23 Mayo 2016
del Sitio Web
ElRobotPescador
Informe relacionado en ingles
El gobierno colombiano ignorará a finales de mes una patente del
gigante farmacéutico suizo
Novartis AG sobre un medicamento contra
el cáncer y la abrirá a fabricantes genéricos, a menos que la
farmacéutica suiza acepte rebajar los precios.
El ministerio de salud colombiano planea conseguir que el
medicamento contra la leucemia,
el Imatinib pero vendido bajo el
nombre Gleevec o Glivec por Novartis, esté disponible a un precio
más bajo, pese a recibir grandes presiones por parte de EE.UU. y
otros países.
La cuestión es que Novartis, que ganó 4700 millones de dólares con
el Imatinib-Gleevec el año pasado, ha disfrutado del monopolio de la
patente del medicamento durante diez años, convirtiéndose en uno de
sus productos más rentables (cerca del 10% de los ingresos de la
firma).
La patente del Imatinib expiró el 1 de febrero en los EE.UU., pero
permanecerá activa en Colombia hasta el año 2018.
Es decir, mientras en EE.UU. una versión genérica del medicamento
puede ser utilizada para salvar vidas a un precio mucho menor,
Colombia se ve obligada a seguir comprando el medicamento
exclusivamente a Novartis, lo que representa un acuciante para las
arcas públicas colombianas.
Por esa razón, el gobierno colombiano a través de su ministerio de
salud, intenta impulsar la primera declaratoria de interés público
en el país, para revocar dicha patente y beneficiar con ello a más
de tres mil pacientes con leucemia mieloide crónica (LMC) y otros
siete tipos de cáncer más.
¿Y cuál ha sido el resultado de esta maniobra?
Pues que Colombia está recibiendo presiones e incluso amenazas
encubiertas por parte de miembros del senado de EE.UU., que de forma
muy sospechosa y significativa defienden los intereses de una
multinacional suiza y tratan de impedir que Colombia siga adelante
con sus intenciones de declarar el Imatinib de interés público.
En un acto absolutamente vergonzoso y altamente significativo de
cuál es el papel real
de los EE.UU. en el mundo, el jueves 28 de
abril llegó al Ministerio de Salud una carta proveniente de la
embajada de Colombia en Estados Unidos.
Era una misiva de un poco más de una página donde le advertían a
Alejandro Gaviria, ministro de salud de Colombia, que su
intención de someter el Imatinib a una licencia obligatoria, estaba
causando molestias en el Comité de Finanzas del Senado de EE.UU.
Alejandro Gaviria
En cinco párrafos la carta deja bien claro a Gaviria que Everert
Eissenstat, staffer del Comité de Finanzas del Senado de EE.UU.,
mostró la molestia que la iniciativa colombiana provocaba en los
EE.UU..
Everert Eissenstat
La carta advertía que romper la patente de Novartis para el
medicamento contra la leucemia Gleevec podría afectar el apoyo de
Estados Unidos a la propuesta de Colombia de unirse al Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP)
e incluso poner en riesgo los 450 millones de dólares que el país
recibe de Washington para un acuerdo de paz con los rebeldes de
izquierdas.
Los reportes siguieron a reuniones entre diplomáticos colombianos y
funcionarios de la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU. y
con un republicano en el Comité de Finanzas del Senado, cuyo
presidente, el senador por Utah Orrin Hatch, tiene estrechos
vínculos con la industria financiera.
Orrin Hatch
De hecho, la carta afirma literalmente que,
"si el Ministerio de Salud no
corrige esta situación, la industria farmacéutica en EE.UU. y
los grupos de interés relacionados podrían llegar a ser muy
vocales e interferir con otros intereses que pudiera tener
Colombia en EE.UU."
En un párrafo anterior, la carta
sostiene literalmente lo siguiente:
"Asimismo, el Sr. Eissenstat
mencionó que, a pesar de que NOVARTIS no es una empresa
norteamericana, la industria farmacéutica de EE.UU. está muy
preocupada por la posibilidad de que este caso se vuelva un
precedente que podría aplicarse a cualquier patente en cualquier
industria, lo que según él, podría llevar a que la reputación de
nuestro país en materia de respeto a los derechos de propiedad
intelectual se vea menoscabada y Colombia entre a ser parte de
los países que tendrían un tratamiento especial".
Lo han leído bien:
senadores norteamericanos amenazando
al gobierno colombiano si no obedece sin rechistar a los
intereses
de las industrias farmacéuticas, en este caso, una
multinacional suiza.
De hecho, el mayor temor de estas
grandes industrias y de sus esbirros pagados, es que las intenciones
del ministerio de salud colombiano pueden sentar un precedente para
que países con ingresos medios puedan contener el aumento de los
precios de medicamentos complejos.
En años anteriores, países como Brasil e India ya han puesto en el
punto de mira a las patentes de medicamentos, lo cual también les ha
valido críticas por parte del gobierno estadounidense y grupos de la
industria farmacéutica.
De momento, Novartis ha rechazado la propuesta del ministro Gaviria
para rebajar el precio del Gleevec a 140 pesos (5 céntimos de dólar)
por miligramo.
Esto es menos de la mitad de su precio
regulado actual, pero sigue estando muy por encima del de las
versiones genéricas que fueron prohibidas en 2012 cuando, tras una
década de litigios, un tribunal colombiano dio a Novartis la patente
exclusiva de una de las dos variantes del medicamento.
Sin embargo, a pesar de los argumentos presentados por el Gobierno
para la reducción en el precio del medicamento, Novartis respondió
que no aceptaba la propuesta y por lo tanto no entraría a la
negociación.
Incluso, las autoridades suizas
intervinieron a favor de laboratorio, presionando al gobierno
colombiano.
Es muy difícil encontrar un caso que hable más claramente de cómo
funcionan las cosas en realidad y de cuál es el auténtico papel de
la industria farmacéutica en el mundo:
curar a las personas les importa
literalmente un rábano, lo único que buscan es el negocio y si
para ello han de amenazar a través de sus esbirros políticos a
un país entero o han de condenar a morir a miles de personas y
que no puedan recibir tratamiento, pues lo hacen y ya está.
El caso además es un ejemplo palmario de cuál es el auténtico papel
de los políticos occidentales y de cuál es su rol de perros
amaestrados al servicio de las grandes mafias multinacionales y en
este caso concreto, farmacéuticas.
Asimismo es una advertencia de lo que sucederá en un futuro
inmediato si los grandes tratados como
el
TPP o
el TTIP no son detenidos a tiempo.
Una vez implantados, el control que estas multinacionales tendrán
sobre los países será total y nadie podrá impulsar ninguna
iniciativa que ponga en peligro sus intereses.
Entonces, la vida de los ciudadanos no valdrá ni un céntimo y podrán
hacer lo que quieran con nosotros sin ningún impedimento…
Fuentes
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