12 - TINIEBLAS AL MEDIODÍA

Mientras los Profetas hebreos predijeron las Tinieblas al Mediodía, ¿qué estaban las ‘otras naciones’ suponiendo mientras esperaban el Retorno de Nibiru?
 

A juzgar por sus documentos escritos e imágenes grabadas, suponían la resolución de los conflictos divinos, tiempos benevolentes para la humanidad, y una gran teofanía. Participaron, como veremos, de una inmensa sorpresa.


Anticipándose al gran evento, los cuadros de sacerdotes que observaban los cielos en Nínive y Babilonia se movilizaron para tomar nota de los fenómenos celestes e interpretar sus augurios. Los fenómenos eran documentados con meticulosidad e informados a los reyes.


Los arqueólogos han encontrado en los restos de bibliotecas reales y de templos tablillas con aquellos documentos y reportes que en muchas instancias fueron arreglados de acuerdo al tema o al planeta que estaban observando. Una bien conocida colección en la cual se combinaron unas setenta tablillas—en la antigüedad—fue una serie titulada Enuma Anu Enlil; reportó observaciones de los planetas, estrellas, y constelaciones clasificadas de acuerdo a los Caminos celestiales de Anu y de Enlil—abarcando los cielos desde los 30º sur hasta el zenit norte (ver Fig. 53).


Al principio las observaciones fueron interpretadas comparando los fenómenos con datos astronómicos de los tiempos sumerios. Aunque escritos en acadio (el lenguaje de Babilonia y Asiria), los reportes observacionales emplearon de forma extensiva terminología y matemáticas sumerias y a veces incluían alguna nota del escriba que habían sido traducidos de tablillas sumerias anteriores.

 

Tales tablillas sirvieron como manuales de ‘astronomía,’ diciéndoles por experiencia pasada cuál era el significado de un fenómeno oracular:

Cuando la Luna no es vista según lo calculado:
habrá una invasión de una poderosa ciudad.
Cuando un cometa alcanza el recorrido del Sol:
disminuirán los flujos del campo,
y por dos veces habrá tumulto.
Cuando Júpiter y Venus van juntos:
las oraciones de la tierra alcanzarán a los dioses.

Cuando pasó el tiempo, se incrementaron los reportes de observaciones acompañados por los propios augurios de los sacerdotes: ‘Por la noche Saturno se acerca a la Luna. Saturno es un planeta del Sol. Este es el significado: Es favorable al rey.’ El cambio notable incluía la puesta de especial atención a los eclipses; una tablilla (ahora en el Museo Británico), que lista columnas numéricas similares a las de un computador, servía para predecir eclipses lunares con cincuenta años de anticipación.


Estudios modernos han concluido que el cambio a una nueva astronomía tópica tuvo lugar en el siglo octavo a.C. cuando, después de un período de caos y desórdenes reales en Babilonia y Asiria, los dos destinos de las tierras fueron colocados en manos de nuevas y fuertes manos: Tiglath-Pileser III (745–727 a.C.) en Asiria y Nabunassar (747-734 a.C.) en Babilonia.


Nabunassar (‘protegido de Nabu’) fue aclamado, ya en la antigüedad, como un innovador y energético en el campo de la astronomía.


Una de sus primeras opciones fue reparar y restaurar el templo de Shamash en Sippar, el ‘centro de culto’ del dios-Sol en la antigua Súmer. Además construyó un nuevo observatorio en Babilonia, actualizó el calendario (heredado de Nippur), e instituyó el reporteo diario de los fenómenos celestes y sus significados, al rey. Fue principalmente gracias a estas mediciones que ha venido a la luz una riqueza de datos astronómicos que esclarecen los eventos subsecuentes.
Tiglath-Pileser III fue también activo, en sus propios medios.

 

Sus anales describen constantes campañas militares y alardes de ciudades tomadas, ejecuciones brutales de reyes y nobleza locales, y exilios masivos. Su rol, y el de sus sucesores Shalmaneser V y Sargón II, en la desaparición de Israel y el exilio de su pueblo (las Diez Tribus Perdidas), y luego los intentos de Sennacherib por incautar Jerusalén, fueron descritos en el capítulo previo. Más cerca de casa, esos reyes asirios estuvieron ocupados anexando Babilonia al ‘tomar las manos de Marduk.’

 

El siguiente rey asirio, Esarhaddon (680–669 a.C.), anunció que ‘tanto Ashur como Marduk me dieron sabiduría,’ juraba en nombre de Marduk y Nabu, e inició la reconstrucción del templo Esagil en Babilonia.


En los libros de historia, Esarhaddon es recordado principalmente por su exitosa invasión a Egipto (675–669 a.C.). El propósito de la invasión, hasta donde pudo ser establecido, era detener los intentos egipcios por ‘entrometerse en Canaán’ y dominar Jerusalén.

