por Arnaldo Pérez Guerra
Enero 2006
del Sitio Web
AnimalWeb
Antena ubicada en barrio residencial en Ñuñoa
De la mano del desarrollo tecnológico aumenta la exposición a la
contaminación electromagnética, acentuada por la creciente expansión
de telefonía móvil. Preocupan cada vez más los peligros asociados a
la exposición a radiaciones provenientes de redes eléctricas - alta
tensión y domiciliarias - y antenas de telefonía móvil, entre otras.
Pueden provocar efectos en la salud, como alteraciones en el sistema
nervioso central y ciertos tipos de cáncer. En Chile existen normas
técnicas y de seguridad para la instalación de antenas, pero no se
asegura, como señala la Constitución, "un medioambiente libre de
contaminación" ni hay regulación jurídica.
El fracaso de políticas y normas ambientales que previenen la
degradación de los ecosistemas y dan solución a problemas de salud
pública, ha forzado a la comunidad a adoptar nuevos enfoques. Así
ocurrió con el deterioro de la capa de ozono.
Se comenzó a hablar
del asunto mucho antes que se comprobara que el problema se debía a
la liberación de ciertas sustancias químicas.
"La amenaza era tan
grave, que la comunidad internacional no podía quedarse quieta
esperando el consenso de los científicos", dice Valentina Durán,
investigadora del Centro de Derecho Ambiental de la Universidad de
Chile.
Principio de precaución
El caso de las antenas de telefonía y de celulares es similar. Su
tecnología ha llegado a millones y es una de las empresas con mayor
ritmo de expansión. Los usuarios aumentaron un 137 por ciento en los
últimos cinco años: 1747 millones de celulares en el mundo, según la
Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
Las estadísticas se
dieron a conocer en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la
Información (CMSI), realizada recientemente en Túnez. Pero los
efectos podrían incluir tumores, cáncer y leucemia, entre otras
enfermedades.
Movimientos ciudadanos se han opuesto a la instalación de antenas y
torres de alta tensión y presentan recursos judiciales que la
mayoría de las veces no son acogidos. Cualquier norma a implementar
debiera ser transparente, permitir la participación ciudadana como
una herramienta jurídica, asegurar el acceso a la información y
proteger la salud de la población y el medioambiente. Los vecinos
exigen una mayor fiscalización, la prohibición de nuevas
instalaciones y el respeto a la propiedad y a los planos reguladores.
En el mundo hay una creciente tendencia a legislar sobre el tema:
"Las normativas se centran en otorgar protección sanitaria a los
ciudadanos frente a los efectos adversos conocidos para la salud.
Los efectos menos probados han sido tomados en cuenta sólo por
algunas normativas, expresamente sobre la base del principio de
precaución. Es el caso de Suiza, Italia, Australia y Nueva Zelanda",
agrega Valentina Durán.
Andrei Tchernitchin, académico del
Laboratorio de Endocrinología
Experimental y Patología Ambiental del Instituto de Ciencias
Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile,
describe los efectos de la contaminación electromagnética.
Explica
que podría provocar esclerosis lateral amiotrófica, Alzheimer,
dermatitis, enfermedades alérgicas, asma bronquial, aumento de
incidencias de abortos, alteraciones neuroconductuales, cardíacas y
endocrinas, entre otras. Al investigar las muertes causadas por
arritmia e infarto agudo del miocardio se ha establecido que hay
relación con la exposición acumulativa a este tipo de contaminación.
Pero aún los científicos no se ponen de acuerdo.
"Existe evidencia
experimental de efectos biológicos asociados a la exposición a
radiaciones electromagnéticas. Algunos de estos efectos, descritos
en trabajos experimentales y en estudios epidemiológicos, han sido
interpretados como evidencia de que exposiciones prolongadas a
campos electromagnéticos de baja intensidad son potencialmente
nocivas", dice Tchernitchin.
Andrei Tchernitchin
No obstante, numerosos científicos aún no admiten esta posibilidad.
La controversia se explica, agrega, por la alta variabilidad en la
población bajo estudio:
"El desarrollo del cáncer por exposición a
radiaciones electromagnéticas es un efecto diferido, es decir, se
desarrolla después de un período de latencia que puede durar muchos
años.
