del Sitio Web Revitalizare
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) han decidido - dadas las numerosas evidencias existentes - clasificar las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles de “posiblemente cancerígenos” reconociendo que su uso conlleva un mayor riesgo de tumores cerebrales malignos - gliomas - por lo que recomiendan tomar medidas para reducir al máximo su exposición, especialmente en el caso de los niños.
Advertencia ante la que de inmediato reaccionarían la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y la Sociedad Española de Oncología para “tranquilizar” a los ciudadanos y apoyar a las empresas de telefonía. Lamentable.
La Asamblea del Consejo de Europa, en cambio, ha aprobado un documento en el que se pide a todos los gobiernos europeos la adopción de “medidas razonables” para reducir la exposición a las radiaciones electromagnéticas de todos los aparatos que las emiten:
Las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles han quedado incluidas en el llamado Grupo 2B en el que se hallan los agentes “posiblemente cancerígenos”, es decir, aquellos de los que se sospecha fundadamente que pueden provocar cáncer pero de los que no hay “suficientes evidencias científicas”.
Una decisión claramente política y no científica porque a estas alturas la afirmación de que no está demostrado que provoquen cáncer provoca la carcajada en cualquier persona medianamente informada como nuestros lectores habituales bien saben ya que hemos publicado numerosos textos sobre su peligrosidad en los últimos años.
Claro que uno puede optar por no leer lo que se ha publicado o por descalificar tan rápida como gratuitamente la información difundida.
Asumiendo así una defensa cerrada de los intereses económicos del sector que intenta ante todo convencer a los usuarios de que no hay riesgo real - aunque esté claro que existe - y que tiene además como objetivo disuadir de presentar posibles demandas a quienes padezcan tumores cerebrales tras usar esos teléfonos.
Como igualmente se pretende evitar que las autoridades exijan a la industria introducir en los teléfonos mecanismos neutralizadores de tales radiaciones. Estrategia esta que le funcionó estupendamente a la industria del tabaco ya que logró que durante décadas nadie aceptara que los cigarrillos provocan cáncer - y otras muchas patologías - con el consabido “argumento” de que “no se ha demostrado científicamente”.
Porque, al igual que ahora, los miles de estudios que probaban la relación causa-efecto se ignoraron o se denostaron quitándoles la importancia que tenían.
Primero, porque la industria se ha ocupado de hacer creer a políticos, periodistas y público en general que de verdad existe un debate científico sobre la peligrosidad de las mismas cuando es absolutamente falso ya que lo que existe es un gran número de investigadores independientes que afirman que está suficientemente demostrado y un grupito pequeño pero influyente al que dan bombo los grandes medios de comunicación y que está al servicio de la gran industria que dice lo que ésta les paga por decir.
Luego tal “debate” no existe. Y segundo, porque llevan años asegurando que la peligrosidad no está demostrada y tener que reconocerlo ahora es un “marrón” que nadie se quiere comer.
En suma, la OMS ha actuado como se esperaba:
Nosotros lo venimos diciendo desde hace años sin que los medios “serios” se hagan eco:
Y los de la OMS y la IARC son sólo los últimos pronunciamientos porque hay varios organismos internacionales que ya habían alertado de ello. Otra cosa es que se oculte. De hecho muy pocos medios han informado de que también ha alertado del problema la Asamblea del Consejo de Europa.
Sólo unos días antes había hecho un llamamiento a todos los gobiernos para que adopten medidas razonables,
Lo cierto en cualquier caso es que el grupo de la IARC que tomó su decisión en Lyon (Francia) en la reunión que se celebró entre el 24 y 31 de mayo pasados estaba integrado por 31 científicos de 14 países; no se trataba pues de un grupo de indocumentados como pareció insinuar con sus sarcásticos comentarios John Walls.
Y lo hizo tras examinar y evaluar la literatura disponible hasta ese momento sobre los efectos de las,
Y de todos esos estudios el grupo de trabajo - sin que se sepa aún por qué - manifestó que de momento sólo es suficientemente constatable la asociación entre las emisiones de radiofrecuencia de los teléfonos móviles y la aparición de gliomas y neuromas acústicos.
Sin duda porque uno de los estudios - según reconocían - mostraba que tras seguirse durante 10 años a numerosas personas que hablaban de promedio sólo 30 minutos al día el riesgo de gliomas entre ellas era ¡un 40% superior! Hablando sólo ¡media hora cada día!
¿Infiere el lector el riesgo que están asumiendo pues quienes hablan hoy con móviles durante horas?
Bueno, pues ese grupo de trabajo se empeñó en rebajar la gravedad del problema:
En suma, una vez más edulcorando el problema para no alarmar a la población y proteger a la industria de la telefonía. No obstante se trata de un primer paso que va a hacer pensar a muchas personas cuál será la auténtica realidad del peligro.
De hecho Christopher Wild, director del IARC, manifestaría:
Muy particularmente en el caso de los niños y jóvenes ya que son quienes hoy hacen un mayor uso de estos aparatos.