 

Digno de atención, a la luz de subsecuentes eventos, fue la ruta que escogió: en vez de ir por el camino más corto, hacia el sudoeste, hizo un rodeo considerable y fue hacia el norte, a Harán. Ahí, en el viejo templo del dios Sin, Esarhaddon buscó la bendición del dios para embarcarse en su conquista; y Sin, inclinado por su personal y acompañado de Nusku (el Mensajero Divino de los dioses), dio su aprobación. Entonces Esarhaddon viró hacia el sur, pasando poderosamente a través de las tierras del Mediterráneo oriental hasta alcanzar Egipto.

 

Considerablemente, se desvió del premio que Sennacherib fracasó en obtener—Jerusalén. También considerablemente, que la invasión de Egipto y el desvío lejos de Jerusalén—tanto como el propio destino de Asiria—hayan sido profetizados por Isaías décadas antes (10: 24-32)


Ocupado como estaba Esarhaddon en lo geopolítico, no descuidó los requerimientos astronómicos de aquellos tiempos. Con la guía de los dioses Shamash y Adad, erigió en Ashur (la ciudad centro de culto de Asiria) una ‘Casa de Sabiduría’—un observatorio—y representó el completo sistema solar de doce miembros, incluido Nibiru, en sus monumentos (Fig. 89).

Figura 89
 


Figura 90

 

Conducente a un más fastuoso precinto sagrado era una puerta monumental, construida—de acuerdo a dibujos de un sello cilíndrico—para emular el portalón de Anu en Nibiru (Fig. 90) en Nibiru. Es una clave de lo que fueron las expectativas de Retorno en Asiria.


Todas estas movidas político-religiosas sugieren que los asirios se aseguraron de ‘tocar todas las bases’ en que estuvieran concernidos los dioses. Y así, por el siglo séptimo a.C. Asiria estuvo lista para el anticipado Retorno del planeta de los dioses. Textos descubiertos—incluyendo cartas a los reyes por sus astrónomos jefes—revelen la anticipación de un tiempo idílico, utópico: Cuando Nibiru culmine… Las tierras serán habitadas de forma segura; los reyes hostiles estarán en paz; los dioses recibirán oraciones y escucharán súplicas.

Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en su brillo, habrá lluvias e inundaciones. Cuando Nibiru alcance su perigeo, los dioses darán paz. Los problemas serán resueltos, las complicaciones serán desenredadas. Claramente, la expectación era que un planeta reaparecería, se elevaría en los cielos, crecería en brillantez, y en su perigeo, al Cruce, sería NIBIRU (el Planeta del Cruce).

 

Y como indicaban el portalón y otras construcciones, con el retorno del planeta era esperada una repetición de las previas visitas de Anu a la Tierra. Estaba ahora en manos de los astrónomos observar los cielos por esa aparición planetaria; pero ¿dónde estaban ellos para observar e la extensión celeste, y cómo reconocerían el planeta mientras aún estuviera en los cielos distantes? El siguiente rey asirio, Asurbanipal (668-639 a.C.), llegó con la solución.


Los historiadores consideran que Asurbanipal fue el más erudito de los reyes asirios, porque había aprendido otros idiomas además del acadio, incluyendo el sumerio, y alegaba que incluso pudo leer ‘textos de antes del Diluvio.’ También hacía alarde que él ‘aprendió los signos secretos del Cielo y la Tierra… y estudió los cielos con los maestros de la adivinación.’

 

Algunos investigadores modernos lo consideran además haber sido ‘El Primer Arqueólogo,’ porque coleccionó de manera sistemática tablillas de sitios que ya eran antiguos en su época—como Nippur, Uruk, y Sippar en lo que fue Súmer. También envió equipos especializados a ordenar y saquear tales tablillas de las capitales asirias conquistadas. Las tablillas terminaron en una famosa biblioteca donde equipos de escribas las estudiaron, tradujeron, y copiaron textos escogidos del milenio anterior.

 

(Un visitante del Museo del Antiguo Cercano Oriente en Estambul puede ver una muestra de tales tablillas, cuidadosamente ordenadas en sus estantes originales, con cada estante encabezado por una ‘tablilla catálogo’ que enlista todos los textos en ese estante).


Aunque los temas de las tablillas acumuladas cubrían un amplio rango, lo que fue hallado indica que a la información celestial se le prestó especial atención. Entre los textos puramente astronómicos había tablillas que pertenecían a una serie titulada ‘El Día de Bel’—¡el Día del Señor! Además, relatos épicos e historias pertinentes a las venidas e idas de los dioses fueron consideradas importantes, en especial si arrojaban luz sobre las pasadas de Nibiru. El Enuma Elish—la Epopeya de la Creación que relata cómo un planeta invasor se unió al sistema solar para convertirse en Nibiru—fue copiado, traducido, y re-copiado; también había escritos que tratan del Diluvio, tales como la Epopeya Atra-Hasis y la Epopeya de Gilgamesh.

 

Aunque todas ellas parecen legitimar ser parte del conocimiento acumulado en una biblioteca real, también ocurre que todas las tablillas tratan con instancias de las apariciones de Nibiru en el pasado—y por ende con su próximo acercamiento.