En el caso de los teléfonos celulares y de las centrales de
retransmisión, la información es insuficiente por su limitado tiempo
de uso. Aún así, debiera aplicarse el principio precautorio. Se
trata de un caso paradigmático, por cuanto existe desacuerdo en la
comunidad científica acerca de los efectos en la salud de los
distintos grados de exposición a la radiación. Además, hay temor y
desconocimiento en la ciudadanía, que se manifiesta en el rechazo
que provocan las instalaciones de antenas y torres".
El principio de precaución fue reconocido en el protocolo sobre
seguridad de la biotecnología, del Convenio sobre la Diversidad. Ha
sido incorporado en las legislaciones de Suiza, Australia, Alemania,
Canadá, Francia, Holanda, Nueva Zelanda, Suecia, Brasil, Colombia y
Ecuador, entre otros.
Chile no lo consagra en las políticas
ambientales, a pesar de los tratados internacionales que han sido
ratificados como la Convención de Viena para la Protección de la
Capa de Ozono, el Protocolo de Montreal, la Convención de la
Biodiversidad y la Convención de Cambio Climático.
La Declaración de
Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992), señala:
"Con el
fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar
ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades.
Cuando haya peligro de daño grave e irreversible, la falta de
certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos
para impedir la degradación del medio ambiente".
Graves efectos para la salud
La contaminación electromagnética debiera regularse a través de
normas de emisión. Existe una instalación indiscriminada de antenas
de celulares. Según expertos, la emisión de un celular supera tres
millones de veces la radiación natural.
El español Carlos Requejo, geobiólogo, dice que la radiación electromagnética acelera las ondas
cerebrales al límite del estrés y puede tener otros efectos
biológicos:
"En ausencia de normativas, las compañías aprovechan el
vacío legal. Las antenas repetidoras de la red móvil proliferan.
Muchos informes científicos alertan sobre los riesgos de la
radiación electromagnética, especialmente microondas, emisiones de
televisión, radares y telefonía móvil, pero también en informática
-chips- y múltiples dispositivos electrónicos".
Según Requejo, la
exposición continua a celulares o antenas repetidoras provocaría
daños en:
Se ha relacionado el uso de celulares al incremento de tumores,
cáncer de piel y tumores cerebrales. También se lo vincula al
Parkinson y al riesgo de acelerar la aparición de Alzeimer. Un
estudio del doctor Hyland, de la Universidad Británica de Warwick,
afirma que las ondas utilizadas por los celulares son de la misma
frecuencia que las ondas cerebrales Alfa.
Según Tchernitchin,
"debemos
prevenir e informar a las personas que los celulares, hornos
microondas y hasta el monitor de su computador son un factor de
riesgo para su salud. En Chile somos muy descuidados y no tenemos
regulaciones. Algunos de los microondas que se venden aquí, han sido
rechazados en Europa y Estados Unidos por no cumplir las normas de
seguridad".
Un microonda puede generar radiaciones mil veces mayores
que la de un celular.
Un estudio llevado a cabo en California concluyó que la leucemia en
niños, cáncer cerebral en adultos, problemas cardiacos y suicidios,
tenían como factor de causa-efecto las radiaciones electromagnéticas.
Otros científicos señalan que menores de 18 años no debieran usar
celulares, pues la radiación traspasa la corteza cerebral.
El celular se ha instalado en la sociedad de consumo y cada teléfono
tiene una vida útil de un año y medio. En el mundo más de 500
millones entran en desuso cada año, generando unas 250 mil toneladas
de residuos peligrosos y sustancias químicas que se acumulan en el
medioambiente. En Chile no hay cifras fiables.
Por otra parte, se sabe que se han instalado algunas antenas en
patios de colegios y jardines infantiles. En 2001, superaban las
1400, cifra que aumentó a 3000 en 2003. Hoy existen unas 4000. Según
la subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel), a fines de 2004 los
usuarios de celulares en nuestro país bordeaban los nueve millones.
Las protestas aumentan. En el sector Las Acacias, en La Florida, los
pobladores se enfrentaron a Carabineros por la instalación de una
antena. Ya había otras dos en el barrio. En Arica ocurre algo
similar en la población Raúl Silva Henríquez, donde se instaló una
antena en la parroquia.
