por Jean-Claude Paye
5 Octubre 2009
del Sitio Web
VoltaireNet
Jean-Claude Paye
Sociólogo. Últimas obras publicadas: Global War on Liberty, Telos
Press, 2007; El Final Del Estado De Derecho: La Lucha Antiterrorista:
Del Estado De Excepción A La Dictadura, Argitaletxea Hiru, 2008. |
Debilitado desde el punto de vista estrictamente económico, el dólar cuenta
con el poder político de Estados Unidos para intentar mantener sus
prerrogativas mundiales.
En este marco de mantenimiento de la hegemonía de
la moneda estadounidense, obligando a los capitales a invertir en su ámbito
económico, es como hay que interpretar la actual operación de
reestructuración del sistema financiero internacional, en la que el ataque
contra el banco suizo UBS es una operación de primer orden.
El 19 de agosto de 2009, UBS y el fisco estadounidense firmaron un acuerdo
que resuelve, momentáneamente, el asunto sobre el fraude fiscal que los
enfrentaba.
Dicho acuerdo permite al banco librarse de un proceso. Sin
embargo, UBS debe entregar los nombres de unos 4.450 titulares de cuentas de
contribuyentes estadounidenses sospechosos de fraude fiscal. Esas entregas
se harán por la vía oficial de la cooperación administrativa.
De esta forma, las autoridades helvéticas han legalizado la nueva relación
de fuerzas y el fisco estadounidense ha obtenido su aval para investigar en
otros bancos suizos. La supresión de la distinción fraude/evasión fiscal
llevada a cabo por la Confederación para salir de la “lista gris” de los
paraísos fiscales establecida por la OCDE, ofrece nuevas perspectivas a las
demandas de las administraciones fiscales extranjeras.
Las autoridades suizas intentan, sobre todo, impedir la “pesca con red”, es
decir, la obtención de informaciones basada en simples sospechas y no en
función de investigaciones precisas, por ejemplo los nombres de los
defraudadores, las sociedades implicadas, los números de las cuentas… Sin
embargo, no se ha fijado nada definitivamente a ese nivel. Como desde el
principio de este asunto, todo estará sometido a la relación de fuerzas.
En realidad, el nuevo acuerdo entre el UBS y la administración
estadounidense servirá de modelo para definir el tamaño de los agujeros de
la red con la cual el fisco de Estados Unidos saldrá a la pesca de los
defraudadores en el conjunto de la plaza financiera helvética.
El acuerdo de febrero de 2009 por el que el UBS en principio aceptó,
despreciando el derecho helvético, entregar a la justicia estadounidense los
nombres de unos 250 clientes a quienes había ayudado a librarse del fisco de
EE.UU., no detuvo a la justicia estadounidense. Apenas se firmó el acuerdo,
Estados Unidos exigió que el UBS le entregase la identidad de unos 52.000
clientes de EE.UU. titulares de “cuentas secretas ilegales”.
El nuevo acuerdo
suspende esas exigencias.
UBS, que ya pagó una multa de 780 millones de dólares en febrero, no tendrá
que pagar penalizaciones suplementarias, un hecho excepcional en la práctica
habitual del fisco estadounidense. Más sorprendente todavía: el acuerdo
estipula que si después de un año el banco no ha respetado sus compromisos,
no se podrá emprender ninguna sanción financiera contra él.
Es incomprensible esta actitud de la administración estadounidense, salvo
que se plantee la hipótesis de que el fisco de EE.UU. no quiere crear
dificultades financieras al banco. En efecto, a Estados Unidos no le
interesa matar un Caballo de Troya que le ha servido muy bien hasta ahora y,
sobre todo, que todavía puede serle muy útil.
El UBS tiene una gran
dependencia del mercado estadounidense, y por lo tanto es especialmente
vulnerable a las presiones del fisco de EE.UU., mucho menor en el caso de los
demás bancos helvéticos. La evolución de este asunto nos indica que se
esperan nuevos ataques estadounidenses contra la plaza financiera suiza.
La actuación de la administración estadounidense contra este banco helvético
es la utilización de una operación contra la evasión fiscal de sus
nacionales dirigida a modificar, en su provecho, las reglas de
funcionamiento del sistema bancario mundial.
La respuesta positiva del UBS a los requerimientos del fisco estadounidense,
así como la legitimación de la entrega de información por parte de las
autoridades de control helvéticas, colocan a la administración
estadounidense en una posición que le permite formular constantemente nuevas
exigencias.
La dominación estadounidense no sólo se define por su capacidad
para establecer un estado de excepción permanente con la presentación
continua de nuevas exigencias, sino sobre todo por la de imponer la base
sobre la que se construye un nuevo orden jurídico internacional.
Esta nueva dominación estadounidense se inscribe en una reorganización del
sistema financiero internacional en su beneficio. Por medio de la lucha
contra el fraude fiscal, esta operación diferencia los «paraísos fiscales»,
de los que Suiza forma parte, de los centros «offshore», en general
totalmente controlados por las autoridades estadounidenses, en las que el
mecanismo de evasión fiscal se basa en los «trusts». Estos últimos, costosos
de poner en marcha, permiten una opacidad fiscal mucho mayor que el
mecanismo del secreto bancario.
Estos ataques contra la plaza helvética, principal competidora de los
centros financieros anglosajones, son un medio para luchar contra el declive
del dólar, obligando a los capitales a invertirse en la zona de esta moneda
y garantizando siempre a los beneficios más altos los medios para librarse
de cualquier imposición fiscal.
Sin embargo el G-20 de Londres, en abril de 2009, nos muestra que el dominio
estadounidense sobre el sistema financiero internacional sólo será parcial.
La plaza de Singapur, que se desarrollará fuertemente y podría recuperar una
parte de los capitales que salgan de Suiza, ha llegado a mantener sus
prerrogativas frente a la ofensiva de Estados Unidos.