Entre los textos traducidos puramente astronómicos y, sin duda, cuidadosamente estudiados, había directrices para observar la llegada de Nibiru y para reconocerlo en su aparición.

 

Un texto babilónico que retuvo la terminología sumeria original señala:

Planeta del dios Marduk:
sobre su aparición SHUL.PA.E;
elevándose treinta grados, SAG.ME.NIG;
cuando se detiene en el medio del cielo: NIBIRU.

Aunque el primer planeta mencionado (SHUL.PA.E) se considera sea Júpiter (pero podría ser Saturno), el siguiente nombre (SAG.ME.NIG) podría ser una variante para Júpiter, pero es considerado por algunos como que sea Mercurio *.

 

(*) Los extensos datos astronómicos que han sido encontrados atrajeron, ya en el siglo 19 y comienzos del 20, el tiempo, atención, y paciencia de académicos gigantes que combinaron brillantemente la ‘asiriología’ con conocimientos astronómicos. El primer libro de las Crónicas Terrestres, el 12º Planeta, cubrió e hizo uso del trabajo y los logros de aquellos como Franz Kugler, Ernst Weidner, Erich Ebeling, Herman Hilprecht, Alfred Jeremias, Morris Jastrow, Albert Schott, y Th. G. Pinches, entre otros. Su trabajo fue complicado por el hecho que el mismo kakkabu (cualquier cuerpo celeste, incluyendo planetas, estrellas fijas, y constelaciones) podía tener más de un nombre.

 

También señalé con claridad entonces y ahí la falla más básica de sus trabajos: todos asumieron que los sumerios y otros pueblos antiguos no tenían modo de saber (‘a ojo desnudo’) acerca de planetas más allá de Saturno. El resultado fue que siempre que un planeta era mencionado de forma diferente a los nombres aceptados para los ‘siete kakkabani conocidos’—Sol, Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter, Saturno—se asumió que se trataba sólo de otro nombre para alguno de los ‘siete conocidos.’ La víctima principal de esta errónea instancia fue Nibiru; doquiera que él o su equivalente babilónico ‘planeta Marduk’ fue enlistado, se asumió que se trataba de oro nombre para Júpiter o Marte o (en algunas visiones extremas) incluso para Mercurio.

 

Increíblemente, el ‘establishment’ de la moderna astronomía siguen basando su trabajo en esos asumidos ‘siete conocidos’—a pesar de la extensa evidencia contraria que muestra que los sumerios conocían la verdadera forma y composición de nuestro sistema solar, partiendo con el nombre de los planetas exteriores en el Enuma Elish, o la representación de 4500 años de antigüedad del completo sistema solar de doce miembros, con el Sol al centro, en el sello cilíndrico VA243 en el Museo de Berlín (Fig. 91), o el dibujo de doce símbolos planetarios sobre monumentos asirios y babilónicos, etc.

Figura 91

 

Un texto similar de Nippur, que tradujo los nombres planetarios sumerios como UMUN.PA.UD.DU y SAG.ME.GAR, sugiere que la llegada de Nibiru será ‘anunciada’ por el planeta Saturno, y después de elevarse 30 grados estará cerca de Júpiter.

 

Otros textos (p.ej. una tablilla conocida como K.3124) señala que después de pasar SHUL.PA.E y SAG.ME.GAR—que creo se trata de Saturno y Júpiter—el ‘Planeta Marduk entrará al Sol (alcanzará el perigeo, lo más cercano al Sol) y se convertirá en Nibiru.’


Oros textos proveen claves más claras en relación a la ruta de Nibiru, así como al marco para su reaparición: Desde la estación de Júpiter, el planeta pasa hacia el oeste.

Desde la estación de Júpiter
el planeta aumenta su brillo,
y en el zodíaco de Cancer se convierte en Nibiru.
El gran planeta:
en su aparición: rojo oscuro.
El cielo él divide en mitades
mientras permanece en Cruce (Nibiru)

Tomados juntos, los textos astronómicos del tiempo de Asurbanipal describieron una aparición planetaria desde la orilla de sistema solar, elevándose y llegando a ser visible cuando alcanza a Júpiter (o incluso Saturno antes de eso), y después doblando hacia abajo a la eclíptica. En su perigeo, cuando está más cerca del Sol (y por tanto a la Tierra), el planeta—en el Cruce—se convierte en Nibiru ‘en el zodíaco de Cancer.’

 

Eso, como muestra el esquema adjunto (no a escala), pudo suceder sólo cuando la salida del Sol del Equinoccio de Primavera tuvo lugar en la Era del Carnero—durante la era zodiacal de Aries (Fig. 92).

Figura 92

 

Tales claves en relación a la ruta orbital del Señor Celestial y su reaparición, a veces empleando las constelaciones como un mapa celeste, se hallan también en pasajes bíblicos, revelando de ese modo un conocimiento que debió haber sido internacionalmente disponible:

‘En Júpiter será vista su faz,’ señala el Salmo 17. ‘El Señor vendrá desde el sur… su esplendoroso brillo será como un haz de luz,’ predijo el Profeta Habacuc (cap. 2).