En Macul brotaron cerca de treinta antenas
en sólo un año. Es que las compañías ofrecen hasta 600.000 pesos
mensuales. Subtel las autoriza y avisa de las obras a la
municipalidad. Sólo se fija en aspectos técnicos y la ubicación se
rige por la Ordenanza General de Urbanismo. Presentan los planos a
la Dirección de Obras que puede objetar el lugar, pero no mucho más.
En el Congreso duerme el proyecto que intenta impedir que se sigan
instalando cerca de colegios, iglesias, consultorios y hospitales, y
a menos de cien metros de sectores poblados.
La única normativa vigente en Chile es de la Subtel - Resolución 505,
del año 2000 - que fija una norma técnica sobre "requisitos de
seguridad". La resolución fija un límite de emisión - 435 uW/cm2
- de
densidad de potencia.
Según Valentina Durán, si se compara con las
disposiciones de la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, se
concluye que Subtel ha regulado,
"una materia que no es de su
competencia, por lo que persiste el vacío legal. Se debiera
incorporar a la legislación el 'principio precautorio', además de
normar la emisión".
Alta tensión, daño invisible
Se sabe que se han instalado algunas antenas en patios de colegios y
jardines infantiles.
En 2001, superaban las 1400, cifra que aumentó
a 3000, el 2003.
Hoy existen unas 4000
El cableado de alta tensión también es un potencial cancerígeno.
Chilectra señala que en el promedio de exposición no sobrepasaría
los 18,8 miligauss. Pero algunos investigadores aseguran que incluso
sobre los 3,0 miligauss es un riesgo serio para la salud.
La
radiación electromagnética que emana de las torres de alta tensión
puede causar leucemia infantil, tumores y cáncer cerebral. En 1994,
el Departamento de Trabajo e Industria de Washington, concedió una
demanda de indemnización laboral a favor de un trabajador de la
empresa de aluminios Kaiser: el cáncer que padecía fue causado por
la exposición a campos electromagnéticos en su trabajo.
En 1989, la
Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de Estados Unidos,
emitió un informe que advertía que,
"los campos eléctricos y
magnéticos producidos por los sistemas de energía eléctricas pueden
conllevar peligros para la salud y causar alteraciones biológicas".
Tras algunos estudios, la Agencia de Protección Medioambiental
reconoció, en 1990, que es posible que,
"exista un vínculo entre los
campos electromagnéticos generados por los cables de alta tensión y
el desarrollo del cáncer".
Las autoridades en Chile dicen que no tienen dinero para investigar.
Andrei Tchernitchin, dice que en California se confirmó,
"la relación
entre radiación electromagnética y la aparición de enfermedades como
leucemia en niños y adultos, cáncer de mama femenino y masculino,
cáncer cerebral, depresiones que terminan en suicidios y abortos
espontáneos. La radiación electromagnética es nociva y a mayor
voltaje, aún más.
Es mucho más frecuente que haya personas enfermas
que viven cerca de los tendidos eléctricos y transformadores de alta
tensión. Por años se dijo que el cigarrillo producía cáncer y otras
enfermedades. Pero las tabacaleras señalaban que no había pruebas
concluyentes, mientras financiaban a algunos científicos para que
mintieran. Hoy se sabe que es una realidad".
El límite de seguridad de los campos magnéticos emitidos por las
torres de alta tensión es de 2,0 miligauss. Es el recomendado por el
Consejo Nacional de Protección Medioambiental de Estados Unidos. En
Suecia se han realizado estudios en los que se descubrió que niños
expuestos a más de 3,0 miligauss tenían cuatro veces mayores
probabilidades de presentar tumores y leucemia.
En 1992, el doctor
danés Jorgen Olsen advirtió que el riesgo de presentar leucemia
infantil, linfoma y tumores cerebrales, aumentaba cinco veces más en
las personas,
"que vivían cerca de una línea de alta tensión,
expuestos a radiaciones mayores a 4,0 miligauss".
Chile sigue
esperando una normativa que regule la exposición a los campos
electromagnéticos. No es un problema de salud pública ni está en la
agenda de los políticos.
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