El documento critica asimismo el inmovilismo de los gobiernos y denuncia su inacción por meros intereses económicos:
En sus Conclusiones el documento aprobado por la Asamblea del Consejo de Europa solicita por ello la aplicación de,
Por lo que se refiere a la tecnología Wi-Fi se recomienda directamente,
Cabe agregar que a raíz de las propuestas del ponente - el luxemburgués Jean Huss - la Asamblea ha solicitado asimismo a los gobiernos que proporcionen información de los riesgos potenciales para la salud de las plataformas inalámbricas DECT - porque emiten radiaciones semejantes a los teléfonos móviles - los monitores para bebés y otros aparatos domésticos que emiten de forma continua ondas electromagnéticas.
Recomendando,
En cuanto al manoseado argumento de la industria de que ella “cumple con la legalidad” la resolución señala - como ya hiciera por cierto el Parlamento Europeo - que los gobiernos deben,
Por eso se recomienda,
Recordando también lo que es evidente para todos los que manifiestan un cierto sentido común no contaminado por intereses inconfesables:
Justo lo que acaba de hacer la OMS aunque en su peculiar lenguaje diplomático y rebajando la gravedad del problema.
En suma, todo un éxito para el ponente de la resolución, Jean Huss, que fue aprobada pocos días antes del comunicado de la OMS… sin que casi nadie se haya hecho eco.
La verdad es que la ponencia de Jean Huss relata de forma muy instructiva cómo hemos llegado a la situación actual.
Destacando un dato poco conocido: que los actuales umbrales de seguridad para las frecuencias extremadamente bajas de los campos electromagnéticos y las ondas de alta frecuencia que luego propusieron la OMS, la Comisión Europea y los gobiernos - España entre ellos - se hizo a propuesta de la International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection (ICNIRP) que según Huss se trata de,
Y es que aunque parezca mentira ha sido efectivamente esa organización privada la que ha venido marcando los límites de las emisiones electromagnéticas que luego los gobiernos han plasmado en sus legislaciones permitiendo así a los abogados de las compañías de telefonía ofrecer “argumentos” de “referencia“ cada vez que han sido denunciadas en los tribunales.
Motivo por el que vamos a investigarla.
En primer lugar, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) - entidad privada y no pública - comparecía ante los medios de comunicación… pero no para manifestar su satisfacción por la decisión de esas organizaciones de alertar a la población del posible efecto carcinogénico de los móviles sino para ¡defender a las empresas de telefonía y decir que ese riesgo no está demostrado!
De hecho nada más conocerse la resolución pidieron públicamente "prudencia a la hora de interpretar" esa información “precisando” que el comunicado de la OMS no se basaba más que en “una revisión de estudios anteriores sin la robustez científica deseable” despreciando así el trabajo y la valía de los 34 investigadores reunidos en Lyon.
Poca diferencia pues con la
esperada reacción de la Asociación de la Industria de
Telecomunicaciones Celulares (CTIA) - la patronal del sector - para la
cual las conclusiones de la OMS y la IARC se basan en "pruebas
limitadas". Por su parte, el presidente del Comité Técnico de la Asociación Española Contra el Cáncer y jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Clínica de Barcelona, Albert Biete, declararía que a su juicio la relación entre el teléfono móvil y el cáncer es “bastante débil” porque,
Mintiendo con total descaro porque como hemos demostrado ampliamente en esta revista son muchos - pero muchos - los estudios que prueban esa relación.
Y encima añadiría:
Mintiendo de nuevo.
Baste recordar - por no citar nuestros propios artículos - que en su número de mayo de 2001 la Sociedad Científica Española del Médico de Cabecera afirmaba:
Y desde entonces la información sobre sus efectos se ha ido acumulando.
Su presidente, Emilio Alba, prefirió echar igualmente una mano a la industria afirmando cosas como que "no hay estudios suficientes", que “el estudio implica un nivel de desconocimiento alto” o que “no aporta ninguna información nueva”.
En suma, ambas sociedades han osado sostener lo que ni la propia industria se atreve a afirmar.
La reunión fue presidida por la doctora Devra Davis y contó con la participación del profesor Nesrin Seyhan, asesor de laOMS y de la OTAN además de jefe y fundador del Departamento de Biofísica y Biomagnetismo de la Universidad de Gazi, quien presentó un trabajo explicando que bastan cuatro horas de exposición a campos electromagnéticos para impedir a las células del cerebro reparar los genes dañados por las radiaciones.
El profesor Wilhelm Mosgoeller - de la Universidad Médica de Viena - afirmaría por su parte que son ya varios los equipos europeos que han demostrado que las radiofrecuencias inducen roturas en el ADN.
Porque afortunadamente el peligro de las torres de alta tensión y de los transformadores ya se reconoce.
Nosotros volvemos a aconsejar a nuestros lectores que procuren no usar más que en casos estrictamente necesarios todos esos dispositivos y, sobre todo, que no permitan a sus hijos menores que los usen o estén sometidos a su influencia.
Y, por supuesto, que exijan a los responsables de los colegios de sus hijos que retiren de ellos los Wi-Fi o los WLAN si los tienen y hagan lo mismo con esos alcaldes ignorantes que los han instalado en espacios públicos poniendo en riesgo de forma intolerable la salud de todos sus conciudadanos.
Es más, todos deberíamos luchar para
impedir los Wi-Fi en las
comunidades de vecinos porque es lamentable que quien está
concienciado de su peligro y no lo usa tenga que soportar las
radiaciones que emiten los de sus vecinos más ignorantes.
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