‘Él solo se extiende por los cielos y pisotea la mayor profundidad; llega a la Osa Mayor, Sirio y Orión, y las constelaciones del sur,’ señala el Libro de Job (cap. 9); y el Profeta Amós (5: 9) previó al Señor Celestial ‘sonriendo su faz sobre Tauro y Aries, desde Tauro a Sagitario irá.’ Estos versos describen un planeta que hace un arco en la parte más elevada del cielo y, orbitando en el sentido de los relojes—‘retrógrado,’ dicen los astrónomos—llega vía las constelaciones del sur.
Es una trayectoria, en una escala más amplia, similar a la del cometa Halley (ver Fig. 78).


Una decidora clave en relación a las expectativas de Asurbanipal fue la meticulosa traducción al acadio de descripciones sumerias de las ceremonias realizadas cuando la visita de Anu y Antu cerca del 4000 a.C. Las secciones que tratan con su estadía en Uruk describen cómo, al atardecer era ubicado ‘en la parte más elevada de la torre’ para observar y anunciar la aparición de los planetas uno tras otro, hasta que el ‘Planeta del Gran Anu del Cielo’ se dejaba ver, con lo cual todos los dioses reunidos para dar la bienvenida a la pareja divina recitaba la composición ‘a aquel cuyo brillo crece, el planeta celestial del dios Anu’ y cantaban el himno ‘La imagen del Creador se ha levantado.’

 

Luego los largos textos describen los alimentos ceremoniales, el retiro a las cámaras nocturnas, las procesiones del día siguiente, y todo eso.


Uno puede concluir razonablemente que Asurbanipal estaba comprometido en coleccionar, recopilar, traducir, y estudiar todos los textos anteriores que pudiera:

  1. aportar guía a los sacerdotes-astrónomos para detectar, al más posible primer momento, el retornante Nibiru

  2. informar a rey acerca de los procedimientos a seguir después

El llamar al planeta ‘Planeta del Trono Celestial’ es una clave importante para las expectativas reales, como lo eran las representaciones en los muros de palacio, en magníficos relieves, de reyes asirios saludando a dios en el Disco Alado mientras se suspendía sobre el Árbol de la Vida (como en la Fig. 87).


Era importante estar informado de la aparición del planeta tan pronto como fuera posible para ser capaces de preparar la recepción apropiada para la legada del gran dios dibujado dentro— ¿Anu mismo? y ser bendecidos con una larga y quizá eterna, vida.


Pero eso no estaba destinado a ser.


Pronto después de la muerte de Asurbanipal, por todo el imperio asirio surgieron rebeliones. Las posesiones de sus hijos en Egipto, Babilonia y Elam se desintegraron. Aparecieron recién llegados de lejos, desde los extremos del imperio asirio—‘hordas’ desde el norte, los Medos desde el este.

 

Por todas partes, los reyes locales se tomaron el control y declararon la independencia. De particular importancia—inmediata y para hechos futuros—fue la ‘escisión’ de Babilonia del reino dual con Asiria. Como parte del festival de Año Nuevo en 626 a.C. un general babilonio cuyo nombre—Nabupolassar (‘Nabu protege sus hijos’) —implicaba ser hijo del dios Nabu, fue entronizado como rey de una Babilonia independiente.

 

Una tablilla describió así el comienzo de su investidura:

‘Los príncipes de la tierra fueron congregados; bendijeron a Nabupolassar; abriendo sus puños, lo declararon soberano; Marduk en la asamblea de los dioses otorgó el Estandarte de Poder a Nabupolassar.’

El resentimiento del brutal regente de Asiria fue tan grande que Nabupolassar de Babilonia pronto encontró aliados para una acción militar contra Asiria. Un importante y frescamente vigoroso aliado fueron los Medos (precursores de los Persas), que tenían experiencia en la brutalidad e incursiones asirias.

 

Mientras las tropas babilonias avanzaban sobre Asiria desde el sur, los Medos atacaron desde el oriente, y en 614 a.C.—¡como había sido profetizado por los Profetas hebreos!—capturaron y quemaron la capital religiosa Asiria, Asur. El turno de Nínive, la capital real, fue o siguiente. Por 612ª.C. la gran Asiria era un desastre. Asiria—la tierra del ‘Primer Arqueólogo—se convirtió ella misma en tierra de sitios arqueológicos.


¿Cómo pudo suceder aquello a la tierra cuyo nombre significaba ‘Tierra del dios Asur? La única explicación del momento fue que los dioses retiraron su protección de esa tierra; de hecho, mostraremos, había más que eso: los dioses mismos se retiraron—de esa tierra y de la Tierra.


Y entonces el más asombroso y final capítulo de la Saga del Retorno, en el cual Harán jugó un rol clave, comenzó a desarrollarse.


