07 Marzo 2017
del Sitio Web
PijamaSurf
Aldous Huxley
tenía razón...
Ante las experiencias traumáticas de los regímenes totalitarios del
siglo XX, el libro '1984'
de George Orwell - debido a su representación del Estado
tiránico como el represivo y omnipresente Gran Hermano - se
convirtió en el texto distópico de cabecera que advertía los
peligros de lo que podría ocurrir con una mezcla de abuso de poder,
tecnología y supresión de la libertad y la información.
Ante el primer atisbo de
represión, vigilancia y control del Estado se cantaba con alarma el
término
Gran Hermano.
Y si bien ciertamente hay
algo de esto actualmente, la distopía que más se acerca a predecir y
a darnos herramientas para entender lo que estamos viviendo hoy en
día es
Un Mundo Feliz
de Aldous Huxley.
Esto fue previsto con
gran claridad por el escritor y analista de medios Neil Postman
en 1985, en su libro
Amusing Ourselves to Death
(Entreteniéndonos hasta la muerte).
El sistema esbozado en el texto de Orwell se basa en la censura, la
represión de los movimientos de oposición y sobre todo en la
anulación de la individualidad, mientras que el de Huxley trata de,
en palabras de Andrew Postman (el hijo de Neil),
"una burbuja de
gratificación instantánea, tecnología sedativa y consumo
exacerbado".
Mucho más parecido a lo
que estamos viviendo en la sociedad occidental
de Facebook y
Donald Trump.
No un control estilo "la
bota en la cara" sino algo más parecido a la apatía, la dispersión y
el desinterés producido por la distracción y el egoísmo de la
cultura del entretenimiento.
Como sugiere Neil Postman,
en nuestra sociedad no es necesaria la represión de un movimiento
político porque la realidad como entretenimiento nos coloca en un
estado de pasividad, indolencia e ignorancia que nos hace
inofensivos para el sistema.
Postman escribió:
-
Lo que Orwell
temía era que se prohibieran los libros.
-
Lo que Huxley
temía era que no hubiera razón para prohibirlos porque nadie
querría leer uno.
-
Orwell temía a
aquellos que nos privarían de la información.
-
Huxley temía a
aquellos que nos darían tanto que nos reducirían a la
pasividad y al egoísmo.
-
Orwell temía que
la verdad sería ocultada de nosotros.
-
Huxley temía que
la verdad sería ahogada en un mar de irrelevancia.
-
Orwell temía que
nos convertiríamos en una cultura captiva.
-
Huxley temía que
nos convertiríamos en una cultura trivial.
Es difícil definir mejor
lo que nos está pasando actualmente que como lo hizo Postman hace
más de 30 años y, por supuesto, Huxley hace 80.
En este solo párrafo
está,
-
el narcisismo y
el hiper-individualismo de la era digital
-
el mundo de las
noticias falsas y de la pos-verdad
-
la burbuja de los
filtros
-
el
infotainment,
...y demás malestares de
la cultura de nuestros días, los cuales están zurcidos
invisiblemente al tejido de la normalidad.
En su texto "La
propaganda en una sociedad democrática", Huxley escribió:
En lo que respecta a
la propaganda, los primeros defensores del alfabetismo universal
y de la prensa libre advirtieron sólo dos posibilidades: que la
propaganda sea verdad o que sea falsa.
No previeron lo que
en realidad ha sucedido, sobre todo en nuestras sociedades
occidentales capitalistas:
el desarrollo de
una vasta industria de comunicación masiva, que no lidia ni
con lo falso ni con lo verdadero, sino con lo irreal, lo que
es casi siempre totalmente irrelevante.
[...] Pero incluso en
Roma no había nada comparado con el sinfín de distracciones que
proveen los diarios, las revistas, la radio, la televisión y el
cine.
En Un mundo feliz las
distracciones sin cortes de la naturaleza más fascinante [the
feelies - películas también táctiles, orgy porgy, sexo
grupal bajo la influencia de las drogas, centrifugal
bumblepuppy, una futurista versión de espirobol] son
deliberadamente usadas como instrumentos de política pública,
con el propósito de impedir que las personas presten mucha
atención a las realidades de la situación social y política.
El otro mundo de la
religión es diferente al otro mundo del entretenimiento; pero se
asemejan en que decididamente "no son de este mundo".
Ambos son
distracciones y, si se viven continuamente, pueden
volverse, como en la frase de Marx, "el opio del pueblo" y, por
consiguiente, una amenaza a la libertad.
Sólo los que vigilan
pueden mantener sus libertades y sólo los que están constante e
inteligentemente en el aquí y en el ahora pueden autogobernarse
efectivamente por procedimientos democráticos.
Una sociedad cuyos
miembros pasan buena parte de su tiempo no en el presente, no en
el aquí y en el ahora y en el futuro calculable, sino en otro
lugar, en los otros mundos irrelevantes del deporte y las
telenovelas, de la mitología y la fantasía metafísica,
encontrará difícil de resistir las invasiones de aquellos que
controlan y manipulan a la sociedad.
En su propaganda los dictadores de hoy dependen fundamentalmente
de la repetición, supresión y racionalización - la repetición de
eslóganes que desean que sean aceptados como verdad, la
supresión de hechos que quieren que sean ignorados y la
estimulación y racionalización de pasiones que pueden ser usadas
en el interés del Partido o del Estado.
Al tiempo que el arte
y la ciencia de la manipulación son mejor entendidas, los
dictadores del futuro indudablemente aprenderán a combinar estas
técnicas con las distracciones interminables que, en Occidente,
amenazan con ahogar en un mar de irrelevancia la propaganda
racional esencial para mantener las libertades individuales y la
supervivencia de las instituciones democráticas.
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