por Mauro Eberti
11 Diciembre
2017
del Sitio Web
Sott
© Sott.net
"Para construir una
'nueva Argentina'
antes hay que destruirla..."
Un estudio (Pobreza
y Desigualdad por Ingresos en la Argentina Urbana)
realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA) arrojó como
resultado que la pobreza en Argentina se extiende sobre un tercio de
la población, y que casi el 6% de la ciudadanía está por debajo de
la línea de indigencia.
Según el Observatorio de la UCA, los índices no parecen haberse
movido demasiado respecto al año anterior. Sin embargo, en
contraposición al reporte, la percepción de los comercios y el
sector industrial argentino es bastante más dramática.
Esta disonancia respecto
a la realidad observada, en parte podría deberse a que el organismo
informó haber modificado la metodología de medición, lo que
definitivamente imposibilita comparar los resultados recientes con
estudios anteriores.
Según han
manifestado en reiteradas ocasiones
industriales y
empresarios pymes, la merma en el consumo interno, un hecho que
nadie discute en el país, está lesionando seriamente la
sustentabilidad de sus negocios.
Muchos han tenido
que recurrir a recortes extraordinarios, incluyendo la drástica
medida de tener que despedir una gran cantidad empleados.
La dinámica establecida desde el gobierno en términos macro y micro
económicos, según el consenso de una gran masa empresarial, parece
estar conduciendo a la Argentina
hacia un
callejón sin salida que
garantiza una gran debacle social.
La ruidosa crítica
de este sector, aunque durante largo tiempo ha tratado de llevarse
al campo ideológico para desactivarla, se ve hoy en día validada no
sólo por los detractores eternos del oscuro gobierno macrisita, sino
que además por un
número creciente de economistas que a todas luces han sido
siempre simpatizantes del gobierno de Mauricio Macri.
La fórmula que maneja el gobierno para hacer "crecer" al país, está
signada mayormente por
ajustar los cinturones de los sectores menos favorecidos de la
sociedad con miras a reducir el gasto estatal.
Esta tarea, un
dogma neoliberal que no admite cuestionamiento alguno, se pretende
lograr a través de recortes salariales, desregulación del mercado
laboral, una quita brutal a los jubilados y pensionados, y una suba
constante y desproporcionada del costo de los servicios y el
transporte.
Todas medidas que
impactan directamente en el bolsillo y las oportunidades alcanzar un
bienestar básico de la mayoría de la población.
Por otro lado, los sectores de mayor riqueza concentrada del país
(el sector agrícola y la minería en especial) se han visto
favorecido escandalosamente por la reducción (o desaparición en
algunos casos) de los impuestos que con el gobierno anterior
constituían dinero garantizado en las arcas del Estado.
Acompañando estas políticas claramente asimétricas que concentran la
riqueza en pequeños círculos oligárquicos y deterioran la calidad de
vida de la mayoría de la población, el gobierno argentino practica
una política de apertura indiscriminada de las importaciones que
está destruyendo la industria local a paso veloz.
Como resultado de la
instauración de todas estas medidas de carácter económico (como
siempre, son las mismas medidas probadamente fallidas, "sugeridas" a
lo largo y ancho del mundo durante décadas por
el FMI), miles de
fábricas han bajado sus persianas por no poder competir con los
productos que ingresan a precios irrisorios desde el extranjero.
De
igual modo decenas de miles de comercios han tenido que cerrar sus
puertas porque se les hace imposible tan sólo pagar sus facturas de
gas o electricidad.
Aún así, un sector importante de la población argentina, mayormente
las franjas sociales que todavía no han sido golpeadas duramente por
las políticas del gobierno, han elegido en las últimas elecciones
darle un voto de confianza a un gobierno que no ha hecho casi nada
para merecerlo.
Este singular fenómeno responde más bien a una estrategia mediática
y propagandística adecuadamente ejecutada, antes que ha reales
expectativas de que el primer mandatario y su equipo de súper CEOs
puedan verdaderamente estimular el crecimiento y el bienestar de las
mayorías populares.
Entre el arsenal de
guerra del gobierno, el arma que mejor resultado le ha dado hasta el
momento es la difamación incesante de las figuras políticas
opositoras que podrían complicarlo, a través de una poderosa
combinación de bombardeo mediático desde monumentales multimedios y
el
manejo desvergonzado de un pervertido poder judicial.
Las nubes en el horizonte argentino lucen negras y amenazantes, todo
parece indicar que se avecina la "tormenta perfecta" aunque hasta el
momento apenas unos pocos lo han advertido.
Si el pueblo no reacciona a tiempo,
mal me temo que otra vez tendrá que transitar a través de largas
penurias.
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