La asombrosa cadena de sucesos después de la desaparición de Asiria comenzó con el escape a Harán de miembros de la familia real. Buscando allí la protección del dios Sin, los fugados concentraron los remanentes del ejército asirio y proclamaron a uno de los refugiados reales como ‘Rey de Asiria’; pero el dios, cuya ciudad Harán había tenido desde entonces días de llanto, no respondió. En 610 a.C. tropas babilonias capturaron y pusieron final a las persistentes esperanzas asirias.


La lucha por el manto heredero de la sucesión de Súmer y Acadia se había acabado; era ahora algo solamente usado, y por gracia divina, por el rey de Babilonia. Una vez más, Babilonia regía las tierras que alguna vez fueron las santificadas ‘Súmer y Acadia’—tanto que en muchos textos de la época, Nabupolassar recibió el título de ‘Rey de Acadia.’ Él empleó esa autoridad para extender las observaciones celestiales a las antiguas ciudades sumerias de Nippur y Uruk, y algunos de los textos observacionales claves de los años subsecuentes vinieron de allá.


Fue en ese mismo fatídico año, 610 a.C.—un memorable año de eventos asombrosos, como veremos—que un revigorizado Egipto también puso en su trono a un fuerte y asertivo hombre llamado Necho.

 

Apenas un año más tarde una de las menos comprendidas—por los historiadores, claro—movidas geopolíticas tuvo lugar entonces. Los egipcios, que acostumbraban a estar del mismo lado de los babilonios en oposición a la regencia asiria, salieron de Egipto y, moviéndose con rapidez hacia el norte, se tomaron territorios y sitios sagrados que los babilonios consideraban propios. El avance egipcio, todo hacia el norte hasta Carchemish, los puso a distancia de tiro de Harán; también puso en manos egipcias los dos sitios espaciales, en Líbano y en Judá.


Los sorprendidos babilonios no iban a dejar así las cosas.


El añoso Nabupolassar confió la tarea de recapturar los sitios vitales a su hijo Nabucodonosor, que ya se había distinguido en el campo de batalla. En Junio del 605 a.C., en Carchemish, los babilonios aplastaron al ejército egipcio, liberaron ‘el sagrado bosque en Líbano lo cual deseaban Marduk y Nabu,’ y dieron caza a los egipcios en su huída hasta la Península de Sinaí.


Nabucodonosor sólo detuvo su persecución debido a las noticias desde Babilonia en relación al fallecimiento de su padre.


Volvió con rapidez, y fue proclamado Rey de Babilonia ese mismo año.


Los historiadores no encuentran explicación para la ofensiva egipcia y la ferocidad de la reacción babilónica. Para nosotros es evidente que el núcleo de los sucesos era la expectativa del Retorno. Ciertamente, parece que en el año 605 a.C. el Retorno era tenido como inminente, quizá incluso tardíamente; porque fue en ese mismo año que el Profeta Habacuc comenzó a profetizar en nombre de Yahveh, en Jerusalén.


Prediciendo increíblemente el futuro de Babilonia y otras naciones, el Profeta preguntó a Yahveh cuando el Día del Señor—un día de juicio sobre todas las naciones, Babilonia incluida—llegaría, y Yahweh respondió, diciendo:

Escribe la profecía,
explícala claro en las tabillas,
de modo que pueda ser leída con rapidez:
para la visión hay un tiempo establecido;
¡al final vendrá, sin falta!
Aunque parezca tardar, espera por ese día;
porque ha de llegar con seguridad—
porque la fecha de su cita no será atrasada.
Habacuc 2: 2–3

(La fecha de la cita, como veremos, llegó justamente quince años después.)

 

Los cuarenta y tres años del reinado de Nabucodonosor (605-562 a.C.) son considerados un período de un imperio ‘Neo-Babilonio’ dominante, un tiempo marcado por acciones decisivas y movidas rápidas, porque no había tiempo que perder—¡el venidero Retorno era ahora el premio de Babilonia!


Para preparar Babilonia para el esperado Retorno, se iniciaron rápidamente trabajos de renovación y de construcción.


Su punto focal fue el precinto sagrado, donde el templo Esagil de Marduk (ahora llamado simplemente Bel/Ba’al, ‘El Señor’) fue renovado y reconstruido, su zigurat de siete pisos preparado para observar de allí los cielos estrellados (Fig. 93)—tal como había sido hecho en Uruk cuando la visitó Anu cerca de 4000 a.C., se construyó un nuevo Camino Procesional que conducía al sagrado recinto a través de una nueva y grande puerta; sus muros estaban decorados y cubiertos de arriba abajo con exquisitos ladrillos vidriados que asombran incluso hoy día, porque los modernos excavadores del sitio sacaron el Camino Procesional y la Puerta y los llevaron al Museo Vorderasiatiches en Berlín.

Figura 93

 

Babilonia, la Ciudad Eterna de Marduk, estaba lista para dar la bienvenida al Retorno.


Nabucodonosor escribió en sus inscripciones:

‘He hecho que la ciudad de Babilonia sea la más importante entre todos los países y lugares habitados; su nombre elevé hasta ser la más elogiada de todas las ciudades sagradas.’

