuando me
permití cuestionar las historias que me habían contado, por fin pude
empezar a vivir en el mundo real, y no puedo decir lo liberador que
sentí cuan libre, cuan maravilloso.
La fe nos enseña
todas las respuestas, pero no nos dice que esas respuestas pueden
estar equivocadas.
Prefiero
vivir con las preguntas, y con historias que reflejan el mundo tal
como yo lo experimento y no como me gustaría que fuera.
Yo escribí
Una Sed
Insaciable
con la esperanza de que si yo fuera honesta acerca de la historia de
mi vida, entonces tal vez podría alentar a otros a ser honestos
acerca de sus vidas.
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