La expectación, parece, era que la llegada del Disco Alado descendería en el Sitio de Aterrizaje en Líbano, luego consumar el Retorno al entrar a Babilonia a través del maravilloso Camino Procesional y su imponente Puerta (Fig. 94)—llamada ‘Ishtar’ (alias IN.ANNA), que había sido la ‘amada de Anu’ en Uruk—otra clave en relación a quién era esperado en el Retorno.

Figura 94

 

En compañía de estas expectativas estaba el rol de Babilonia como el nuevo Ombligo de la Tierra—heredando el estatus prediluvial de Nippur como la DUR.AN.KI, el ‘Puente Cielo-Tierra.’ Que ahora esta era función de Babilonia quedó expresado cuando a la plataforma base del zigurat se le dio el nombre E.TE.MEN.AN.KI (‘Templo de la Fundación para Cielo-Tierra’), tensionando el rol de Babilonia como el nuevo ‘Ombligo de la Tierra’—una función claramente representada en el ‘Mapa del Mundo’ babilónico (ver Fig. 10).

 

¡Esta era terminología que hacía eco con la descripción de Jerusalén, con su Piedra de la Fundación, sirviendo como vínculo entre la Tierra y el Cielo!


Pero si eso era lo que Nabucodonosor preveía, entonces Babilonia tenía que reemplazar el enlace espacial post-Diluvio—Jerusalén.


Habiendo asumido la función prediluvial de Nippur—servir como Centro de Control de Misión después del Diluvio—Jerusalén fue ubicada al centro de distancias concéntricas a los otros sitios espaciales (ver Fig. 3).

 

Llamándolo el ‘Ombligo de la Tierra’ (38: 12), el Profeta Ezequiel anunció que Jerusalén había sido escogida para esto por Dios mismo:

Esto ha dicho el Señor Yahveh.
Esta es Jerusalén;
al medio de las naciones la he puesto,
y todas las tierras están en círculo
a su alrededor.
Ezequiel 5: 5

Determinado a usurpar esa función para Babilonia, Nabucodonosor condujo sus tropas hacia el elusivo premio y en 598 a.C. capturó Jerusalén. Esta vez, como había advertido el Profeta Jeremías, Nabucodonosor llevaba la ira de Dios al pueblo de Jerusalén, por haber aceptado la veneración de los dioses celestiales: Ba’al, el Sol y la Luna, y las constelaciones.’ (II Reyes 23: 5) —¡una lista que incluyó a Marduk como una entidad celeste!


Hambreando al pueblo de Jerusalén por un sitio que duró tres años, Nabucodonosor se las arregló para someter la ciudad y llevó cautivo a Jehoyachin rey de Judá, a Babilonia. Además fueron exiliados la nobleza de Judá y la elite instruida—entre los cuales se hallaba el Profeta Ezequiel—y miles de sus soldados y artesanos; se les hizo residir en los bancos del río Khabur, cerca de Harán, su hogar ancestral.

 

La ciudad misma y el Templo fueron dejados intactos esta vez, pero once años más tarde, en 587 a.C., los babilonios volvieron en pie de guerra. Actuando esta vez, de acuerdo a la Biblia, por voluntad propia, los babilonios incendiaron el Templo que Salomón había construido.

 

En sus inscripciones Nabucodonosor no da más explicación que la usual—realizar los deseos y agradar a ‘mis dioses Nabu y Marduk’; pero como pronto mostraremos, la verdadera razón era simple: la creencia que Yahveh había partido y se había ido.


La destrucción del Templo fue un hecho choqueante y malvado por el cual Babilonia y su rey—habiendo sido considerados anteriormente por los Profetas el ‘camino de la ira’ de Yahveh—iban a ser castigados con severidad: ‘La venganza de Yahveh nuestro Dios, venganza por Su Templo,’ irá contra Babilonia, anunció el Profeta Jeremías (50: 28).

 

Prediciendo la caída de la poderosa Babilonia y su destrucción por invasores del norte—sucesos que tuvieron lugar apenas unas décadas más tarde—Jeremías además proclamó el sino de los dioses que Nabucodonosor había invocado:

Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes;
levantad bandera; hacedlo oír; no lo calléis; decid:
Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel,
desmayó Marduk, están confusos sus ídolos, (desmayaron sus inmundicias).
Jeremías 50: 2

El castigo divino sobre Nabucodonosor mismo fue proporcional al sacrilegio. Enloquecido, de acuerdo a fuentes tradicionales, por un insecto que penetró al cerebro vía fosas nasales, Nabucodonosor murió en agonía en 561 a.C.


Ni Nabucodonosor ni sus tres sucesores sanguíneos (que fueron asesinados o simplemente se dispuso de ellos en breve) vivieron para ver una llegada de Anu a las puertas de Babilonia. De hecho, tal llegada jamás tuvo lugar, aunque Nibiru retornó.


Es un hecho que las tablillas astronómicas de ese mismo tiempo documentan observaciones reales de Nibiru, alias ‘Planeta de Marduk.’


Algunos fueron documentados como augurio, por ejemplo, una tablilla catalogada K.8688 que informaba al rey que si Venus fuera visto ‘en frente de’ (saliendo delante de) Nibiru, fracasarán las cosechas, pero si Venus sale ‘detrás’ de Nibiru, la cosecha de la tierra será un éxito.’ De mayor interés para nosotros es un grupo de tablillas ‘Babilónicas Tardías’ halladas en Uruk; en ellas tradujeron los datos en doce columnas de meses zodiacales y combinaron los textos con descripciones gráficas.

 

En una de esas tablillas (VA 751, Fig. 95), el Planeta de Marduk, mostrado entre el símbolo del carnero Aries por un lado y los siete símbolos de la Tierra por el otro, grafica a Marduk como dentro del planeta.

Figura 95

 

Otro ejemplo s la tablilla VAT 7847; habla de una observación real, en la constelación de Aries, como el ‘Día en que fue abierta la puerta del gran señor Marduk’—en que Nibiru había aparecido a la vista; y después tiene una entrada—‘Día del Señor Marduk’—mientras el planeta se movía y fue visto en Acuario.


Aun más decidor de la venida visible del planeta ‘Marduk’ desde los cielos australes y su rapidez en ser ‘Nibiru’ en la banda celeste central, fue otra clase de tablillas, esta vez circulares. Representando un ‘avance hacia atrás’ a los principios astronómicos sumerios, las tablillas dividieron la esfera celeste en tres Senderos (el Sendero de Enlil para los cielos del norte, de Ea para los del sur, y de Anu al centro).

 

Los doce segmentos zodiaco-calendáricos fueron después sobreimpuestos en los tres Senderos, como se muestra por los fragmentos descubiertos (Fig. 96); textos explicativos fueron escritos en las partes traseras de aquellas tabillas circulares.

Figura 96

 

En 1900 d.C., dirigiéndose a una reunión de la Real Sociedad Asiática en Londres, Inglaterra, Theophilius G. Pinches causó sensación al anunciar que había tenido éxito en re-armar un completo ‘astrolabio’ (‘Tomador de Estrellas’), como llamó a la tablilla.

 

Mostró lo que era un disco circular dividido en tres secciones concéntricas y, como un queque, en doce segmentos, dando como resultado un campo de treinta y seis porciones. Cada una de las treinta y seis porciones contiene un nombre con un pequeño círculo bajo él, indicando que se trata de un cuerpo celestial, y un número.

 

Además cada porción lleva el nombre de un mes, de modo que Pinches los enumeró del I al XII, comenzando con Nissan (Fig. 97).

Figura 97

 

La presentación causó una sensación comprensible, porque aquí había un mapa celeste babilonio, dividido en los tres senderos de Enlil, Anu, y Ea/Enki, mostrando cuales planetas, estrellas y constelaciones eran visibles durante los meses del año. Aún continúa el debate acerca de la identidad de los cuerpos celestes (en la raíz del cual acecha esa noción de ‘nada más allá de Saturno’) y el significado de los números.


También sin resolver permanece el asunto de la fecha— ¿en que año se hizo el astrolabio, y si era una copia de una tablilla anterior, cuál era la fecha mostrada? Las opiniones de la fecha tienen un rango que va desde antes del siglo doce hasta el siglo tercero a.C.; sin embargo la mayoría está de acuerdo en que el astrolabio perteneció a la era de Nabucodonosor o su sucesor Nabuna’id.

El astrolabio presentado por Pinches fue identificado en los subsiguientes debates como ‘P,’ pero fue más tarde renombrado como ‘Astrolabio A’ debido a que desde entonces otro de ellos logró ser armado y es conocido como ‘astrolabio B.’


Aunque ambos astrolabios al comienzo parecían idénticos, son diferentes—y para nuestro análisis, la diferencia clave es que en ‘B’ el planeta identificado como mul Neberu deidad Marduk—‘Planeta Nibiru del dios Marduk’—es mostrado el en Sendero de Anu, la banda central-eclíptica (Fig. 98), mientras en el ‘A’ el planeta identificado como mul Marduk—el ‘planeta de Marduk’—es mostrado en el Sendero de Enlil, en los cielos del norte (Fig. 99).

Figura 98

 

Figura 99

 

El cambio en nombre y posición es absolutamente correcto si ambos astrolabios grafican un planeta en movimiento—‘Marduk’ como fue llamado por los babilonios—que, después de haber llegado a verse alto en los cielos del norte (como en ‘A’), se curva hacia abajo para cruzar la eclíptica y se convierte en NIBIRU (‘del Cruce’) cuando cruza la eclíptica en el Sendero de Anu (como en ‘B’).

 

¡La documentación de dos escenarios aportada por los dos astrolabios grafica precisamente todo lo que hemos estado señalando!


Los textos (conocidos como KAV 218, columnas B y C) que acompañan las representaciones circulares eliminan cualquier sombra de duda en relación a la identidad de Marduk/Nibiru:

[mes]Adar:
Planeta Marduk en el Sendero de Anu:
EL Kakkabu radiante que aparece en el sur
después que los dioses de la noche terminan sus tareas,
y divide el cielo.
Este kakkabu es Nibiru = dios Marduk.

Mientras podemos estar seguros—por razones prontas a ser dadas—que las observaciones en todas estas tablillas ‘Babilónicas Tardías’ no pudieron haber tenido lugar antes del 610 a.C., también podemos estar seguros que no fueron realizadas después del 555 a.C., porque esa fue la fecha cuando uno llamado Nabuna’id se convirtió en el último rey de Babilonia; y su alegato para ser legitimado era que su reinado fue confirmado celestialmente porque ‘el planeta de Marduk, alto en el cielo, me ha llamado por mi nombre.’

 

Haciendo esta afirmación, también señalaba que durante una visión nocturna había visto ‘la Gran Estrella y la Luna.’ Basado en las fórmulas de Kepler para las órbitas planetarias alrededor del Sol, el completo período de visibilidad de Marduk/Nibiru desde Mesopotamia duraba justo unos pocos años; por lo tanto, la visibilidad alegada por Nabuna’id coloca el Retorno del planeta en los años inmediatamente precedentes a 555 a.C.


¿Entonces cuándo fue la época precisa del Retorno? Hay un aspecto más involucrado en resolver el puzle: la profecía de ‘Oscuridad al mediodía’ en el Día del Señor—un eclipse solar— ¡y tal cosa sucedió de hecho, en 556 a.C.!


Los eclipses solares, aunque más extraños que los lunares, no son incomunes; ocurren cuando la Luna, pasando de una cierta forma entre la Tierra y el Sol, temporalmente oscurece al Sol. Sólo una pequeña porción de los eclipses solares son totales. El alcance, duración, y derrotero de la oscuridad total varía de pasada en pasada debido a la siempre cambiante danza de las tres órbitas involucradas, el Sol, la Luna y la Tierra, además del rotar diario de la Tierra y su cambiante inclinación del eje.


Extraños son los eclipses solares, pero aún así el legado astronómico de Mesopotamia incluye conocimientos del fenómeno, llamándolo atalu shamshi. Referencias textuales sugieren que no sólo ese fenómeno sino además la participación lunar eran parte del antiguo acumulado conocimiento. De hecho, un eclipse solar cuyo recorrido de totalidad pasó sobre Asiria había ocurrido en 762 a.C.

 

Fue seguido por otro en 584 a.C. que fue visto en todas las tierras del Mediterráneo, con su totalidad sobre Grecia. Pero después, en 556 a.C., hubo un eclipse solar extraordinario ‘en una fecha no esperada.’ Si no fue debido a los predecibles movimientos de la Luna, ¿pudo haber sido causado por un inusual pasaje cercano de Nibiru?

Figura 100

 

Entre las tablillas astronómicas pertenecientes a una serie llamada ‘Cuando Anu es Planeta de Señor,’ una de ellas (catalogada VACh.Shamash/RM.2,38—Fig. 100), que trata de un eclipse solar, documentó así el fenómeno observado (líneas 19-20):

En el comienzo el disco solar,
no en fecha esperada,
se hizo oscuro,
y permaneció en el resplandor del Gran Planeta.
El día 30 [del mes] fue
el eclipse del Sol.

¿Qué significan con exactitud las palabras que el oscurecido Sol ‘permaneció en el resplandor del Gran Planeta?

 

Aunque la tablilla misma no aporta una fecha para tal eclipse, es nuestra sugerencia que el fraseo particular, destacado arriba, indica fuertemente que el inesperado y extraordinario eclipse solar fue algo generado por el retorno de Nibiru, el gran planeta radiante, pero si la causa directa fue el planeta mismo, o los efectos de su ‘resplandor’ (¿un tiraje gravitacional o magnético?) sobre la Luna, el texto no lo explica.


Todavía, es un hecho astronómicamente histórico que en un día igual a Mayo 19, 556 a.C. ocurrió un eclipse solar total.

 

Como se muestra en este mapa, preparado por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de NASA (Fig. 101), el eclipse fue uno grande e importante, visto sobre amplias zonas, y un aspecto único acerca de él fue que ¡la banda de oscuridad total pasó exactamente sobre el distrito de Harán!

Figura 101

 

Este último hecho es de tremenda importancia para nuestras conclusiones—y fue de hecho más aún en aquellos fatídicos años en el mundo antiguo; porque de inmediato después de eso, en 555 a.C. Nabuna’id fue proclamado rey de Babilonia—no en Babilonia, sino en Harán. Fue el último rey de Babilonia; después de él, como había profetizado Jeremías, Babilonia siguió el destino de Asiria.


Fue en 556 a.C. que ocurrió la profetizada oscuridad al mediodía. Fue justo cuando volvió Nibiru; fue el profetizado DÍA DE SEÑOR.


Y cuando ocurrió el Retorno del planeta, ni Anu ni otro de los dioses esperados se mostraron. De cierto, ocurrió lo opuesto: los dioses, los dioses Anunnaki, se fueron y abandonaron la Tierra.

 

Regresar al Contenido